Tal como
podía preverse, la nueva administración norteamericana de Joe Biden, ha
reiniciado los bombardeos sobre Siria en un último intento de mantener una
guerra abierta, cuando ya prácticamente sólo quedaban rescoldos. La
noticia, sin embargo, no aparece en las primeras planas de los informativos, a
pesar de su importancia. El
stablishment norteamericano no podía aceptar a un presidente como Trump
que se negara a nuevas aventuras coloniales y se dedicada a la reconstrucción
interior de las infraestructuras (algunas de las cuales no se habían
tocado desde 1945 y se encuentran en estado ruinoso). Pero si ésta es -no por
esperada- la gran novedad de estos días, en política nacional, el ciudadano
que parece haber recuperado la esperanza de que termine de una vez por todas la
pandemia, parece no darse cuenta de que, con demasiada frecuencia, los silencios
informativos sugieren que algo está a punto de cambiar.
En efecto, la
situación política española está marcada por cuatro temas que no parecen tener
mucho que ver unas con otras:
1) El resultado de las elecciones catalanas de cara a la “recomposición de la derecha”, en donde se ha creado el escenario más odiado para el PP y Cs: ser ambos superados por Vox.
2) La falta de información sobre las conversaciones para formar gobierno en Cataluña y las presiones que está recibiendo ERC para que acepte gobernar con el PSC o bien para que lo haga con JxCat.
3) Las negociaciones entre el PP y el PSOE, torpedeadas por Podemos y vistas con desconfianza por Cs, para la renovación del CGPJ.
4) La sensación de que la pandemia ha cedido y que, entre las vacunaciones (más lentas en España que en cualquier otro país) y la bajada de contagios, las medidas de restricción de movimientos y toques de queda, no tardarán en levantarse.
En la última
semana, la primera página de los informativos estaba dedicada a los disturbios
que tuvieron lugar especialmente en Barcelona, pero también en Madrid, Valencia
o Lérida, para solidarizarse por el encarcelamiento de “Pablo Hasél”. No era “la
revolución”, ni siquiera un “motín”. Era, simplemente, el efecto combinada de falta de
autoridad y miedo, tanto en la gencat como en el Ministerio del Interior, el
fracaso educativo que ha hurtado a muchos jóvenes la posibilidad de realizar
silogismos y razonamientos lógicos, una situación en la que muchos jóvenes se
sienten poco o nada competitivos y al no encontrar su lugar en el “todo” optan
por el nihilismo de “destruirlo todo” y, finalmente, la histeria marciana
introducida por Podemos, a falta de una doctrina política y un proyecto
realista. Una jarana nihilista, en definitiva
Nadie duda de
que los incidentes hubieran podido evitarse desde el primer día en que se
produjeron. Pero, en Cataluña, ERC y CUP optaron por refugiarse en el “debate
sobre un nuevo modelo policial” (¡cómo si ese fuera el problema!), temática
“muy apreciada”, especialmente por los comerciantes a los que, después de un
año de Covid, se les ha destrozado el establecimiento y, mucho más apreciado
aún, por los vecinos que han visto cómo los contenedores ardían, el humo
penetraba en sus hogares, día tras día…
Y en cuanto a “Pablo Hasél”, lo suyo no tiene
nada que ver con la “libertad de expresión artística”, sino más bien, con el
mal gusto, los productos musicales de ínfima calidad, a los que el rapero ha
unido su psicología particular de bicho raro ultraviolento y cuya “solidaridad”
solamente se orienta hacia asesinos, terroristas, mientras que su
comportamiento habitual certifica que el chaval precisa urgentemente atención
psiquiátrica.
La semana de
incidentes no ha constituido nada relevante. Lo que debe preocuparnos es lo que
se está gestando entre bambalinas.
CUANDO “ESPAÑA”
DEPENDE DE “CATALUÑA”
En Cataluña
radica el gran misterio. Cataluña marca la pauta para la política Estatal. Si
al frente de la gencat se articula un gobierno formado por ERC+PSC+Podemos,
nada variará en el gobierno de Pedro Sánchez. Éste seguirá apoyándose en la
coalición con Podemos y en el apoyo exterior de ERC, a cambio de la tan
cacareada “mesa de negociación” que terminaría arrancando alguna concesión para
la gencat, pero liquidando esa aspiración electoralista de ERC y del resto de
grupos indepes, para un “nuevo referéndum de autodeterminación”.
Ahora bien, si
ERC carece de estómago para pactar con el PSC y opta por hacerlo con JxCat
(ya se sabe que el indepe es el individuo que comete el mismo error, no una
sino, tantas veces como tarda en certificar su derrota final), Sánchez no
tiene muchos motivos para mantener la coalición con Podemos: ésta vendría
justificada en este momento por la posibilidad de que En Comú-Podem se
incorporara a la coalición en Cataluña. Así, el PSOE-PSC lograría un avance
sustancial, al entrar en el gobierno de la gencat.
Pero si ésta nueva reedición del
tripartito no termina de concretarse, ¿para qué seguir apoyándose en Podemos en
el gobierno del Estado: vale más adoptar fórmulas que satisfagan al electorado
centrista del que depende la permanencia del PSOE en el poder.
El hecho de que no
haya apenas noticias sobre la marcha de las negociaciones en Cataluña, es
elocuente: nadie sabe por dónde tirar, nada está decidido en ninguna dirección.
Lo que quieren todas las partes es evitar es que, en seis meses de convoquen
nuevas elecciones, aunque todos son conscientes de que con un 50% de
participación, sea cuál sea la combinación de poder, lo cierto es que nunca
tendrá más allá del apoyo del 22-28% del electorado. Pero ¿qué puede
ocurrir? Probablemente que ese
50% que no fue a votar, lo haga… y, desde luego, no lo hará por las opciones
independentistas (que son las que han aportado mayor número de votantes), lo
que implica que, con mucha seguridad, Vox aumentaría su cuota electoral, mientras
que mengua la de los otros dos partidos de la derecha.
LA YENKA PP-PSOE,
UN PASO ADELANTE, UN PASO ATRÁS
PP y PSOE, en
estos momentos, se están tanteando. Sánchez se lo puede permitir a la vista de
la debilidad política del PP, como hace siete meses, ya tanteó a Cs. Pero hoy
Cs no es nada y al PP los dedos se le antojan huéspedes.
Las
negociaciones de Sánchez con Casado para renovar el CSPJ y el Consejo de
Radiotelevisión son elocuentes: parece como si un baño de realismo hubiera
sacudido a la Moncloa. Mientras que Cs se ha hecho el hara-kiri con
su negativa a fusionarse con el PP y, a partir de ahora, su historia va a revestir
la forma de agonía, con las inevitables fugas, deserciones, abandonos y demás,
las cosas no van mucho mejor para el PP que ve cómo, a partir de las
elecciones catalanas, el escenario que, antes parecía lejano, de un “sorpasso”
por parte de Vox, corre el riesgo de hacerse realidad a la que se convoquen
nuevas elecciones en el Estado.
El “Caso
Bárcenas” sigue coleando, por mucho que el personaje carezca de credibilidad y
no intente otra cosa más que adelantar su puesta en libertad. Sus declaraciones
pesan como una losa sobre el PP en estos tiempos de post-verdad y fake-news.
El cambio de sede puede parecer casi irónico, como si el autor huyera del “lugar
del crimen”. Da la sensación de que, hasta ahora, en el PP, dominaba aquel
principio de “demasiado grande para caer”. Pues bien, ahora, no solamente el
partido se ha empequeñecido, sino que, además, su “enemigo a la derecha”, ha
crecido hasta haberlo superado en Cataluña (donde, ni siquiera una unión PP+Cs
hubiera quedado por delante de Vox). Así que, para Casado es urgente imprimir un giro a su estrategia.
Y ahí están las voces de sirena europeas que, desde el verano de 2020, vienen
recomendando una “gran coalición”.
En aquel
momento, el PSOE, no tenía una “novia”, sino dos: el PP y Cs. Ambos partidos en
el mes de julio y agosto, trataron de adaptarse para un acuerdo con el PSOE que
desplazara a Podemos: Cs multiplicó sus encuentros y declaraciones favorables a
La Moncloa, mientras que el PP, se deshacía de Cayetana Álvarez de Toledo, para
allanar el terreno.
LA EXIGENCIA
DE DESHACERSE DE LOS INTEMPERANTES
En aquella
ocasión, Podemos puso los puntos sobre las íes, defendió su posición de manera
numantina, prometió atenuar tensiones y consiguió mantener su posición y retrasar
la crisis hasta que se viera la salida a las elecciones catalanas. Pero
durante ese tiempo, se han
ido produciendo cada vez más desacuerdos y el propio Iglesias ha tenido que
soportar humillaciones y desaires (no por merecidas, psicológicamente menos
duras) por parte de sus socios de gobierno, demostrando carecer de dignidad e
ignorar incluso lo que es.
Los principales
problemas con Podemos vienen por el cultivo que esta formación realiza de su
electorado:
- okupas (para los que se habilitó el decreto que retrasa los desahucios mientras dure la pandemia,
- colgaos (que exigen paguita y que legalización de drogas), feministas radicales y minorías LGTBI (para las que trabaja el “ministerio de igualdad”),
- radicales antifas (a los que Echenique depara una particular predilección)
- e inmigrantes naturalizados (para lo cual establecen una legislación “social” que, en la práctica supone, desviar más y más fondos públicos para subvencionar cualquier cosa que haga un inmigrante en España).
El cultivo de estos sectores es
lo que garantiza la persistencia del partido del moños… pero no asegura su permanencia
en el poder, sino que más bien, la hace peligrar: todos estos sectores, en
efecto, son la antítesis del “centro” que el PSOE siempre ha necesitado para
poder gobernar.
SUFRIENDO EL
VIRUS INDEFINIDAMENTE
Finalmente, está
la cuestión del virus. España, país en el que, en este terreno, todo,
absolutamente todo, se ha hecho mal, sigue sin mejorar. Es cierto que la
curva de contagios y muertes va descendiendo en este final de la tercera
oleada, pero, por lo mismo, sería cuestión de empezar a normalizar la situación
y de que se cortara de una
vez esta absurda medida de cerrar bares y restaurantes (por no hablar de la
estupidez de las “franjas horarias”) o de los toques de queda, los cierres perimetrales
autonómicos y demás limitaciones. Estamos seguros de que habrá una “cuarta
ola” antes de que el 40% del país esté vacunado. ¿Por qué apostamos por ese
escenario? Por tres motivos:
- Porque el virus va mutando y sigue sin estar claro que las vacunas hoy en distribución puedan afrontar todas las mutaciones de manera eficaz.
- Porque, en nuestro país, la lentitud en la vacunación, es mayor que en cualquier otro de nuestro ámbito geográfico e, incluso, porque las resistencias a la vacunación pueden hacer que el 40% del país ni esté vacunado, ni quiera vacunarse en el mes de junio, con lo cual tendremos la oportunidad de saber si la tan cacareada “inmunidad de rebaño” existe o es otra ficción.
- Porque cuando se han producido tres oleadas en 12 meses, no hay motivos para pensar que no va a producirse una cuarta y, mucho más, en cuanto empiecen los movimientos internacionales de turistas y los fiestorros poligoneros y chunda-chunda.
Pero, lo que
parece suficientemente claro es que este “segundo año triunfal del Covid”,
va a ser demasiado para este país y para su sociedad. No se trata ya del
cambio impuesto a las costumbres sociales, las limitaciones a los movimientos,
la reducción de las relaciones sociales a la comunicación digital y de meses de
miedo al contagio y de inmovilidad. España tenido en los últimos 30 años una estructura económica suicida,
basada en el turismo y en el ladrillo. Los distintos gobiernos preveían que si
fallaba la construcción, el turismo, con su crecimiento del 5% anual, cubriría
las pérdidas. Por eso nos hemos convertido en el parque temático para el
turismo mundial. Nuestros dirigentes son incapaces de prever otra
estructura económica, más segura, con mayor valor añadido y que sea capaz, sino
de convertir a España en una gran potencia tecnológica, sí al menos de evitar
que, cada vez de manera más acusada, estemos centrifugados a la periferia de
Europa y caracterizados como país de turismo de chancletas, botellón,
porrito y balconing.
Porque, en este
momento, lo cierto es que ni PP, ni PSOE, ni siquiera Vox, han definido la
necesaria transformación en la estructura económica de este país. Lo que
haría necesaria, una mayor
presencia estatal en la industria, una reforma educativa de arriba abajo, cuyos
efectos tardarían en verse entre 10 y 15 años, y una renegociación con la Unión
Europea (incluso una propuesta de reforma de la propia UE, hoy,
visiblemente estancada, superada y convertida en un monstruo burocrático
ininteligible en sus decisiones).
* *
*
Y así están las
cosas. No pinta bien la situación, porque, a fin de cuentas, una cosa es buscar
nuevas formas de gobierno más racionales y sensatas (la presencia de Podemos
nunca fue lo uno ni lo otro) y otra cosa pensar que un cambio de gobierno en el
Estado y lo que salga del parlament de Cataluña, están en condiciones de
rectificar rumbos, establecer programas a largo plazo y resituar a España en el
contexto internacional.
El secretismo
que se está produciendo estos días, así como el hecho de que el asunto de un
irrelevante rapero freaky con evidentes pulsiones sociópata haya ocupado
las páginas de los diarios durante una semana cuando se le ha pedido cumplir
sentencia judicial, indican que la clase política se esta aprestando a un
nuevo “reparto del poder” (esto es, a un nuevo arreglo para mantener a “la
casta” en el poder y realizar nuevos repartos de beneficios). Se logrará “pacificar”
y “estabilizar” la situación política, lo que no se lograrán son “nuevas
políticas”, simplemente porque todos los partícipes en estos cambalaches forman
parte del “viejo orden”, el que empezó a morir con la crisis de 2008 y que ha
acelerado su agonía mundial en el año del Covid.