Info|krisis.- Poco a poco van trascendiendo a la opinión pública las fisuras que han existido en el interior del gobierno Rajoy y que afectan a su equipo económico. La contradicción que apuntamos en estas mismas columnas hace solo dos semanas entre la línea seguida por Cristóbal Montoro (Ministro de Hacienda) y Luis de Guindos (Ministro de Economía). Ya era, dicho sea de paso, significativo que un ministerio que siempre había estado unificado se desdoblara en dos y si esto era así se debía a la doble necesidad de Rajoy de “quedar bien” con la patronal y con el capital nacional (y para ello estaba Montoro), de un lado, y de responder a las presiones internacionales de los “señores del dinero”, de otro, que exigían que en el puesto clave de la economía se colocara a uno de sus funcionarios (De Guindos que ocupaba un papel análogo al de Lucas Papademos en Grecia o a Mariano Monti en Italia, o incluso a Mario Draghi (actual presidente del Banco Central Europeo) todos los cuales fueron funcionarios de Goldman Sachs. De Guindos, lo fue de Lehman Brothers, el gigante caído de la banca especulativa y de la ingeniería financiera de alto voltaje.
Dos intereses contradictorios e irreconciliables
Si admitimos que Montoro está en el gobierno para tranquilizar a la patronal y a la banca española, garantizar que todo lo que se ve a hacer va a ser será en defensa de sus intereses, habrá que admitir que De Guindos está en la bancada azul para tranquilizar al capital internacional y asegurar, no solamente que España pagará sus deudas sino que los estos del patrimonio del Estado se venderán a bajo precio para ser adquiridos por los “señores del dinero” a los que De Guindos sirve con fidelidad perruna. El problema es que los intereses del “capital nacional” y del “capital financiero internacional” son, hoy en día, contradictorios.
Hasta no hace mucho se percibía –especialmente a la izquierda– que el “capitalismo” era un todo homogéneo. Se estaba contra el capitalismo al que se consideraba como patrimonio de la burguesía y punto… Hoy esa visión es insostenible, no solamente porque una cosa es la burguesía y otra muy distinta –contrariamente a lo que opinaba Marx– la casta poseedora del capital (y cuando hablamos de capital nos referimos a grandes acumulaciones de dinero real o virtual), sino porque existe una contradicción entre los intereses del capitalismo español, de la patronal e incluso de la banca española, y los intereses del capitalismo financiero multinacional y de la banca y las instituciones de crédito internacionales.
Esa contradicción es insalvable: ambos son dos estadios de desarrollo del capitalismo. Montoro, ahora mismo, representa a los intereses del capital español que aspiran a poco más que a un país en el que exista una legislación que les permita contratar a bajo precio y despedir gratuitamente y poco más. Por su parte, De Guindos, quiero otra cosa: que el Estado venda su patrimonio a bajo precio. Los aeropuertos, las loterías, las últimas empresas públicas rentables, incluso los edificios públicos en los que están instalados los ministerios, todo ello sacado a subasta para mayor beneficio del capital financiero internacional. Ese proceso se desarrolla paralelamente al desmantelamiento de la banca nacional fuertemente tocada por la crisis del ladrillo. En pocos años la mayoría de bancos españoles habrán sido víctimas de OPAs hostiles lanzadas por los “señores del dinero”.
Capitalismo internacional contra capitalismo nacional
Rajoy ha colocado a De Guindos y a Montoro para tratar de equilibrar dos tipos de intereses que son contrapuestos: el capitalismo nacional no sobrevivirá a los envites del capitalismo financiero internacional. Está demasiado debilitado por el proceso de globalización y por los errores cometidos (especialmente por la banca española) durante los años del ladrillazo. La tensión se ha desatado a partir de que el gobierno diera –por indicación de Montoro– marcha atrás en la privatización de las loterías y de los aeropuertos (Madrid y Barcelona, al parecer los de Castellón o Ciudad Real no les interesa al capitalismo financiero…). La reacción de De Guindos ha sido rápida y se han filtrado las tensiones en el interior del equipo económico del gobierno.
Y no disminuirán. El capitalismo es siempre depredador. Siempre tiende a devorar a los más pequeños. La banca española es grande en relación a las PYMES, pero de modestas dimensiones en relación a los grandes consorcios bancarios y financieros internacionales. El principio para ellos es que “bienvenidos sean los tiempos de crisis porque así compraremos barato”. Pero Rajoy ha detenido el proceso de privatizaciones: las ofertas eran escasas y mezquinas, de haber seguido adelante en la liquidación del patrimonio del Estado debería de haber explicado el por qué se deshizo de verdaderas joyas económicas a precio de saldo. Le lloverían ataques por todas partes y Rajoy precisa llegar a su primer año de gobierno con la menor erosión posible. Pero el tiempo es inexorable y lo destroza todo: nada evitará que en dos o tres meses no se hayan notado los efectos benéficos de las primeras reformas interpuestas por Rajoy, pero la población si haya notado la presión insoportable del pero, de la mezquindad salarial y de los recortes especialmente sociales.
Rajoy no ha empezado bien y la situación irá de mal en peor
No han empezado bien el gobierno Rajoy. A menos de un mes de su toma de posesión ya se adivinan nubarrones en el horizonte y tensiones en el interior del equipo ministerios. Además, las medidas adoptadas no lograrán detener la pérdida de capacidad adquisitiva y, en este mismo contexto, hay que situar el acuerdo alcanzado ente los sindicatos y la patronal según el cual se autorizan subidas salariales de… un 0’5%, es decir que una vez más los salarios pierden capacidad adquisitiva y los propios aumentos son de una mezquindad inconmensurable (alguien que gane 800 euros al mes –y hay que recordar que más de la mitad de los españoles tienen salarios inferiores a 1.000 euros- percibirá un aumento de 4 euros… que, por lo demás, se los llevará la inevitable siguiente subida de impuestos en marzo-mayo.
Ahora lo único que resta saber es que estallará antes: si la revuelta social (o es que alguien duda de la actual crisis social va a desembocar en un estallido que convertirá en un juego de niños las fases anteriores de la crisis vividas hasta hoy, o el estallido del propio gobierno Rajoy. Desgraciadamente hemos visto una vez más que la ambición por gobernar está muy por encima de la capacidad para hacerlo.
Rajoy se perfila como la “gran decepción”, no como el anti-ZP que necesitaba la coyuntura. Era difícil hacerlo tan mal como ZP, pero ahora sabemos que era también muy difícil salir de la crisis: para ello era preciso tener el valor suficiente como para señalar que el origen de esta crisis es la globalización y la transformación de la economía de productiva en financiera. Rajoy ni siquiera tiene interés en señalar el enemigo, le basta tan solo poner parches aquí y allí y elegir un gobierno de contemporización con la crisis, plagado de contradicciones internas.
© Ernesto Milà – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen