domingo, 23 de diciembre de 2018

365 QUEJÍOS (227) – PRIORIDAD NACIONAL: LIQUIDAR AL PSOE


La democracia española ha tenido un verdadero cáncer desde 1977: el PSOE. Prácticamente, hasta el 21 de noviembre de 1975 el PSOE no tuvo existencia real. Era una entelequia formada por un grupo de vascos despistados en torno a Nicolas Redondo, a un grupo de catalanes divididos en varias sectas algunos de los cuales (la Federación Catalana y el PSC-Reagrupament) que se habían formado en la masonería durante el exilio y, para terminar, unos jóvenes andaluces de pana y barba al estilo de la época. Eso y el grupo de masones en el exilio en torno a Rodolfo Llopis que respondían a la sigla PSOE (histórico), era todo lo que el PSOE podía movilizar.

UN PARTIDO CONSTRUIDO A GOLPES DE MARCOS ALEMANES

La socialdemocracia alemana, en 1974, valorando las posibilidades del socialismo español en un futuro marco democrático, tuvo claro que había que apostar por el grupo andaluz: era el que más se adaptaba a su diseño, no en la ideología, sino en su sumisión perruna: con lanzarles un hueso, lo roerían y se pondrían al servicio de quienes se lo habían lanzado. El hueso lo lanzó la Fundación Ebert y el hueso tuvo forma de cientos de millones de marcos de la época. Así se construyó, marco a marco, el PSOE y la UGT (todavía más esquelética que el partido-madre). A la vuelta de año y medio, las siglas PSOE empezaron a competir con las del entonces todopoderoso PCE que había cargado a sus espaldas con la parte más importante de las movilizaciones durante el franquismo. Entre 1976 y 1978 fueron a confluir a la sigla PSOE lo más oportunista y desaprensivo del panorama político español. En 1979, cuando las paredes de toda España se cubrieron con carteles que celebraban los “100 años de honradez” desde que se fundó el PSOE, los comunistas contestaran: “…y 40 años de vacaciones. Quedaban todavía los siguientes 40 años de corruptelas.



El gran hallazgo de los socialistas en la transición fue reinventarse como partido, contar con un grupo de historiadores que reelaborara su patética y lamentable historia desde los años de la República y que se olvidarán sus metidas de pata continua que llevaron, una tras otra, a la situación que desencadenó la guerra civil. Todo fuera en nombre del anti-fascismo. Luego, la propia actitud del partido nos dio la razón a los que pensábamos que “en democracia”, los intereses de los partidos están por delante del interés general y que el interés único de un partido es llegar al poder, a codazos y utilizando cualquier método: en los últimos años de la transición, entre 1980 y 1983, el PSOE se propuso llegar al poder como fuera. Tenía hambre atrasada. En el fondo, puede pensarse que los pactos de la transición consistieron en que después de los 40 años de gobierno de la derecha, ahora le tocaba a la izquierda socialista tener las riendas. A los 100 días de subir al poder con una mayoría absoluta conseguida, entre otras lindezas, con las consignas de “despenalización de la droga” (de 1983 a 1986 tuvo lugar la primera oleada de toxicomanía en nuestro país), de “OTAN, de entrada, NO” (dos años después España entraría en la OTAN de la mano del PSOE) y de “Somos Europa” (el acuerdo que negoció González con la UE está en el origen del desastre económico español), el socialismo español ya iniciaba su cadena de abusos y desmanes expropiando RUMASA y repartiéndosela entre los amigos.

A Felipe le sustituyó Aznar que remató la faena económica sentando las bases para la gran crisis de 2008-10, nos metió aún más, no ya en la OTAN sino en comer de la mano de su amigo George W. Bush con su presencia en la bochornosa cumbre de las Azores y, sobre todo, abrió la puerta a la inmigración (el PSOE había dictado una nueva ley de inmigración que contribuyó a “islamizar” Ceuta y Melilla especialmente). Aznar lo hizo procurando no llamar la atención, porque, ya en 1996, y no digamos en 1999, el verdadero motor de las propuestas pro-inmigracionistas, fue el PSOE, que luego, al llegar ZP al poder, abrió las puertas a la inmigración de par en paz. Lo mismo que ha hecho ahora Pedro Sánchez.

SAMI NAIR COMO SÍNTOMA DEL INMIGRACIONISMO SOCIALISTA

Si decidimos hablar de todo esto hoy es por la noticia que ha aparecido en los medios de que Sami Nair va a esta presente “en un puesto destacado” en la lista del PSOE a las próximas elecciones europeas.  Sami Nair es argelino de origen, ha sido diputado europeo entre 1999 y 2004 y es uno de los profetas del inmigracionismo. Obviamente, en Francia, Sami Nair ya no es un candidato con posibilidades de ser elegido. Vive, a todo esto, en París. Allí, cualquiera que llame a una mayor inmigración en Europa corre el riesgo de no ser votado ni siquiera por los propios inmigrantes que son conscientes de que una mayor inmigración puede comprometer incluso su propia posición.
En Alemania, bastantes problemas tiene la socialdemocracia para incluir a un argelino y, por lo demás, la inmigración en ese país es mayoritariamente turca. ¿En Italia? Ni pensarlo: daría armas a los anti-inmigracionistas que ya gestionan el poder. En el Reino Unido tampoco hay hueco para él: allí, los que parten el bacalao son indostánicos, no argelinos. Así pues, sólo queda España como última posibilidad para que este individuo (que decía hace unos años que no hay mucha inmigración en Europa… sólo que, como son diferentes, se les nota más ¡menuda tesis del “catedrático de ciencias políticas, sociólogo y filósofo” francés!).



Esto y la devoción estúpida con la que Sánchez ha votado a favor de la propuesta de la Cumbre de Marrakech tendente a que el “derecho a la inmigración” fuera considerado como un nuevo “derecho humano”, describen cuál es el ÚNICO INTERÉS DEL PSOE en este momento, además de seguir abrevando en las arcas del Estado: ser los últimos mohicanos en Europa del inmigracionismo (incluso buena parte de la izquierda alemana está reconsiderando su posición en la materia, a la vista de que la actitud inmigracionista es lo que ha favorecido el abandono de la izquierda europea por parte de su electorado tradicional).

Porque el PSOE, hoy, ya no tiene ningún eslogan electoral, ninguna propuesta, nada que ofrecer salvo INMIGRACIONISMO, INMIGRACIONISMO Y MÁS INMIGRACIONISMO. Eso es lo que ha quedado del programa de Pablo Iglesias 140 años después. Si Sami Nair tiene prisa por ser elegido diputado europeo en las listas del PSOE es porque la “excepción española” hacía que, en ningún país de Europa, salvo aquí, existiera una protesta organizada contra la inmigración. Si un Gran Timonel del inmigracionismo, un ayatolah de la multiculturalidad y un gran conductor de la izquierda hacia el precipicio de las “migraciones masivas”, podía diputado es, precisamente, por España. Hasta ahora…

PSOE: PRINCIPAL ENEMIGO A BATIR

El esquema de la política europea registra el hundimiento de la socialdemocracia y la desaparición del socialismo. Éste último ha quedado como patrimonio de formaciones caóticas, la “izquierda de toda la vida”, mientras que la socialdemocracia, incapaz de responder a la crisis económica de 2008, ha adoptado como ideología de sustitución el mundialismo universalista predicado por la UNESCO: la ideología de los “derechos humanos”, de la multiculturalidad, el mestizaje, la inmigración masiva y la “ingeniería social” (más empanaos por el porro, desaparición de todo tipo de identidad, incluida la identidad sexual, odio hacia cualquier estructura tradicional en Europa, especialmente, la familia y la Iglesia, pero, paradójicamente, exaltar el islam, las ideologías de género y el progresismo más extremo. Pues bien, éste socialismo es el PRINCIPAL ENEMIGO A ABATIR EN ESPAÑA.

Después de su arranque como “movimiento de los indignados”, Podemos se ha convertido en una triste irrisión que difícilmente volverá a alcanzar los resultados que obtuvo en la actual legislatura y con unos resultados que inevitablemente remitirán en las próximas municipales. La “nueva izquierda” es, solamente, un poco más radical que el PSOE pero comparte absolutamente todos sus postulados, gestos y actitudes, sin excepción.

El drama de la izquierda europea desde los años 70 ha consistido en considerar a los inmigrantes como clase social de sustitución que llenará el hueco dejado por la clase obrera europea (disminuida en su número por la globalización y la deslocalización industrial y que no está dispuesta a la competencia de la inmigración siempre dispuesta a trabajar por menos… entre otras cosas, porque se trata de un grupo social ultrasubvencionado). Y el drama de la izquierda es que la inmigración -salvo pequeños grupos de oportunistas aislados de sus propias comunidades- no se ha integrado ni en sus formaciones, ni en la política europea. Su corazón, su cultura, su cerebro siguen en los horizontes de origen. Lo único que les interesa de Europa son los subsidios. Nada más. Eso ha hecho que la izquierda se quedara, cada vez más, sin baso social. Tanto en Francia como en Italia y en el Reino Unido, incluso en Alemania, grupos sociales que en otro tiempo, votaban a la izquierda, se han decantado masivamente hacia las opciones “populistas”.  En España, hasta ahora, no se ha producido el mismo fenómeno.

Pero, de todos los partidos socialdemócratas europeos, el PSOE es, sin duda, el que ha llevado a cabo políticas más corruptas y nefandas para su país. Cabe preguntarse porque no se ha producido el hundimiento de esta sigla y solamente una bajada lenta pero constante (en las últimas elecciones el PSOE recibió la mitad de votos que en las de 2008). La respuesta está en que nunca ha existido en España, hasta ahora, una formación populista y transversal con capacidad suficiente para atraer el voto socialista, “nacionalizarlo”, reorientarlo y convertirlo en fuerza anti-inmigración. En España, por supuesto, no hay esperanzas de que el PSOE desande lo andado como algunos sectores de la izquierda europea: desde hace mucho, para los militantes del PSOE la inmigración es un “derecho humano”, intocable, inalienable y ninguna medida puede aplicarse para reducirlo o paliarlo. Es otro de los dogmas socialistas como la multiculturalidad o la ideología de género o la despenalización de las drogas.

LA INERCIA PERSONIFICADA O EL “PARTIDO PASMAROTE” (PP)

Solamente la historia podrá reconstruir el acta de acusación contra el PSOE de la democracia. Porque esta sigla es, sin duda, la que más ha trabajado para situar a nuestro país ante el abismo. De hecho, la languidez y la falta de nervio del conservadurismo español ha hecho que cualquier paso adelante del PSOE en la ruta de la desintegración nacional, haya sido intocable: nunca el PP ha tratado de dar marchad atrás a los desmanes cometidos por el PSOE. Si el PP puede definirse de alguna manera es como “Partido Pasmarote” cuya única función histórica ha sido ralentizar la marcha hacia el abismo… en absoluto revertirla o detenerla.

Y ahora que el marco político está a punto de alterarse profundamente, vale la pena tener presente que el PRIMER OBJETIVO NACIONAL, si lo que se quiere es acabar con la ambigüedad en materia de vertebración nacional o poner coto a la locura de las ideologías de género, detener la llegada masiva de inmigración y revertir el fenómeno, NO PUEDE SER OTRO QUE BARRER DE UNA VEZ POR TODA Y PARA SIEMPRE AL PSOE DEL ESCENARIO POLÍTICO NACIONAL. Y no sólo la sigla, sino lo que representa y que está presente en Podemos.

Reconozco que, en las actuales circunstancias, me importa muy poco quien gane las elecciones (no creo que de una consulta electoral pueda salir nada bueno). Lo he dicho en muchas ocasiones: hay ENEMIGOS PRINCIPALES y ENEMIGOS SECUNDARIOS. El PSOE ha sido, en democracia, pertenece a los primeros. Y, vale la pena no olvidar que el sistema político español fue diseñado como un bipartidismo imperfecto, basado en dos columnas: centro-derecha y centro-izquierda. Con que la columna de centro-izquierda se hunda, está claro que el sistema político español precisará correcciones urgentes y reformas necesarias.

No soy de los que consideran que la “justa posición” es “ni derechas, ni izquierdas”. Haría falta definir de qué derecha y de qué izquierda estamos hablando. Por tanto, la consigna no es válida en nuestro momento histórico: aquí y ahora, hablamos de siglas. Y es la sigla PSOE la que demuestra estar tirando hacia el abismo. El Partido Pasmarote es víctima del drama de todos los conservadores: ya no tienen nada que conservar; son solamente un freno. Nada más.