martes, 8 de febrero de 2022

CRONICAS DESDE MI RETRETE: MIS DOS MESES PERDIDOS

En estos dos últimos meses he estado completamente ausente de las redes sociales, por lo que se suele decir “causas ajenas a mi voluntad”. Y no, no ha sido por la censura, ni por los “reguladores”. Vuelvo la vista atrás en tan corto período de tiempo y veo las muchas cosas que parecen haber cambiado, como dando la razón a los que creemos que la historia, no solamente se ha acelerado, sino que va, como suele decirse, “follada”.

En lo personal, tengo un pariente de 94 años que había resistido hasta esa provecta edad sin grandes problemas de salud, pero ahora parece habérsele acumulado todo lo que durante décadas había hecho olvidar su buena forma física. El cuidado de este pariente es lo que me ha restado tiempo para casi todo y, en especial, para las redes sociales. Alabo la virtud católica que me enseñó el Padre Valls de los escolapios antes del Vaticano II, de “visitar enfermos”. Ahora sé que, para hacerse cargo de un enfermo, hace falta templar el espíritu.

A lo que vamos.

LA SEXTA OLA ¿HA PASADO? ¿QUÉ HA PASADO CON LA SEXTA OLA?

Cuando coloqué los últimos artículos en InfoKrisis y en el Monguerface, estábamos en los prolegómenos de la “sexta ola”. El mismo día que llegó la primera noticia, me preocupé por saber algo más sobre su peligrosidad. La doctora sudafricana que la había descubierto -ella misma y su familia se habían visto afectadas- fue la primera en decir que sus efectos eran mínimos. La noticia la difundió la BBC, no una web negacionista, precisamente. La situación en la Clínica Delfos de Barcelona, a lo largo de estos dos meses en los que he estado allí permanentemente, no ha sido de gran preocupación por esta “sexta ola”. Ni, mucho menos, de aglomeraciones. Todo ha discurrido normalmente, incluso en la UCI (donde mi familiar estuvo ingresada una semana).

Ha habido algo de bufo y ridículo en esta “sexta ola”. No ha sido como las anteriores. El gobierno, como siempre, ha actuado de manera errática y alarmistas y, podemos considerarlo, con mucho, como el gran responsable de la situación de histeria que llevó en los días previos a la Navidad a que las buenas gentes, se lanzaran a las farmacias a comprar tests de antígenos. Pronto, en youtube y en redes sociales empezó la coña: los test podían falsearse. Unos lo hacían con limón, otros con zumo de naranja, otros con colas, incluso con desodorante. Incluso, bastaba un uñero en el dedo gordo para que el test diera positivo.

LA ESPAÑA DE LOS TRAGACIONISTAS Y DE LOS PÍCAROS

Y las dos Españas del siglo XXI, ya no son la católica y la laica, la rica y la pobre, sino la de los crédulos a un lado y de los pícaros de otra. Sea por los unos o por los otros, los contagios crecieron desmesuradamente: más de 2.000.000 de españoles en pocas semanas. A nadie le interesaba que, cada vez más científicos, anunciaran la escasa peligrosidad del virus, especialmente para organismos sanos y ya vacunados. Eso importó poco: el gobierno volvió a establecer “restricciones”, obligatoriedad de las mascarillas (con decretos opacos susceptibles de interpretaciones diversas). Y lo peor: el asunto del “pasaporte Covid”.

Al día siguiente de establecerse, llegué a Barcelona. Pasé por una panadería y… me pidieron el “pasaporte Covid” (que aún no había bajado). En esos mismos días, en un restaurant de Tossa, nos exigieron el “pasaporte”, dos de nosotros no se habían vacunado y servidor no lo llevaba. Así que, nos fuimos al siguiente restaurante. Sin embargo, quince días después ya casi nadie recordaba el pasaporte, ni lo pedía. Y a finales de enero, al menos en Barcelona y el Maresme, ya no quedaba ni el recuerdo, ni los carteles anunciando su obligatoriedad. Se ha abolido, a la vista de que nadie hacía puñetero caso, no por razones médicas o epidemiológicas. ¿Podía esperarse otra cosa?

La política absurda del gobierno, difundiendo alarmismo y más alarmismo, tuvo como resultado, el que miles de personas, que habían dado positivo en los test se lanzaran a los CAPs y, encontrándolos saturados, a los servicios de urgencia. La inmensa mayoría de ellos, o habían dado “falsos positivos”, o eran completamente asintomáticos. No solamente se trataba de atender a los “positivos”, sino, además, de tramitar la baja. Así que el gobierno optó por facultar a las farmacias para que lo hicieran. Pronto estuvo claro el problema: la “España pícara” había aprovechado la coyuntura. A fin de cuentas, “dar positivo”, aun siendo “asintomáticos”, generaba la aplicación del protocolo de “cuarentena”. Empezó siendo de diez días de baja, luego de siete y, al final, de tres.

EL USO DE LA MASCARILLA UNIDO A LA REVALORIZACIÓN DE LAS PENSIONES

Todavía no he oído a ningún tertuliano, ni a ninguna “autoridad científica” que dijera que cuantos más test se hacen más casos de contagios aparecen. Y que, desencadenando el miedo, la gente se hace tests masivos… fácilmente manipulables. En buena medida, esta “sexta ola” ha sido generada por la histeria desencadenada por los medios oficiales del gobierno y las cadenas subsidiadas. Se ha hablado de “saturación en las UCIs” cuando estas no llegaban a un 14% de ocupación… Y, en cuanto a la eficacia de las vacunas, se ha demostrado que no era precisamente la que nos vendían hace solo 12 meses. Una de las estadísticas más curiosas es la que reconoce que el 40% de los vacunados han accedido a ponerse las dos dosis, por que deseaban viajar (ese era mi caso), pero sin creer en su eficacia terapéutica. Y, al parecer tenían razón. Ha hecho falta que algunos médicos y pediatras reputados desaconsejaran la vacunación cada cuatro meses para que la “tercera dosis” constituyera un fracaso total.

Ha habido muertos en esta sexta ola. Es difícil saber la realidad: oficialmente, están en torno a 8.000. Sobre dos millones y pico de “contagiados”. Se lo dije a una enfermera: “creo que se está sobreactuando en esta secta ola”. Lo creía y lo sigo creyendo. No soy el único. Creo que hay un virus que ha causado estragos. Así que no soy negacionista. Me he vacunado con las dos primeras dosis (hasta aquí hemos llegado y de aquí no pasamos). Y tengo discernimiento suficiente como para rebajar el dramatismo de la situación y considerar que es necesaria una “comisión de investigación” sobre a qué se debió la mortandad de la primera ola (por supuesto, no parlamentaria, sino compuesta por técnicos y expertos, no por patanes calientaterciopelo, ni por carne de tertuliano de saldo).

La última fase del drama la protagonizó una vez más ese personaje odioso donde los haya, que ejerce como jefe de gobierno, Pedro Sánchez, cuando hizo votar CONJUNTAMENTE, la ley para mantener la mascarilla en lugares públicos y la ley para la actualización de las pensiones.

LOS MINISTRILLOS DE PODEMOS

Muere más gente de cáncer que de covid. Diariamente. No es de recibo, ni que las autoridades sanitarias, ni el propio gobierno, sobreactúen en materia covid y no digan nada sobre aditivos peligrosos o peligrosísimos que están incluidos entre los productos de mayor consumo, sin que el gobierno, ni los ecolocos de Podemos, se preocupen lo más mínimo. No se ve, a este respecto, como a lo que en Granada se llama un “tontopoyas” como el ministrillo Garzón, se ha preocupado de torpedear a las explotaciones ganaderas de nuestro país, pero no ha dicho ni una palabra sobre los aditivos y conservantes, fabricados por multinacionales, absolutamente deletéreos para la salud.

A este respecto, recomendaría que todos los que leyeran estas líneas se instalaran en su dispositivo móvil, la aplicación “Yuka” que lee los códigos de barras de los alimentos vendidos en los supermercados y los valora con criterios científicos, indicando la peligrosidad de cada aditivo y los contenidos nutricionales. Y no, no es publicidad. Es para que no os la metan doblada en el super con permiso del ministerio de consumo.

De todas formas, de Garzón y de los ministrillos de Podemos, no se puede pedir gran cosa. Se sabe lo que dan de sí y lo ridículos que pueden llegar a ser. Con todo, la que se lleva la palma es, una vez más, la ministra de “igualdad”. A lo largo del mes ha aparecido otro caso de madre separada que secuestraba a sus hijos, se apoyaba en asociaciones feministas y, para colmo, estaba cubierta de denuncias por estafa.

LA COMISION DE INVESTIGACIÓN SOBRE ABUSOS DEL CLERO

Estos días se ha aprobado una comisión de investigación sobre abusos del clero. Y aquí cabría hacer una precisión. Ha habido abusos, ¡claro que se han dado! Pero no solo en colegios católicos y no solamente por el clero. Sin olvidar, claro está, que estos abusos no han sido cometidos por sacerdotes en el ejercicio de su estado, sino por hombres con tendencia homosexuales (pues todas las denuncias son de varones).

No entiendo como en una sociedad laica se puede hacer un distingo entre abusos cometidos por el clero… y olvidar todo lo demás: abusos por parte de profesores de gimnasia, abusos en asociaciones juveniles, en locales de ocio, en centros de acogida. Pero, claro, una comisión de investigación sobre “abusos homosexuales” podría ser considerado como lesivo para los intereses del “colectivo LGTBIQ+”. La investigación sobre los “abusos del clero” no es más que el último pelo de la dehesa que le queda a la izquierda del laicismo histérico del que ya hizo gala desde la quema de los conventos de marzo de 1933.

Desde el inicio del año, la “crisis de Ucrania” ha sustituido al covid en los grandes titulares de los medios y en las divagaciones de los tertulianos.

LA “CRISIS DE UCRANIA”

Una vez más nos han vendido un “peligro de guerra” inexistente. Rusia no amenaza a Europa. Es más, Rusia ha garantizado la llegada de su gas a Europa en plena crisis energética. Lo que ha ocurrido es tan simple como que la OTAN quiere adelantar sus líneas y realizar un nuevo y enésimo chantaje del terror a Rusia, colocando sus misiles a 500 km de Moscú. Y esto sin provocación previa. Moscú sabe el estado de desintegración de las sociedades de Europa Occidental, la situación del dólar y quién gobierna en los EEUU. Sabe que a un imperio en decadencia no vale la pena amenazarlo ni atacarlo, simplemente, se desplomará solo.

La crisis ha tenido como resultado el reforzar los vínculos entre Rusia y China. Además, se ha comprobado que una cosa son las bravatas de un presidente arterioesclerótico y la pereza europea en asumir su propia defensa y otra muy diferente, hacer causa común con un imperio que ni siquiera es capaz de cortar la plaga de toxicómanos que azota su propio territorio. Europa dista muchísimo de estar unida tras la OTAN para aceptar “Morir por Kiev”. Y eso, por mucho que tertulianos bienpagados y políticos sin escrúpulos, moral, como Sánchez, mantengan la ficción de unidad, esta no existe ni en Francia, ni en Alemania. No va a haber guerra, porque ni la OTAN tiene capacidad para desarrollarla, ni ningún gobierno europeo podría soportar sin caer el embarcarnos en un nuevo conflicto.

LA NEUTRALIDAD DE EUROPA A TRAVÉS DE LA NEUTRALIDAD DE UCRANIA

En cuanto al “No a la guerra” que enarbolan los tontopoyas de Podemos, ya no basta. Hace falta ir algo más lejos. ¿Tiene solución la crisis ucraniana? La Ucrania actual no es la Ucrania histórica, es la Ucrania redimensionada por el estalinismo, salvo Crimea. Una Ucrania en la que casi un 50% de la población habla en ruso como primera lengua. Las dos repúblicas del Donetz están prácticamente escindidas de esa Ucrania. Queda el resto, sobre el que Rusia no ha formulado -vale la pena recordarlo- ninguna reivindicación territorial. Rusia solamente aspira a garantizar su propia seguridad. Eso es todo y no hay ninguna declaración de Putin que pueda ser sobreentendida en un sentido contrario.

No soy de los que opinan que “Eurasia” es una unidad geopolítica con tres patas (Irán, China y Europa). Creo, más bien que “Eurasia” es un conjunto desigual como para que pueda verse como un todo y que si a alguien le interesa verlo así es, sobre todo, a nacionalistas rusos. Por lo demás, en todo este embrollo lo que manda no es la “geopolítica” (que a sin de cuentas no es más que una ciencia auxiliar de la “política”), sino, más bien, la “geoeconomía” (que es otra ciencia auxiliar, siendo las tres restantes, la sociología, la sociopsicología y la biopolítica). Es cierto que los EEUU están presos de las concepciones geopolíticas tal como las formularon Mahan y Mackinder, para mayor gloria del mundo anglosajón.

Creo que lo mejor que le puede pasar a la Ucrania histórica es jugar la carta de la neutralidad. Y diré todavía más: la neutralidad de Europa a través de la neutralidad de Ucrania. Si la parte no-rusa de Ucrania mira a Europa, no puede ser, desde luego, con los ojos beligerantes del depredador anglosajón que, una vez más, no le importaría convertir a Europa en escenario bélico. Si Ucrania mira a Europa debe ser con los ojos neutralistas y aspirar a jugar un papel como fue el de Austria o de Finlandia durante la Guerra Fría. Y no estaría mal que los gobiernos europeos vieran en esta crisis generada por los halcones demócratas que comen de la mano de los grandes fondos de inversión y del complejo militar-petrolero-industrial (¿o es que habéis pensado que por anciano arterioesclerótico de Biden sin capacidad para gobernar ni a las asistentas de servicio en la Casa Blanca ha decidido esta crisis?) una oportunidad para desengancharse de los compromisos con la OTAN, adoptar una postura neutralista y empezar a trabajar la idea de una defensa europea común y el impulso a una industria armamentística propia.

LA GUINDA DE LA “REFORMA LABORAL”

Finalmente, está el culebrón de la “reforma laboral”. Menuda reforma, esa que apenas ha reformado nada y que ha encumbrado a la que, después de Garzón es la aportación más tontorrona de Unidas Podemos al apuntalamiento del pedrosanchismo, Yolanda Díaz. La “reforma” ha superado el trámite parlamentario por un solo voto… de un olvidado diputado del PP, un profesional del error y de las sospechas de corrupción.

En España hay dos tipos de carne que se cotizan a la baja: una es la de tertuliano, la otra es la de diputado. La carne de estos especímenes se compra y se vende a bajo precio y mucho más si tiene algo que ocultar, o la seguridad de que no volverá a salir reelegido diputado. Otra delicia de la partidocracia. En cuanto a lo que se votaba, en sí mismo, (el análisis de las “aportaciones” de la reforma están resumidos en este artículo de Onda Cero y, como puede verse, es poco menos que nada) era importante para el mantenimiento en el poder de Sánchez y para el futuro de Yolanda Díaz, mucho más que para Podemos (tanto la Díaz como Garzón son miembros del Partido Comunista de España, mucho más que de “Unidas Podemos”). Ésta, en efecto, consciente de que el tiempo de la fórmula Podemos ya no da más de sí, busca, junto con la alcaldesa de Barcelona (la “reina de los okupas”, la “princesa de la inmigración masiva y de los MENAS”, “la gran timonel del carril bici”, “la emperatriz de la corrupción”, “la electroimán de la delincuencia”), intenta un lavado de cara in extremis a la izquierda radical.

La “negociación”, eso sí, hizo que nos acordáramos de que existen “sindicatos” más allá de las marisquerías y los descuentos del 30% en los implantes de cabello (oferta para los afiliados de CCOO, realizada en diciembre). Y todo ha debido ser salvado por el voto de un diputado pepero olvidado e irrelevante, profesional de los errores a la hora de apretar el botón. El episodio no es baladí: es el recordatorio de que lo más serio sólido y vivo del parlamento español son los leones que lo custodian. Puertas para adentro es una institución tan inútil y corrupta como los parlamentitos regionales.

EL AÑO DEL VIDRIO Y LO QUE NOS ESPERA EN 2022: MIEDO

El año 2022 es el “Año del Tigre”. Y, nunca como antes, es un año que será más peligroso que nunca cabalgarlo. Lo que augura es malo: inflación, pérdida de poder adquisitivo, crisis energética, “tensiones geopolíticas” (en realidad, “geoeconómicas”), un pedrosanchismo que debería convocar elecciones anticipadas y que se verá obligado a hacerlo cuando las perspectivas económicas desmientan a las claras sus previsiones, una séptima y acaso una octava ola, ante la que varios gobiernos ya han “alertado” sobre la “gripalización”, hará falta ver cómo repercute en todo el mundo la quiebra de Evergrande donde se detiene el efecto dominó, y hasta donde llegan las sanciones de la UE a Rusia y la respuesta rusa. Porque éste va a ser el año de la economía (la ONU ha declarado 2022 “Año Internacional del Vidrio” y, efectivamente, el sistema económico mundial está fragilizado), o más bien el año en el que todos vamos a ver cómo suben impuestos, cómo el final de los ERTE precipita un aumento del paro, cómo cada semana podemos comprar menos con el mismo dinero en los supers y cómo la Reserva Federal realiza, no una sino tres, aumentos de los tipos de interés y deja de insuflar estímulos, seguido del Banco Central Europeo, mono imitador de la FED. La única duda es hasta cuándo los gobiernos tratarán de estirar el asunto de la pandemia y hasta cuándo la población tendrá paciencia en soportar las incoherencias, los alarmismos, las sobreactuaciones, las estadísticas trucadas y las restricciones que, intuimos, volverán. La inflación se ha retrasado hasta ahora gracias a que las “restricciones” dictadas por el covid han hecho que disminuyera el consumo y contribuyera a la contención de precios: quien no se mueve, no consume y si no hay consumo la inflación no se dispara… ¡Así pues era por eso por lo que se insistía en “restricciones” y “confinamientos” absurdos!

Miedo, este año será otro año en el que el miedo planeará sobre nosotros. Cómo dos años de miedo al covid no eran suficientes, ahora viene el “gran miedo geopolítico”, el “riesgo de guerra inminente”, el “morir por Kiev”. Llevaba dos meses ausente de las redes. Regreso y veo que, en el fondo, nada ha cambiado: los que deberían ofrecer seguridad, los Estados, los gobiernos, lo que promocionan es miedo. Vamos, como siempre desde principios del milenio.

Postdata:

Veo que he perdido 50 “amigos”, en el Face, de un total de 5.000. Supongo que una parte han visto suspendidas sus cuentas. Pero no me cabe la menor duda de que la mayoría es gente que está harta de censura y manipulación. Yo también lo estoy, por cierto: los  algoritmos, ni en el face, ni en los streamings, se han creado para facilitar la vida al usuario, sino para beneficiar las expectativas económicas del propietario del algoritmo.