lunes, 22 de febrero de 2021

ENTRE EL CELIBATO Y LA POLIGAMIA: EL HAREN EVANGELICO

 

¿Quién dijo que la poligamia no es algo que tenga cabida en el cristianismo? De hecho, han sido varias las ramas desgajadas del tronco bíblico que no han tenido el menor problema en aceptar la poligamia. En este artículo vamos a pasar revista a estas opciones, exóticas, pero mucho más próximas de lo que podría pensarse.

Derivado de los términos griegos "poly", mucho, y "gamein", casarse, poligamia indica a aquellos varones que conviven con una pluralidad de esposas. No debe confundirse “poligamia” (que implica convivencia prolongada), con “poliginia” (que es una relación temporal y transitoria de un hombre con sucesivas mujeres). Expulsado de Occidente, la poligamia no se ha resignado a desaparecer; una y otra vez, ha reaparecido en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, su condena es reciente. El Concilio de Trento, lanzó la anatema contra la poligamia en ¡1563! y solo como respuesta a los polígamos anabaptistas de Münster. Con posterioridad han aparecido disidencias religiosas que toleraron este tipo de convivencia y, por lo demás, en África la tarea de los misioneros católicos tiene en la poligamia al principal obstáculo.

ANABAPTISTAS, MORMONES Y ÁFRICANOS

Martín Lutero fue desbordado en vida por aquellos que no lo consideraban suficientemente radical en su crítica al papado y en su propuesta de retorno a la pureza de los Evangelios. El 21 de enero de 1525 en Zúrich, un grupo de exaltados religiosos, hasta ese momento partidarios de Lutero y Zwinglio, se proclamaron en Zúrich disidentes en relación a sus maestros; rechazaban la validez del bautismo católico, proponían que los fieles, una vez llegados a la edad adulta, decidieran por sí mismos si deseaban ser bautizados. A partir de ese momento empiezan a llamarse "anabaptistas"; el sello distintivo de esta nueva iglesia consistirá, pues, en la libre opción ante el bautismo.

En 1535 Juan de Leyde y sus anabaptistas proclamaron la poligamia en Münster. En contrapartida establecieron la pena de muerte para los delitos de adulterio, fornicación (entendida aquí como realización del acto sexual con mujer embarazada), y bigamia femenina.

Como movimiento milenarista que era, el anabaptismo gustaba transgredir las leyes sociales; por lo demás, todo el protestantismo combatió la idea católica del celibato. Tres mujeres por cada hombre fue el promedio alcanzado por este experimento polígamo que apenas se pudo prolongar un año, antes que Münster fuera arrasada.

Sin embargo, el mensaje polígamo de los anabaptistas no se perdió del todo. Jhon Milton lo recuperó tras una desgraciada experiencia matrimonial. El poeta autor de "El paraíso perdido", al igual que los anabaptistas, se apoyó en los textos bíblicos para mostrar como los antiguos patriarcas hebreos practicaban la poligamia. "La práctica de los santos es el mejor intérprete de la ley", sentenció tras preguntarse "¿Quién puede creer que tantos hombres de carácter santo hayan pecado por ignorancia durante tantos siglos?".

Para Milton la poligamia fue solo un ejercicio de imaginación, pero la causa encontró en Johan Leyser su mesías; conocido durante el siglo XVII como el "profeta de la poligamia", escribió varios libros que hoy no pueden sino hacernos sonreír. Para Leyser, el hombre era víctima de los vicios de la mujer; ésta se aprovechaba de la monogamia para acentuar su despotismo: "Ella sabe que su víctima no tiene escapatoria", decía; suponía que con la poligamia los vicios de la mujer decrecerían, especialmente su egolatría y ambición. Por lo demás el poder disponer de varias esposas estimularía la conversión de los paganos y aportaría más riqueza a las familias. Leyser, a pesar de sus razonamientos, no practicó la poligamia; a decir verdad, se mantuvo soltero toda su vida... lo cual no decía mucho en favor de su causa.

Milton, por su parte, jamás se atrevió a publicar en vida sus textos en favor de la poligamia. Solo se difundieron a mediados del siglo XIX, y una nueva secta, derivada de los anabaptistas, los mormones, los utilizaron -al igual que los textos de Leyser- en beneficio propio.

El 29 de agosto de 1852, la "Iglesia de los Santos del Ultimo Día", más conocida como -"iglesia mormona"- proclamaban oficialmente la poligamia. Su líder y fundador, Joseph Smith, la practicaba en secreto desde 1829. Smith, añadió 39 esposas a Emma, su primera cónyuge. Su sucesor, Brigham Young casi le igualó, con 27 esposas. Al extenderse la noticia llegaron nuevos fieles desde Alemania e Inglaterra, gracias a ellos los mormones lograron colonizar Utah, Illinois y Montana, Estados donde aún hoy son socialmente hegemónicos (en 1984 el 76% de los cargos electos en Utah eran mormones).

Esto fue la perdición de Smith. Si durante un tiempo, el aislamiento de Utah, permitió la libre práctica de la poligamia, al poco de ser conocida, Smith y su hermano resultaron detenidos y linchados al día siguiente...

En 1890 la Iglesia mormona abandonó oficialmente la poligamia que sigue manteniéndose en las pequeñas comunidades fundamentalistas del Oeste americano.

El experimento supuso una experiencia única en su género en Occidente. Fuera de los círculos mormones no tuvo repercusión en EE.UU. y parece muy difícil que hubiera sido aceptado más allá de los altos muros de esta confesión religiosa. Las convenciones sociales han impregnado profundamente la sociedad occidental que, al menos nominalmente, es monógama. Algo muy diferente de lo que ocurre en África.

En 1948, una disidencia rodesiana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, proclamó su voluntad de "ayudar a los polígamos a entrar en el cielo". La poligamia es socialmente aceptada y practicada en buena parte del África subsahariana. Allí los misioneros de las diferentes iglesias de origen cristiano, la mayoría de las cuales permanece insensible y crítico ante este fenómeno, se disputan una clientela fundamentalmente polígama. Los Adventistas Disidentes, reconocieron que era muy difícil prescindir de la realidad polígama de África y casi imposible pedir a los conversos que repudiaran a sus esposas, las cuales, por lo demás, quedaban desprotegidas y rechazadas socialmente.

Algo muy diferente de la actitud de Juan Pablo II en sus viajes pastorales a África, durante los cuales nunca pierde ocasión de predicar la imposible monogamia en aquel continente. Durante su visita a Nigeria en 1982 el Santo Padre condenó en bloque la poligamia, el divorcio y el aborto. Su mensaje era ajeno a la realidad socio-cultural africana. En visitas posteriores, exhortó a sus obispos a dar, ellos mismos, ejemplo; pero la poligamia no retrocede ni siquiera entre la iglesia católica africana.

 

EL FUNDAMENTO EVANGELICO DEL MATRIMONIO CATOLICO

El matrimonio fue hasta bien avanzada nuestra era, una simple bendición que recibían los cónyuges de una autoridad superior a ellos, no necesariamente eclesiástica. Fue en el IV Concilio de Letrán -1215- cuando la Iglesia empezó a fijarse en la institución matrimonial. Un siglo después los sacerdotes unían las manos de los esposos como símbolo de su compromiso de vida en común. Nadie pensaba que esa ceremonia fuera a terminar siendo el séptimo y último sacramento.

Las Epístolas de San Pablo constituyeron los fundamentos doctrinales de la actitud de la Iglesia respecto al matrimonio. Para San Pablo el matrimonio es un mal menor, su modelo ideal es la castidad y lo propone en su Primera Epístola a los Corintios: "Bueno es al hombre no tocar mujer" (7: 1) y más adelante "para evitar la fornicación, tenga cada uno su mujer y cada uno su marido" (7: 3). Lo repite una y otra vez: "¿Estás ligado a la mujer? no busques la separación; ¿estás libre de mujer? No busques mujer" (7: 28), frase sobre la que se apoyará la teoría de la indisolubilidad del matrimonio.

Hasta ese momento se creía en la existencia de una relación entre la experiencia erótica y la mística: para atravesar ésta se consideraba preciso ahorrar y acumular energía sexual, y reconducirla luego del terreno erótico hacia el místico. Esto explica el por qué algunos textos místicos -incluidos los de Santa Teresa dentro del catolicismo- rebosan tanta sensualidad y erotismo sagrado. Estas prácticas eran propias de la casta sacerdotal o de aquellas personas que pedían ser iniciados en alguna escuela o cofradía pagana de misterios, en las que frecuentemente se prescribía la castidad solo en determinados períodos. Los iniciados en Eleusis, en los cultos de Apolo en Delfos o en los misterios pitagóricos, laicos la mayoría, pasaban por un período de castidad anterior a la ceremonia de iniciación; concluida ésta terminaba también su celibato.

Con San Pablo y con el catolicismo, el precepto de la castidad, propio hasta ese momento de la casta sacerdotal, fue extendido a toda la población. En cierto sentido se puede decir que San Pablo "democratizó" el precepto de la castidad, esto es, lo hizo extensivo a todos. En este equívoco reside toda la conflictiva actitud del cristianismo en relación a la sexualidad y el erotismoo, que algunos autores han llamado "odio teológico hacia el sexo".

Para justificar el "mal menor" del matrimonio San Pablo recurrió a argumentos que eran patrimonio de las escuelas iniciáticas paganas. Definió el matrimonio como un "Misterio": "dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne. Gran misterio es éste, pero yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia" (Efesios, 5:31-32). En estas palabras se reconoce un eco de la doctrina platónica del andrógino, base de toda la erótica clásica; Pablo tiene por cierto que el matrimonio es un "gran Misterio" y considera que la parte masculina corresponde a Cristo y la femenina a la Iglesia; el gran misterio del matrimonio es la unión de Cristo con su Iglesia, no la del hombre con la mujer como sostenía el mundo clásico...

Lo más curioso es que San Pablo no consideraba necesario el celibato para los clérigos. En la Epístola a Tito (1: 5-6) define las características del presbítero: "Que sean irreprochables -les pide- maridos de una mujer"... y repite el mismo mensaje en la Epístola a Timoteo: "Si alguno desea el episcopado, buena obra desea; pero es preciso que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer" (3: 1-3). Manejando frases como estas, los partidarios de abolir el celibato para los curas, encuentran argumentos de peso...

LA POLIGAMIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Los grandes patriarcas bíblicos eran, sin excepción, polígamos. Siempre que alguna secta cristiana ha buscado argumentos para justificar la opción polígama, ha recurrido a la casuística bíblica. "Sara, la mujer de Abram no tenía hijos -se dice en Génesis, 16: 1-3- pero tenía una esclava egipcia de nombre Agar", así que Sara no dudó en darla por mujer a su propio marido. Las vicisitudes polígamas de Jacob, se resuelven en el Capítulo 29 del Génesis y las de su hermano Esaú en el Capítulo 36, 2: "Esaú tomó sus mujeres de entre las hijas de Canaán". Intuimos poligamia entre los Reyes de Israel y en el judaísmo ortodoxo hasta el siglo IV de nuestra era, cuando los "doctores de la ley" acordaron reprobarlo.

Ninguno de estos precedentes fue considerado por la XXIV Sesión del Concilio de Trento (1563) que amplió los puntos de vista de San Bernardo (siglo XIII) sobre el matrimonio. Hasta las ordenanzas de Blois en el 1579, no se consideraba necesaria la presencia de un sacerdote como testigo de la unión entre hombre y mujer; unión que solo a partir de Trento, fue incorporada como séptimo sacramento, indisoluble y sagrado, y esto tras una larga discusión.

LA HIPOTESIS POLIGAMA, AQUI Y AHORA

G.P. Murdock, un sociólogo norteamericano, tras examinar 558 sociedades, llegó a la conclusión que el 24% practicaban la monogamia, el 75% la poligamia y el 1% la poliandria (una mujer para varios esposos). Las cifras son significativas, aun a pesar de que la mayoría de sociedades estudiadas correspondan al Tercer Mundo. En Tailandia, por ejemplo, país famoso por las cualidades amatorias de sus mujeres, la poligamia es tolerada y lo contrario se considera un esnobismo de importación.

Sin embargo, en Occidente la poligamia es socialmente rechazada. Dos mil años de catolicismo han arrojado la maldición sobre esta práctica transgresora que periódicamente ha ido reapareciendo, especialmente tras guerras devastadoras y en períodos milenaristas.  Al terminar la guerra de los Treinta Años, se autorizó temporalmente la poligamia en Franconia con fines de repoblación.

El periodista Georges Anquetil, en 1920 inspiró en Francia una "Asociación de Polígamos". Anquetil, a la vista de la merma de varones a consecuencia de los cuatro años de Primera Guerra Mundial, consideró que la única forma de repoblar rápidamente el país era abolir el Artículo 340 del Código Penal único obstáculo legal para la poligamia. Su asociación no tuvo gran eco, fuera de la prensa satírica.

Por mucho que choque a nuestra mentalidad moderna, la poligamia, allí donde se ha practicado, incluso en Occidente, no ha causado trastornos profundos, sino todo lo contrario. La experiencia mormona así lo indica: difícilmente encontraremos gentes tan afables, higiénicas, aseadas y unidas en sus familias como los mormones y todo induce a pensar que, en el pasado, cuando la poligamia era ampliamente practicada por otras sociedades, también fue así.

Claro que esta bondad de la poligamia solo es concebible en una sociedad fuertemente religiosa. El jefe mormón Brighan Yong, a pesar de sus 27 esposas, dormía solo y alardeaba de no necesitar mujer, pero tampoco ninguna de ellas parecía discutir las bondades de la poligamia.

Las mujeres mormonas sustituyeron el ideal romántico por el religioso, se convirtieron en muy independientes, en absoluto sometidas a la tiranía de unos maridos patriarcales. En el siglo XIX, Utah -Estado mormón por excelencia- tuvo una mayoría de mujeres médicos, cuando en otros estados apenas podían integrarse en la vida social.

Entre los mormones existe un eco de lo que alguno ha llamado "odio teológico hacia el sexo". La poligamia era la forma en la que los líderes mormones restaban importancia a la sexualidad en las relaciones de la pareja. Así pues, el binomio madre-esposo, perdió importancia ante el madre-hijo. La religión actuaba como contrapeso de los posibles excesos. De hecho, los mormones llamaban a su práctica "matrimonio celeste", mientras que consideraban lo que nosotros entendemos por poligamia como algo promiscuo y vicioso.

Muchos mormones jamás consumaron sus matrimonios múltiples, sus fines eran religiosos, no hedonistas, creían en la pre-existencia del alma y consideraban que las almas que estaban a la espera de ser encarnadas debían contar cuanto antes con cuerpos de recién nacidos. En el fondo, la poligamia mormona y la monogamia de San Pablo tenían un común denominador: reducir la sexualidad a la mera procreación, excluyendo el gozo y el hedonismo. Pero se trata de la única coincidencia.

Es sorprendente que la prédica de Cristo desembocara en corrientes tan contradictorias que defendieran el celibato y la poligamia. Alguien debió entender mal el lenguaje del Nazareno...

[Recuadros fuera de texto]

DONJUANISMO O EL REINO DE LA CANTIDAD

El mito de Don Juan, el "gran burlador", tiene poco que ver con la poligamia. Don Juan es el hombre que intenta hacer el amor con cuantas mujeres pueda porque es incapaz de comprender el amor de una mujer. Entender a Don Juan supone sumergirse en el "reino de la cantidad". A pesar de su aspecto hedonista y orgiástico, la imagen de Don Juan tiene un trasfondo dramático: busca, pero no encuentra. El acceso al verdadero amor le permanecerá siempre vedado.

La poligamia implica compartir simultáneamente vida matrimonial con una multiplicidad de esposas; no tiene nada que ver con el adulterio o la "poliginia", término que, objetivamente excluye relación estable y codificada.

La insolencia iconoclasta de Don Juan tiene su contrapartida en las concepciones místicas y religiosas que encontramos tras las sectas polígamas. Mientras Don Juan busca el verdadero amor en la multiplicidad de formas femeninas, los polígamos, aceptan tal multiplicidad como un servicio al dios único al que quieren servir. 

 

LA POLIGAMIA EN EL HINDUISMO Y EL ISLAM

El islam admite una forma atenuada de poligamia. Ahora bien, no hay que confundir esta poligamia con la institución de los harenes.

La poligamia se basa en varios versículos del Corán: "Podéis esposar a dos o tres o cuatro mujeres que os gusten (...) Pero si teméis no poder ser equitativos, entonces esposad solo a una" (IV, 3). Paralelamente a esta poligamia se recomienda contención y pudor, hasta el punto que la fornicación es uno de los delitos más duramente castigados por la ley coránica: "La fornicación y el fornicador, dadle a cada uno 100 azotes y no tengáis compasión por su suerte" (XXIV, 2). Se entiende aquí por "fornicación" -el término árabe "çina"- la relación sexual entre un hombre y una mujer no unidos por el matrimonio. El adulterio -relación sexual con o entre personas unidas a terceros por vínculos matrimoniales- se considera una agravación del delito de fornicación.

El concepto del "harén" tiene un carácter completamente diferente. La palabra "harén" quiere decir en árabe, "sagrado" o "inviolable". No pueden entrar hombres, salvo los parientes más próximos y no en la totalidad de las estancias. El "harén" está más próximo del concepto de monacato femenino que de la poligamia. Si comparásemos la institución del "harén" con algún equivalente occidental, forzosamente lo deberíamos hacer con los conventos femeninos.

Existe una similitud entre estos conceptos y los del hinduismo ortodoxo:  las castas "serviles" están obligadas a la monogamia (no disponen de medios para mantener varias mujeres), a los comerciantes -"vaishas"- se les permiten dos; la casta guerrera -"kshatryas"- hasta tres y la casta superior de los "brahamanes" se les reconoce el privilegio de cuatro. El lugar donde residen las mujeres, el equivalente al harén, se llama "zanana" y dispone de idéntico carácter sagrado.

 

EL MAGMA DE LAS SECTAS DESTRUCTIVAS

Lo que en la actualidad se conoce como "sectas destructivas", -aquellas que tienden a desestructurar la personalidad del sujeto- aun cuando no reconocen la poligamia, suelen practicarla, en especial sus líderes. Tal es una de las características de este tipo de sectas: la despersonalización de los sujetos llega hasta el extremo de aceptar los requerimientos del líder sin ningún tipo de resistencia.

El "reverendo" Jim Jones, suicidado junto a casi un millar de sus partidarios en Guyana, estaba aquejado de una neurosis de base sexual. Solía decir en el púlpito que sufría la maldición de tener el pene más grande del mundo, algo que la autopsia posterior desmentiría con creces; tenía derecho a elegir cuantas mujeres de la comunidad deseara para su uso y disfrute... Se sabe cómo terminó su loca carrera.

Daniel Berg, más conocido como "Moisés David", inspirador de los "Niños de Dios", inducía a la prostitución a sus adeptas, siendo él su primer beneficiario. Estaba convencido de ser un "líder sexi" -y así lo escribió en sus folletos-; terminó sus días en Libia. Su presencia allí sirvió para que los enemigos de Ghadaffi aseguraran que facilitaba chicas jóvenes a los servicios secretos y al propio presidente para operaciones de chantaje.

En cuanto a las sectas de procedencia hindú, sus gurús, desde Bagawan, hasta Satayananda, pasando por Maharishi y hasta llegar a sus émulos españoles -Raschimura y CEIS- han adoptado idénticas formas de comportamiento.

Mas que poligamia -que implica una estabilidad de las relaciones- estamos ante casos de "poliginia": relación temporal y transitoria de un hombre con sucesivas mujeres.