lunes, 28 de febrero de 2022

YA NO QUEDA NADA POR DECIR SOBRE UCRANIA, ASÍ QUE VAMOS A LO IMPORTANTE

Parece como si los blogueros estemos obligados de hablar sobre Ucrania, tanto como hace unas semanas parecías “negacionista”, si no aludías al Ómicron, y antes tenían que lanzar piropos hacia el complejo LGTBIQ+ o eran un “machista homófobo”, y antes era obligatorio hablar sobre la crisis económica, y más atrás, sobre el “terrorismo internacional”, etc, etc, etc. Y, en realidad, los blogueros solamente estamos obligados a hablar de los que nos apetece: si fuéramos tributarios de la actualidad estaríamos trabajando para algún medio y no de manera independiente. Sinceramente, creo que ya no se puede decir nada más -al menos por nuestra parte- sobre la “crisis ucraniana”. Lo resumiré así:

CÓMO ESTÁ EL CONFLICTO UCRANIANO EN SU FASE DESCENDENTE

La actual fase de la crisis fue iniciada por Occidente formulando una invitación a Ucrania, para ingresar en el club OTAN-UE.

- Existía una guerra irregular en las republicas que hace ocho años se escindieron de Ucrania al estar compuestas por rusos y que, como Crimea, manifestaron su decisión en referendos irreprochables.

- Era, visiblemente, un pulso propagandístico entre la OTAN y Rusia, absurdo, porque la Rusia de Putin, no solamente no ha formulado ninguna ambición o reivindicación territorial sobre Europa del Este, ni por supuesto es comunismo, ni tiene intenciones de restaurar un régimen bolchevique, ni siquiera de extender el “izquierdismo”, ni ha manifestado ningún tipo de agresividad, sino porque Europa depende en grandísima medida de la energía vendida por Rusia.

- La escalada de agresividad, especialmente de Biden, la grandilocuencia del “defenderemos a Ucrania”, se ha saldado con el inicio de una operación LOCALIZADA y limitada por parte de las FFAA rusas que ha sido presentada en “Occidente” como una “invasión” y un ataque a “todo” el territorio ucraniano y como si se combatiera encarnizadamente en cada esquina y en cada ciudad. Y para ello, se han utilizado imágenes de otros conflictos, de videojuegos o simples montajes ad hoc.

- Después del tercer día, cuando Zelensky experimentó la certidumbre de que los cantos de sirena de Occidente no tenían la más mínima posibilidad de traducirse en una intervención militar efectiva a su favor, optó por lo que, desde el principio, era la solución más racional al conflicto: proponer el cese del conflicto, a cambio de la neutralidad de Ucrania. Asunto zanjado.

- Esta solución, sobre la que se está trabajando, redimensiona a la OTAN, reducida, de aparato “militar” a simple organismo de “operaciones psicológicas” y a los dirigentes de la UE -empezando por Borrell- como verdaderos bocazas. El problema es que,

Putin, quiere a Zelensky fuera de la jefatura del Estado, no sea que, dentro de unos meses, dé una nueva pirueta. Y la presencia de Zelensky y de la oligarquía ucraniana en el poder, es lo que va a hacer que las “operaciones psicológicas” de la OTAN, sigan dando la murga y distribuyendo fakes durante unas semanas.

Sobre los refugiados y sobre la “acción humanitaria”, ya se ha hablado suficiente: total, 5.000.000 más de “refugiados” -como ha anunciado la UE- llegados a Europa, no son nada nuevo. Lo que ocurrirá, lo sabemos todos: cuando cese el conflicto, la mayoría de ucranianos, retornarán -salvo los que tengan algún tipo de responsabilidad política pendiente- y los 5.000.000 de refugiados procederán de Asia, de África y del mundo árabe, y nadie se sorprenderá por ello.

Y ESTO NOS LLEVA A OTRO PUNTO: EL ADOCTRINAMIENTO CULTURAL

Y esto nos llega al tema que hoy, verdaderamente, me interesa. Porque, sobre Ucrania, como suele decirse, “está todo el pescado vendido”. Como saben algunos lectores, paralelamente al Info-Krisis, llevo una web de “series de televisión”, seriesTVinfo, que os invito a visitar. Tiene audiencias aceptables y lleva cinco años en activo y a fecha de hoy se han analizado y criticado 2.375 series emitidas por las televisiones (desde los años 50) y por los streamings actualmente existentes. Una de ellas, La vuelta al mundo en 80 días, estrenada el 24 de febrero de 2022, en Movistar+, ha colmado mi paciencia.

En efecto, el clásico de Julio Verne ha sido convertido en un instrumento de adoctrinamiento -otro más- en favor de la “corrección política”, “de la igualdad” y de todos y cada uno de los ideales del “nuevo orden mundial”. Os sugiero que leáis la crítica que me he visto obligado a hacer a esta serie: La vuelta al mundo en 80 días, “revisión” infame.

La serie (y cientos de productos que, especialmente, en los últimos tres o cuatro años, han invadido los streamings y que he renunciado a comentar, no tanto por su mensaje de adoctrinamiento sino por su bajísima calidad) tiende a difundir una serie de ideas pervertidas de las que podemos extraer un patrón:

1) Cualquier relato clásico de la literatura europea, o, incluso, episodios históricos, ocurridos o situados en siglos anteriores, se interpretan con la lógica del siglo XXI y, no solo eso, sino con la intencionalidad de mostrar que SIEMPRE ha ocurrido eso: Zeus era negro, la corte la Princesa Española estaba formada por árabes y negros, Ana Bolena -la pobre Ana Bolena- era una africana de tomo y lomo, Arsenio Lupin, por supuesto, era también africano, etc, etc, etc.

2) Cuando el crítico resalta estas incoherencias “étnicas”, siempre sale el talibán de la corrección política, argumentando que se trata de un “comentario racista”. Y la palabra, suele inmovilizar al crítico que decide dar explicaciones. En realidad, “explicaciones” existen: en general estos productos culturales, son, simplemente, malos (y otro tanto ocurre con las series LGTBIQ+), su intención adoctrinadora, es superior a sus cualidades estéticas o narrativas, hemos visto a actores geniales fracasar en series de este tipo (David Tennant, por ejemplo, se hunde en su interpretación del Phileas Fogg de La vuelta al mundo en 80 días).

3) Estas series no torpedean solamente la identidad europea, sino la propia historia y el pasado europeo. Tienden a demostrar que “negros” siempre han existido en Europa (hemos llegado a ver series en las que las legiones romanas, tenían un alto contingente de árabes y negros, o incluso poblaciones de la Anglia romana en la que los más respetados de la tribu eran africanos… Britannia, por ejemplo). Se trata, repetimos, de presentar la excepcionalidad étnicas del siglo XXI (solamente hay mezcla étnica en “Occidente”, en absoluto en Asia o África (que se considera un continente “negro”… mientras que Europa no puede, de ninguna manera, ser presentada como el continente “blanco”), como si otras razas hubieran estado siempre presentes y, mediante esta “mentira piadosa”, facilitar la “integración” de grupos étnicos que ni se sienten europeos, ni quieren serlo, ni les interesa serlo.

4) Este tipo de cine tiende a criminalizar todo lo europeo y, muy especialmente, el colonialismo europeo, especialmente en África y Asia. La serie que comentamos sobre el clásico de Verne, es un paradigma: Phileas Fogg es una especie de sparring para todas las razas de color, presentado, además, como un perfecto imbécil (rasgo con el que Verne jamás lo pinto), permanentemente sacado de apuros por su criado (Passepartout, convertido, como no podía ser de otra forma en un “francés negro”) y por la periodista que les sigue (la igualdad feminista exige que junto a un protagonista varón blanco, vaya una mujer, como si Don Quijote fuera acompañado por una escudera regordeta, sarcástica y bonachona, Doña Sancha Panza). La cuestión es que se da por supuesto que todas las “colonizaciones” fueron idénticas y que la acción depredadora de los anglosajones por todo el mundo o de Leopoldo de Bélgica en el Congo, es el paradigma de cualquier colonización, incluso de la española en América. La idea a transmitir es: “vosotros, europeos, hicisteis daño a los países que colonizasteis y ahora debéis de pagar admitiendo todo tipo de inmigración”. El problema es que los europeos de hoy, no tenemos porqué pagar los errores y las culpas reales o supuestos de nuestros tatarabuelos, especialmente porque África y Asia son independientes desde hace décadas y, al menos, en lo relativo a África, no parece que les vaya muy bien.

6) La conclusión final a la que nos pretenden llevar los adoctrinadores no es otra que la creación de una sociedad multiétnica e igualitaria, mestiza en todos los sentidos (como si entre las sinfonías de Beethoven y el tam-tam pudiera establecerse una “fusión”), en la que no hay espacio, no solamente para criterios de “superioridad” e “inferioridad”, sino que cualquier desigualdad, incluso la propia “diferencia”, debería ser proscrita en beneficio de un mestizaje igualitario homogeneizado. El problema es que, tal como podía preverse, el avance hacia ese modelo de sociedad, no se realiza, ni pausada, ni esperanzadoramente, sino que, cada vez, se evidencia más su imposibilidad. Basta con leer la prensa o, simplemente, acercarse a un bar y oír las conversaciones: la delincuencia está a la orden del día, la peligrosidad de los “recién llegados”, desdice por completo su voluntad de integración (el 80% de los detenidos en la ciudad de Barcelona proceden de grupos étnicos extraeuropeos). Por eso, en todos los países europeos están prohibidas las estadísticas con base “étnica” (lo que resulta imprescindible a la hora de establecer “perfiles” delictivos). Y lo que es todavía más grotesco: nadie se llama a engaño. Es un secreto a voces que la llegada masiva inmigración, ha generado un aumento de todos los problemas en el interior del continente europeo: desde bajas salariales, hasta delincuencia con todo lo que conlleva, pasando por problemas de convivencia en los barrios, problemas culturales, sobrecargas en el sistema sanitario, en el sistema educativo, en las subvenciones y ayudas sociales (porque, a fin de cuentas, las bolsas de inmigrantes son grupos clientelares subvencionados que paga la clase media europea), etc, etc, etc.

7) No se pretende “convencer”, SINO INTIMIDAR, a la mayoría de la opinión pública. No se aspira a que la población acepte el “adoctrinamiento” acelerado en materia étnica, sino algo todavía peor: acallar, mediante las palabras clave (“racismo”, “discriminación”, “odio”, etc) a cualquiera que perciba la naturaleza del problema y alerte sobre ella.

LA ABOLICIÓN DE IDENTIDADES COMO OBJETIVO FINAL

La única cuestión es porqué en los últimos años todo esto, que no es más que una consecuencia del delirio mundialista y universalista promovido por algunos centros de poder real (en especial el Foro Económico Mundial y su punta de lanza mundialista, la UNESCO) ha acelerado el paso en los últimos años, en cuatro terrenos: antirracismo, cambio climático, LGTBIQ+, e “igualdad”. La respuesta está muy clara: a corto plazo, el sistema económico mundial globalizado es inviable. El desplome económico que puede producirse en cualquier momento (con una economía lastrada por la deuda y por procesos inflacionistas que repercuten en la bajada de poder adquisitivo de los salarios, el aumento constante de cargas fiscales para satisfacer la ambición desmedida de la clase política y las bolsas neutralizadas en tanto que subsidiadas), hay que llegar a ese momento -a la vuelta de la esquina- con todas las “identidades” (nacionales, étnicas, sociales, sexuales, religiosas), abolidas, o de lo contrario, cualquiera de estas “identidades” podrá ser utilizada para reconstruir una situación de normalidad, lo que implicaría el enterramiento del proyecto mundialista.

Por eso hay que estar pendientes de los nuevos productos culturales que se van lanzando, especialmente en los streamings propiedad de los grandes fondos de inversión, de las dinastías económicas tradicionales y del “dinero nuevo” surgido al calor de las nuevas tecnologías de Silicon Valley.

Y eso me preocupa mucho más que el futuro de Zelensky o la operación de castigo de Putin que, por mucho que lo diga Borrell -¿os habéis fijado que cada vez tiene los ojos más cerrados, hasta el punto de que cabe preguntarse si su miopía política no es fruto de algún trastorno de la edad?- no llegará ni a Salt, ni a las rías gallegas, ni a Cádiz… que por cierto tienen problemas muy graves de los que la marejada Covid, la LGTBIQ+, la ideología del cambio climático y el “terrorismo internacional”. Creo que, si en el tema ucraniano está todo el pescado vendido, ahora hace falta volver la vista a problemas reales y cotidianos, que, por lo demás pueden resolverse fácilmente. Porque al campo si se le pueden poner puertas y porque 25 años de inmigración masiva (la cosa empezó en España con Aznar en 1996) ya han demostrado a lo que lleva. Ahora es el momento, de recuperar nuestra identidad en todos los terrenos. Solo de eso. Nada más que de eso.