martes, 19 de junio de 2018

365 QUEJÍOS (51) – PUTOS BANKSTERS


Estafadores, bandidos que dejan a Luis Candelas por hombre honesto, chorizos de guante blanco y alma negra, omnipotentes herederos del tocomocho y tristes aprovechados a los que gobiernos débiles y asustadizos permiten más y más desmanes. Claro, me quejo de los bancos y de su proceder. Me quejo de que nadie, absolutamente nadie les ponga coto y que cada día vayan un poco más lejos en sus exacciones.

El Banco de Santander hace dos años anunciaba que “pagaba por depositar la nómina”. Miles de clientes se vieron atraídos por la publicidad. Usted trasladaba su nómina a ese banco y a cambio recibía entre 25 y 35 euros al mes. No está mal. Menos da una piedra. Al cabo de un año, el banco redujo la cantidad que se contrajo hasta los 10 euros. Y aquí sí que ya era cuestionable las molestias que generaba el traslado. Es previsible que el año siguiente el banco cobre comisiones que hagan retornar todo el dinero han ido abonando en los dos años anteriores y que, en el fondo, no eran más que los intereses devengados por TU DINERO depositado en SU BANCO, gracias al cual pueden operar en el día a día. Retira tu dinero, retira las domiciliaciones de tus recibos, retira el ingreso de tu nómina, retira tus pagos y el banco se quedará esquelético y sin efectivo.

Item más. Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria (junto con el Santander, los más grandes de la banca española). Cobro de comisiones abusivas… e inesperadas. Porque si en la web del banco o en las circulares enviadas a casa se dijera que cada “notación” realizada –es decir cada pago con tarjeta, cada retirada de efectivo de cajero, etc- costase 0’60 céntimos, 100 pesetas de las de antes, uno probablemente, sacaría todos sus ahorros el mismo día en que se lo comunicasen… en lugar de hacerlo en el momento en que llega la “liquidación semestral de comisiones”. Claro que hay planes de “cero comisiones” que no son más que reclamos publicitarios.

En 1996 seguí un curso de programación en Internet. Un directivo de Bankia nos explicó que en aquel momento, cuando el parque de usuarios de Internet no llegaba en toda España al millón, su entidad ya había conseguido que las operaciones realizadas mediante la web corporativa fueran equivalentes a tres sucursales convencionales. Con el desarrollo que ha tenido la red en las dos últimas décadas es previsible que esa cifra se haya multiplicado por 100: así pues, habría que pensar que los costos de las operaciones bancarias se han rebajado y que, por tanto, estas instituciones podrían ofrecer servicios a más bajo precio: me quejo de que ocurre todo lo contrario porque en esos 20 años hemos asistido a un debilitamiento creciente del poder del Estado y de la sociedad civil que ha permitido a los bancos hacer literalmente lo que les da la gana, sin ningún tipo de control. Lo demostró la crisis de 2008: los bancos mal gestionados, sobrevivieron gracias a los dineros del Estado.

Se dirá que las “asociaciones de usuarios de banca” vigilan a los bancos… La única que conocíamos era AUSBANC en la que, Luis Pineda, en su infinita ingenuidad, creía que podría chantajear a los bancos, vendiendo publicidad de su revista, exaltando a las entidades que la contrataban y denigrando a los que se resistían. El resto le importaba una higa. Obviamente, era cuestión de tiempo que el oligopolio bancario se le echara encima y le augurara unas décadas a la sombra. Lo dramático en España es que ni siquiera los consumidores y los usuarios han podido organizarse en la defensa de sus derechos. No es que me queje de eso, es que me desespero de cómo es mi país y de cómo reacciona mi sociedad, de la que me siento cada vez más alejado.

Es triste, sino tristísimo, ver como gobiernos débiles dirigidos por pobres tontos ambiciosos miran a otro lado y son incapaces de legislar un fair play obligatorio para la banca. Hubo un tiempo en el que los bancos pagaban intereses por depositar en ellos su dinero y no hacían falta contratar “productos bancarios” que, en el fondo, no son más que promociones engañosas. Hubo un tiempo en el que existía una Banca Pública alternativa a la privada e incluso uno podía decidir si pagaba sus recibos directamente por cuenta corriente o en persona. Si recibía la nómina en sobre o por banco. Si liquidaba sus impuestos en ventanilla o por cuenta corriente. Hoy es una obligación tener cuenta corriente. Qué quieren que les diga, añoro aquellos tiempos que, mire usted por dónde, coincidieron con el franquismo y acabaron en la transición. 

Lo digo bien claro: no he sido franquista, pero reconozco que aquel viejito del Pardo y su banca pública, contenían a las bandas de banksters y les impedían llegar hasta donde hoy su rapacidad fuera de control les lleva. Me quejo de la banca y me quejo de la sociedad española, pasiva, silenciosa, sumisa y cuernilarga.