lunes, 12 de abril de 2021

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: EL “PROCÉS” CONVERTIDO EN TIMO

 

Inicialmente, el “procés” fue una estafa a los que pensaban que era posible llegar a la independencia de Cataluña y a crear una nueva nación en esta época de globalización postnacional. La lógica y el sentido común indicaban, desde el principio, que no era posible. En privado, sus promotores más honestos, a posteriori, reconocieron que se había tratado de un “mal cálculo”. Pero lo que ha seguido luego ha convertido el esperpéntico “error”, en timo puro y simple. Ahí es donde Puigdemont se ha quedado solo con sus últimos fieles en Waterloo. Suponemos que, al final ERC y JuntsxCat llegarán a algún acuerdo de compromiso para evitar nuevas elecciones, pero vale la pena conocer cuál es, hoy, el motivo oficial de la discordia entre ambas formaciones.

JuntsxCat sostiene que la “república catalana existe”. Y que, por tanto, solamente se trata de dotarse de medios para gobernarla. El primero de todos: un DNI. A doce euros pieza con código QR. JuntsxCat pretende que la gencat reconozca ese documento como “medio de identificación” que sustituya al DNI de toda la vida. El carné se lanzó el pasado 6 de abril. Su nombre oficial es “Identidad Digital Republicana”. El “Consell per la república” formado desde Waterloo lo ha lanzado con la consigna de “preparar una estructura de Estado”, y “la ID es un espacio de soberanía y empoderamiento del ciudadano”. El aliciente es que quien lo presente tenga “beneficios sociales”, es decir, descuentos en clubs, tiendas, y, por supuesto, en subsidios y subvenciones distribuidas por la gencat, algo que el DNI español no permite… (aquí, risas enlatadas).

Lo peor es que la idea del DNI-catalán está muy trillada. Hace 10 años que los vendían, como vendían camisetas, barretinas, preservativos y hoy venden mascarillas con el signo indepe.

ERC, claro está, no quiere acceder a la nueva locura alimentaria de la camarilla de Waterloo. Pere Aragonés, seguramente, no es el más adecuado para presidir ni una comunidad de vecinos, pero tampoco es un suicida que quiera acabar empapelado en procesos. Aspira sólo a hacer lo que todo político hace: aumentar la cuenta corriente. Por tanto, es imposible acceder a la petición de JuntsxCat. Pero tampoco puede gobernar sin su apoyo. Así que se trata de ver hasta dónde pueden cambalachear unos y otros.

Hay que recordar a los que viven fuera de Cataluña que, de Puigdemont solamente se acuerdan los enganchados a TV3. Dicen que Puigdemont “vive” en Waterloo. No, de hecho, vive sólo en TV3. La “televisión pública catalana” es la UNIDA que mantiene con vida su memoria y lo presenta como un superhéroe que vigila en la noche oscura del fin del “procés”. Para el resto, Puigdemont es un nombre más, tan irrelevante hoy como el de Torra. Alguien alejado de la realidad catalana de abril de 2021, una realidad que se aleja cada vez más, no solamente del “procés”, muerto y enterrado, sino de cualquier cosa que haya propuesto el nacionalismo.

La época de los “Estados-Nación” quedó atrás en 1945. A partir de entonces, se inició el tiempo de las “federaciones continentales”. El hecho de que la UE se haya convertido en una ineficiente estructura burocrático-administrativa, que solamente ejerce como pata europea de la globalización, no quiere decir que haya un lugar para los micronacionalismos y sus micronaciones. El problema es que, allí donde gobiernan, distorsionan la realidad, crean falsas esperanzas y… falsos documentos de identificación.

El día en que TV3 deje de estar en manos del nacionalismo (es decir, el día en que el nacionalismo pierda el control de la gencat y esta pueda volver a ser considerada como “institución de todos los catalanes”, Puigdemont deberá ganarse la vida en las paradas del metro de Bruselas cantando habaneras o canciones rumanas acompañado por su mujer.