Lo que en La Libre Parole
habían sido ideas, artículos y letra impresa, en la Ligue Antisémitique de
France (LAF a partir de ahora) es de intentar aprovechar el potencial del
antisemitismo y transformarlo en impulso político. La LAF se crea justo en el
momento en el que el boulangismo está viviendo sus días álgidos y cuando
Francia ha sido anegada por el éxito de las obras de Drumont. El 5 de septiembre
de 1889 aparecen los primeros carteles de la LAF en los muros de París. Desde
las oficinas de la rue Lepic el comité organizador hará pública su intención:
“abatir el poder de Rothschild”. Pocos meses después participa en las
elecciones municipales con resultados extremadamente pobres. Al frente está el
Marqués de Morès y sus candidatos, presentes en las listas boulangistas, se
presentan como “socialistas–revisionistas”. El 1º de mayo lanzan un
“Llamamiento a los trabajadores de Francia” en el que aluden a las “virtudes
ascendentes del socialismo”. Drumont no albergaba mucha confianza en el
boulangismo y en particular en su grupo dirigente, sin embargo a través suyo el
antisemitismo se convierte en una fuerza política popular. En esa época el
antisemitismo “no es más que una variante del socialismo (…) que conduce de
forma natural a las capas populares”[1].
La campaña antisemita de la LAF y del boulangismo arrastrará especialmente a
los medios católicos. El diario La Croix
se integrará tardíamente y de manera oportunista en las campañas contra los
judíos e incluso intentará competir con La
Libre Parole para ver cuál es el “diario más antisemita de Francia”. Sin
embargo, la caída del boulangismo arrastraré el cese de las grandes campañas
antisemitas salvo en los barrios populares y entre los carniceros de La
Villette. Y es entonces cuando Drumont lanza La Libre Parole en un momento en el que la mayoría de la prensa
popular es antisemita. El “escándalo de Panamá” y las revelaciones que Drumont
aporta hacen que el éxito de la iniciativa sea enorme. En ese momento casi toda
la prensa popular[2]
es antisemita. Eso impulsa a Drumont a abandonar la acción política y centrarse
en su iniciativa periodística.
El campo queda libre para el grupo Morès et ses amis que sustituye a la LAF que se disuelve tras la
dimisión de su presidente Jacques de Biez[3].
A pesar de que la sede del grupo está en el Distrito I, sobre todo donde
reclutará es entre los carniceros de La Villette entre los que goza de enorme
popularidad y que lo seguirán de manera fanática. Sin embargo, la partida de
Morès hacia Argelia y su muerte hacen que el movimiento popular antisemita se
quede sin su jefe más activo y carismático. Su sucesor Jules Guérin[4]
resucitó la Liga Antisemita de Morès de
la que Barrés fue el presidente de honor, e intentó iniciar una carrera política en el Distrito
XIX, un barrio popular parisino verdadero feudo del boulangismo. Lanzó la
revista quincenal Le Réveil du XIXe
y afrontó la preparación de las elecciones municipales de 1893. Poco antes de
la cita en las urnas la revista se convirtió en semanal con el nombre de Réveil Social y terminó siendo el órgano
boulangista de los barrios populares de París. Se aproximó en esos meses a los
blanquistas de izquierda y a los anarquistas, lo que le valió un primer choque
con Drumont.
Los tres objetivos de la Ligue Antisémitica eran proteger el
“trabajo nacional”, “liberar a los franceses y a la nación del yugo judío” y
“prohibir a los judíos el acceso a todas las funciones públicas”. El programa
tuvo éxito a partir de 1897. Constituyeron secciones en todos los distritos
parisinos y ese año ya contaban con 8.000 adheridos que en julio del año
siguiente serían 11.000 distribuidos en 130 secciones; la policía indicó que en
1899 sus efectivos habían llegado a los 20.000 afiliados. Ese año fue el álgido
para la Ligue: los éxitos de los candidatos antisemitas en las elecciones
legislativas de 1898, los disturbios, la intentona golpista del 23 de febrero,
los procesos que siguieron y la agitación en la calle situaron al antisemitismo
francés en la cresta de la ola. En ese momento la Ligue tenía 270 secciones,
algunas importantes: Nancy con 2.800 afiliados, Marsella con 1.600, Lyon con
1.200, etc. También en las ciudades del Este, la Ligue prosperará, pero será en
la región de Burdeos en donde conseguirán enviar a dos diputados antisemitas al
parlamento. En Argelia cuatro diputados antisemitas serán elegidos en 1898 con
Drumont a la cabeza. Un total de 23 diputados antisemitas los que se sentarán
en el parlamento elegido en 1898. En París los barrios populares de la
Bastilla, Nation, Ternes, République, Belleville, Pigalle, Batignole, Gar du
Nord, serán los de mayor actividad antisemita.
Es curioso constatar que justamente en el barrio parisino en el que
se había producido más inmigración judía procedente de Europa central, la Liga
no tiene particular implantación. Sternhell aporta una explicación a este
fenómeno: “El antisemitismo popular no es una reacción a la presencia judía”[5].
En efecto, ese antisemitismo apunta contra
los judíos propietarios del capital, no
contra el judío de a pie que llega pobre y que, por tanto, no están en
condiciones de competir con la población francesa autóctona.
Pronto se producirán conflictos entre Drumont y Guérin. Éste acusará
a su maestro, pero oponente, de ser “demasiado clerical” (algo en lo que,
efectivamente tiene razón). Le lanzan el reproche de que a fuerza de acusar a
los judíos de enriquecerse, él mismo se ha enriquecido con los derechos de
autor de sus obras (innegable casuística). Le acusa también de no pretender
salir a la calle más que para distribuir La
Libre Parole (lo que también parece cierto). Y finalmente, lanza sobre él
la acusación de ser “viejo” (obviamente discutible a la vista de que en ese año
Drumont apenas tenía 54 años…). Terminarán por enfrentarse y la escisión entre
ambos se producirá tras las elecciones de 1898. Los cargos electos de la Ligue
permanecerán junto a Drumont, mientras que los carniceros de La Villette y las
Juventudes Antisemíticas seguirán a Guérin.
Esta lucha reviste también ciertos caracteres ideológicos: los
“drumonistas” se sitúan a la derecha, mientras que Guérin y los suyos se expresan
como socialistas–nacionales. Cuando se produce la escisión y enfrentándose al
precipicio que supone carecer de medios suficientes para mantenerla, aparece en
escena el Duque de Orleans que apoyará económicamente a Guérin. A partir de
ahora el antisemitismo popular estará subvencionado por el duque de Orleans
cuyos asesores le indicarán la convivencia de utilizar el antisemitismo popular
para crear un amplio movimiento que controle las calles y que pueda ser
utilizado en vistas a una restauración monárquica. El propio duque de Orleans
escribe de su puño y letra el llamado
Manifiesto de San Remo en el cual defenderá las mismas tesis del
antisemitismo popular, a saber, que la lucha contra los judíos es un factor de
unidad y consenso nacional.
Desde el verano de 1898 hasta abril de 1903, el duque de Orleans
pasará todos los meses entre 20 y 30.000 francos además de donativos de hasta
300.000 francos para el lanzamiento del Gran Occidente de Francia. En la sede
de este grupo en rue Chabrol se albergará también el semanario L’Antijuif cuya tirada pasará a 40.000
ejemplares a 90.000 en pocas semanas para alcanzar los 120.000 en enero de
1899. Allí instalará un verdadero cuartel general dotado de sala de reuniones
para 500 personas, gimnasio, corredor de tiro, con 50 “liberados” que acuden
allí en donde aparecen crisis susceptibles de ser aprovechadas por los
propagandistas antisemitas. Pero en ese tiempo, el proyecto más interesante de
la Ligue es el lanzamiento de una “Sociedad Mutua de Proteccion del Trabajo
Nacional”, una verdadera bolsa del trabajo capaz de rivalizar con la puesta en
marcha por los socialistas marxistas. Con ella, la Ligue sienta las bases de la
que luego será el sindicalismo antimarxista que ampliará su radio de acción con
los mineros y ferroviarios del norte que constituirán lo esencial del
“movimiento amarillo”[6].
Uno de los aspectos más interesantes del movimiento de Guérin es su
obsesión por localizar y abortar las infiltraciones policiales. Por eso se
preocupa por seleccionar a los nuevos militantes: cada aspirante debe ser
avalado por un par de militantes conocidos; cada dos meses distribuye nuevos
carnés para evitar que los robados puedan ser utilizados por infiltrados. Las
insignias se modifican ligeramente cada cuatro meses por lo mismo y tanto este
material como el correo es siempre entregado en mano y nunca dejado a los
porteros de los inmuebles. Esto les garantiza un razonable sistema de
seguridad. Luego están los ensayos de movilización general. Para Guérin se
trata de contar con miles de afiliados militarizados y encuadrados en apenas
cinco horas. Todas las informaciones confidenciales sobre la organización están
en posesión de Guérin y de su hermano Louis.
Y no es raro que se preocupe de todo esto. Cuando le preguntan cuál
es su programa explica: “La agitación y la violencia”, explicará un agente de
la policía que consiguió infiltrarse entre los liguistas, el cual añade:
“Guérin no dudará en emplear la fuerza donde la crea necesario (…) para él la
Ligue es un instrumento de agitación revolucionaria”[7].
Los carniceros de La
Villete y los agitadores de Argel
Entre enero de 1898 (cuando Zola publica su artículo J’Acuse y el coronel Henry se suicida) y
agosto de 1899 (cuando se ve el segundo juicio a Dreyfus) se produjeron en
Francia disturbios constantes de carácter antisemita. Es difícil establecer el
papel que jugó el “antisemitismo organizado” (en la Ligue) pero se sospecha que
fue importante. El clima antisemita que estaba en la calle aumentó las ventas
de la prensa de este carácter y reforzó las organizaciones que sostenían esta
posición. Hacia mediados de enero de 1898, la policía francesa preveía el
estallido de disturbios en París, tal como había ocurrido poco antes en
Argelia. Justo cuando se publica J’Acuse,
estallan incidentes “de extrema gravedad”[8]
en las principales ciudades francesas metropolitanas incluyendo en París y
Marsella. Los incidentes se inician en París y luego se trasladas a las plazas
fuertes del boulangismo, más tarde se desplazan hacia el Este de Francia. En
ocasiones se trata solamente de lanzamiento de piedras sobre comercios judíos
por parte de jóvenes y adolescentes, en otras de verdaderas revueltas populares
que degeneran en disturbios que duran varios días. Las manifestaciones marchan
con gritos de “Muerte a los judíos” a los que añaden “Viva el ejército”
(alusión a la actitud del Estado Mayor durante el Caso Dreyfus). En París, los
incidentes durante una semana y en Marsella cinco días seguidos: se atacan
sinagogas, comercios e incluso puestos
de policía. En Argelia, a la salida de un mitin, se producen dos muertos a
cuchilladas, uno entre los manifestantes, otro, en represalia, entre los
judíos. Es allí, precisamente, en donde se producen los incidentes más
violentos de todo el Imperio, especialmente entre el 22 y el 24 de enero de
1898 y que estallan en todas las ciudades del territorio argelino e incluso en
pequeños pueblos. Los almacenes y comercios judíos resultan saqueados y se
producen 47 heridos graves; los incidentes apenas se calmarán en las semanas
siguientes. Entre febrero y abril del año siguiente “no pasa un día sin que
haya una manifestación en Argel o en los alrededores”[9].
En ese clima de violencia antisemita emerge un líder, Max Régis[10].
Régis ha golpeado a su profesor (judío), se ha batido en duelo con quienes
defendían la preponderancia judía, es joven, es atractivo y es un exaltado
orador. Además es un periodista de talento que lanza la revista L’Antijuif en la senda de las ideas de
Drumont. Pronto tirará 20.000 ejemplares siendo uno de los periódicos argelinos
de mayor tirada. Crea un himno para sus hueses: La Marsellesa antijudía (Muerte a los judíos / Es preciso colgarlos
/sin esperar más / es preciso colgarlos / por las napias). Gracias a Régis y a
su atractivo personal, el antisemitismo argelino se convierte en un verdadero
movimiento de masas.
Entre 1898 y 1899 todos los líderes antisemitas, conservadores o
socialistas–nacionales, aspiraban a que Régis reforzara sus organizaciones uniéndose
a ellos. Pero Régis carecía de inteligencia política y le faltaban cualidades
intelectuales, su carrera se agotó pronto entre denuncias, duelos, condenas y
líos de faldas. No era, desde luego el líder que hacía falta para imponer un
rostro y una autoridad indiscutible a todo el magma antisemita, un rostro que
sustituyera al marqués de Morès y que, por lo mismo, tuviera más personalidad y
prestigio político que él. Fue la agitación desarrollada por Régis desde L’Antijuif lo que generó buena parte de
los disturbios a los que hemos aludido en la colonia argelina. Predicó con saña
el boicot a los establecimientos judíos: “El boicot implacable debe ser la
táctica utilizada por los franceses deseosos de defender su patria amenazada
por los judíos”[11]…
acto seguido en treinta ciudades argelinas se sucedieron acciones de boicot en
medio de un clima de violencia generalizado.
De Argelia los disturbios se extenderán a París y Nantes encabezados
por pequeños comerciantes movilizados por la Ligue Antisémitique que defienden
la “forma leal de hacer negocios” y proponer “defender sus intereses contra los
judíos”. Se difunde la consigna: “por el honor y la salvación de Francia, no
compréis a los judíos”. En mayo de 1899 la Liga Antisémitique imprime un millón
de carteles destinados a identificar los comercios judíos y prohibir el acceso
a los franceses[12].
En el parlamento, el grupo antisemita realiza proposiciones de ley que, aun
siendo derrotadas, consiguen apoyos por parte de diputados adscritos a otros
grupos[13].
Estas corrientes antisemitas son republicanas pero antijacobinas.
Ofrecen otro sistema de valores que se identifica con los de la extrema–derecha
y con los de la extrema–izquierda. En ellos, “lo nacional” y “lo social”
caminan íntimamente unidos. No buscan restaurar el Antiguo Régimen, como había
aspirado hasta ese momento las derechas, sino crear un nuevo marco en el que
ambos conceptos –nacional y social– caminen juntos. Esto entraña ciertas
dificultades y los tiempos todavía no están maduros para este tipo de fórmulas
para que se impongan. Además existe otro factor que contribuirá a que el
antisemitismo se deshinche como fenómeno de masas: el impacto del catolicismo.
En efecto, el antisemitismo seguía teniendo una parte importante de
componente católica y la Iglesia era, como puede intuirse, una fuerza
eminentemente conservadora. Drumont, siendo católico, tenía horror al
confesionalismo, a los obispos y a ese pragmatismo vaticano que solía
alternarse con el dogmatismo más acrisolado. Al igual que Maurras, Drumont
reconoce que Francia es un país de tradición católica, pero eso no le impide
despreciar a la jerarquía eclesiástica. Y los católicos seguidores de la “Santa
Madre Iglesia” no ahorran invectivas contra Drumont y los “socialistas
nacionales” a los que frecuentemente ven acompañados por anarquistas,
sindicalistas y socialistas, todos ellos sospechosos ante los ojos de Roma.
Juzgan, además, que los hombres de La Libre Parole no tiene fe y, por
tanto, la publicación es peligrosa en tanto que indiferentista ante el fenómeno
religioso. Y atacan a Drumont como atacan a cualquier otra cosa que no acepte
los dogmas católicos, la jerarquía y la primacía del papado. Y, como se sabe,
la Iglesia era solamente antisemita en la medida en que Cristo había sido
asesinado por judíos… El hecho de que existiera una colusión entre capitalistas
y judíos era secundario para la Iglesia. La Iglesia –a través de su prensa,
especialmente de La Croix– no
necesita una “doctrina antisemita”, se contenta con extender un “sentimiento
antisemita” entre sus fieles. Es más, la Iglesia, nominalmente al menos, no se
declara en ningún momento “antijudía”, ni nada parecido. Para ellos, las
revueltas antisemitas de la época tienen lugar, no para liberar a los
trabajadores de la tiranía de los “capitalistas judíos”, sino “a la mayor
gloria de Dios”, pero también para liquidar la herencia de la revolución
francesa. Se trata, pues, de un antisemitismo limitado a lo estrictamente
religioso y que oscila entre la defensa del antiguo régimen y la defensa pura y
simple del “capitalismo católico francés”. Ni regeneración de la república, ni
unión de lo nacional y lo social, ni nada parecido…
En este contexto los “socialistas nacionales” se ven forzados a
elegir entre colaborar con otras fracciones de la izquierda no antisemita o bien
alinearse con los católicos en la común lucha contra los judíos. En realidad,
Sternhell recuerda que la izquierda socialista francesa mantuvo en enero de
1898 una actitud hostil a la reapertura del caso Dreyfus y que en ese mismo año
algunas federaciones guesdistas[14]
adoptaran posiciones antisemitas. Incluso socialistas nacionales y socialistas
de izquierdas habían tomado la palabra juntos en mítines (Guesde y Lafargue
hablaron en reuniones en las que también tomaron la palabra Drumont, Morès o
Guérin[15])
que permitían pensar que ambas corrientes formaban parte de la misma familia de
pensamiento. La Libre Parole
publicaba constantemente artículos sosteniendo las huelgas de mineros y la
figura de Jean Jaurès e incluso Clemenceau se ven obligado a recordar que es un
error pensar que el antisemitismo tiene aspectos positivos porque “nos libra de
Rothschild”. Más aún: cuando los dirigentes de la izquierda socialista alemana,
Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, toman partido contra Dreyfus (les resulta
imposible concebir que un miembro de la clase dirigente haya podido ser
condenado injustamente…), Clemenceau les ataca y define que la izquierda debe
aceptar colaborar con la “República burguesa” y “aceptar estas ofertas del
destino y estas aperturas de la historia”.
Las ligas antisemitas han conseguido controlar amplias masas
populares, pero lo han podido hacer, en buena medida, porque los católicos
tienen posiciones similares a las suyas. A partir de ese momento, la dirección
socialista internacionalista empieza a difundir una explicación, inspirada en
el marxismo ortodoxo, según la cual el Caso Dreyfus supone el choque entre
distintas fracciones de la burguesía; el “partido del proletariado”, por tanto,
debe de abstenerse en tomar partido por unos o por otros. Su lucha está en otro
lugar y nada tiene que ganar ni que perder en las manifestaciones antisemitas.
La división entre socialistas nacionales y socialistas internacionalistas se ha
consumado. Los primeros se aproximarán a los católicos perdiendo vigor y
credibilidad ante las masas trabajadoras y los segundos abandonarán los temas
antisemitas y darán otra versión de la estructura del capitalismo en el que el
hecho de que una parte sustancial de la gran patronal y de la alta finanza,
esto es, de “los explotadores”, sea de origen judío no tiene sentido en tanto
que son capitalistas mucho antes que judíos…
Esta decantación se produce cuando llega al poder Waldeck–Rousseau
el 22 de junio de 1899, estabilizando la política francesa que se había visto
constantemente convulsionada por las consecuencias del Caso Dreyfus. Waldeck–Rousseau
se rodeó de progresistas, radicales y socialistas, se dio a sí mismo el cargo
de Ministro del Interior y abordó la lucha contra los sectores antisemitas del
ejército, de la iglesia y de la política. Adoptó igualmente leyes de carácter
social y en 1902 ganó las elecciones legislativas. Entre otras medidas reprimió
con dureza la actividad de los grupos antisemitas. Déroulède y Guérin sufrieron
sus iras y el grupo de los carniceros de La Villette fueron vigilados
estrechamente para evitar el más mínimo exceso, en especial los dirigentes de
la Jeunesse Antisémite. Así mismo se cortó la financiación de los monárquicos
legitimistas a las ligas antisemitas. Despues del “Fort Chabrol”, Guérin es
condenado el 4 de enero de 1900 a 10 años de cárcel y Déroulède a 10 de
destierro.
Incapaz de soportar un nivel tan duro de represión y la limitación de sus actuaciones, las ligas antisemitas entraron en un prolongado período de descomposición. Para colmo, la falta de recursos, la disputa por los lectores y por la clientela, ocasionaron duras polémicas entre las distintas fracciones, pérdidas de lectores, escándalos indecorosos por rivalidades del más bajo nivel, etc. Las tiradas de las revistas que sobrevivieron bajaron considerablemente, incluida la de La Libre Parole. Otros, como L’Antijuif, simplemente desaparecieron sin dejar rastros. En cuanto a las organizaciones se fracturaron en grupúsculos con cifras muy bajas de militancia. Incluso los terribles carniceros de La Villette sufrieron problemas. Prohibida la Jeunesse Antisémite, se reorganizó con el nombre de Volontaires de la Liberté y otros lo hicieron como Parti National Antijuif, mientras que el brazo derecho de Guérin constituyó el Groupe des Antijuifs Indépendents. Hacia 1903 todo esto estaba reducido a la mínima expresión.
Los ecos del Caso Dreyfus quedaban lejos y la polémica se había saldado con la victoria de los dreyfusards. En 1906 desaparecen los últimos diputados de la derecha radical presentes en la Asamblea Nacional. La primera generación de “socialistas nacionales” ha pasado a la historia. En esas mismas elecciones de 1906 obtiene su acta de diputado Pierre Biétry[16]. Valois y Sorel entran también en escena y lanzan las bases de lo que será el Cercle Prudhon. Pero esta ya es otra historia, en otra época, una historia que, por lo demás, ya hemos repasado.
[1] Cfr. La Droite… op. cit.,
pág. 216.
[2] Z. Sternhell da una relación de estos medios: “L’Intransigeant de Rochefort, La
Cocarde de Barrès –en el que cohabitan socialistas, anarquistas y futuros
maurrasianos- La Patrie de Millevoye,
L’Eclair, La Presse, Le Petit Journal son en este último decedio del siglo,
antisemitas” (cfr. La Droite… op. cit..,
pág. 217).
[3] Jacques de Biez (1852-1915), periodista e historiador, republicano
y antisemita, fue uno de los fundadores de la LAF y al disolverse esta siguió
colaborando en los medios de prensa antisemitas después de retirarse a su
castillo de Vienne, en especial en La
Libre Parole, Gil Blas y La Terre de France. Se trataba de un
personaje excéntrico y exótico que no dudaba en abordar constantemente la el
tema del origen celta de Cristo. El cristianismo sería, sostenía Biez, una
forma de druidismo exportado desde la Galia. El argumento estrella era que
Galilea tiene el prefijo “Gal” lo que indicaría su origen galo…
[4] Jules Guérin (1860-1910), periodista francés, director del
semanario L’Antijuif, nació en
Madrid, al regresar con su familia a París se identificó con los ideales de los
antiguos comuneros. Pronto trabará amistad con el marqués de Morès. Fue
arrestado en 1893 y los anarquistas hicieron causa común con él. Enemigo de la masonería constituye la Ligue
Antimaçonique et Antisémite du Gran Occidente de France, financiada por el
duque de Orleans y activa durante el caso Dreyfus. Esta liga colaboraba con la
LAF. Fue también miembro de la Ligue de la Patrie Française de Paul Dérouléde,
se caracterizó como antidreyfusard y fue director de la Ligue Antisémite. La
sede del Gran Occidente está en la rue Chabrol y será allí en donde Guérin y
una docena de hombres armados que habían conspirado contra la seguridad del
Estado junto al Duque de Orléans, se atrincheran durante 38 días. La prensa
llamará a esta sede “Fort Chabrol”. Al entregarse fue condenado junto a
Déroulède al exilio. Emprendió algunos
negocios con los que consiguió arruinar a sus socios a pesar de que él se
presentó siempre como símbolo “de la pequeña patronal vencida por los señores
de la finanza”. Llegó a incendiar su propia planta de refinado de petróleo para
cobrar el seguro. Hasta su muerte proseguirá realizando propaganda antisemita y
anti-dreyfusard. Louis Ferdinand Céline le rendirá un sentido homenaje en
Maudits soupirs pour une autre fois. Datos sobre Jules Guérin extraídos de http://fr.wikipedia.org/wiki/Jules_Gu%C3%A9rin
[5] La Droite… op. cit., pág.
224.
[6] La Droite, op. cit., pág.
228.
[7] Ibidem., pág. 230.
[8] S. Wilson, The antisemitic
riots in France, The historical Journal, vol I, nº 4, 1973, pág 789.
[10] De verdadero nombre Massimiliano Milano (1873-1950) fue elegido
alcalde de Argel con solamente 25 años en la lista “antijudía” (en Argelia no
se utilizaba el término “antisemita” pues, no en vano, los árabes son también
semitas), su padre era un masón originario de Milán. En Argelia, además de las
convulsiones del Caso Dreyfus existía un clima de protesta por la concesión de
la nacionalidad francesa a los judíos allí residentes que actuaban en bloque
apoyando a los republicanos de Gambetta y Ferry. El ala izquierda republicana,
los “radicales” realiza campañas antijudías y mide su impacto en la opinión
pública. En enero de 1897 un apellidado Levy es nombrado profesor de derecho
romano ante la protesta de los estudiantes, entre ellos Max Régis.
En pocas jornadas Régis se convierte en la figura mas conocida de
Argelia y al ser recibido en París por los “padres del antisemitismo” declarará:
“Con la sangre de los judíos se regará el árbol de la libertad”, a raíz de lo
cual deberá huir a España. Será condenado a cuatro meses de prisión y a otros
meses más a causa de un duelo que mantuvo con el capitán Oger que le había
presentado una denuncia a raíz de un artículo suyo publicado en L’Antijuif. Desde este medio (que
aparece tres veces por semana) exige la abolición del “decreto Cremieux” (que
concede la nacionalidad francesa a los judíos argelinos) y la expulsión de los
judíos de Argelia. Es precisamente Régis quien convence a Drumont de
presentarse como candidato por Argel. La llegada de Drumont a Argelia provoca
una oleada de entusiasmo… y el recrudecimiento de la agitación antisemita.
Régis llega a publicar los nombres de las mujeres que se proveen en las tiendas
judías. Drumont logrará ser elegido diputado el 8 de mayo de 1898 junto a seis
diputados más por la lista antijudía. El consejo de ministros deberá revocar
las condenas a que se han hecho acreedores los protagonistas de los incidentes,
incluido Régis. Sin embargo, a raíz de declaraciones posteriores de violencia
inusitada, Régis será acreedor de otra condena por agresión, lo cual no será
obstáculo para que en las elecciones municipales de octubre de 1898 la lista
antijudía obtenga 36 puestos. La audacia y el verbalismo de Régis le llevan
incluso a proponer la escisión de Argelia de la metrópoli: “Si Francia rechaza
liberarse de los judíos, que el pueblo argelino tome en sus manos su propio
destino”. Esta declaración es suficiente para suspenderlo de sus funciones como
Alcalde de Argel. Es reelegido en 1901 pero no logra tomar posesión del cargo a
causa de pasadas condenas no cumplidas. Será el final de la experiencia
antisemita argelina: la represión impide el desarrollo del programa antisemita
y por tanto no hay razón para votarle. En las elecciones de 1902, la
candidatura antijudía alcanzará un número irrisorio de votos. Perseguidos por
numerosas denuncias y procesos, Régis vendrá a España (en donde, contactará con
miembros de la Liga Regionalista de Cataluña; sobre estos contactos véase La raza catalana: el núcleo doctrinal del
catalanismo, Francisco Caja, Ediciones Encuentro SA, Madrid 2009, pág. 225.
El núcleo original de este tema está extraído de la obra El catalanisme conservador devant de l’affaire Dreyfus 1894-1906,
Curial, Barcelona 1994, págs. 124 y sigs.) y se retirará de la política activa.
Vivirá en el anonimato los últimos 50 años de su vida. Roger Peyrerife
escribirá en Les Juifs ( que Régis era hijo de
judíos italianos. En cuanto a Louis Ferdinand Céline será a él a quien tendrá
en mente cuando escriba: “Si en Francia hubiera una asociación antisemita, el
presidente, el secretario y el tesorero serían judíos”.
[11] La Droite, op. cit., pág.
235.
[12] La Droite, op. cit., pág.
236. Z. Sternhell explica que estos incidentes “no son otra cosa más que una
puesta en acción de la ideología antisemita de Toussenel y Proudhom hasta
Drumont, Barrès, Rochefort y Maurras”.
[13] La petición de que no se admita en la administración, en el
ejército o en la marina, solamente a franceses como oficiales o a personas
procedentes de familias que se hayan nacionalizado franceses tres generaciones
antes, recibe 158 votos a favor en la sesión del 10 de enero de 1898. Un mes
más tarde otra propuesta presentada por el diputado antisemita de Dax sobre las
medidas a tomar para detener la preponderan de los judíos en la administración
recibe el apoyo de 198 parlamentarios.
[14] Seguidores de Jules Guesde, uno de los primeros difusores de las
ideas marxistas en Francia y fundador junto con Paul Lafargue del Partido
Obrero Francés. Constituyó el ala izquierda y marxista del socialismo francés
que terminó fusionándose con el Partido Socialista de Francia en 1902. Durante
la Primera Guerra Mundial se situó en posiciones nacionalistas.
[15] La Droite, op. cit., pág.
240. Sternhell utiliza datos extraídos de la obra de A. Zévaès, Histoire du socialisme et du communisme en
France de 1801 a 1914, Ed. France-Empire, Paris 1947, pág. 258.
[16] Sobre Biétry ver el artículo publicado en la Revista de Historia del Fascismo, nº VIII, titulado Georges Valois y Le Faisceau. En aquella
ocasión nos faltó espacio para dar algunos datos biográficos sobre el fundador
de los sindicatos amarillos franceses. Pierre Biétry (1872-1918) viajó a lo
largo de toda su vida por los más diversos continentes y países y se adhirió
durante su juventud al Partido Obrero Francés de Jules Guesde para el que
organizó los sindicatos. Al frente de estos promovió manifestaciones
reivindicativas que en 1899 degeneraron en algún motín que obligó al ejército a
intervenir. Separado de Guesde, en 1901 se unió al Sindicato Amarillo fundado
por Paul Lenoir a cuya cabeza se colocó rápidamente. Se trataba de un
movimiento que puede considerarse como integrante de la corriente antisemita.
En 1902, Biétry, tras romper con Lenoir, fundó la Fédération Nationale des
Jaunes de France y luego el Parti Socialiste National. Su propuesta no difiere
en absoluto del resto de “socialistas nacionales”: 1) renacimiento nacional, 2)
reconciliación de las clases, 3) justicia social, 4) antisemitismo. Sobre el
“sindicalismo amarillo” y sus relaciones con los socialistas nacionales puede
leerse Idéologie, mythologie et structure
du Mouvement Jaune, Z. Sternhell, La
Doite…, op. cit., pág 284-316. Lamentablemente no existe ninguna obra
accesible en lengua castellana en donde se trate específicamente el tema de los
sindicatos amarillos (que también tuvieron en España cierto impacto).
Cuando Francia era antisemita