jueves, 23 de diciembre de 2021

ESTOS SON MIS PRINCIPIOS (LO LAMENTO, NO TENGO OTROS) (3 de 3)

En la primera parte de este estudio, pasamos revista al gran problema que arrastra Europa desde 1945 y la necesidad de superar los pequeños Estados-Nación en beneficio de un bloque continental. En la segunda parte, advertíamos de la gravedad de la crisis actual y de la espantosa sima ante la que nos encontramos, así como las distintas actitudes de los cuatro sectores políticos presentes en las partidocracias europeas. Advertíamos que, de esta situación no se sale con unas simples elecciones. Terminábamos, finalmente, recordando las coberturas que utiliza el “sistema” para garantizar que todas las discusiones y debates que se den, no afectarán al núcleo central de su estructura: el libre-mercado, la globalización y la desaparición de las identidades.

A partir de aquí, podemos plantear otro problema: aquel que tiene responsabilidades familiares o que por sus venas arde la necesidad de realizar una acción exterior de protesta que dé testimonio de que todavía existen focos de resistencia y de lucidez ¿qué ideas debería asumir y defender como irrenunciables allí en donde se encuentre? Una pregunta que también podríamos enunciar de otra manera: ¿cómo reconocer un “justo programa político” de otro  que no sea más que una colección de tópicos reformistas que apenas lograrían varias mínimamente la fisonomía del sistema, pero sin tocar su “alma”? 

Si estamos en condiciones de enunciar unos cuantos principios elementales de carácter político-económico, necesarios para revertir la tendencia hacia el abismo, estaremos en condiciones de saber a qué opciones políticas puede apoyarse y hasta dónde. Porque, es posible, que existan siglas bienintencionadas que, por las razones que sea, acaso porque son conscientes de los límites que no pueden franquear sin correr el peligro de verse completamente aislados y sometidos a posiciones demasiado expuestas que impliquen una muerte política, o bien porque no han caído en la cuenta de cuál es la naturaleza profunda de los problemas y, por tanto, no hayan sido capaces de enunciar las soluciones “radicales” (esto es, que apunten contra las “raíces” de los problemas y no contra sus manifestaciones finales) que merezcan el apoyo de quienes todavía creen que es posible “hacer algo” en política o, incluso “apoyar con el voto” a alguna sigla. Estas orientaciones es posible que les ayuden a discernir la sigla a la que apoyar, o bien les faciliten algunas ideas para introducir esas ideas en tal o cual sigla.

Los puntos que vamos a introducir como condición sine qua non para una alternativa (o, si lo preferís, los elementos necesarios que deben estar presente en una alternativa digna de tal nombre), no están enunciados en el vacío. Pueden encontrar cristalización efectiva en la medida en que responden a los intereses reales de grupos sociales muy concretos. Porque la alternativa responde a las necesidades actuales (no a las de 1976, sino a la de 2021, la “era de la pandemia”) de las clases trabajadoras y de las clases medias, de los jóvenes y de lo que, en otro tiempo se llamó “poderes fácticos” (magistratura, fuerzas armadas, fuerzas de seguridad del Estado). La alianza histórica de estos sectores, por encima de los partidos, por encima de la constitución en su actual configuración, por encima de los tratados internacionales mal negociados y, por encima del caos que tenemos ante la vista, es lo que garantiza que el abismo se disipe ante nuestra vista

Cualquier otra cosa que no sea esta Gran Alianza contra el Sistema, supone defender seudo-alternativas, no ir a la raíz de los problemas y, por tanto, permitir su reproducción, esto es, aproximarse más y más, aunque sea a distintas velocidades, ante al abismo: estamos ante una “tormenta perfecta”, inflación, deslocalización, dependencia tecnológica, inmigración masiva, falta de liderazgo y autoridad, crisis de la educación y de la sanidad, neutralización de los medios de comunicación social, manipulación de las redes sociales, coberturas interesadas a los verdaderos problemas mediante la construcción de problemas ficticios, crisis de suministros y, para colmo, países enteros paralizados por una mutación del Covid, la Omicron, que, en estos momentos, no es más que un simple resfriado que se contagia con facilidad…

Estos elementos, podrían ser, por ejemplo:

1) Refundación de la Unión Europea, con la renegociación del tratado de adhesión de cada una de las naciones. No se trata de liquidar la UE que, en el fondo es positiva en la medida en la que supone un primer paso para una “federación” europea, pero que, en su forma actual es negativa en la medida en que esa federación es la “pata europea” de la globalización. Se trata de refundar la UE en la medida en que desde hace décadas hemos entrado en la etapa de “política de los grandes bloques” que supera la dimensión nacional de cada una de las naciones del continente.

2) Emancipación y liquidación de la OTAN: la “alianza atlántica” es un residuo de la Guerra Fría, sin interés, utilidad, ni misión, más allá de escenificar el “vínculo” que une a Europa con uno de los vencedores de 1945, los EEUU, una potencia en crisis cuyo desplome interior es inevitable por causas muy diversas (económicas, étnicas, culturales, sociales, etc.) y solo tendrá parangón con el que sacudió a la URSS en 19887-92. Europa, neutral, pero armada.

3) Alto a las políticas migratorias y de sustitución de población: los defensores de tales políticas deben ser expuestos a la luz pública y sus argumentos contrastados con las realidades. Desde hace décadas no hace falta inmigración en Europa y, mucho menos, inmigración sin cualificación profesional. Los defensores de estas políticas deben ser considerados como criminales contra su patria, su sangre y su cultura y juzgados como tales. Así mismo, es preciso revertir estas oleadas procediendo a repatriaciones masivas y graduales.

4) Disminución del peso de los partidos políticos en la vida pública: nunca tan pocos han ostentado tanto monopolio representativo. Los partidos no son “grupo de opinión”, sino “conglomerados de intereses sin opinión propia”, tienen la opinión que imponen los grupos de presión que los controlan. Sin ideología, sin apenas afiliación, con sospechas de corrupción continua, los partidos deben ser progresivamente arrinconados como vehículos de representación y sustituidos por otros modelos de representación profesional, sindical, corporativa, regional. Y, por supuesto, el dinero público no puede entregarse alegremente a los partidos mayoritarios para que sigan siéndolo ad infinitum. El espacio que ocupan hoy los partidos políticos debe ser devuelto a la sociedad y, en todos los escalones representativos es preciso reducir ese espacio, como mínimo en un 75% a nivel nacional y autonómico y ser prohibido a nivel municipal.

5) Gobierno de técnicos y expertos, antes que gobierno de ambiciosos e ignorantes: un país que vive una situación de normalidad institucional y prosperidad, puede permitirse cualquier tipo de gobierno, incluso el más injusto (la partidocracia), pero un país en crisis, una sociedad que vive sumido en el miedo, sumido cada vez más en dificultades y sometido a “diversiones políticamente correctas”, es un país que precisa medidas excepcionales para restablecer la normalidad, el orden social y la prosperidad de la población. Y esas medidas no serán jamás adoptadas por políticos elegidos por mayorías sin cualificar. El gobierno no puede estar formado -como han estado los últimos gobiernos- por patanes e ignorantes absolutos, ambiciosos sin escrúpulos o verdaderos enfermos patológicos cuya única capacidad es la de engañar al electorado: de la sima en la que nos encontramos se sale solamente con gobiernos compuestos por técnicos y expertos capaces de planificar a medio y largo plazo y de adoptar medidas coyunturales inmediatas para paliar los frentes de crisis más urgentes.

6) La política exterior de una Unión Europea refundada debe basarse en cuatro ejes: política de amistad y alianza con Rusia; equidistancia de China y de los EEUU; distanciamiento del mundo anglo-sajón considerado como algo ajeno a Europa e, históricamente, antieuropeo; política de acercamiento a Iberoamérica en la que España sería el puente natural. Está claro que la historia camina hacia la política de “grandes bloques” y que el territorio de la Unión Europea es uno de ellos. La estabilidad mundial depende de un sistema que esté apoyado en “patas” sólidas, cuantas más, mejor. Se trata de lograr que cada una de estas “patas” geográficas sea lo suficientemente autónoma como para garantizar su supervivencia y estabilidad. La deslocalización, la globalización, debe dar paso a la autonomía económica e independencia de estos bloques cuyos intercambios comerciales deben de limitarse a sus excedentes de producción o a sus materias primas.

7) Medidas excepcionales en materia económica con la creación de una criptomoneda europea no especulativa: las criptomonedas, así como las tecnologías blockchain permiten competir con las monedas históricas ventajosamente, a condición de tener organismos que regulen su estabilidad. De ahí la necesidad de que Europa se dote de una criptomoneda propia con la que se realicen todos los pagos del Estado: esto permite un seguimiento descentralizado y riguroso y al alcance de todos, del destino hasta del último céntimo del dinero público, así como resolver los problemas del endeudamiento. La criptomoneda, y la tecnología que tiene detrás, permite independizarse del poder de la banca, de las grandes acumulaciones de capital y de las dinastías financieras tradicionales. El blockchain permite transparencia y seguridad, la Unión Europea debe garantizar estabilidad a su criptomoneda.

8) Solución del problema energético mediante la introducción de centrales nucleares de nueva generación: los hidrocarburos, controlados desde el principio de la era industrial por capitales anglosajones e impuesto a principios del siglo XX, no es el tipo de energía que conviene a Europa. Las “energías alternativas” distan mucho de satisfacer todas las necesidades de consumo. Europa no es rica en gas natural, así pues, no queda más salida que la energía nuclear en sus dos aspectos: dedicar presupuestos públicos a construir centrales nucleares de nueva generación con índices de seguridad superiores a los de las antiguas centrales y apostar por la energía de fusión invirtiendo capitales públicos.

9) Inversiones preferente es sectores de alto valor añadido vinculados a las nuevas tecnologías: la crisis de los chips que se está viviendo desde finales de 2020 ha mostrado la importancia que tiene para Europa -y que un solo país no puede afrontar- no solo utilizar e importar nuevas tecnologías, sino tener instaladas en su territorio y de manera preferente, este tipo de recursos de los que depende el futuro. Si el capital privado no está en condiciones, ni interesado en estos sectores, debe ser el Estado, esto es, la Unión Europea reconstituida, quien planifique y realice las inversiones necesarias para cortar nuestra dependencia del exterior.

10) Cultura de la excelencia y del esfuerzo en lugar de cultura de la complacencia: una alternativa debe contemplar, ante todo, una profunda reforma educativa desde la pre-escolar hasta los masters de post-grado. No se trata hoy de “hacer la educación accesible a todos”, sino que esta educación sea de calidad y prepare a los estudiantes para su vida futura: es preciso reintroducir desde la preescolar la idea de excelencia, de esfuerzo, de sacrificio, evitar que la escuela se convierta en un “juego” y que se “aprenda jugando”. No se trata de bajar el listón, como están haciendo todos los planes de enseñanza en los últimos 50 años, sino de elevarlo, crear una enseñanza exigente, la única que estará en condiciones de que colaborar en la construcción de la sociedad del futuro.

11) Respeto a las tradiciones de los pueblos europeos: Europa es hija de tres influencias, el mundo clásico greco-latino, el mundo nórdico-germánico y el catolicismo. Y esas tres tradiciones deben permanecer vivas y renovadas. Atentar contra cualquiera de ellas o intentar introducir tradiciones halógenas, supone un “crimen contra Europa” y debe ser juzgado como tal. La tradición implica “transmisión”, el nexo que une a las generaciones que han vivido sobre la misma tierra y son de la misma sangre. Irrenunciable y fundamental, cualquier atentado contra las tradiciones debe ser erradicado con la máxima energía, sea quien sea que lo protagonice.

12) Depuración de responsabilidades de todo lo ocurrido en Europa desde 1939: en 1946 tuvo lugar el “Proceso de Nuremberg”, una mascarada jurídica producto de la propaganda de guerra y que no puede ser considerado más que como un espectáculo de venganza de los vencedores sobre los vencidos. Pero sería absurdo pensar que hoy, por el hecho de estar alejados ochenta años de aquel proceso, no tenemos derecho a conocer por qué murieron 100.000.000 de personas en todo el mundo, qué y quiénes hicieron posible aquella masacre y se depurasen no solamente las responsabilidades correspondientes a aquel conflicto, sino las que se han venido sucediendo desde entonces. Los crímenes cometidos desde 1939 hasta nuestros días deben ser revisados y las responsabilidades depuradas, afecten a quien afecten y caigan los mitos que caigan.

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Hemos repetido en muchas ocasiones que no creemos que el terreno político sea, hoy por hoy, el más adecuado para llevar a cabo una lucha de reconstrucción. Creemos, más bien, que ésta debe partir del individuo, de una clarificación que debe realizar a nivel interior y, posteriormente, realizada esta, ampliarse a su familia, a su círculo social y tejer redes invisibles que se conviertan en islas de claridad en el momento en el que se produzca el desplome interior de la civilización (a causa de la “tormenta perfecta” que cada vez tenemos más cerca). Si hemos lanzado estas ideas es para aquellos que todavía consideran que la política es un campo de acción, gracias al cual puede retrasarse el estallido de la crisis y que todavía existen partidos y siglas que mantienen posturas, más o menos, “correctas” que pueden llegar a influir positivamente en la marcha de los acontecimientos. Recordamos, en cualquier caso, que el tiempo de “jugar a la contra” ya ha quedado atrás: no se trata de votar a unas siglas, no tanto por identidad con sus principios, como para sacarse de encima rostros odiosos y malignos de la política española, francesa o italiana. Se trata de realizar un trabajo sólido de reconstrucción. Los amigos y antiguos camaradas que estén dentro de formaciones políticas en activo, deberían de transmitir a las bases y a los dirigentes de estas organizaciones que es preciso superar la etapa de las medias tintas (la propuesta de medidas superficiales) para pasar a la etapa de radicalidad (el afrontar los problemas yendo a sus raíces). Y esto solamente puede hacerse teniendo muy claro que:

1) El marco nacional ya ha dejado de ser preferencial, es preciso trabajar en un marco europeo.

2) Los marcos constitucionales en toda Europa y el mismo estatuto de la UE deben ser modificados en la medida en que han contribuido a generar y agravar la crisis actual.

3) El pozo en el que nos encontramos es tan profundo que no se recuperará la normalidad con unas simples elecciones y un mero cambio de gobierno. Hace falta más, mucho más. Eso, o un buen día nos levantaremos y nos daremos cuenta de que el desplome final ha comenzado.