miércoles, 17 de diciembre de 2025

NADA SERÁ IGUAL AL CONOCERSE LOS RESULTADOS DE EXTREMADURA (2) – TODOS LOS ESCENARIOS POSIBLES Y LA ÚLTIMA INFAMIA PARA MANTENERSE EN EL PODER


Gallardo ha sido la peor elección posible del PSOE para encabezar una lista electoral. Con él, el fracaso está asegurado. Va a ser el inicio de una retahíla de fracasos similares en Aragón, Castilla-León y posiblemente en Andalucía, golpes mortales al PSOE y al sanchismo. Su única posibilidad es recurrir al fraude electoral, a promesas mentirosas, compra de votos o a un hecho resonante que altere el cuadro: ¿un atentado? ¿el cuestionamiento de la monarquía? 


Elecciones extremeñas (3).

El mañana empieza en la noche del 21 de diciembre

Las hipótesis, pues, son tres:

- Victoria arrolladora del PP con mayoría absoluta de Guardiola

- Victoria del PP sin mayoría absoluta, con avance moderado y fuerte tirón de Vox

- Victoria del PP con caída moderada o debacle del socialismo

Cada uno de estos resultados tendrá una importancia inédita en el conjunto de la nación. Indicará una línea de tendencia que, posteriormente, se repetiría en las elecciones en Castilla-León, Aragón e, incluso, en Andalucía y quedaría, finalmente, revalidado en las elecciones generales, sea cuando sea que se convoquen.

A partir del recuento de votos del día 21, se abrirán distintas hipótesis. Solamente si las pérdidas socialistas son mínimas, Sánchez y Gallardo lograrán salvar los muebles. Y no parece que vaya a ser así. Si la caída de la candidatura extrema del PSOE es muy acusada, esa misma noche será la señal de salida para que el tándem formado por los medios de comunicación hasta ahora favorables al PSOE (PRISA y eldiario.es) inicien una campaña de promoción de la “futura líder del PSOE”.

Sí, estamos hablando de una mujer que tiene que cumplir distintas condiciones: la primera de todas ellas es que su figura no esté muy desprestigiada ante la opinión pública. Así pues, hay que descartar a todas las ministras que han formado parte de los gobiernos del sanchismo, incluidas dos de sus más próximas colaboradoras, Pilar Alegría (a la que le espera un próximo descalabro en Aragón, similar el que sucederá el domingo en Extremadura, y María Jesús Montero, hasta hace poco la mejor posicionada, pero a la que los últimos escándalos de corrupción permiten pensar que antes o después saldrá imputada en algunos de los procesos judiciales en curso. Así pues, hay que buscar a mujeres socialistas que han dejado huella en el PSOE y que han pertenecido a anteriores administraciones socialistas. Elena Valenciano, vicesecretaria del PSOE con Pérez Rubalcaba, presidenta hoy de la Fundación Mujeres, ex diputada europea del PSOE hasta la llegada del “sanchismo” y exdiputada del parlamento hasta 2014, es una de las que más aparecen en medios pidiendo el relevo de Sánchez. Durante el zapaterismo fue una de las dirigentes más conocidas. Su punto más negro es que siempre se mostró a favor de la llegada de más y más inmigrantes. Su feminismo y su reiterado protagonismo mediático en los últimos tiempos es, precisamente, lo que nos induce a pensar que es la que más posibilidades tiene de suceder a Sánchez.

En cualquier caso y sea como fuere, el día 21 por la noche, los problemas del presidente atrincherado en la Moncloa habrán aumentado. Y si la derrota socialista es superior a la esperada, le va a resultar muy difícil convencer a su partido de seguir manteniéndose en el poder e, incluso, va a colocar a sus socios independentistas y a Sumar, ante la tesitura de romper o acompañar a Sánchez en su caída, apareciendo como “cómplices necesarios” en el mantenimiento de su gobierno. De hecho, el problema de los indepes con el sanchismo es que ya no pueden exigirle más, ni arrancarle más concesiones que la independencia, algo que está fuera de su alcance…

Puestos a hacerlo saltar todo por los aires, que Felipe VI se ate los machos

Los psicópatas carecen de empatía. Egomaníacos, solo les interesa mirarse al espero para sentirse bien consigo mismo y con el mundo. Sánchez sufre un tipo de trastorno psicológico muy bien estudiado: el psicópata integrado. Es capaz de todo para alcanzar sus objetivos y hoy, el único objetivo que le interesa es seguir siendo presidente del gobierno español, no como un fin en si mismo, sino como medio para alcanzar un fin: lucrarse al máximo y evitar lo inevitable (el exilio o la cárcel).

Sánchez es uno de esos sujetos, habituales, por lo demás en la historia de España, a los que no les importaría dejar al país en situación de pre-guerra civil si ello le permitiera permanecer unos días más en el poder. Cada vez circulan con más frecuencia por las redes sociales alertas sobre los planes de Sánchez para permanecer en el poder: que si un fraude electoral masivo, que si la aparición de un golpe terrorista capaz de unir a los españoles en torno a su gobierno, que si un golpe de efecto que hiciera reales las encuestas del CIS… Casi todo esto no son más que especulaciones de gentes más o menos conspiranoicas, que, a la vista de la maldad psicopática intrínseca de Sánchez, tratan de ponerse en su pensamiento para prever que podría hacer para sobrevivir políticamente.

Hay que descartar algunas de estas hipótesis y centrarnos en la única que es real. Vamos a ello.

En primer lugar ¿un acto terrorista al estilo 11-M del que, veinte años después, se ignora casi todo lo esencial? Demasiado arriesgado. Además, atribuir otro atentado a los islamistas con los que Sánchez mantiene contactos privilegiados en Marruecos, implicaría empeorar su relación con Mohamed VI, aumentar la xenofobia y el anti-islamismo y favorecer, a la postre, el crecimiento de Vox. Además, las “operaciones encubiertas” de los fontaneros de La Moncloa se han demostrado catastróficas. El problema no es el número de asesores contratados por Sánchez, el problema es su ineficacia y la de su propio gobierno, la mediocridad de todo su gabinete ministerial, de sus cuadros regionales: puteros, vividores, 007 de saldo, acosadores, cleptómanos, falsificadores de títulos universitarios, etc. Cualquier “operación encubierta” realizada con este ganado se saldaría con sonoros fracasos. Aparte de que, hoy, en el PSOE y en los medios sanchistas o zapateristas nadie confía en nadie, todos graban a todos, y si aun no se ha producido una debacle de abandonos, “arrepentidos” y colaboradores con la justicia, se debe a que Sánchez se ha obstinado en demostrar por activa y por pasiva que, con sus medidas de reformas judiciales, las concesiones de indultos y el CIS, conseguirá eternizarse en el gobierno. Pero el día 21 por la noche, muchos comprobarán que el sanchismo electoralmente empieza a ser agua pasada y que nadie, absolutamente nadie, ni siquiera un fraude electoral masivo, logrará apuntalar al sanchismo en el poder.

¿Existen posibilidades de un fraude electoral masivo? Sánchez lo está intentando: su método habitual es conceder nacionalidad española a grupos sociales que se supone que le serán fieles en las elecciones. Los nietos de los exiliados republicanos (han salido cuatro millones hasta ahora, habiéndose resuelto favorablemente un millón de expedientes), los nietos de los brigadistas internacionales (solo 171 la han solicitado), los inmigrantes entrados ilegalmente en España que, al cabo de los 10 años puede solicitar la nacionalidad (de momento, a pesar de que las cifras oficiales son extremadamente opacas en este terreno, es seguro que, como mínimo se han naturalizado 1,5 millón de inmigrantes y como máximo 3 millones, cifras a las que hay que sumar los hijos de inmigrantes nacidos en España y, por tanto, españoles, que si han nacido antes de 2007 ya tendrían derecho al voto. Claro está que, además de todos estos contingentes que, en principio, serían favorables a votar al sanchismo, hay que añadir el número de funcionarios contratados convertidos en fijos, y muy especialmente el número de individuos que reciben subsidios, siempre proclives a votar a favor de quien se los haya concedido. En cualquier caso, se trataría de ampliar al máximo el censo electoral en una verdadera compra de votos. Legal, pero en absoluto legítimo, patriótico o moralmente aceptable.

En cuanto al “fraude electoral” propiamente dicho, solamente es susceptible de realizarse en pequeña escala, si bien unos pocos cientos de votos puede decantar un diputado a favor de una u otra opción. Hoy muy pocos dudan de que esta argucia ya se ha intentado. No en vano Leire Díaz, la fontanera oficial de La Moncloa, había sido alto cargo de correos en las anteriores elecciones generales y en las últimas elecciones europeas se registraron cientos de votos anómalos fuera de Cataluña que sirvieron para colocar a Puigdemont en el parlamento europeo. En las próximas elecciones, los ojos de los observadores van a estar puestos en el voto por correo y va a ser muy difícil realizar operaciones como estas de manipulación del voto.

Así pues, al sanchismo le queda solamente la “compra del voto” mediante promesas electorales imposibles de cumplir o bien que se olvidan en la misma noche del recuento de votos. En las anteriores elecciones generales, Sánchez se prodigó en todo tipo de promesas sobre construcción de viviendas. Nada se ha hecho en esta dirección, pero en su momento la operación “mentira” tuvo éxito. El problema es que estas mentiras no pueden realizarse indefinidamente y al mismo electorado. Defraudar una promesa electoral, implica generar odio y encono, agresividad y violencia en quien se ha sentido engañado al votar a una sigla para que luego, las promesas pasaran al baúl de los recuerdos. Así pues, el sanchismo tiene que ofrecer algo nuevo y original, que cuente con cierto consenso social, para evitar morir desangrado de votos. Lo comprobará el próximo 21 de diciembre por la noche.

Solo existe una posibilidad que todavía no haya ensayado: la ruptura con la monarquía y el impulso desde el poder a la idea republicana. Es una cuenta pendiente que Sánchez tiene con Felipe VI desde su cobarde e innoble huida, mientras el Rey aguantó el tipo y estuvo con los vecinos. La excusa puede fabricarse: un comentario de cualquier miembro de la familia real despreciativo hacia Sánchez; se daría así la sensación de que la monarquía de Felipe VI no es “neutral” y no es, por tanto, representativa de “todos los españoles”, sino solamente de la derecha. La publicación de las memorias de Juan Carlos I, no han hecho, desde luego, ningún bien a la monarquía; el caso Urdangarín y las relaciones de Juan Carlos I con buena parte de los casos de corrupción de los años 80, que pueden recordarse oportunamente, las sombras de la sospecha sobre la implicación real en el golpe del 23-F que nunca han terminado de disiparse del todo, los programas del corazón en los que ataca sistemáticamente a la monarquía (especialmente n youTube), el guerracivilismo del que ha hecho gala siempre el sanchismo y que puede ser activado de nuevo recordando la caída de la monarquía en 1931, todo ello, sumado, puede dar lugar a una campaña que termine de partir a este país en dos mitades: la republicana y la monárquica y desvíen la atención de los casos de corrupción, los escándalos sexuales protagonizados por el entorno de Sánchez, orientando a la opinión pública hacia el tema monarquía/república y planteando la posibilidad de una consulta popular sobre la monarquía.

¿Tendrá valor Pedro Sánchez para intentar esta penúltima infamia? Todo depende hasta qué punto haya llegado su locura y su deterioro físico-mental.

 

Un hombre desesperado para un país paralizado

Sánchez es hoy un hombre desesperado: no hay más que ver su cambio físico, su delgadez enfermiza, el que en la última comparecencia ante periodistas el pasado lunes, incluso su americana pareciera de una talla superior, su delgadez extrema, pérdida completa de masa muscular, rostro ajado, retocado y maquillado… es la imagen de alguien al que “algo” se le está comiendo por dentro: abuso de fármacos tranquilizantes, euforizantes (¿Prozac, Zoloft, Lexapro, Cipralex, Paxil, Citalopram?), benzodiacepinas para dormir, para despertarse medicamentos que aumenten los niveles de serotonina y noradrenalina, complementos vitamínicos, nada de todo lo cual logra borrar de su cerebro el miedo al futuro, alejar las más negras perspectivas, temer que un día salte ese nuevo escándalo que solo él y unos pocos conocen, ver menguando sus propias filas, saber que todos, absolutamente todos los que se acercan a él es por algún tipo de interés, comprobar que sus proyectos más suculentos (la reforma judicial) han embarrancado, los primeros reveses judiciales que aumentarán a lo largo de 2026, comprobar que, incluso dentro de la Internacional Socialista que preside, los dedos se le antojan huéspedes, etc, etc, etc, todo esto, literalmente, se lo está comiendo por dentro. No me gustaría estar en su piel, ni en la de su círculo más próximo que lo tiene que soportar.

El día 21, con toda seguridad, se producirá un nuevo golpe de tuerca a raíz del fracaso extremeño. Aumentarán las deserciones, las críticas internas, medios hasta ahora orientados a la izquierda y favorables al sanchismo, publicarán datos sobre corruptelas y agresores sexuales y cómo el poder sanchista dentro del PSOE ha bloqueado denuncias. Esos mismos medios se encargarán de aupar a la “lideresa” que sustituirá a Sánchez.

Esto se acaba. Por nuestra parte, damos por hecho que el sanchismo, por mucho que lo intente, lo tiene muy negro para evitar elecciones en primavera o en otoño. Todos los cálculos de tiempo resultan desfavorables para el sanchismo: a medida que vaya trascurriendo 2026, se habrán sucedido, como mínimo, tres derrotas regionales. Las deserciones habrán llegado al límite. Y es más que probable que Sumar rompa la coalición, amparado en la convicción de que puede mejorar resultados electorales, aunque deje de ser socio de gobierno.

Cabe parafrasear la frase de Shakespeare en su tragedia Julio César: “Los idus de 2026 han llegado, pero no han pasado”. Sánchez comerá el turrón de 2025 en La Moncloa, pero las posibilidades de que coma el de 2026 en el mismo palacio hay que excluirlas por completo. Es mucho más probable que lo coma en el exilio o en una cárcel.











NADA SERÁ IGUAL TRAS LOS RESULTADOS DE EXTREMADURA (1) – PSOE: DE LA REVUELTA DE LAS MUJERES, A LA DEFECCIÓN MEDIÁTICA

El día 21, los extremeños están llamados a las urnas. Los dos grandes partidos se la juegan en esta convocatoria. Uno, el PSOE, está virtualmente derrotado. El otro, el PP, virtual vencedor, ha hecho una apuesta arriesgada: ganará, pero el problema es si obtendrá mayoría absoluta o precisará a de Vox para gobernar. A pesar de que Extremadura tiene muy poco peso en la política nacional, estas elecciones son decisivas, especialmente, para Sánchez. Su problema, ya no es solo su posibilidad de verse arrinconado por la justicia, sino que la debacle de su partido ha abierto un nuevo frente feminista en el interior del PSOE. A partir del 21, cuando se sepan los resultados electorales, es muy posible que el PSOE entré en la fase agónica del sanchismo y se inicie la carrera por la sucesión.


La “revuelta de las mujeres socialistas”

Solamente una encuesta, sin padre ni madre, publicada en Tik Tok, anuncia que “el PSOE ganará en Extremadura”. Es la vieja táctica institucionalizada por Tezanos, según la cual, las encuestas no sirven para reflejar la realidad, sino para “crear tendencias”. En otras palabras, si se repite con convicción que el PSOE ganará, tiene muchas posibilidades de que se produzca un trasvase de votos hacia la candidatura ganadora.

Pero esto podía aplicarse a una situación “neutra”, como una táctica electoral más. No a una situación en la que el PSOE y, concretamente, su líder, Pedro Sánchez, se encuentra literalmente asediado y con apoyos poco fiables.

Esta soledad se ha producido por la colusión entre las redadas judiciales a altos cargos comprometidos con la corrupción sanchista y por las feministas del interior del interior del partido (en varios casos, vinculadas más a anteriores etapas del socialismo, que al sanchismo propiamente dicho).

Las redadas, como se sabe, se han generado a partir de investigaciones periodísticas, que se han traducido en denuncias y, consecuentemente, a petición de nuevas investigaciones a la policía judicial. Pero ¡los casos de acoso sexual no son nuevos!: todos se arrastran desde hace, como mínimo, un lustro. Se dispararon, eso sí, tras las anteriores elecciones generales, cuando Sánchez en minoría debió recurrir a los indepes para asegurarse el poder: fue como un “aquí estamos y de aquí no nos vamos pase lo que pase”. Llegados a ese punto, el PSOE había aceptado el fraude interior para que un candidato guapete ocupara la secretaria general del partido, pensando que atraería al voto femenino, mucho más que cualquier proclama feminista. Todos los candidatos del PSOE apostaron por el feminismo y sólo para atraer el voto de la mujer… ese que, ahora, ha despertado tras la revelación de que los casos de machismo y acoso eran habituales en el interior del partido y habían sido cubiertos por la dirección

El principio de Sánchez hasta ahora era: “nadie dimite, porque dimitir implica trasladar al electorado sensación de culpabilidad” y “no puede reconocerse ni un caso de acoso porque eso supondría perder el voto femenino”. Y esto ha funcionado porque, hasta ahora, en RTVE, en la cadena PRISA y en algunos digitales que comían de la mano de La Moncloa (elplural y eldiario.es) como contrapeso a los “digitales ultras” (El Debate, OK Diario, The Objective, El confidencial, Vozpopuli y Periodista Digital), eludían esta espinosa cuestión.

Entre esto y la furia de Pedro Sánchez contra toda oposición interior, generó dentro del PSOE una situación de terror: el que se movía del cuadro sanchista, tenía asegurado el pasar a la irrelevancia dentro del partido, nunca más se le incluiría en listas electorales, nunca tendría voz y voto en los organismos de dirección y, en la práctica, era un “afiliado muerto”. Esta táctica, propia de un partido estalinista, junto con el silencio cómplice de los medios de comunicación, es lo que ha hecho que no existiera alternativa a Sánchez dentro del PSOE.

Pero la “revuelta feminista” del interior ha hecho saltar por los aires esta estrategia. Las “mujeres del PSOE” se han revelado. No es que tengan más valor que los hombres del partido, es que, han visto en el tema de los casos de acoso, la excusa para levantar cabeza. No albergamos la menor duda de que en torno a algunas de esas mujeres cristalizará el “pos-sanchismo”. Y es entre las mujeres socialistas donde hay que buscar a la futura secretaria general de lo que quede del partido.

El País y el diario.es: cambio de actitud

Ahora bien, como decimos, los casos de agresiones sexuales y abusos dentro del partido son viejos. Entonces ¿por qué se ha producido esta súbita emergencia casi diaria de casos de abusos justo ahora? Es fácil de explicarlo: no solo el PP y Vox, augura el fin del “ciclo sanchista”, sino también los medios de comunicación que hasta ahora han defendido a capa y espada al presidente corrupto, permisivo con la corrupción, y él mismo corruptor. El “frente unido mediático” que ha apoyado al sanchismo, va perdiendo fragmentos: primero ha sido la Sexta, la que ha dado una amplia cobertura en sus informativos a estos casos de corrupción y de violencia sexual. Se mantienen algunos tertulianos que todavía intentan balbucear algunas excusas y repetir las consignas emanadas por el gobierno: “son casos aislados”, “el partido ha actuado contundentemente en cuanto ha tenido noticia”, “están protagonizadas por gentes que ya no son del PSOE”, y la peor de todas ellas, “el PSOE ha reaccionado contundentemente contra estos casos”… Pero la tónica general de la línea editorial de programas como Al rojo vivo, ha cambiado radicalmente.

A esto se une el que en otros dos medios que, significativamente, han ejercido siempre como muros de contención mediáticos del sanchismo, concretamente El País y eldiario.es, parecen haber dejado en la estacada al sanchismo: súbitamente, le están recordando sus vergüenzas, han abierto sus columnas a las temáticas declaradas “malditas” por Sánchez y se han convertido en los más peligrosos medios para la erosión de su electorado. En efecto, si bien ha sido la prensa conservadora la que ha iniciado, desde el origen mismo del sanchismo, los ataques, siempre justificados, contra su bestia negra, esto no afectaba al electorado del PSOE que bebía en otras fuentes informativas: RTVE, El País, La Sexta, elPlural, elDiario.es, etc. Pero ahora, son algunos de esos medios los que desvelan a los sorprendidos electores socialistas, algo que la otra España, ya conocía desde hace entre dos y cuatro años. Y esta erosión electoral ya no hay Tezanos que la rectifique.

Como siempre, no hay un solo motivo para este cambio de actitud, sino muchos: por una parte, El País registraba una pérdida creciente de lectores y de influencia, tanto en su edición convencional como en su edición digital y el grupo PRISA se encontraba con problemas internos. El País vende en estos momentos apenas 50.000 ejemplares en toda España y no llega a los 790.000 lectores diarios entre sus ediciones convencional y digital. El mismo medio de comunicación, según la OJD, disponía ¡del doble! de lectores en 2019. El año anterior, 2018, imprimía diariamente 188.065 ejemplares. Por su parte, eldiario.es se habia estabilizado entre 2023 y 2025 en 770.000 lectores y su único mérito había sido desbancar a elplural.es como medio más leído entre los votantes de izquierdas.

En 2025 se ha hablado mucho de la lucha interior entre grupos de accionistas de PRISA (propietario de El País y de la SER). La cadena está en una difícil situación económica con 770 millones de euros de deuda y solamente en 2025 ha registrado 50 millones en pérdidas. La sociedad ha estado en permanente guerra civil interna desde que se inició la actual etapa socialista: desde 2021, Joseph Oughourlian, es presidente PRISA y se ha mostrado partidario de rectificar la tradicional línea del grupo partidaria de apoyar siempre al PSOE. El sanchismo ha intentado interferir constantemente en la trayectoria del grupo, inyectando capital y comprando acciones a través de empresas dirigidas por socialistas como Telefónica. La permanente guerra civil que dura ya dos años, del grupo PRISA, está teniendo un efecto de desgaste. La familia Polanco no quiere que la cadena realice un giro “centrista”, pero Oughourlian no está dispuesto a seguir apostando por el “caballo perdedor”, por mucho que los accionistas prosanchistas alerten de que esta es la mejor forma de seguir recibiendo subsidios, evitar que Hacienda meta las narices en las cuentas del grupo y aumentar la publicidad oficialista.

Ambas corrientes, siempre en conflicto, hacían que cualquier rectificación, en un sentido u otro, quedara bloqueada y los medios controlados por PRISA fueran perdiendo más y más cuota de mercado. Considerar a PRISA como una “empresa española” es algo aventurado. Los medios de PRISA y, especialmente, El País, siempre han sido medios vinculados al progresismo internacional, y al capital globalizador.

Por eso es sintomático que, en las dos últimas semanas, El País se haya convertido en otro de los focos de difusión de críticas al sanchismo (y lo mismo ha ocurrido con eldiario.es). Esto demuestra varias cosas (de la más importante a la menos importantes):

1) Sánchez ya no cuenta con el apoyo del capital internacional progresista y globalizador. Se ha convertido en un paria que solamente lucha por su supervivencia personal y cuyo futuro judicial es, cada día que pasa, más problemático.

2) Lo anterior ha dado vía libre y libertad a los medios controlados por PRISA, para que se sumen a las ráfagas de proyectiles mediáticos disparados contra el sanchismo, conscientes de que el fin del ciclo está irremisiblemente próximo.

3) La tarea de PRISA consiste ahora -y lo veremos en las próximas semanas- en generar de la nada a un “líder” (que, sin la menor duda, será una “lideresa”) capaz de asumir la secretaría general del PSOE antes de la debacle final y de que se convoquen nuevas elecciones generales anticipadas.

4) La excusa para este cambio de orientación de cara a los grupos de accionistas de PRISA favorables al PSOE, han sido los escándalos sexuales protagonizados por miembros dirigentes del partido. Se seguía apoyando al “socialismo”, pero no al “sanchismo”. Todos contentos dentro de PRISA.

5) El futuro del PSOE dependerá a partir de ahora de la nueva “santa alianza” entre el feminismo y el poder mediático progresista. El “feminismo socialista” es la única posibilidad que tiene el PSOE de recuperar el voto de la mujer y evitar su desaparición.

Elecciones extremeñas (1): el peor de todos los candidatos posibles

Las elecciones extremeñas cogieron a contrapié, tanto a PP como a PSOE. Se convocaron mientras Feijóo valoraba sobre si convocar al unísono elecciones anticipadas en varias comunidades controladas hoy su partido. Pero fue María Guardiola la que se adelantó. La Guardiola es la única dirigente regional que procede de la “era Casado”, es decir, representante de un centro derecha liberal-progresista, casi intercambiable con el PSOE. Desde el principio se entendió mal con Vox. Y cuando este partido dejó de apoyarla en los presupuestos regionales, la Guardiola, por su cuenta y riesgo, convocó elecciones anticipadas con la intención de obtener una mayoría absoluta y aplicar una política “progresista” libre de cualquier tributo pagado a Vox.

Además, a su favor contaba con que Extremadura es esa región, gobernada permanentemente por los socialistas en donde se ha centrado uno de los más chuscos casos judiciales del PSOE, que afecta al “hermanísimo”, un músico mediocre (óigase La Danza de las Chirimoyas, compuesta por él, en este enlace y júzguese la calidad…) enviado a Extremadura a como protegido del presidente y encumbrado por el presidente de la diputación como "Coordinador de actividades de los conservatorios de música" (solo existía uno y, posteriormente renombrada como Jefe de la Oficina de Artes Escénicas), plaza creada específicamente para él. El caso se verá en mayo de 2026. Los acusados deberán responder a irregularidades en la contratación, absentismo laboral, delitos fiscales, uso de influencias, prevaricación administrativa… El “hermanísimo” se sentará en el banquillo junto a Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz y líder del PSOE extremeño. El juicio promete ser mucho más chusco que el del fiscal general, pero con un resultado análogo. Parece difícil que ambos acusados salgan indemnes del profeso.

Pero este episodio no generaría nada más que irrisión general, e incluso cierta conmiseración por la figura del “hermanísimo”, un pobre diablo embarcado en una aventura programada por el presidente del gobierno junto al jefe del PSOE extremeño. Éste, ha intentado zafarse del proceso de todas las formas posibles, convirtiéndose en “aforado” y, ahora, apareciendo como el número 1 en la lista electoral socialista para las elecciones del 21 de diciembre. Pura locura. Si hay alguien desprestigiado ante la sociedad extremeña, ese es Miguel Ángel Gallardo. Será diputado aforado, pero lo que ocurra con su partido ya es harina de otro costal.

Elecciones extremeñas (2). Las tres únicas incógnitas de Extremadura

Ningún político suele convocar elecciones anticipadas sabiendo que va a perderlas. Es el caso de María Guardiola que, con esta decisión ha despejado dudas sobre su capacidad intelectual. Progresista, pero no idiota del todo. Así pues, está más que claro que el PP seguirá gobernando en Extremadura. Ahora bien, si esto es incuestionable, quedan por resolverse tres incógnitas que las que hacen de unas elecciones, en principio, bastante intrascendentes, algo inédito y digno de analizar por los expertos:

1) ¿Cuánto retrocederá el PSOE? Está claro que retrocederá. Ni una sola encuesta -salvo la mencionada de padre y madre desconocidos publicada en Tik Tok- da al PSOE como vencedor. Todas las encuestas le auguran entre un 27% y un 33%, lejos del 39’90% que obtuvo en 2023. Si el PSOE se sitúa por debajo de esa cifra mínima, próxima al 25%, las elecciones suponen un descalabro sin precedentes para el partido.

2) ¿Cuánto avanzará el PP? Que ganará esta sigla, está claro y que lo hará a pesar de que las políticas de la Guardiola hayan sido erráticas, mezcla de medidas “progres” y conservadoras y que algunos de los altos cargas hayan sido ocupados por antiguos socialistas, incluso de que la propia guardiola está poco integrada en el PP y se siente así misma como un “verso libre” de cualquier disciplina, la incógnita es si su orientación personal habrá “estirado” hacia arriba suficientemente a su partido cuya horquilla de intención de voto figura entre un 37% en la peor hipótesis y un 44,7% en la mejor, rozando la mayoría absoluta (33 escaños, de los que las últimas encuestas le otorgar 32). El éxito de Guardiola solamente podría ser considerado si lograra mayoría absoluta y no necesitara de ningún partido para gobernar.

3) ¿Cuánto conseguirá avanzar Vox? En las elecciones autonómicas de 2023, Vox consiguió entrar en el parlamento regional con 5 diputados y un 8,13% de los votos. Ahora, todo induce a pensar que, no solamente, revalidaran este éxito, como mínimo duplicando el número de escaños e, incluso, probablemente, el de votos. En efecto, las distintas encuestas le atribuyen un mínimo del 12% y un máximo del 17’3% y entre 9 y 12 diputados.

Por tanto, las hipótesis son: o bien el PP obtiene mayoría absoluta y logra formar gobierno, o bien le falta entre 1 y 9 diputados, lo que implica que Maria Guardiola se vería al frente de un gobierno en el que Vox estaría más reforzado y, por tanto, su proyecto personal de un “centro-progresista”, mas debilitado. Dando, claro está, por supuesto de que la Guardiola aceptara formar gobierno con Vox, porque no puede descartarse que termine haciéndolo con un PSOE “liberado” de Gallardo y de los pedrosanchistas.

Quedaría hablar de “Unidas por Extremadura”, la coalición de residuos electorales de extrema-izquierda, ecolocos y demás. Las encuestas les auguran entre un 8% y un 10%, mejorando los resultados obtenidos en 2023 (un 6%), pero muy lejos de ser decisivos para contribuir a conformar cualquier mayoría. Por otra parte, no se trata de un partido, sino de una adición de grupúsculos y coaliciones previas, prácticamente desahuciadas, sino olvidadas por el electorado: Alianza Verde (los ecolocos de Podemos, a pesar de que se presentaron con Sumar en las últimas elecciones generales), Izquierda Unida (aquel frente ochentero promovido por el PCE), Podemos (verdadero agregado de siglas y círculos locales a cuál más minoritario, en el que están presentes todas las variedades del archipiélago LGTBIQ+).

 









viernes, 12 de diciembre de 2025

Los antecedentes históricos del franquismo (4) - El fracaso de la Segunda República


5. Fracaso de la República

La caída de Primo de Rivera entrañaría también la de Alfonso XIII. Los partidos políticos le achacaban el compromiso del Rey con el Dictador. Era cuestión de tiempo que la caída del segundo no arrastrara al primero. También en esto, existe cierto paralelismo entre Primo de Rivera (“primera dictadura”) y Franco (“segunda dictadura”): la muerte del primero supuso el advenimiento de la República, pero la muerte del segundo, no fue la “instauración” en la que pensaba, sino más bien en una “república coronada” en la que el Rey lo es solo nominalmente, sin prácticamente atribuciones, ni siquiera la de disolver gobiernos o convocar elecciones; incluso como “jefe de las fuerzas armadas” debe actuar según los designios del gobierno, hasta el punto de que sus desplazamientos y visitas, tanto a regiones de España como a países extranjeros, deben ser autorizados por el gobierno…

Tras la dimisión de Primo de Rivera, se inicia un corto período de gobierno presidido por el general Dámaso Berenguer, conocido como “dictablanda” (once meses desde enero de 1930 a 1931) caracterizado por dos fenómenos: un aumento de los ataques a la monarquía y la división efectiva de la sociedad española en dos sectores: monárquicos y republicanos. Durante ese tiempo, la deserción de notables del campo monárquico al republicano fue en aumento. Finalmente, el Pacto de San Sebastián, promovido por la Alianza Republicana, unió a todos los partidos de esta orientación en un frente único al que se sumaron, finalmente, UGT y el PSOE. Por entonces no existía nada parecido al CIS, pero todo induce a pensar que el sentir mayoritario de la población en aquel momento, era favorable a la monarquía en la España rural y a la República en las grandes ciudades. Si fue posible la llegada de la República se debió, sobre todo, a las deserciones que se dieron entre los políticos monárquicos predispuestos al entreguismo. Cuando se conocieron los resultados de las elecciones del 12 de abril de 1931, los monárquicos obtuvieron el mayor número de concejales, pero el hecho de que en treinta capitales de provincia hubieran triunfado candidaturas republicas, por una decena monárquicas, generó un estado depresivo entre los monárquicos y en la propia Casa Real. ¡Los propios monárquicos, desconocieron el hecho de que España seguía siendo un país mayoritariamente rural y que, en esas zonas, indiscutiblemente, ellos habían obtenido una amplia mayoría! Más que una lucha entre monárquicos y republicanos, la República supuso la victoria de la España urbana sobre la rural.

En Cataluña los resultados eran favorables a ERC, mientras que, en Madrid, los republicanos se movilizaban eufóricos. La Guardia Civil y el Ejército mantuvieron una escrupulosa neutralidad. Unas elecciones que debían haber dado como resultado quién gobernaría en ciudades y pueblos, terminó siendo un “referéndum sobre la monarquía”. Lo que resulta sorprendente es constar que jamás se conocieron los resultados definitivos. Votó el 67%, pero el sistema electoral de la época, implicaba que en pueblos donde solamente se había presentado una candidatura, ésta fuera proclamada ganadora. A falta de confirmaciones y recuentos de votos, siempre se ha considerado que los monárquicos ganaron en zonas rurales y los republicanos en las grandes ciudades. Cuando el gobierno dio resultados el 13 de abril fueron parciales, relativos a 28.025 concejales sobre un total de 89.099, sin que se mencionaran los votos. Las cifras dadas eran de 22.150 concejales monárquicos por 5.875 republicanos. Sea como fuere, estos datos importan relativamente poco -se destruyeron actas y las que pudieron examinarse se comprobó que estaban repletas de errores-, y no se conocerán jamás. Fue la presión de las masas movilizadas a favor de la República y la actitud timorata de los dirigentes monárquicos, lo que más contribuyó a la proclamación de la República. No hubo nada heroico, ni en la defensa de la monarquía, ni en la actitud del Rey, ni mucho menos en la rapidez y la absoluta ilegalidad con la que se proclamó la República: se iniciaban cinco años vertiginosos que concluirían con la Guerra Civil.

Si la República sirvió para algo fue para extremar la polarización de la sociedad española. La República sustituyó el “turnismo” caciquil por las luchas a muerte entre banderías. No se trataba de dos actitudes burguesas, la conservadora y la liberal, sino que se había introducido un tercer factor: los radicalismos socialista y anarquista que proclamaron el “antifascismo” antes de la llegada del fascismo y para los que cualquier cosa que no fueran sus propias banderas, era considerada como fascismo.

La República empezó mal: no solamente fue incapaz de resolver todos los problemas existentes hasta entonces, sino que abrió nuevos conflictos. Durante los cinco años previos al estallido de la Guerra Civil, no hubo día en lo que no se produjera algún episodio de violencia política. La inestabilidad de los gobiernos fue congénita. La corrupción generalizada. A los pocos días de nacer la República, el caos ya se había instaurado en la sociedad: la decepción se instaló pronto en una sociedad que había entrado en crisis desde finales del XVIII y que, desde entonces apenas había conocido períodos de paz civil.

Los sectores católicos fueron los primeros decepcionados. Apenas un mes después de la proclamación de la República, en mayo, se inició el episodio conocido como “la quema de conventos”. Este episodio marcó la pauta de lo que iba a ser la futura constitución elaborada por republicanos y socialistas: no era solo laica, con fuerte influencia masónica, sino que también era profundamente anticlerical y definía en el Artículo primero a España como “una República democrática de trabajadores de toda clase”. La impresión que da la lectura de su texto, es que, aparte de la obsesión laica (que contrastaba con la mayoría católica del país), esta constitución era como cualquier otra de las que España ha tenido antes y tendrá después: ni mejor, ni peor, todo dependía de que las fuerzas políticas actuaran de manera razonable y mediante consensos o se perdieran en dogmatismos que, como era previsible, concluirían en una escalada de tensión.

¿Quién fue responsable de esa escalada? Si nos remontamos a las primeras semanas del nuevo régimen está muy claro que esa responsabilidad corresponde a los grupos políticos que promovieron la República y que excluyeron a cualquier otro grupo político de su proyecto. Los católicos, a la vista de la “quema de conventos” y de la batería de medidas laicas y anticlericales que se aprobaron en los primeros meses, pronto dieron la espalda a la República; luego, los monárquicos se sintieron perseguidos y marginados (a pesar de que se trataba de un amplio sector de la población). La burguesía y las gentes “de orden” deploraron las sublevaciones anarquistas que se fueron sucediendo en los primeros dos años, mientras que la represión de que fueron objeto, enajenó el apoyo de los sectores más radicales de la CNT que cayo en manos de la Federación Anarquista Ibérica. Cada día que pasaba, parecía como si la base social de la República se fuera reduciendo poco a poco. Para colmo, había que insertar los años de la República en un momento de desprestigio absoluto de los regímenes democrático-parlamentarios ante la ofensiva de los fascismos y del bolchevismo. La democracia llegó a España, como un “logro”, en el momento en el que los regímenes parlamentarios ya estaban ampliamente desacreditados.

La historia de la República tiene tres fases: el “bienio reformista” (1931-1933), el “bienio conservador (1933-35) y la “crisis total” (1936). En la primera fase, las medidas masónico-laicas y antimonárquicas, generaron la reacción de algunos elementos monárquicos que intentaron un golpe de Estado en agosto de 1932 conocido como “la sanjurjada”. La agitación social prosiguió con nuevos intentos de sublevación anarquista que culminaron con sus sucesos de Casas Viejas en enero de 1933. Estos hechos demostraron que parte de los monárquicos y de los anarquistas, se solidarizaban con el nuevo régimen: los primeros, por considerar que la República iba dirigida contra ellos y los segundos que la apoyaron por considerarla “revolucionaria” y patrimonio “de los trabajadores”, quedaron decepcionados por la brutalidad de la represión.

La inestabilidad de los dos primeros años y la insistencia de Clara Campoamor en la conquista del voto para la mujer, fueron los dos elementos que generaron un abrumador triunfo de las derechas en las elecciones de 1933. La Unión de las Derechas obtuvo 2.657.800 votos y 210 escaños (173 más que en 1931), quedando por delante de la Unión de Centro con 2.270.700 votos (4 más que en 1931) y 127 diputados, mientras que el PSOE se quedaba en 1.858.300votos y 59 diputados (56 menos que en 1931). La victoria de la derecha católica era incuestionable, sin embargo, el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, optó por pedir a Alejandro Lerroux (el partido que habia quedado segundo) que formara gobierno. Gil Robles apoyó, inicialmente este gobierno, a pesar de haber sido el ganador de las elecciones. Esta elección de Alcalá-Zamora se debió a tres factores: la consideración de que la República era “cosa de izquierdas” y que estas no aceptarían la presencia en el gobierno de alguien que no tuviera credenciales republicanas; la consideración de que los triunfadores de las elecciones eran “accidentalistas”, esto es monárquicos que habían aceptado la República como “accidente” y que asumían su legalidad, pero no su legitimidad; y en última instancia por la presión de la masonería (el Partido Radical de Lerroux y él mismo, parecían una sucursal de las logias y todavía no se ha cerrado el debate sobre si Alcalá-Zamora pertenecía o no a las logias, si bien se conoce que la mayoría de jefes de gobierno de la República pertenecieron a la masonería: Manuel Azaña, Diego Martínez Barrio, Ricardo Samper y Manuel Portela Valladares).

En el momento en el Gil Robles reclamó cuatro ministerios para seguir apoyando al gobierno de Lerroux, el PSOE y los independentistas catalanes intentaron un golpe de Estado “antifascista” (el fascismo en España en esos momentos de reducía a grupos muy minoritarios y los socialistas, deliberadamente o por ignorancia, consideraban a la CEDA como “fascista”, cuando no pasaba de ser un “partido de orden” (del que se había desgajado Renovación Española, formada por los conservadores “no accidentalistas”, esto es, por aquellos que deseaban explícitamente el retorno al régimen monárquico). El golpe fracaso desde las primeras horas en Cataluña y en el resto de España, de ahí que haya sido llamado “la Revolución de Asturias” por ser solamente en esa región en donde se prolongó la resistencia armada durante dos semanas, generando un millar de muertos, 2.000 heridos y 30.000 encarcelados. Esas dos semanas pueden ser consideradas como el prolegómeno a la Guerra Civil.

En realidad, durante ese período, se intentaron revertir algunas de las reformas anticlericales aprobadas en los primeros meses de la República. No fue, desde luego, una “contrarreforma”, pero así se lo tomó la izquierda que, como Julián Besteiro, llegó a hablar de un “contubernio entre católicos y masones” (cuando en el PSOE eran muchos los miembros de la masonería presentes en el parlamento: Fernando de los Ríos, Ángel Galarza, González Peña, etc). Pero el problema no era ese, sino que el Partido Radical era un foco profundo de corrupción: el 19 de octubre estalló el “escándalo del estraperlo” (sobornos a políticos lerrouxistas para permitir la instalación de ruletas eléctricas trucadas en casinos, con su prolongación en el “asunto Nombela”) que supuso el fin del gobierno Lerroux y la convocatoria de elecciones anticipadas para febrero de 1936.

Para estas elecciones se formó un frente de izquierdas formado por el PSOE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, ERC, PCE, POUM y Partido Sindicalista que contó con el “apoyo exterior” de la CNT (que en 1933 había decretado la abstención), que tenía su réplica en el Frente Nacional Contrarrevolucionario (en cuyas candidaturas participaron la CEDA, Renovación Española, los carlistas, el Partido Agrario y el Partido Nacionalista, el Partido Republicano Radical y la Lliga Regionalista. Con una alta participación (72%) el Frente Popular venció por 4.654.116 votos (47%, 286 diputados), mientras que la derecha quedaba a corta distancia con 4.503.505 votos (46,48%, 141 diputados), hundiéndose el “centro político” con apenas 400.901 votos (5% y 46 diputados). Como puede verse: la ley electoral beneficiaba con mucha diferencia al partido que había obtenido más votos: con apenas un 1’50% más, el Frente Popular lograba 145 diputados más que la derecha. A esta disfunción absoluta operada por el sistema electoral, se unía el hecho de que se produjeron abusos y fraude electoral en nueve provincias y fue necesario repetir las elecciones en Cuenca. Desde la disolución de las Cortes en enero de 1936 hasta la jornada electoral, murieron en el curso de atentados y de episodios de violencia política, 41 personas y otras 80 resultaron heridas (otras cifras elevan estos números a prácticamente el doble).

Lejos de resolver la situación, el resultado electoral galvanizó los ánimos de una y otra parte. El ambiente político se volvió extremadamente tenso, la violencia callejera se recrudeció apareciendo las primeras “venganzas” cubiertas como “asesinatos políticos” cuando no eran más que de “ajustes de cuentas personales” (incluso por “asuntos de faldas”, como el asesinato de los hermanos Badía en Barcelona por pistoleros al servicio, presumiblemente, del Luís Companys), huelgas salvajes y desórdenes constantes. La CEDA salió de estas elecciones completamente desmoralizada y, a pesar de la endeblez del grupo parlamentario de Renovación Española – Bloque Nacional, el protagonismo como líder de la oposición fue asumido por José Calvo Sotelo que resultaría asesinado el 13 de julio, como represalia por el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo (miembro de la Unión Militar Republicana, instructor de las milicias socialistas y uno de los responsables de la muerte de un primo hermano del fundador de Falange Española y de un carlista que recibió una bala del propio teniente). Nunca se ha conocido la identidad de los asesinos de Castillo, pero no cabe la menor duda de la militancia socialista de los que mataron a Calvo Sotelo.

El asesinato de Calvo Sotelo fue el indicativo de que la situación había llegado al límite: en las semanas anteriores, la oleada de huelgas y violencia de la izquierda era respondida cada vez con mayor dureza por las milicias falangistas que se habían visto reforzadas por miles de antiguos miembros de las juventudes de la derecha y se encontraban en clandestinidad. Oficialmente, la Guerra Civil comenzó el 17 de julio de 1936, pero en realidad, había que retrasar esa fecha hasta el 16 de febrero (fecha de la victoria electoral del Frente Popular), o incluso hasta el mismo día en el que se inició la andadura republicana el 14 de abril de 1931: en efecto, desde ese momento, cada día, España vivió un permanente conflicto entre derechas e izquierdas, entre monárquicos y republicanos, entre laicos masónicos y católicos intransigentes. Poco a poco (y el resultado electoral de 1936 lo confirma), los partidos de centro fueron desapareciendo y el pueblo español se fue radicalizando. La “sanjurjada” por un lado, el golpe socialista de Asturias, la rebelión independentista de Companys, los cientos y cientos de episodios de violencia política demostraron a las claras que la Segunda República se había vuelto inviable. De hecho, lo fue desde el principio. A partir del 17 de julio de 1936, España entró en la única vía que le quedaba por andar: la Guerra Civil.

La sublevación del Ejército de África y de varias guarniciones de la península, hizo que la larga agonía republicana, los 987 días de Guerra Civil, situarán al General Francisco Franco al frente de los destinos del Estado Español durante un largo período de nuestra historia. Cuando agoniza la República (víctima de sus propios errores, de su radicalismo, de ideas equivocadas sobre lo que era la “democracia” y el “antifascismo”, de las luchas entre partidos, del atraso secular que arrastraba España desde finales del XVIII, la “pirámide de fracasos” de la que hablará Ramiro Ledesma), Franco se fijará dos objetivos: restablecer la paz y aplicar un programa regeneracionista. Nadie puede negar hoy que ambos eran necesarios.



 









jueves, 11 de diciembre de 2025

Los antecedentes históricos del franquismo (3) - El fracaso de la "primera Dictadura" del siglo XX

4. Fracaso de la primera Dictadura del siglo XX

Uno de los sectores en los que el regeneracionismo arraigó con más intensidad, fue en el Ejército. No en vano las fuerzas armadas habían jurado fidelidad a la bandera y no podía negarse que en sus filas existía un hondo patriotismo y un profundo malestar por el período que estaba viviendo España entre el “desastre del 98” y la época del pistolerismo. Las dos dictaduras del siglo XX, la de Miguel Primo de Rivera y la de Franco, fueron, en esencia, “regeneracionistas”. Los militares no serían los únicos regeneracionistas, pero sí los que mantuvieron durante más tiempo los mismos ideales que, en la práctica, se prolongan hasta el tardofranquismo.

El asalto de un grupo de oficiales de la guarnición de Barcelona a la redacción del Cu-cut!, periódico satírico, y a La Veu de Catalunya, propiedad de la Lliga Regionalista, en 1905, además se ser el primer choque entre militares y el poder mediático que tuvo lugar en el siglo XX, fue también ejemplo de la lucha entre regeneracionistas y regionalistas periféricos. Estos asaltos tuvieron lugar después de la publicación de una caricatura y de varios artículos en los que estos medios ironizaban sobre las derrotas del ejército, como si fueran algo ajenas a Cataluña. Alfonso XIII, tomó partido por el ejército. Fue a raíz de estos incidentes como cayó el gobierno del Partido Liberal (Moret) y el Rey llamó al Partido Conservador (Antonio Maura) para formar gobierno.

El catalanismo, que hasta ese momento había sido minoritario, atizando el victimismo, constituyó en torno suyo Solidaritat Catalana, frente en el que participaron casi todos los partidos catalanes, obteniendo un triunfo arrollador en las elecciones generales de 1906, obteniendo 41 de los 44 escaños que correspondían a las provincias catalanas. A partir de ese momento, el “regionalismo” (que pronto, mutaría en nacionalismo independentista) se convirtió en un nuevo problema.

Tres años después, la “Semana Trágica” demostró que la burguesía catalana, por sí misma, era incapaz de mantener el orden y contener los movimientos extremistas de carácter anarquista, ligados a los republicanos. Para sobrevivir, la burguesía catalana precisa del concurso y la ayuda del Ejército español, esto es, del Estado Español.  Estas necesidades persisten todavía hoy, cuando las amenazas que pesan sobre Cataluña son muy diferentes (la inmigración masiva e inintegrable) y son las que están en el fondo del fracaso del “procés” independentista).

La “Semana Trágica” supuso la caída del gobierno de Maura y el nombramiento del liberal José Canalejas como su sucesor. Así se llegó al “gobierno largo” (de apenas ¡dos años! de duración, algo excepcional en la época). Durante 1910-1912, Canalejas reconoció la existencia de nuevos problemas. El más preocupante era el aumento de la población española que había pasado de 18.600.000 habitantes en 1900, a 20.050.000 doce años después. Hoy puede parecer un aumento insignificante, pero en aquellos primeros pasos del siglo XX, y para un sistema económico, de escaso crecimiento, suponía un problema que se fue agravando en los años siguientes (en 1930, el censo daba 23.600.00 millones, gracias a las mejoras sanitarias abordadas por la Dictadura). Este aumento poblacional generó migraciones interiores de las zonas más deprimidas a las regiones más industrializadas. Y todo esto sin contar que entre 1900 y 1930 emigraron a América, 4.000.000 de españoles (quizás un millón más, si tenemos en cuenta a la emigración clandestina). “Hacer las Américas” se convirtió en una alternativa para jóvenes que huían de la inestabilidad, del anquilosamiento del sistema económico español y del a parálisis política. Los destinos más habituales fueron Cuba y Argentina. La España rural empezaba a abandonar el campo y a concentrarse en torno a las grandes ciudades.

Tras el asesinato de Canalejas, España iniciará una larga deriva que culminará en 1923 con la proclamación de la Dictadura del General Primo de Rivera. En los meses después a la desaparición del estadista, tanto el Partido Liberal como el Conservador se fracturaron interiormente y desaparecieron en la práctica. Cuando el conde de Romanones asume el poder en 1913, ya no queda nada del canovismo ni de la alternancia. Seguimos en la Restauración, al menos formalmente, pero sin pilotos en la cabina de mando.

Mientras, se ha creado la CNT y el Sindicato Minero Asturiano vinculado al PSOE, ambos en 1910. Son años de huelgas continuas y de conflictos obreros de envergadura, del que el principal fue la huelga ferroviaria de 1916. Al año siguiente, las protestas obreras en todo el mundo se centuplican por la euforia del estallido revolucionario en Rusia el mes de octubre de 1917. El año 1917 es de mala cosecha: otro factor que excitará las protestas sociales. Como contrapeso aparecen ese mismo año las juntas de Defensa compuestas por jefes y oficiales, una especie de “sindicato militar legalizado”. Más huelgas, más presión del regionalismo catalán: 1917 es el inicio de la crisis terminal del régimen de la Restauración. Al año siguiente nadie quiere hacerse cargo del gobierno, incluso Alfonso XIII amenaza con abdicar. Entonces Maura acepta la propuesta de formar gobierno. Pero la Restauración está rota.

Incluso el ejército se ha partido en dos. Por un lado, los militares “africanistas” que llevaban sobre sus espaldas el peso de la guerra de Marruecos y acusaban al otro sector, a los miembros de las Juntas de Defensa, de burócratas. Esta división se prolongará hasta la Guerra Civil y será una de las causas, tanto del golpe de 1923, como del alzamiento de una parte del ejército en 1936.

Otro tanto ocurre en el mundo sindical. La UGT convoca una huelga general en 1917, constituyó un fracaso. La UGT, fuerte en Madrid y el País Vasco, era débil en Cataluña y Andalucía, a su vez, bastiones de la CNT. Ambas organizaciones pactaron un día de huelga general en diciembre de 1916 que resultó un éxito de movilización y apoyos, pero sin resultados en las reivindicaciones. Así que, los sindicatos pactaron una “huelga general indefinida” de carácter “revolucionario”. Pero, pronto surgieron discrepancias entre los convocantes: la CNT empezó a desconfiar de los contactos con “políticos burgueses” de la UGT y del carácter que este sindicato quería dar. La huelga fue un fracaso relativo (apenas cinco días y solo en las grandes zonas urbanas e industriales). El balance final fue de 71 muertos, 156 heridos y 2000 detenidos. Para afrontar el desafío sindical, Alfonso XIII nombró un “gobierno de concentración” en el que participó también la Lliga Regionalista de Cambó. En las elecciones de 1918, el PSOE colocó en sus listas a los dirigentes de la UGT que habían instigado la huelga.

Mayor impacto tuvo, al menos en Cataluña, la huelga de “La Canadiense”, en 1919 que se prolongó durante 45 días y paralizó el 70% de la industria catalana. Esta huelga contribuyó a que la CNT alcanzara la hegemonía en el medio obrero catalán y se saldó con mejoras salariales, amnistía de los detenidos, readmisión de despedidos y jornada de ocho horas. Pero también el campo opuesto se reorganizó con la creación de la Federación Patronal Catalana, la más intransigente y combativa patronal que creó “listas negras”, multiplicó los lockouts y los despidos masivos como tácticas contra el movimiento obrero.

El gobierno había afrontado sucesivamente tres desafíos: el militar (con la creación de las Juntas de Defensa), el catalanista (con la creación de Solidaritat Catalana) y el proletario (con la irrupción de UGT y CNT). Ninguno de ellos había sido resuelto. Todos quedaban pendientes de solución. Los problemas se acumulaban. Y, para colmo, en Cataluña, las luchas entre la patronal y la CNT dio lugar, como hemos visto, al fenómeno del pistolerismo: en apenas 5 años (1917-1923) se produjeron 267 muertos y 583 heridos. En el verano de 1921 se agravó la crisis del Rif con el desastre de Annual en el verano de 1921 (12.000 soldados españoles muertos).

Tras el descalabro, Alfonso XIII había expresado su deseo de enderezar la situación “fuera o dentro de la Constitución”. El general Miguel Primo de Rivera, Gobernador Militar de Cataluña tomó cartas en el asunto: el 13 de septiembre de 1923 se inició la “primera Dictadura”. El Rey, que había permanecido alejado de la preparación del golpe, apoyó la decisión de Primo de Rivera: pero, contrariamente, a lo que se ha creído desde entonces, no encabezó el pronunciamiento que fue una acción unánime de todo el estamento militar.

¿Era Primo de Rivera el “cirujano de hierro” que había pedido Joaquín Costa tras el “desastre del 98”? El poder militar había triunfado sobre el poder civil: cuando éste se vio incapaz de enderezar la situación, apareció el “puñado de soldados” que salvó a la Patria. Sin embargo, solamente en los primeros momentos el poder militar sustituyó completamente a la ineptitud del poder civil. En efecto, en 1923-1925, el directorio militar ocupó todos los ministerios, los burócratas, subsecretarios y políticos profesionales, fueron sustituidos por militares de carrera. El país apoyó la decisión que solamente fue deplorada por la clase política, enviada al paro.

El Dictador nunca pretendió eternizarse en el poder y siempre declaró que su gobierno sería provisional y, por tanto, evitó acometer reformas constitucionales. España seguía siendo una monarquía parlamentaria y así seguiría siendo. De hecho, solamente existió un “gobierno militar” entre la fecha del golpe, cuando se constituyó un “Directorio Militar” y diciembre de 1925, en el que Primo de Rivera creó un Directorio Civil” (junto a una Asamblea Nacional Consultiva) que ejerció como gobierno efectivo de la nación. En los primeros momentos, las declaraciones sobre la temporalidad de la Dictadura convencieron a los más, pero a medida que se prolongaba esta etapa, se hizo evidente que faltaba “legitimidad” y, sobre todo, conciencia de hasta cuándo iba a durar el régimen a la vista de que los problemas resueltos eran menores que los que se iban acumulando.


Sin embargo, la principal característica de la Dictadura serían sus continuos cambios de criterio en materias capitales. El balance final de la Dictadura es una mezcla de logros y fracasos de los que resulta imposible extraer un balance final.

Entre los fracasos se cuenta, la progresiva pérdida de apoyos (obreros, patronales, intelectuales e, incluso, militares), la incapacidad para resolver los grandes problemas estructurales del país, especialmente el caciquismo, contra el que Primo de Rivera apenas pudo hacer nada; al llegar la crisis de 1929, aunque España no fue de las naciones más afectadas, pero se notó la crisis financiera y el paro fue aumentando, lo que facilitó la acción de los sindicatos clandestinos que, a partir de 1925 se fueron reorganizando y empezaron a crear dificultades que luego, desde los primeros meses de la República, se multiplicarían exponencialmente. En general, la Dictadura respondió con medidas represivas que, inicialmente, afectaron a los partidos políticos (que fueron disueltos), a la prensa (que fue sometida a censura) y a los sindicatos (especialmente a la CNT, intentando integrar a la UGT en los Comités Paritarios constituidos por el ministro Eduardo Aunós).

Las primeras muestras de descontento, se habían iniciado en 1926 con la “sanjuanada”, golpe revisto para la “noche de San Juan” y que fracasó. El golpe había sido instigado por las viejas glorias de la Restauración, junto a oficiales del Cuerpo de Artillería. A partir de ahí, empezó la disidencia militar. Consciente de la necesidad de una reforma del estamento militar, especialmente tras la pacificación de Marruecos, las medidas adoptadas generaron descontento en las filas militares en donde la unidad del estamento demostrada en el momento del golpe se rompió pronto, volviéndose a la división entre “africanistas” y “junteros”: Primo de Rivera, optó, primero por los “junteros” partidarios de abandonar Marruecos, pero luego en 1925, optó por los “africanistas”, organizando el desembarco de Alhucemas. En ese momento, de todas formas, la polémica no se centraba en tanto en la guerra del Rif como en la política de ascensos: los “junteros” proponían que se realizasen por antigüedad, los “africanistas” por “méritos de guerra”. Esto generó que los “junteros”, a partir de 1926, empezaran a contactar con representantes de los disueltos partidos políticos para finiquitar la Dictadura, mientras que los “africanistas” reabrían la Academia General Militar de Zaragoza con Francisco Franco como director, demostrando que Primo de Rivera había terminado apoyándolos en detrimento de artilleros, intendencia, sanidad e ingenieros (en los que figuraban muchos miembros de la aristocracia).

Finalmente, los intelectuales rompieron tempranamente con la Dictadura y tuvieron un papel decisivo en la última etapa del régimen solidarizándose en 1929 con los estudiantes que protestaban contra la Ley Callejo. Primo de Rivera dio su brazo a torcer presionado por las patronales que temían el fracaso de los “eventos del 29” (las exposiciones internacionales de Barcelona y Sevilla) y la reunión de la Sociedad de Naciones que debía celebrarse en Madrid. El Ateneo de Madrid, por otra parte, se había convertido en un foro disidente y fue clausurado. La crisis con los intelectuales llegó hasta el extremo de enviar a Miguel de Unamuno a Fuerteventura a raíz de un artículo publicado en la prensa argentina.

Con el regionalismo, la política de la Dictadura fue también oscilante. Cambó tenía esperanzas en que el Dictador, al que conocía, accediera a algunas reivindicaciones catalanistas, a lo que éste, inicialmente, pareció dispuesto. Pero pronto, tales esperanzas se vieron decepcionadas, entablándose una larga polémica sobre el uso del catalán en las predicaciones de la Iglesia, desde el momento en el que Primo de Rivera consideró que la cuestión lingüística era el principal caballo de batalla del independentismo.

Si estos fueron los fracasos más sonados de la Dictadura, toca ahora aludir a sus éxitos. El más notorio fue la pacificación de Marruecos tras el desembarco de Alhucemas. No solamente el protectorado se estabilizó, sino que la victoria dio un gran prestigio al gobierno de Primo de Rivera. También, en una primera fase, la cooperación con la UGT y el PSOE, hizo que disminuyeran las tensiones sociales que se redujeron a las generadas por la CNT. El Dictador creó la Organización Corporativa del Trabajo en 1926 para regular los problemas laborales. También se adoptaron medidas sociales como el Código de Trabajo y el seguro de maternidad. Aumentó la dotación para crear infraestructuras de nuevo cuño (aeropuertos), obras hidráulicas y carreteras. Se adoptó una política económica proteccionistas que facilitó el desarrollo de la industria y el aumento de la producción; tres grandes empresas nacionales fueron creadas (Telefónica, CAMPSA e Iberia) y hasta 1928 se produjo un desarrollo económico notable que, de haber seguido, hubiera facilitado la recuperación del tiempo perdido durante el siglo XIX. Aumentaron las inversiones en educación (se crearon 5.000 escuelas, 25 institutos de enseñanza media y se inició la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid) y sanidad y empezó la lucha contra el analfabetismo, finalmente, se mejoró el funcionamiento de la administración y, por supuesto, en el terreno del orden público, la situación igualmente mejoró, especialmente en lo relativo al terrorismo. El número se universitarios se multiplicó por tres en los años de la Dictadura.

La creación de la Unión Patriótica no puede considerarse un éxito: el partido, provisto de un fuerte carácter “regeneracionista”, no consiguió ser una fuerza social decisiva para sobrevivir tras el fin de la dictadura. Como ocurriría posteriormente con el Movimiento Nacional franquista, su programa inicial, sería podado y declarado “apolítico”… pero “patriótico”.

El resultado fue que, a finales de los años 20, estaba claro que Primo de Rivera había sufrido un desprestigio constante y que Alfonso XIII ya no apreciaba su gestión como en 1923. La Dictadura había reducido extraordinariamente su base social, incluso en el ejército. Sin aferrarse al poder, sin tratar de eternizarse, Primo de Rivera presentó su dimisión el 28 de enero de 1930 (“por razones de salud”), muriendo en París 47 días después. Trasladado su cuerpo a España, sus restos no recibieron ningún tratamiento especial, ni fueron recibidos por unidades militares en atención a su rango.