viernes, 14 de diciembre de 2018

365 QUEJÍOS (222) EL "PROCES" DESCONTROLADO Y TERMINAL


¿Os acordáis del “procés”? Es como la abuela que cumplió 114 años: se ha muerto. En efecto, el “procés” se ha ido diluyendo en el año que termina y ahora solamente queda certificar su defunción, retirar los trapos colgados de los balcones, esperar que los lazos amarillos se los lleve el viento, los servicios de limpieza municipales o ciudadanos hartos de ver sus ciudades afeadas por pobres diablos cuyo único proyecto consiste en exteriorizar su existencia mediante el amarillo. En otras ocasiones ya hemos dicho que, el otrora llamado “procés”, se encuentra en una fase de sectarización y liquidación. Y, como suele ocurrir en estos casos, los más prudentes han dado un paso atrás y han dejado que los resortes de poder los ocupen los más irresponsables que, suelen ser, al mismo tiempo, los más cenutrios. Ahí está Kim-il-Torra para demostrar que con Puigdemont la “rauxa” catalana todavía no había tocado fondo. El día 21 de diciembre -fecha en la que el irresponsable okupa de La Moncloa ha convocado un consejo de ministros en Barcelona, dando la posibilidad a la extrema-izquierda independentista para realizar su guerrilla urbana- vamos a ver si hay algún elemento nuevo, o, incluso sus propios mentores, reconocen que ya no hay mas cera que la que arde. Vale la pena realizar algunas consideraciones sobre esta fase del “procés”, cuando ya no hay nadie con grado suficiente al timón y “negras tormentas agitan los aires”…

DEL CENTRO A LO EXCÉNTRICO: CDC -> ERC -> CUP

Recordemos: inicialmente fue el “nacionalismo moderado” de CDC quien impulsó el “procés”, a la vista de los juicios por corrupción que se acercaban contra sus cúpulas y de que el Estado se encontraba en 2010-11 en su peor situación y ya no podía acceder al chantaje permanente de CiU. Pero, poco después, cuando CiU ya sentía el aliento de ERC en el cogote y se daba por cierto que iba a producirse el “sorpasso” de ésta, optó por el radicalismo (que parecía estar en el ambiente con la aparición del movimiento del 15-M y de “los indignados”).

Es falso que los procesos por corrupción no afectaran a CiU: de hecho, culminaron en la desintegración de esta coalición y en la descomposición de sus dos fracciones, una de las cuales, el PDCat es judicialmente considerado como heredero y co-responsable de las medidas judiciales que afectan a CDC. Esto hizo que, a poco de iniciado el proceso, el eje fuera pasando, poco a poco, de CDC a ERC, partido con una línea política, más minoritaria, pero más constante que los “nacionalistas moderados”. Además, era lógico: la fecha-fetiche de 2014, trescientos aniversario de la entrada en Barcelona de las tropas borbónicas, que había previsto su antiguo Secretario General Carod-Rovira para alcanzar la independencia, estaba a la vuelta de la esquina. A partir de 2014, ERC fue la que tiro del carro del “procés”.

La astucia parece haber sido la única herencia dejada por Pujol a su partido y de ella se apropió un personaje, en condiciones normales, irrelevante, gris, sin oficio ni beneficio, con un historial en el que no había lugar a tesis doctorales plagiadas, sino que apenas tenía el COU, dos carreras empezadas y abandonadas en el primer curso, procedente de la “Catalunya profona”. Cuando ERC hubiera podido liderar en solitario el “procés” y anular por completo a exCDC, Oriol Junqueras cometió el error de acceder a ir a las elecciones autonómicas en una lista unitaria en la ERC renunciaba a la hegemonía política ¡porque creía verdaderamente que era posible alcanzar la independencia y aspiraba a una lista unitaria… encabezada por Puigdemont! La astucia pueblerina de Puigdemont, legado del pujolato, lo encumbró a presidente de la Generalitat y luego a residente permanente en Waterloo. Pero ERC, pronto, se dio cuenta del error y, a partir de ese momento, se rompió el “frente unido independeta”.

A partir del segunda seudo-referéndum, en 2016, cuando los tribunales entraron en acción, el “nacionalismo moderado” ya no existía: el PDCat había asumido las tesis del aprendiz de pastelero encumbrado a “President”: “ser más independentistas que ERC y llevar la independencia a sus últimas consecuencias”. Los dirigentes de ERC, presos desde hace algo más de un año, perdieron completamente el control de la situación y permanecen a la espera de nuevas elecciones en las que han manifestado, por activa y por pasiva, que nunca más irán en coalición con sus competidores.
A partir de la “huelga general” posterior al frustrado segundo seudo-referendum, se evidenció que el motor de lo que quedaba del “procés” estaba pasando a manos de los sectores más radicales. Y estos se engañaban sobre su fuerza: aquello no tuvo nada de “huelga general”, sino que fue, tan solo, un embotellamiento.

Tras el levantamiento del artículo 155, Kim-il-Torra se hizo cargo del poder. ¿Experiencia política? Nula. ¿Liderazgo sobre los grupos independentistas? Cero. ¿Proyecto político? Independencia ultrancista. ¿Modelo? Los sectores más minoritarios, extremistas y desaprensivos del independentismo en los años 30… ¿Resultado? La pérdida absoluta de rumbo, la adopción de posturas cada vez más irresponsables, la pérdida creciente de apoyos, la falta de “autoridad” en la administración catalana, el hartazgo creciente de sectores cada vez más amplios de la población, hartos de lacitos, hartos de un gobierno incapaz de entender que hay una vía que permanece cada vez más cerrada y un apoyo prácticamente sólo de la CUP (para la ocasión convertida en CDR) y del asociacionismo que come de la mano de la Generalitat.

Y así es como se llega al órdago del próximo 21-D.


21-D, NUMANCIA EN BARCELONA: BUSCANDO EL MUERTO

Que la situación ya no puede alargarse mucho más parece claro, incluso para la CUP. “O Caixa, o faixa”, como se dice en Cataluña: o independencia ya o larga agonía (como el proceso que ha desintegrado por completo al independentismo quebecois en Canadá). Y para ello hace falta poner el pie en el acelerador. Pedro Sánchez les ha inspirado: el 21 de diciembre (es decir, en una semana) tendrá lugar el Consejo de Ministros en el edificio de la Lonja de Barcelona (gótico por dentro, neoclásico por fuera… trampantojo arquitectónico que encubre otro tanto en el plano político).

El porqué de esta estúpida iniciativa es algo que deriva del resultado de las elecciones andaluzas: si Cs y Vox han obtenido excelentes resultados en aquellas elecciones se debe a su postura inequívoca, clara y diáfana sobre la cuestión catalana: Cs “aplíquese la ley”, Vox “supresión de las autonomías”. Y ha calado en el electorado andaluz harto de que sus familias residentes en Cataluña les pinten el cuadro del país de Kim-il-Torra. De hecho, lo que ha hundido al PSOE en Andalucía, no ha sido la corrupción consuetudinaria al régimen socialista de aquella comunidad, sino los hechos de Cataluña. Y el okupa de La Moncloa ha decidido contratacar con una batería de medidas partidarias, la primera de las cuales consiste en convocar el consejo de Ministros en Cataluña. Era la ocasión que las CUP esperaba para una movilización que les puede aportar el muerto que llevan meses buscando para lograr una “mayor sensibilización” (está claro que en Cataluña existe “libertad” y que el Estado no es un régimen dictatorial, pero el muerto es lo que escenificaría la “represión” de cara a la opinión pública internacional).

La jornada de incidentes está cantada y hará falta ver cómo soportan los Mossos d’Esquadra la ausencia de órdenes de la “superioridad”, el dejarlos acartonados soportando insultos, pedradas, lanzamientos de bolsas de pintura y demás lindezas y la perspectiva de ser despreciados por las CUP-CDR y considerados como la policía más inútil de todo el Estado por los otros, incapaz de restablecer la normalidad en la ciudad. A los Mossos, les ha tocado el papel más ingrato en todo este embrollo. Parece inevitable que se envíen a BCN a dotaciones de la policía nacional para mantener el orden. Desde luego, el lugar elegido para el Consejo es el más desafortunado de todos y favorable para que se produzcan incidentes (las callejas estrechas del casco antiguo se prestan para las acciones de guerrilla urbana.

Habrá un antes y un después del 21-D. Para Sánchez, en ese instante empieza la campaña electoral. Para los CDR, tener un muerto sería el regalo de Navidad sobre el que justificarían más movilizaciones y la renovación del victimismo propia de cualquier secta mesiánica.

LA CAMPAÑA ELECTORAL DE SÁNCHEZ EMPIEZA EL 21-D

¿Hasta cuándo se podrá mantener Sánchez en el poder? Probablemente, menos del que los restos de Franco tarden en ser trasladados fuera del Valle de los Caídos. Las elecciones andaluzas han sido un primer toque: lo peor, no es solamente que haya perdido el bastión andaluz (que junto con el también perdido bastión catalán garantizaban las mayorías absolutas socialistas), lo peor es que el conjunto de la izquierda se ha desplomado y, mucho peor aún que ha aparecido un “populismo” con Vox que, si bien todavía incorpora solamente votos de la derecha, puede ocurrir que, como ha ocurrido en toda Europa, suponga también un polo de atracción para descontentos con la izquierda-de-toda-la-vida. Para colmo, las cosas no les van mejor a los de Podemos, convertidos en casi la quintaesencia de la ineficacia con el “Kichi” al frente, seguidos por la corrupción zaragozana, las decisiones erróneas en los ayuntamientos de Madrid y Barcelona y el desencanto general de su electorado por lo que no ha terminado siendo más que una IU-bis.

Resumiendo:  la única esperanza que tenía Kim-Il-Torra de que unas próximas elecciones registraran una mayoría de izquierdas, se han disipado y el escenario que, incluso, un cenutrio puede prever, es que las próximas elecciones, sean cuando sean, las van a ganar los “unionistas”; y el PSOE va a reforzarse esta etiqueta. El Consejo de Ministros de BCN es el primer acto de Sánchez en esa dirección. Pero habrá otros.

Según cómo se desarrollen las cosas el 21-D, el artículo 155 puede aplicarse de nuevo. Sánchez necesita presentarse ante el electorado como el garante de la “unidad nacional”, o de lo contrario, no logrará remontar sus actuales insuficiencias electorales. Todo sea por ganar unas elecciones, perdidas de antemano. Y va a tener que esforzarse: Kim-il-Torra es el tonto útil sobre el que podrá tomar como “chivo expiatorio” el okupa de la Moncloa. Dependerá de las órdenes que dé la Conselleria de Interior a los Mossos d’Esquadra el próximo 21-D que se ponga de nuevo en marcha el mecanismo del 155. Y este es el drama: que Kim-il-Torra se verá presionado entre lo que le pide el cuerpo (que los CDR asedien a los miembros del gobierno) y su obligación constitucional de asegurar el mantenimiento del orden en Cataluña. Lo primero implicará la aplicación del 155 en versión “hard”. Lo segundo, con los CDR apalizados por los Mossos, implicará aumentar la brecha de Kim-il-Torra con los que, hoy por hoy, son su único sostén: los independentistas de extrema-izquierda.

OPOSICION AL INDEPENDENTISMO VERSUS RECHAZO A LAS AUTONOMÍAS

Que los hados protectores de la tierra catalana no lo quieran, pero mucho nos tememos que el 21-D un muerto convendría tanto a los CDR, por las razones dichas, como al gobierno (para justificar la nueva aplicación del 155). Dramática esta siniestra lotería pre-navideña ¿verdad?

El “procés” está más que liquidado, pero falta enterrarlo. Ocurra lo que ocurra el 21-D, lo más probable es que cada vez más españoles y, desde luego, más españoles de Cataluña, se convenzan de que el “Estado de las Autonomías” es el gran fracaso de la democracia española. Dicha propuesta, estaba en el ambiente, pero no terminaba de coagularse: a fin de cuentas, centro-derecha y centro-izquierda han sido los partidos más beneficiados, junto a los nacionalistas, por el régimen de las taifas. Ahora la situación es diferente: la aparición de Vox hace que exista un polo de referencia y de protesta contra el desmadre autonómico. Por primera vez en 40 años, en las próximas elecciones generales vamos a ver cuántos españoles están en contra del sistema autonómico. El test será ilustrativo y puede generar en Vox ese cambio que necesita: de recoger solamente votos procedentes del PP, el “anti-autonomismo” puede aportarle esa transversalidad inherente a cualquier “populismo” del siglo XXI y que, por el momento, todavía está ausente en la formación de Abascal.