Ayer recibí los últimos envíos de “propaganda electoral”, mezclados con publicidad de supers, con la de un tipo que hace “trabajos de magia”, y con la de un cerrajero. En total ocho candidaturas electorales. Dado que no he visto la publicidad electoral en televisión y que evito los programas de radio que no difundan en las ondas música clásica o relajante mientras trabajo, me temo que estos envíos de publicidad electoral es mi único contacto con estas elecciones. Ya he dicho que me siento “apolítico”, esto es distante, pero no apático, en relación a la política. Vale la pena examinar lo que nos comunican estas ocho formaciones políticas.
Lo primero que
llama la atención es que todas las candidaturas, salvo Vox, colocan, como
mínimo a un apellido de solera islámica en la candidatura. Bien es cierto
que, la mayoría están en lugares en los que ni la ayuda de Alá sería suficiente
para que salieran elegidos, pero en unos pocos casos están en lugares de los
que se puede estar seguro de que, en los próximos cuatro años, vivirán del no
despreciable sueldo de diputado del parlament catalán.
¿Cuánto
sueldo es éste? 59.000 euros al año, más una cantidad variable que oscila entre
1.500 y 2.000 euros al mes como dietas, según kilometraje (con un mínimo de
18.625 euros anuales mínimos y sin necesidad de detallar los desplazamientos
realizados). Por supuesto, si el diputado tiene alguna responsabilidad -ser
portavoz en alguna comisión- su sueldo supera al sueldo “oficial” de los
ministros y del capo del gobierno del Estado. En cuanto a los miembros de la “mesa
del parlament” y al “president del parlamento”, su sueldo alcanza 157.261 euros
más los complementos de kilometraje (aunque no se muevan del parque de la
Ciudadela).
Se entiende que
los apellidos árabes, que figuran en cabeza en toda la UE como aspiradora de
recursos sociales, se preocupen también de estar en las listas electorales a
ver lo que pillan… Ahora bien, el PP coloca a su primer apellido árabe en el
lugar 20 de la lista. Ciudadanos, lo coloca en el puesto 23. Y, Vox, como hemos
dicho, es la única lista en la que no aparecen apellidos “muslimes” (o
presuntos tales). Así que podemos establecer que no habrá en ese sector del
arco parlamentario -el “constitucionalista” o “estatalista”- nadie con ese
origen.
Luego está la
izquierda en la que encontramos un Fouan Ahmad en la lista socialista, ocupando
el número 27 y otro apellido musulmán en la de En Comú Podem en el puesto 18,
hasta ahora el mejor situado para obtener escaño. Hay que recordar que el
PSC fue el primer partido en incorporar, ya en los años 90 a un musulmán en sus
listas. Me contaron una anécdota al respecto. Un buen día, en e l local del PSC
de Barcelona, apareció un paquistaní que se quería afiliar al partido. Era el
primero y le recibieron como correspondía, con todos los honores. Al día
siguiente volvió y dijo si podía afiliar a otros 400 paquistaníes. La dirección
del PSC (era el período de Obiols) se inquietaron: con esos niveles de
afiliación, serían los paquistaníes y no ellos los que dirigirían el PSC en
Barcelona. Así que declinaron la oferta. Sigamos con los indepes.
Las tres
candidaturas del sector nacionalista-indepe, Junts per Catalunya, CUP y ERC,
resultan sorprendentes, porque dos de ellas -CUP y ERC sitúan apellidos árabes
en posiciones en las que seguramente saldrán elegidos diputados. En la CUP
(que para la ocasión se ha hecho bautizar Cantidatura d’Unitat Popular – Un nou
cicle per guanyar) la quinta posición de la lista por Barcelona está ocupada
por un nombre con poca raigambre catalana y en la de ERC, los puestos 4 y 9
están ocupados por dos nombres de origen, mujer y hombre, respectivamente, que
ya habían sido diputados en la anterior legislatura. La mujer es Najat
Driouech Ben Moussa, ataviada con el tradicional y piadoso velo islámico
(ella lo justifica con toda la razón del mundo: “tengo el derecho a la
diferencia, exactamente igual que si una compañera decide ir vestida de rosa”).
Nació en Marruecos en 1981 y es filóloga. En cuanto al varón en la casilla 9,
se trata de Chakir El Homrani, de origen marroquí, aunque nacido en
Barcelona. Estudió sociología y, fue elegido concejal de Granollers en 2015 y
luego en 2018, tras la renuncia de tres mujeres que estaban antes en la lista,
ocupó su escaño en el parlament, siendo designado luego conseller de trabajo.
Ahora, El Homrani está situado en una lista en la que puede estar seguro de que
ninguna mujer tendrá que dimitir para dejarle paso. En la misma lista de ERC
encontramos a otros candidatos con los apellidos de resonancia musulmana en los
puestos 36, 49, sin esperanzas de salir elegidos.
Así pues, la primera
observación que puede hacerse es que: cuanto más nacionalista e indepe es
una lista, mejor situado está el candidato con resonancias musulmanas (con
todo, hay que hacer constar que es posible que algunos nombres sean musulmanes
de origen, pero no de fe, aunque no es el caso de Najat Driouech cuya fe se
expresa explícitamente en su atuendo). A pesar de que los partidos estatalistas
y los de la izquierda tengan a gala sus diferencias, lo cierto es que, en la
práctica, han colocado a los candidatos de apellidos musulmanes, más o menos en
las mismas posiciones (puesto 27 el PSC, puesto 18 En Comú Podem, puesto 20
el PP y puesto 23 Cs). Del 18 al 24 apenas median 5 lugares, siendo la media el
puesto 23.
Está claro que en
estos casos figuras en puestos “difíciles” en los que no está claro si saldrán
elegidos o no. Pero, lo más sorprendente es que los partidos nacionalistas
que, en realidad, deberían ser los más fieles defensores de la tradición
catalana y de las señas de identidad de esta tierra, son los que han colocado a
los apellidos musulmanes en lugares en los que sí saldrán elegidos (al
menos, los de CUP-G y, sobre todo, los de ERC), mientras que JuntsxCat tiene en
las profundidades de la lista (puesto 30). Se trata de una jurista que entró en
el parlament en la anterior legislatura al renunciar Clara Ponsati (en Waterloo)
y que era alto cargo de la UNESCO en Cataluña (directora de “departamento de
drets humans i diversidad cultural”).
Claro está que existen
otras muchas candidaturas que se han presentado a las elecciones catalanas
(Familia y Vida, por ejemplo y cuatro o cinco candidaturas más de carácter
independentista, un par de izquierda comunista clásica y otras dos tipos new
age, de animalistas, ecolocos y demás). En vano buscaríamos nombres de
resonancias musulmanas.
Todo lo cual
lleva a algunas conclusiones:
- Solamente los partidos con
posibilidades de obtener diputados (salvo Vox) han incorporado a musulmanes.
- Ya sea por desinterés o porque
los partidos minoritarios no tienen contactos con musulmanes, o porque estos se
mantienen alejados de los partidos sin posibilidades de obtener representación,
el hecho es que solamente están presentes en los partidos mayoritarios.
- La presencia de islamistas
responde al cambio demográfico que se ha operado en Catalunya desde mediados de
los 90. En la actualidad son casi 600.000 (la mitad que en Madrid). Los partidos
mayoritarios deben contar necesariamente con esta clientela electoral.
- A pesar de eso, lo cierto es
que la comunidad islámica -como, por lo demás, el resto de ciudadanos- por
estas elecciones y es una constante el no tener interés por lo que ocurre o
puede ocurrir en el país de residencia (que no de origen). Su corazón -y es
comprensible- está en otros lugares.
- ERC, además de “encarnación
de las esencias de la catalanidad”, aspira, paradójicamente, a ser el partido “de
los islamistas catalanes” (en realidad el Islam tiene vocación universal y
nada más lejos de la realidad pensar en que existe un “islam catalán”, hasta
ayer, la única relación de Cataluña con el Islam fue la ocupación islámica de
la Edad Media y los piratas berberiscos que asolaron las costas catalanas hasta
el siglo XVIII).
- Ningún partido ha cuestionado si
los 600.000 islamistas residentes en Cataluña están o no “integrados”, ni se ha permitido opinar sobre si se trata de
la comunidad más subsidiada de todas las que conforman el mosaico catalán.
Pero esto último
atañe ya al análisis de los programas electorales que abordaremos antes de la “jornada
de reflexión” (¿alguien “reflexiona” en esa jornada sobre su voto?)