A partir de aquí, lo que voy a decir, lo he repetido en varias
ocasiones:
1) Contra lo que se proclama desde las poltronas de la gencat, hoy
se habla mucho menos catalán que durante el franquismo. En la zona de la que soy originario, el Garraf, la única lengua que
resuena en mis recuerdos de infancia, era el catalán y el único aroma, el “pá
amb tomaquet i pernil”. Hoy Cataluña huele a MacPerro, kebab y baguete industrial
comprada caliente y reseca al llegar a casa.
2) Lo anterior implica que las políticas de la gencat han sido en
materia lingüística un fracaso absoluto por mucha estadística casuista que se aporte: que casi todos los catalanes “entienden” el catalán, equivale a
decir que las diferencias lingüísticas no son tales, sino que el catalán es una
lengua hispano-romance como lo es el castellano, algo muy diferentes del
euskera que es otra lengua que corresponde a otro ADN.
3) El uso de la lengua catalana está desigualmente distribuido y
si se ignora esto, es imposible elaborar una justa política lingüística: hay zonas como la Montanya catalana en las que la lengua
mayoritaria es el catalán y otras como el cinturón industrial de Barcelona en
el que hoy el catalán es ya el tercer idioma por detrás del castellano y del
árabe.
4) Frecuentemente, el nacionalismo sigue a Macià y su discurso de “doble
filo” sobre el objetivo de la gencat: para él, no era un fin en sí mismo, sino
una rodaja del salchichón que se cortaba para estar más cerca del objetivo
final, la independencia. Hace cien años, unos
vitoreaban a Cambó (Cataluña española dirigida por catalanes) y otros a Macià
(Cataluña república independiente). La habilidad del nacionalismo en la
transición consistió en revestirse con el hábito de Cambó, cuando lo que tenía
en mente eran los leotardos rojos de Macià.
5) La gencat asumió la política de “inmersión lingüística” practicada
en Canadá olvidando:
- que Canadá es una nación joven que, hasta la segunda mitad del siglo XIX, no estuvo completamente formada, donde ingleses y franceses andaban a tiros en los tiempos en los que el pueblo catalán resistía a Napoleón en nombre de la Corona Española. Nada que ver con España que selló su “unidad” en 1492, sin remitirnos al Reino Visigodo de Toledo, ni mucho menos a la colonización romana que consideró Hispaniae como un “todo” homogéneo.
- que en Canadá hay dos regiones históricas perfectamente diferenciadas históricamente, colonizadas por Francia (francés: lengua romance) e Inglaterra (lengua germánico-occidental), que aportaron sus respectivos idiomas de raíces diferentes. Nada que ver con el castellano y el catalán, ambas “lenguas hispano-romances “.
He vivido en Montreal y Québec mucho tiempo así que puedo decir
con conocimiento de causa que, en aquel país, una prudente política
lingüística, ha permitido al territorio “quebecois” mantener su identidad…
hasta que Justin Trudeau (el Sánchez canadiense) se empeñó en atraer
inmigración ¡marroquí! (siempre hay un gilipollas que ni sabe lo que hace
ni merece perdón alguno).
6) La aplicación de la política de “inmersión lingüística”, en los
hechos se ha demostrado catastrófica para la educación catalana: no se daban las mismas situaciones que en Canadá, y por tanto,
los efectos no iban a ser los mismos. Los peores resultados del Programa PISA
se los lleva de calle la gencat. Felicitaciones por ser el farolillo rojo de la
educación en Europa.
7) La argumentación de la gencat a favor de la “inmersión lingüística”
se basaba en que si hubieran “dos líneas de enseñanza”, en catalán y en
castellano, Cataluña perdería “cohesión social”. Si
se trataba de eso, vale la pena recordar que hoy Cataluña carece por completo
de “cohesión social”. En realidad, lo que temía la gencat era que si existían
dos “líneas de enseñanza”, en catalán y en castellano, la mayoría optara por el
castellano, que le permitía una mayor movilidad laboral dentro del territorio
nacional y que, al ser hablada, por 500 o 600 millones de personas, terminaría
arrinconando al catalán. Por entonces, todavía las “300 familias” tenían una
destacada presencia en la sociedad catalana y querían que el chófer, la chacha,
el jardinero, les respondieran en catalán, aunque sus negocios se hicieran en
castellano, en inglés o en mandarín.
8) Los errores políticos de la gencat y su resistencia a
reconocerlos, tanto por parte del nacionalismo, del independentismo como del
socialismo, está en el origen de la pérdida de vigor de la lengua catalana: un
idioma “obligatorio” (cada vez la presión lingüística es mayor), impuesto a la
manera absolutista, tiende a ser rechazado cada vez por sectores más amplios. Hoy, el catalán es una lengua, que seguirá existiendo mientras
el tercio de catalanoparlantes tengan mayoría en las instituciones catalanas,
pero el día que lo pierdan -lo que ocurrirá, inevitablemente, hacia 2035-2040-,
corre el riesgo de convertirse en un resto arqueológico. Incluso el día en que
la gencat tenga que apretarse el cinturón al no poder muñir más a la clase
media, si peligran las subvenciones, habrá que entonar un doloroso murituri
a la lengua de Pompeu Fabra. Una lengua subvencionada desaparece con rapidez
cuando cesan las ayudas y las imposiciones.
9) ¿Es un drama el que una lengua minoritaria se contraiga cada
vez más? No, es lo normal desde el momento en que sus defensores actúan de
espaldas a la realidad de la sociedad catalana.
Si en 1995 se hubiera tenido en cuenta la situación lingüística real de la sociedad
catalana, nunca se hubiera aprobado la ley de inmersión lingüística. Pero se
desconoció y se pensó que la gencat, combinando la mano izquierda, con el big
stick, podía alterar el curso natural de las cosas: la lengua no la decide
el Estado, ni mucho menos la autonomía, la deciden las familias, la decide la
realidad sociológica, los nacimientos. Y la realidad es que las 300 familias
cada vez tienen menos hijos y Cataluña, hoy está creciendo algo gracias a los
hijos de los españoles que decidieron asentarse aquí desde hace más de un siglo
y, mucho más a causa de la llegada de “nuevos catalanes” procedentes del Magreb
y de las selvas africanas.
10) ¿Es doloroso el que una lengua minoritaria se contraiga cada
día más? Si lo es. Pero estamos en el siglo XXI: la gencat tiene demasiados
frentes abiertos, el doblado de películas en catalán, los streamings en
catalán, internet con webs en catalán, los videojuegos en catalán, el rap, el
scat, el hip-hop, la televisión en catalán, la radio en catalán, la edición de
libros en catalán, la prensa convencional y electrónica en catalán, los
deportes “catalanes”, la defensa de las tradiciones catalanas (castellers,
grallers, las collas de dimonis), la enseñanza en catalán en todos los niveles,
la reconstrucción de una historia de traca “catalana”… Y todo esto, no puede
resolverse mediante subvenciones, decretos ministeriales negociados con el
cleptómano de turno que gobierne en Madrid, órdenes perentorias de la gencat,
chivatos y delatores lingüísticos, todos ellos regados generosamente con euros exprimidos
al contribuyente catalán… Y no, no queremos decir
que todo lo que se hace en catalán esté subvencionado: lo que está
subvencionado son las actividades de los amigos de la gencat realizadas en
catalán (lo que es muy diferente).
11) Durante el franquismo, el catalán sobrevivió por tres motivos:
- en primer lugar, porque es falso que estuviera prohibido, lo que no estaba es subvencionado (los escolapios me dieron clases de catalán a los 14 años, en 1966);
- en segundo lugar, porque era el habla natural de los catalanes en un tiempo en el que se respetaban las tradiciones y la historia no se había acelerado todavía;
- en tercer lugar, porque existía edición en catalán, semanarios y revistas culturales, incluso juveniles, algunas viables y otras que desaparecían según su calidad, su interés y el mercado cultural. El mercado era el mercado, incluso para la lengua.
Pero, desde el momento en el que el catalán se convirtió en la
lengua de la Asamblea de Catalunya y de la “oposición democrática” y se elaboró
el mito de que el catalán había sido prohibido durante el franquismo, que en
una parte estaban los “fascistas” castellanoparlantes y “colaboracionistas” y
en el otro la pura, límpida y cristalina “oposición democrática”, apareció la
politización de la cuestión lingüística y una decantación que todavía hoy está
en vigor.
12) Tanto el sanchismo como la gencat parecen hoy haber tomado en
consideración la tesis de Macià, de que la gencat es el “gobierno de Cataluña”. Pero eso supone situarse en un espacio ambiguo que interesa
sobre todo a los nacionalistas para hablar de tú a tú al Estado. Y no es eso lo
que se votó ni en la constitución ni en el propio estatut: en 1977 se nos dijo
que era necesario descentralizar el Estado. Y todos estuvimos de acuerdo. La
gencat era, pues, un organismo en el que el Estado delegaba parte de sus
competencias para generar una “administración de proximidad”. Y esto
parecía justo. Luego resultó que la gencat pasó a ser un monstruo paquidérmico
burocrático-administrativo, cuyo único interés consistía en “petar
presupuesto” aun a costa de una deuda cada vez mayor, favoreciendo a los amigos
del poder en las labores de “catalanización” de la sociedad. Desde Maragall
se olvidó por completo que la gencat era un “organismo delegado” del Estado y
que, por tanto, “lo delegado” seguía dependiendo del organismo que le había
entregado la “delegación”, de la misma forma que el español era la lengua del
Estado y éste y sus “delegaciones” debían de asegurar que lo conociera todo
ciudadano, como un derecho adquirido y que acompaña a la “nacionalidad”. Se dio
por sentado, inicialmente, que junto a la “nacionalidad española”, existía una “nacionalidad
catalana” y que esto implicaba la existencia de una “nación catalana” (confundiendo
“nación” y “nacionalidad”) de la que no hay rastro en la historia. Se
invirtieron los términos y “lo delegado” pasó a imponer sus condiciones a la
sociedad… hasta el punto ridículo de que Aznar “hablaba catalán en
familia” y de que la rama catalana del PP fuera conscientemente demolida
por el propio Aznar por exigencia de Pujol. Absurdos como este se convirtieron
en el pan de cada día durante el zapaterismo (“aceptaré lo que decida el
parlament de Cataluña”), que dieron lugar a la polémica sobre el “nou
estatut” (cuando no había demanda social para una reforma que impuso ERC para
entrar en el primer gobierno de Maragall) y a los lodos posteriores que
todavía se prolongan hoy, con un tipo gris en Waterloo, viviendo del cuento y
manteniendo un fantasmal “Consell de la República”, que no se sabe quién
mantiene ni siquiera para qué se mantiene, en el que ya nadie cree, ni que
sirve absolutamente para nada [hoy mismo el “catalanista mundialista”, Toni
Comín, antiguo brazo derecho del extraviado de Waterloo, ha anunciado la
formación de un “nuevo partido independentista” (y van…)].
13) En Cataluña se está produciendo una triple “fractura vertical”
de la sociedad:
- de un lado, el tercio de “nous catalans” que aspiran, inicialmente, a la “doble legislación” para musulmanes y para “infieles”, paso previo a la imposición de la sharia;
- de otro lado el bloque nacionalista-socialista, mayoritariamente catalanoparlante y en el que la única preocupación de Illa es, hoy, ganar a cuadros del nacionalismo en paro, sin preocupar mucho a sus votantes; y aquí incluimos a Aliança Catalana que, antes o después, se convertirá en la fuerza hegemónica del nacionalismo (habrá que ver sobre qué novedades aporta en el terreno lingüístico, si variar la política seguida hasta ahora por la gencat, o aceptar el hecho consumado de que Cataluña es plurilingüe y que, a nivel de calle, no existe tensión lingüística).
- finalmente, el bloque españolista formado mayoritariamente por castellano-parlantes, reforzados por votantes llegados del cinturón industrial que hasta ahora votaban al PSC (salvo en el período en el que el PP estuvo dirigido en Cataluña por Vidal-Quadras) y que ahora se acercan a Vox, como durante un breve período convirtieron a Ciudadanos en el partido mayoritario en Cataluña.
14) La gencat repite algunas letanías que ocultan las realidades
que sí percibe la calle:
- El “aquí no pasa nada”, el recurso al lamento permanente (“Espanya ens roba”, “Rosalía comete herejía al hacer cantar a los “escolanets en castellano”), el que todo lo malo ocurre al otro lado del Ebro (como está habituado La Vanguardia a “informar” desde los años del pujolismo),
- El mito del “oasis catalán” (cuando en realidad la cuna de las corruptelas de esta democracia se ha situado en Cataluña, tanto por su “3%” como por que aquí se produjeron los primeros casos de corrupción socialista en los 80 (Malesa, Filesa y TimeExport),
- La deliberada confusión entre la “Cataluña oficial” y la “Cataluña real”, la negativa a reconocer el fracaso de la “inmersión lingüística” (muy difícil de enmascarar a la vista de los resultados),
- El fracaso de muchas instituciones de la gencat que han hecho que, hoy, Cataluña, con su policía autonómica propia, con sus instituciones dedicadas al “habitatge”, sea la zona más castigada por la delincuencia y la que registra más casos de “okupación”.
- El creer que cuantos más medios de comunicación se expresen en catalán (ver la transformación de TV2 en otra “televisión catalana” y el 75% de los programas de TVE en Cataluña realizados en lengua catalana, que lejos de “ampliar” la audiencia en catalán tienden a restar audiencia a TV3, el 70% de cuyos espectadores se deslizan ya por el camino de la tercera edad, junto a drástico de audiencia juvenil), etc, etc.
El problema para la gencat es que un mal día, alguien puede proclamar que, no solamente Cataluña, hoy solo es “puntera” en okupacion, inmigración masiva y delincuencia sino que, en los demás rubros, no solamente está como el resto del Estado, sino mucho peor.
UNA RÁFAGA PARA VOLVER A LA NORMALIDAD
15) La sociedad catalana necesita “libertad”:
- libertad para elegir cómo quiere educar a sus hijos y la lengua que quiere hablar,
- libertad para tener hijos en lugar de para abortar o porque la política de la vivienda de la gencat, unido a la del Estado, es la peor política que impide a los jóvenes el objetivo de formar una familia;
- libertad para rotular como le dé la gana al empresario que se arriesga a abrir un negocio,
- libre concurrencia lingüística en todos los órdenes: el que quiera editar libros en catalán que lo haga bajo su responsabilidad, sin esperar que las bibliotecas públicas, compren la mayor parte de la edición (especialmente de algunas editoriales), el que quiera un periódico en catalán o en castellano o en bable, que se lo pague y que “dios reparta suerte”.
- dos líneas de educación y que ambas compitan en calidad de la enseñanza y en preparación de los alumnos surgidos de sus aulas.
- libertad de cátedra especialmente en materia lingüística.
- cero subsidios a ONGs de chivatos lingüísticos y a institutos especializados en reconstruir una historia de baratillo sin el más mínimo prestigio cultural.
- aplicación de la ley sobre “delitos de odio” a quienes azucen falsas polémicas lingüísticas y crispen la calle. Y esto último es importante para restituir la idea de “libertad”. No es asumible que sea imposible presentar un libro en castellano en cualquier universidad porque un grupo de últimos mohicanos indepes quiera imponer su voluntad de frustrados traducida en violencia y agresividad.
Todo esto para volver a la normalidad.
LA “LEYENDA NEGRA” CATALANA
Y si mañana aparece Dua Lipa por Monserrat y le paga a los “escolanets”
para que canten en albanés, bienvenido sea. Eso hará
recordar que los almogávares pasaron por aquel país y que ya se ha perdonado el
recuerdo de la terrible “venganza
catalana”.
Existe una leyenda negra que no se estudia en los
libros de historia catalana y que ni siquiera interesa al Institut de Nova
Historia de Catalunya Los que dicen que Santa Teresa, Colón o María Santísima
era catalana y que el fondo de la Gioconda es, mire usted, Montserrat…:
- En Albania y otras zonas que formaron parte del imperio bizantino, todavía hoy se alude a la figura del Katalan, un guerrero sediento de sangre, para asustar a los niños balcánicos.
- La palabra "Katalan" en albanés significa monstruo.
- Si hoy, si un griego quiere maldecir se limita a decir: "Así te alcance la venganza de los catalanes".
- En Bulgaria las expresiones "Catalán" e "Hijo catalán" significan "hombre malvado, sin alma, torturador".
- En Tesalia la expresión "¡Eres un catalán!" era proferida como insulto hasta finales siglo XX.
- En la región del Parnaso se recogió el refrán: "Voy a huir de los turcos para caer en manos de los catalanes".
- En el Peloponeso, "catalana" era el peor insulto que se podía decir a una mujer: "Ah catalana, mil torcidos me has hecho".
- ¡Incluso los monjes del Monte Athos (corazón espiritual de Grecia, por cierto) llegaron a prohibir la entrada a ciudadanos catalanes hasta hace pocos años! (reproducido de la web Rutas de la Historia).
Harían bien las “casas regionales” catalanas
(travestidas de “embajadas”) pagadas por la gencat, en combatir en esos países
todas estas “leyendas negras” (o grises), especialmente si se mantiene la
aspiración de que la lengua catalana sea reconocida como “lengua oficial
europea”. Porque mientras Grecia,
Bulgaria, o cualquier otro país balcánico de la UE no acepten que la historia
es agua pasada, uno solo de estos paises puede vetar una decisión europea… Por
el momento, y a la espera de que las “casas regionales” de la gencat asuman
esta tarea, hay que reconocer que el “catalán en Europa” tiene un futuro más
negro que el sobaco de un grillo.
En efecto, Soto Ivars tenía razón: “¡Pero que solos están los catalanes!” (esto es, los cruzados de la lengua).































