sábado, 14 de noviembre de 2020

Albiñana y su Partido Nacionalista Español (3 de 7). ALBIÑANA ENTRE LAS TORMENTAS DE LA REPÚBLICA

El 20 de abril de 1932, a poco de la fundación del PNE, Ramiro de Maeztu publicó un artículo en ABC titulado El milagro Hitler, en el que trazaba un paralelismo entre Hitler y Albiñana por un lado y el general Primo de Rivera e Hindenburg por otro, lamentando que durante la dictadura no se hubiera organizado algo parecido al NSDAP (1). Quince días después, Albiñana contestó en las mismas columnas de ABC a Maeztu en un artículo titulado Cosechando triunfos, el camarada Hitler, lo que indica que en ese momento, todavía albergaba la idea de convertirse en el jefe del “fascismo español”. Albiñana aprovechaba para pedir apoyo económico a su iniciativa (“Venga ese apoyo económico que en España sobran patriotas para defenderla”). Poco tiempo después, el propio Maeztu dio una conferencia en el Centro Nacionalista sobre Los principios del nacionalismo español (que, dijo, no eran otros que los de “Religión, Patria y Monarquía”).

Al instaurarse la República, las nuevas autoridades acometen la concienzuda labor de desarticulación del PNE que quedará prácticamente desintegrado hasta febrero de 1932 cuando Albiñana logró relanzarlo. En agosto se producirá la “sanjurjada” en la que sus militantes participarán que acarrearán nuevos problemas judiciales a Albiñana. Cuando retorne nuevamente a Madrid, la carrera por liderar al “fascismo español” se había in iniciado sin él. Estaba en desventaja ante José Antonio (al tener menor relevancia social que él) y ante Ramiro Ledesma (cuya capacidad teórica era muy superior). Poco a poco, entendió que si quería seguir en política no podía ser un émulo del Duce ni aspirar a cubrir un espacio político que otros mejor dotados que él estaban ya cubriendo, así que optó por refugiarse en Castilla la Vieja, concretamente en Burgos, transformando lo que en principio era un partido situado en el “área” fascista, a un partido del “área” de la “derecha radical”, agrario, ultracatólico y corporativo (2).

Durante su confinamiento en Las Hurdes había sido visitado por un grupo de exponentes de la derecha local a los que sedujo y que le propusieron presentarse como candidato nacionalista por esa provincia. Albiñana aceptó y a partir de ahí se desarrolló su organización basada en un sólido trabajo en el parlamento y en un activismo callejero constante. Destacadas personalidades de la política burgalesa militaron en el PNE: el padre Bonifacio Zamora, José Mª Zugazaga (luego integrado en el aparato de propaganda franquista), Adolfo Arenaza (jefe de los Legionarios de España), Puente Careaga, el conde de Castilfalé, Ibáñez de Aldecoa, junto a Sancho Jaraute, jefe del Centro Nacionalista y junto con Rodríguez de Valcárcel pasados a Falange Española; el resto siguieron el mismo recorrido o se orientaron hacia el tradicionalismo (3).

Durante la II República española se integró en las coaliciones derechistas que le aseguraron un escaño por la provincia de Burgos desde el 14 de diciembre de 1933 hasta su asesinado el 23 de agosto de 1936.  Este hecho hace que habitualmente su gestión haya sido considerada como al servicio de la “oligarquía agraria y terrateniente” (4). Fue un diputado combativo y con tendencia a plantear tanto problemas propios de su distrito electoral como grandes cuestiones nacionales relativas al déficit de infraestructuras y a corregir los problemas de la más que deficiente sanidad española de la época, o bien solía prodigar ataques al laicismo y al separatismo (5).

Burgos fue, desde luego, la provincia “albiñanista” por excelencia. El PNE tenía instalado el Centro Nacionalista Español en la calle Benito Gutiérrez. Su primer presidente fue Florentino Martínez Mata que, como hemos visto, terminaría integrándose en Falange Española, siendo sucedido por Manuel Sancho Jaraute.

El 19 de noviembre de 1933 estaban convocadas las elecciones municipales en Burgos, y con arreglo a la Ley 27 de julio de este mismo año, se posibilitó una segunda votación para el 3 de diciembre. Tras la primera votación salieron los siguientes candidatos: José Martínez de Velasco y Escolar (84.46 votos), Tomás Alonso de Armiño y Calleja (72.573 votos), Ramón de la Cuesta y Jacobo de la Torre (70.405 votos), Francisco Estévanez Rodríguez (68.037) y Aurelio Gómez González (62.862 votos). Todos ellos del partido Agrario. En las segundas votaciones del 3 de septiembre quedaron proclamados los siguientes candidatos: Ángel García Bedoya (partido Agrario, 25.589 votos) y José María Albiñana Sanz que recogió la no desdeñable cifra de 34.946 votos (6). En las elecciones siguientes, en febrero de 1936, mejoró este resultado en la misma provincia obteniendo 64.904 votos encabezando la candidatura Frente Nacional Contra Revolucionario de la Unión de Derechas. Un simple repaso de los resultados electorales pone de relieve que los albiñanistas crecieron extraordinariamente a lo largo de su segunda legislatura en muchísimos pueblos de la provincia de Burgos... En Aranda se pasó de 57 a 274 votos; en Gumiel de Izán de 77 a 449; en Belorado de 13 a 302; de 9 a 371 en Santa María del Campo... (7)

En Navarra, los albiñanistas se unieron a los falangistas y a los carlistas en la sublevación y estuvieron presentes desde los primeros momentos tal como explica García Serrano, lo que implica que en esa provincia tuvieron presencia y estuvieron en condiciones de disponer de un pequeño espacio político.

Los militantes madrileños, por su parte, desaparecieron en los agitados días que siguieron al 17 de julio y es de suponer que aportaron su cuota de fusilados y represaliados; en la capital, en efecto, seguían teniendo una presencia que se iba empequeñeciendo a medida que entre febrero de 1936 y julio del mismo año Falange Española, en clandestinidad, amplió extraordinariamente su influencia especialmente entre los jóvenes recibiendo en especial a contingentes de las Juventudes de Acción Popular pero también de otras formaciones minoritarias.

En Barcelona, existía antes de la guerra un Centro Nacionalista Español que seguía actuando junto con la Peña Deportiva Ibérica, los hinchas del R.C.D. Español a los que ya nos hemos referido ampliamente. De todas formas, en la ciudad condal tantos los militantes albiñanistas como los falangistas apenas agrupaban en total a algo más de un centenar de miembros.

Así mismo, en Bilbao los nacionalistas de Albiñana se habían hecho notar desde principios de los años 30 hasta el punto de que en enero de 1931 se abrió un Centro Nacionalista Español en es localidad y Albiñana pudo presentar su manifiesto. Al ser clausurado el Centro, se camufló hasta mayo de 1932 en el Club Alpino Laurak-Bat. Pero la competencia con los monárquicos de otras tendencias (Juventud Monárquica, Juventudes Tradicionalistas) o bien con los falangistas fue dura y nunca permitió que el núcleo albiñanista superara unas pocas decenas de afiliados. Entre sus dirigentes vascos se encontraba Rafael Vierna y Urquijo, campeón automovilístico, miembro de la conocida familia de los Urquijo (lo que permite a la Auñamendi Eusko Entziklopedia (8) afirmar que el PNE estuvo “enlazado con las élites políticas tradicionales”) gracias al que pudieron abrir un nuevo local en 1935 con la presencia en el acto de inauguración del propio doctor Albiñana y siendo el jefe local de la organización bilbaína el abogado Enrique Iruegas.

También en Cantabria existió un Centro Nacionalista Español (9) y un grupo de albiñanistas que dieron que hablar especialmente en la primera mitad de los años 30. Al parecer antes de 1932 ya existía este centro y esta delegación nacionalista. Sus miembros procedían de la pequeña burguesía y del artesanado urbano. Albiñana, que colaboraba en la publicación carlista Gil Blas, tenía también partidarios y era muy conocido en el ambiente tradicionalista. No existía en la provincia un liderazgo consolidado, si bien se movían bajo la protección de Sainz Rodríguez y Fuentes Pila. Tras la “sanjurjada” las actividades nacionalistas fueron prohibidas en Cantabria y no sería sino hasta 1933 cuando El Diario Montañés prestó de nuevo atención al PNE diciendo de él que “exhibe su bandera de combate bravamente cristiana y de derechas, llena de juventud y de bélico entusiasmo”, afirmando que “ha sabido conquistar el ánimo de las juventudes sanas de la provincia” y añadiendo, finalmente, que “constituye un centro de indudable pujanza”. Pero, la verdad es que parece que no tuvieron tanta actividad provincial y esta se limitó solamente a la organización de una Unión Gremial Española, creada en el verano de 1933 y que permitió burlar la prohibición que pesaba sobre el PNE.

También queda constancia de la existencia de otro núcleo albiñanista de cierta importancia en Orihuela (10) (Murcia) que tenía cierta influencia sobre el semanario El pueblo de Orihuela frecuentemente enzarzado en agrias polémicas con el otro medio local, Renacer, de carácter socialista fundado en 1928. El segundo calificaba al primero de “órgano u organillo de la troupe albiñanista local”. Los otros respondieron con idéntica virulencia. No se trataba de un semanario enteramente albiñanista, sino que en sus columnas coincidían miembros de las distintas derechas. A los albiñanistas les dejaban dos o tres páginas para que colocaran sus artículos de opinión. El núcleo debió extinguirse antes de la guerra civil porque a partir de 1932 ya no hay noticias suyas ni siquiera en los medios locales

En definitiva, el PNE estuvo presente en buena parte de España contando con pequeños grupos de activistas, pero solamente contó con una provincia-bastión, Burgos, debido especialmente al conservadurismo propio de esa zona, pero también gracias a la actividad parlamentaria del propio Albiñana que, a pesar de haber nacido valenciano, se identificó con los problemas de la áspera meseta castellana y se convirtió en su gran defensor.

NOTAS A PIE DE PÁGINA

(1) Cfr. Maeztu: Biografía de un nacionalista español, Pedro Carlos González Cuevas, Editorial Marcial Pons, Ediciones de la Historia, Madrid 2003, pág. 284.

(2) Eduardo González Calleja, Precursores y falsos profetas, Revista de Historia Contemporánea – 11, Artículo: Camisas de fuerza, fascismo y paramilitarización, págs. 56-58, http://www.historiacontemporanea.ehu.es/s0021-con/es/contenidos/boletin_revista/00021_revista_hc11/es_revista/adjuntos/11_04.pdf

(3) Cfr. Capital de la Cruzada: Burgos durante la Guerra Civil, Luis Castro Berrojo, Editorial Crítica, Barcelona 2006, pág. 32.

(4) Parece, sin embargo, que se preocupó por sus electores y que defendió activamente los intereses de la provincia de la que era representante. Se mencionan algunas de las iniciativas que tuvo para mejorar la situación de sus vecinos: Rectificación legal del funcionamiento de la Compañía de Aguas de Burgos, instalación de teléfono en Villarcayo y Medina de Pomar, creación del Aeropuerto de Burgos, consiguiendo una importante subvención, etc (María Concepción Marcos del Olmo, La Segunda República en Burgos, en Historia de Burgos, Diario16 de Burgos, 1993.). Uno de los proyectos más interesantes que apoyó Albiñana fue la proposición de ley firmada el 28 de mayo de 1935 por un grupo de diputados de la derecha entre los que se encontraba él, destinado a proteger y promover un “cine español” (Historia Social Del Cine en España, Emeterio Díez Puertas, Editorial Fundamentos, Madrid 2003, pág. 66).

(5) Cfr. Entre otras intervenciones, Albiñana participo en la sesión La burguesía catalana ante la II República española: El triunfo de Wagner sobre Verdi, Bernat Muniesa, Capítulo VI La “rebeldía catalana” en el parlamento español, sesión del 4 de julio, pág. 184. Se reproduce la intervención completa de Albiñana en esa ocasión que supone una de sus típicas soflamas anticatalanistas aludiendo incluso a “bandoleros al servicio de la Generalitat” que actuaron en la revuelta del 6 de febrero de 1934. También trono contra la abolición de la festividad de la Inmaculada Concepción y, por supuesto, contra la ley del divorcio de la República, de la que, por lo demás, él fue uno de los primeros usuarios

(6) http://alerce.pntic.mec.es/~pong0000/33-burgos.htm

(7) Luis Palacios Bañuelos, Elecciones en Burgos 1931-1936. El Partido Nacionalista Español, Publicaciones de la Cátedra de Historia Contemporánea de España. Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 476.

(8) Auñamendi Eusko Entziklopedia, Bernardo Estornés Lasa Fondoa, artículo: Partido Nacionalista Español de Bilbao, http://www.euskomedia.org/aunamendi/109789

(9) Los datos sobre el PNE en Cantabria han sido extraídos en su totalidad de De la Resistencia a la Reacción: Las Derechas Frente a la Segunda República (1931-1936), Julián Sanz Hoya, Universidad de Cantabria, Santander 2006, pág. 144-145.

(10)  Los datos sobre el albiñanismo en Orihuela han sido extraídos de El oficio de poeta. Miguel Hernández, Eutimio Martín, capítulo: Una doble concesión a la literatura en panocho,  Editorial Aguilar, Madrid 2010, págs. 57-60

Albiñana y su Partido Nacionalista Español (1 de 7)

Albiñana y su Partido Nacionalista Español (2 de 7)

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