El texto Germánicos contra
bereberes constituye uno de los más turbadores escritos por José Antonio
Primo de Rivera. Cabe, en primer lugar, preguntarse por su funcionalidad. Fue
escrito en prisión y fechado el 16 de agosto de 1936. Pertenece, por tanto, a
lo que se ha dado en llamar “el último José Antonio”. Verosímilmente, se trata
de unas reflexiones realizadas para escapar del tedio de la prisión y de la
inquietud de saber que había estallado una guerra civil apenas veinticinco días
antes y que el propio destino personal estaba ligado a la rapidez con la que se
desarrollaran los acontecimientos. Sea como fuera, el texto es un intento de
interpretar la historia de España en clave racial. Y es curioso que este
rasgos, que es lo más evidente del texto, no haya sido destacado hasta ahora por quienes lo han
tenido en cuenta como parte de las Obras Completas de José Antonio.
Introducción
La tesis
que presentamos en las páginas que siguen sorprenderá a muchos, pero, sin
embargo, es la más evidente para interpretar este texto de manera razonable.
Está claro que las páginas que siguen son inasumibles para quien tenga la obra
de José Antonio como la de un doctrinario que recorrió el camino del campo
monárquico al del sindicalismo revolucionario, entre 1930 y 1936 y que lo hizo
de manera lineal y continuada. Quienes ven así el conjunto del pensamiento
joseantoniano lo perciben como el de un joven que, poco a poco, toma conciencia
de su misión revolucionaria y atraviesa distintas fases: el monarquismo (“en
defensa de su padre”), el fascismo español (en el discurso Teatro de la Comedia),
el nacional-sindicalismo (cuando se aleja del fascismo) y, finalmente, una
especie de humanismo sindicalista revolucionario de difícil encuadre (cuando
explica sus razones ante el Tribunal de Alicante)… Según esta visión, el
pensamiento joseantoniano evolucionaría “desde la derecha” a la “izquierda”,
pasando por el fascismo. El hombre que fusilarían en Alicante sería algo así
como un apóstol del “sindicalismo revolucionarios” más próximo a los que le
fusilaban en ese momento (anarcosindicalistas) que a los que vitoreaban su
nombre en la Zona Nacional en esos mismos momentos.
En
nuestros trabajos sobre el falangismo ya hemos denunciado la ingenuo, infantil
y absurdo de estos planteamientos, su ignorancia histórica e incluso la mala fe
de quienes han querido confundir sus propios delirios con el pensamiento
joseantoniano, con la historia del movimiento nacional-sindicalista antes de la
Guerra Civil. Pero si hemos traído aquí a colación esta interpretación es
porque la resulta imposible interpretar muchos aspectos de la doctrina
falangista y tiende siempre a presentar al “último José Antonio” como el más
maduro, el más auténtico, el más completo y el, en definitiva, más actual.
Sería el José Antonio liberado de la “moda” del fascismo y que, más aún, era “antifascista”
pues, no en vano, había dicho que el “corporativismo era un buñuelo de viento”…
A medida que se va arrinconando en el tiempo a quienes presentan esta visión
idealizada de José Antonio y se les demuestra que antes de las elecciones de
febrero de 1936, José Antonio negocio con la CEDA la formación de un “frente
contra-revolucionario”, argumentan que ese no era el “último José Antonio”.
Cuando se les recuerda que en mayo de 1936, el nombre de José Antonio apareció
en la candidatura de las derechas para las elecciones parciales de Cuenca,
junto a los nombres de Goicoechea (presidente de Renovación Española), al mismo
nombre de Francisco Franco (que luego se cayó de la lista), o al del candidato
local de la CEDA por esa provincia, reiteran que ese tampoco era “el último
José Antonio” que sería fusilado medio año después… Al parecer, ese “último
José Antonio” empieza en un momento indefinido, después de su encarcelamiento,
en esos seis meses que median entre las elecciones de Cuenca y su fusilamiento.
Y esta es la importancia de textos como Germanos contra bereberes: que está
escrito el 16 de agosto de 1936, es decir ¡96 días antes de su fusilamiento!
Así pues, éste texto debe expresar, necesariamente, las opiniones del “último
José Antonio”, al menos en el terreno histórico.
A efectos
de nuestro estudio, no nos interesa discutir si lo expresado en el ensayo de
José Antonio Germanos contra bereberes
es defendible o no. Lo que nos interesa no es examinar el texto desde el punto
de vista del rigor histórico y si verdaderamente el cuadro de la evolución de
España es tal como lo presenta el autor. De hecho, el texto fue escrito en
condiciones difíciles, cuando los
accesos a libros de texto estaban limitados por su estancia en prisión. Por
otra parte, desde entonces se ha escrito mucho sobre la historia de España y ni
siquiera existe hoy un acuerdo histórico entre las distintas posiciones. No es,
desde luego, eso lo que nos interesa, sino el por qué José Antonio realiza un
análisis de la historia de España en clave étnica y racial, basada en la
contradicción entre “germanos” y “bereberes”, contradicción que, según el
texto, recorre nuestra historia desde el siglo VIII hasta la Segunda República.
El texto
es más importante que un simple añadido casi al final de las Obras Completas, tal como pretenden los
“coleccionistas” de textos joseantonianos que atribuyen al ensayo Germanos
contra bereberes, el valor de mera curiosidad que debe estar allí para que el
volumen encierre “todo” lo escrito por José Antonio, mucho más que por sus
calidades doctrinales. En nuestra opinión, el texto merece ser examinado con
mucha más atención, entre otras cosas, porque, tal como veremos, contribuye a
romper la presunta “linealidad” en la evolución del pensamiento joseantoniano.
En cuanto al contenido, no pretendemos opinar sobre sus aciertos o errores: sino sobre lo que supone. No estamos, pues, interesados en realizar una crítica al contenido argumentando que tal o cual extremo del texto se ha demostrado erróneo en función de los estudios de éste o aquel erudito, simplemente no nos interesa. Lo que nos interesa es situar el texto dentro de la trayectoria política de José Antonio, evaluar su significado y su significante, es decir entre la representación o concepto mental que se hace el autor de la contradicción que analiza entre germanos y bereberes, y del episodio que analiza en sí mismo. Vale la pena también recordar a Lacan: para este psiquiatra, cualquier teoría o episodio puede ser visto como significado o como significante. El significante tiene un sentido simbólico que puede ser inconsciente y no deliberado… Lacan sostenía que el acto de pensar supone expresar significantes que cambian continuamente de significado. Y así como el psicoanalista debe dar mayor importancia al significante que al supuesto significado, nosotros hemos optado por establecer en este artículo más importancia al significante (lo que está “arriba”, es decir, lo que implica el ensayo y por qué se ha escrito) que al significado (lo que está “abajo”, esto es, lo que dice objetivamente).
La hipótesis de trabajo
Resumimos
la hipótesis que vamos a intentar desarrollar:
1)
El ensayo titulado Germanos contra
bereberes es un intento de interpretación étnico-racial de la historia de
España en el que el autor intenta establecer la contradicción marcada por estas
por aportaciones, “germanos” y “bereberes”, y cómo influye a lo largo de
nuestra historia.
2)
En agosto de 1936, un intento de este tipo solamente podía estar inspirado en
un movimiento político que atribuía un papel axial a la composición étnica de
las poblaciones: el nacional-socialismo. Era frecuente que en la retórica de
los grupos de la “derecha radical”, “de la derecha autoritaria” y del “fascismo
español”, se aludiera al término “raza”, pero nunca nadie había demostrado el
papel racial en la historia de España. Tal es el significado del mencionado
ensayo.
3)
El 16 de agosto de 1936, España vivía la primera fase de la Guerra Civil:
habían llegado los primeros aviones (y sus pilotos) alemanes para apoyar la
causa de Franco. En prisión, José Antonio ya había declarado su interés por las
políticas sociales y anticapitalistas del Tercer Reich. Conocía personalmente a
Hitler y a otros altos dirigentes del movimiento nacional-socialista. Intentó
adaptar la componente racial que hacía del “fascismo alemán” algo diferente de
la versión italiana, para completar la “teoría de la historia” de la doctrina
nacional-sindicalista cuyo único texto hasta ese momento era El Discurso a las Juventudes de España
de Ramiro Ledesma.
4)
El Tercer Reich apoyó a Franco en la Guerra Civil, pero, políticamente, sus
afinidades estaban más próximas a la Falange. Esa sintonía era recíproca. A
pesar de que, por activa y pasiva, José Antonio y los falangistas repitieran
que “no eran racistas”, lo cierto es que, a medida que aumenta la importancia
del “fascismo alemán”, los falangistas españoles –algunos de cuyo dirigentes
tenían formación intelectual “germánica” (Ledesma) o habían visto el ascenso
del NSDAP (Redondo)- van aproximándose a la versión alemana (en un fenómeno
similar al que sigue todo el fascismo europeo y, finalmente, la propia Italia
de Mussolini a partir de 1937-38).
5)
En conclusión, el ensayo Germanos contra
bereberes tendría como significado el redondear una “teoría de la historia”
para uso del movimiento nacional-sindicalista, adaptar una doctrina racial a
España y mejorar las relaciones con el NSDAP y el Tercer Reich a la vista del
apoyo alemán a la causa defendida por José Antonio (la “España nacional”).
Tal es la hipótesis que queremos demostrar.