Lo que se dirime
el próximo 4-M no es solamente unas elecciones autonómicas, sino mucho más,
hasta el punto de que puede decirse que lo que ocurrirá en los próximos años tendrá
mucho que ver con el resultado de esta consulta. No es extraño, por tanto, que,
desde el momento en el que se intuyó su convocatoria, Sánchez hubiera querido
retrasarla y sustituirla por la famosa moción de censura, como no va a ser
extraño que, a medida que avance el calendario, todas las partes hagan uso de
sus peores armas. La “crispación”, habitual en el cotarro político nacional, se
va a elevar en los próximos días hasta la máxima potencia. Vamos a intentar
analizar lo que se juega cada parte:
1) El “desahuciado”:
Ciudadanos
Siempre hemos
dicho que Rivera nunca tenía que haberse ido de Cataluña y que Ciudadanos jamás
debió implantarse más allá del Ebro. En efecto, mientras se contentó con ser un
partido anti-independentista, Ciudadanos era ineludible para todos aquellos que
no creían posible, ni deseable el “procés”, pero, desde el momento en el que La
Caixa juzgó que el éxito en Cataluña podía trasladarse al resto de España
contando con un partido que asumiría las exigencias de la banca, esta enésima
forma de centrismo (ya intentada en la “operación Roca” de principios de los
80), embarrancó ante las primeras dificultades. No era lo mismo tener claro un
solo objetivo y aunar esfuerzos contra los indepes, que proponer lo que tantos
otros habían propuesto antes… y fracasado: UCD, CDS, la mencionada “Operación
Roca” y los intentos que se sucedieron en los años 80 para ampliar el radio de
acción de AP y luego del PP. En estas elecciones, ni habrá “efecto Bal”, ni “efecto
Arrimadas”. Si queda fuera del parlamento madrileño, la disgregación del partido
ya iniciada desde la moción de censura murciana, acelerará su desintegración.
2) Las “primarias
de la izquierda radical”
Es significativo
que, de todos los cabezas de lista, Pablo Iglesias, sea el más impopular. A
nadie puede extrañarle que el mesianismo de boquilla, tras unos años de auge,
en el momento en el que se mostró tal cual era (“todo por la pasta”), hace
cosechado el rechazo de quienes le apoyaron. Su única esperanza es que los “nuevos
españoles” -no es por azar que el “rey de los manteros” figure en la lista- le
apoyen masivamente, junto a las feministas más fanatizadas y a los funcionarios
y familias de funcionarios que podemos ha conseguido empotrar en la
administración. Si queda fuera del parlamento, o disminuido, por detrás de Mas
Madrid, Unidas Podemos se perpetuará por las necesidades de subsistencia
económica de sus integrantes, pero nunca volverá a ser creíble como “alternativa
de izquierdas”. El propio PSOE deberá reconocer que los menos dotados de su
gobierno de coalición son, con mucho, los ministros llegados de Podemos. ¿Será
la hora de Mas Madrid? Seguramente, pero esta formación precisará dar un
estirón electoral para contar. La decepción que ha supuesto para todo el país,
la presencia de ministros de Unidas Podemos en el gobierno, impedirá que, en el
futuro, esta opción pueda volver a repetirse.
3) ¿Y Vox?
La formación
verde se la juega en Madrid. O mejora sus resultados o los mantiene, con lo que
el futuro de su sigla quedará asegurado, o bien pierde un número significativo
de votos, demostrando que el PP siempre puede recuperar todo lo nacido “a su
derecha”. De ahí que haya resultado inteligente para Vox el recurrir a
caladeros de votos de la izquierda, en lugar de disputar a la derecha su
electorado hegemónico. Vox ha hecho lo que otros muchos partidos populistas europeos,
han hecho antes que él: “proletarizar” sus filas y tratar de recoger el voto de
la clase media empobrecida y de los trabajadores hartos de promesas de unos y
de otros y para los que la “izquierda” es solamente el casoplón de los Iglesias
y el multiculturalismo de los Sánchez. Si esta estrategia tiene éxito, irá en
detrimento de la izquierda, con lo que el tablero político español se situaría
ante un cambio sociológico de tendencias muy real e inédito en nuestro país.
Ahora bien, si no da resultado (y el riesgo de Vox es que las sectas católicas
que actúan en su interior y los neo-liberales comprometan esa “apertura al
electorado de izquierdas”), Vox puede encontrar problemas para subsistir en el
futuro y corre el riesgo de perder los votos, atados con alfileres que le han
llegado del PP y que pueden volver a él en caso de ovación, vuelta al ruedo,
dos orejas y rabo de Ayuso.
4) Sánchez en
su reválida
Las elecciones
autonómicas catalanas estaban lastradas por el desinterés de los no-nacionalistas,
la epidemia de Covid sin vacunaciones y con Cataluña cerrada, que se tradujeron
en la abstención de la mitad del electorado. En Madrid no parece que vayan a
darse niveles de abstención similares, sino que, más bien, la participación
será alta o, solamente pocos puntos por debajo de lo habitual. Así pues, este
será el primer examen real que validará (o no) la gestión de Sánchez al frente
del gobierno, con la rémora de Podemos y con el apoyo de los no-España (indepes
de todos los pelajes). Sánchez solamente puede aspirar a recuperar votos
centristas y votos de Podemos, pero, sobre todo, por donde atacará de manera
furibunda será: 1) por el Caso Bárcenas, 2) por la alianza del PP con “la
extrema-derecha” y 3) por la necesidad de “convivencia en paz”. Es posible,
incluso que suba en votos, pero aquí, lo que se dirime, es si gobernará o no
Madrid. Y lo más posible es que la izquierda no llegue a la mayoría absoluta,
sumando todas sus fracciones. Hasta ahora, hemos conocido al Sánchez prepotente
y triunfador… ¿cómo será el Sánchez derrotado y con un suspenso? Los
psicópatas, siempre, tienen mal perder. Y la responsabilidad del fracaso, tanto
Sánchez como los barones, la echarían sobre Unidas Podemos y el lastre que han
representado en el gobierno.
5) El impulso
que necesita Casado
Que Casado no es
un líder carismático y que, en su equipo, no hay nadie que lo sea, eso está
fuera de toda duda. Que es el momento en el que el PP tiene una dirección con
un perfil más bajo, parece evidente, desde todos los puntos de vista. Y,
finalmente, que los resultados en las elecciones catalanas, situaron al partido
ante el riesgo del “sorpasso” de Vox, es algo que aterroriza en Génova.
Un fracaso en Madrid pondría el puesto de Casado en una difícil situación,
pero, lo contario, operaría un efecto balsámico que haría olvidar el raro
resultado de las elecciones catalanas (a causa de los “raros” momentos en las
que se celebraron) e impulsaría de nuevo la carrera de Casado y la sigla PP. ¿Puede
ganar Ayuso? Lo más probable es que quede en cabeza e, incluso, que mejore sus
resultados en relación a las anteriores elecciones. Pero, hasta ahora, las
encuestas pronostican que seguirá necesitando los votos de Vox. Y este va a ser
el problema: ¿cómo pactar con Vox, sin que en la UE se rasguen las vestiduras?
Por otra parte, gobernar sin Vox en minoría garantizaría inestabilidad. Por
tanto, para Ayuso: vencer, implica, obtener la mayoría absoluta y, para el PP,
otro tanto. Solo se puede decir que uno ha vencido cuando no necesita “aliados”.
Si vence de esta manera, el PP y Casado van a tener ese triunfo que precisaban
para relanzar el partido y su liderazgo.
6) Los
resultados madrileños y el tablero político español
Un resultado
desfavorable para Sánchez en Madrid implicaría reformar su gobierno de arriba
abajo. No sólo porque los ministros de Podemos no están a la altura (si “el
moños” como vicepresidente era una vergüenza impresentable, su sustituta, es
Nadia Calviño del PSOE, no Yolanda Díaz, que ha pasado a ser vicepresidenta “tercera”,
cargo puramente formal, ante su evidente falta de talla), sino porque, hasta
ahora han supuesto un lastre incómodo para el gobierno que ha menoscabado su
imagen, ha generado problemas internos con los “barones” y cuya presencia ha
sido denostada en Europa. Así pues, a Sánchez le queda la posibilidad de
apoyarse en los restos parlamentarios de Cs que le ayudarían a jugar un papel “centrista”
(de centro-izquierda, claro está) en la etapa post-covid. Eso, o convocar elecciones
anticipadas en julio, cuando el tema de la pandemia esté, más o menos
conjurado, con las vacunas y antes de que el PP pueda remontar el vuelo tanto
como para competir con la sigla PSOE. Pero eso supondría jugar a la ruleta
rusa. Y hoy, a Sánchez, lo que le interesa es el reparto de los fondos europeos
(algo que la UE sigue sin ver clara, exigiendo a Sánchez precisión en su
proyecto que teme, como no podía ser de otra manera, que el dinero vaya a parar
a proyectos sin futuro de los “amigos del poder”). La cuestión para él, es la
siguiente: convocar elecciones antes de que se pongan de manifiesto los efectos
deletéreos de la crisis Covid en el turismo (que, si se pierde la campaña del
verano de 2021, van a ser catastróficos) o aguantar como sea hasta que haya
repartido la tarta de los fondos. Nosotros apostamos que elegirá esta última
opción. ¿Y el pueblo español? Ni está, ni se le espera en este reparto…