Ya hemos dicho
en alguna otra ocasión, que, si en España existiera una “Brigada de los Idiotas”,
para perseguir los delitos de estupidez, hubieran sido ellos los encargados de
investigar el “procés” soberanista. Pues bien, ahora caemos en la
cuenta, de que, si también existiera una “Brigada del Mal Gusto”, se disputaría
con la anterior, la figura de “Pablo Hasél”. He querido darle una oportunidad
al chaval y he escuchado algunas de sus “composiciones” y “poemas”.
Deleznables, panfletos parlantes, copias perrunas de estilo “negrificante”, con
una gama tonal baja, es lo que he encontrado y lo que ofrece este chaval.
Yo creo que “Pablo
Hasél” precisa ayuda psicológica. Siempre se han orquestado campañas para
encerrar en manicomios a los disidentes. “Pablo Hásel” no lo es, por mucho que
él lo crea. Es un hijo de papá extraviado que no necesita estar encerrado,
sino tratamiento psicológico. Y papá -presidente en otro tiempo de la Unión Esportiva Lleida, a su
vez, juzgado por haber dejado a la entidad un agujero de 10 millones de euros,
que la dejó en concurso de acreedores- podía pagarlo. El chaval, es que
no está bien.
En sus redes
sociales, se percibe con una claridad meridiana, el peso del pasado, de su
infancia, sobre su presente. Algo no debió funcionar en aquella época en su
cerebro. ¿Un traumatismo? ¿algún episodio en la escuela? ¿no se sentía
suficientemente querido? Sus perfiles en redes sociales, sugieren que algo
le debió ocurrir, porque,
un chico “bien”, para colmo, con un abuelo perteneciente a la élite franquista,
en pleno siglo XXI, pueda asumir la herencia del bolchevismo más
desagradable de hace 100 años, cantar a ETA y al GRAPO (¡Al GRAPO…!), llegando
a ensalzar al “Camarada Arenas” (el que daba órdenes a los matarifes del
grupo), cantar a Terra Lliure (acaso la organización “armada” más inútil y con
menos pericia que jamás haya existido en la galaxia) o a la Fracción del
Ejército Rojo (cuya “tercera generación” fue solamente una creación del
anti-terrorismo más imaginativo), liarse a asaltar un tenderete de Plataforma
per Catalunya hiriendo a cuatro miembros de esta organización, rociar con
líquido de limpieza a un periodista ¡de TV3! Para, como colofón, negarse a
ingresar voluntariamente en prisión, ocupar el rectorado de la Universidad de
Lérida y ser responsable del destrozo que siguió en la mañana de ayer. Por
la tarde, sus fotocopias reducidas, causaron incidentes y destrozos en varias
ciudades catalanas.
Y conste que la justicia no se ha ensañado
particularmente con “Pablo Hásel” (lo puedo decir yo, con más razón, que
fui condenado a dos años de cárcel por manifestación ilegal y, en total, cumplí
-sin antecedentes, ni condenas previas- casi 20 meses de prisión). Apenas
estará unos meses en cárcel. No vamos a cuestionar las decisiones de la
justicia, pero sí a reprochar a su papá y a su mamá, que no le llevaran al
psiquiatra cuando aún había tiempo.
El chaval (que,
por cierto, va por los 32 años) le va el “rap”, él dice que es “rap político”,
pero basta oír algunas canciones para ver que se trata de panfletillos que
avergonzarían a cualquier persona que se declarara conscientemente de
izquierdas. La de “izquierda” de “Pablo Hásel”, es una izquierda vieja,
rancia, fracasada y sangrienta. No aporta nada que no haya aportado algún negro
de Harlem o del Bonx, a la música: es un simple imitador de la “negritud”.
Entiendo que pueda haber gentes atraídos
por la izquierda, pero mucho menos solamente sientan una fascinación por todos
los asesinatos, crímenes, organizaciones de matarifes (estilo ETA o el GRAPO)
que han avergonzado a militantes de izquierdas que, al menos, saben el valor de
una vida humana.
Como he dicho,
he estado en la cárcel por un delito que no puede calificarse más que como “delito
político”. Todos los que hemos estado en la cárcel por este motivo,
deploramos que alguien pueda acabar allí. Pero, claro está, la sociedad
debe protegerse de asesinos, choros, violadores, timadores y psicópatas de
todos los pelajes. Hoy se olvida, pero la cárcel tiene un valor “ejemplificador”,
mucho más que esa moda de considerarlo como una instancia para “rehabilitar” al
reo. Y “Pablo Hásel” debería ser rehabilitado, mucho más que encarcelado.
En primer
lugar, como ya he dicho, le hubiera ido bien que papá y mamá lo enviaran al
psiquiatra porque nadie puede exaltar tanto y con tanta insistencia la
violencia, la sangre, los asesinatos, sin estar como las maracas de Machín.
Dicen que hay
terapias para rehabilitar a casos como éste. En primer lugar, la terapia de
la música no le vendría mal. Convendría que le dieran clases al chaval de
solfeo, que aprendiera a tocar acordes, incluso a vocalizar. Porque su “música”
es de traca. Y, ya puestos, tampoco le iría mal que siguiera cursos de
prosodia, gramática, sintaxis y composición poética. Sí, porque, “Pablo Hásel”
ha escrito varios libros de poemas cuyo contenido puede intuirse por sus
títulos: “Veinte poemas de odio”, “Follarnos mientras ejecutan un banquero”,
por no hablar del “Acerca del amor”, título casi bucólico de no ser
porque es un poemario escrito por el jefe del GRAPO y reeditado por el chico
éste. Tampoco le vendría mal un curso de expresión corporal, porque eso
de imitar al 100% al último rapero dice muy poco de sus cualidades artísticas.
Lo de “Hásel”, por cierto, le viene de una recopilación de cuantos árabes. También le vendría bien una temporada entre beduinos haciendo el ídem. A ver si se le quita esa permanente expresión de tipo ofuscado y que odia al mundo.