viernes, 29 de junio de 2018

365 QUEJÍOS (61) – IDEOLOGÍAS DE GÉNERO


Me quejo de que nuestra civilización vive de todo lo que se ha rechazado en anteriores momentos de la historia. Es como si en este “fin de temporada” en lugar de comprar la ropa en Emporio Armani, o nos vistiéramos de Dolce&Gavanna, lo hiciéramos de ropa de mercadillo o de Humana: tiempo de ideologías de baja calidad y complejidad de botijo. Comemos aquello que hubiera dado náuseas a nuestros antepasados. Respiramos un aire maloliente. En lugar de hijos, tenemos perros y en vez de amigos nos conformamos con “redes sociales”. Más que personalidad, lo que se impone es el “look” (el reflejo distorsionado de nosotros mismos). De todo esto ya habrá ocasión de quejarse, pero la verdad es que he quedado perplejo al saber ayer que Starbuks pagará las operaciones de cambio de sexo de sus empleados. Me quejo de que las iniciativas más absurdas en materia laboral se acojan a la sacrosanta “ideología de género”.

No es que hayan llegado los tiempos del “último hombre” anunciado por Nietzsche, sino es que ahora ya no sabemos si es LGBVT. Pero de lo que no cabe la menor duda es de que, más allá, ya no hay nada. Su entrada en España se produjo con ZP: su figura visible era el prototipo de “hombre sin ideología” (el PSOE renunció primero al marxismo, luego al socialismo y, finalmente, con ZP en La Moncloa, la socialdemocracia reveló ser solamente un sistema de ayuda a la banca en momentos de crisis). ¿Qué iba a proponer? Memeces. Se ha dicho que ZP era masón: era algo peor, era un ser huérfano de ideología. Pero, dado que era necesario arropar la gestión del poder con algún programa, ZP lo encontró no en Marx, ni en los clásicos de la izquierda de toda la vida, sino en El Correo de la UNESCO. Es ahí en donde se encuentra el foco originario de la “ideología de género” y de todos los residuos y lepras de la modernidad.

La UNESCO es una entidad extraña y estrafalaria. En primer lugar, no es lo que se tienden a pensar (una “organización internacional de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que depende de sus naciones miembros. Pero no es eso, ni remotamente. El chow de declarar tal o cual paraje, tradición o monumento “patrimonio de la humanidad” es muy secundaria en relación al aporte principal: la definición de las reglas morales y éticas de un Nuevo Orden Mundial… que vive de todo lo que antes se había rechazado. La UNESCO no depende de los Estados que la financian, sino que es patrimonio de una secta de funcionarios que se autorreproducen y a partir de los que irradian las nuevas orientaciones “culturales” para todo el planeta.

La naturaleza es simple y busca los caminos más: masculino-femenino, división de funciones, especialización, reproducción, persistencia de la especie. Así de simple. Todo ello tiene utilidad social. Queda determinado por la naturaleza. Pero el problema de las ideologías de género es que niegan las exigencias del propio cuerpo y de la especie. La noción de “normalidad” queda abolida y se sustituye por un espacio borroso en el que entre los polos extremos, masculino y femenino, existen cada vez más eslabones intermedios susceptibles de combinarse de las formas más caprichosas posibles. Las ideologías de género aplican el principio de “libertad, igualdad, fraternidad” y nos dicen que todo esto es “normal”. Y una cosa es la “normalidad” y otra la funcionalidad de una orientación sexual. En tanto que ser biológico, la reproducción solamente puede ser asumida por el par hombre-mujer. El resto son sucedáneos. De lo que me quejo es de la moralidad o no de tales combinaciones, ni siquiera de que sean más o menos excéntricas, sino de que estén en situación de igualdad con la única combinación hombre-mujer que puede garantizar la supervivencia de la especie y que vehiculiza su instinto de reproducción. Porque otra cosa es la sexualidad: la sexualidad afecta a dos personas. Como si te lo haces con un pollo o con una merluz@. A mí qué diablos me importa tus hábitos sexuales. A mí que me importa tus preferencias. ¿Todo “vale”? Será así… pero solo una variedad “sirve” para la supervivencia de la especie.

En cuanto a Starbuks podría tratar de mejorar su aguachirri y sus precios, en lugar de hacer propaganda de que están a favor de los cambios de sexo (¿a que si se les llama “castración” varía la consideración de este concepto?). Benetton ya probó publicidad agresiva similar. Es simplemente un recurso publicitario que responde a la moda irradiada desde el “centro” (UNESCO). Así que el que quiera cambiar de sexo por la patilla, ya sabe, a servir aguachirri en Starbuks. De eso, más que quejarme, es que clamo…