martes, 7 de diciembre de 2021

Cuando Francia era antisemita - 1880–1906 “antisemitismo popular” en Francia (3 de 4) – Drumont y La Libre Parole

Drumont, uno de los autores más influyentes en la Francia de las dos últimas décadas del siglo XIX, había tenido un maestro y es lógico que le dediquemos unas palabras para situar su pensamiento: Alphonse Toussenel. En una obra escrita por Toussenel en 1886[1], había dicho: “la responsabilidad de la miseria obrera, de la debilidad y de la decadencia franceses incumbe al judío, rey por el capital en posesión de todos los privilegios que formaban en otro tiempo la estructura de la realeza”. En dicha obra presenta al judío como el “dueño incontestable de la finanza, de la industria y de la prensa” y añade que “su fortuna no puede hacerse más que con la ruina de los pueblos”. El judío, concluye, es el nuevo rey de Francia. Ante el judío y su poder, el parlamento es “impotente”[2]. Ve en la historia de Francia un proceso de decadencia generado por los judíos  y el parlamentarismo y explica que se ha llegado a un “feudalismo financiero” controlado por los judíos a través del cual se controla al Estado. Sternhell, al comentar la figura de Toussenel sentencia: “Por ello, los boulangistas, las bandas de Morés, los Amarillos de Biétry y los hombres de Action Française considerarán a Toussenel como su padre espiritual”[3]. Drumont será fiel a las ideas y los análisis de Toussenel y en realidad toda su obra no supone más que una actualización de la obra del maestro[4]. A pesar de que no entra dentro de la perspectiva de este artículo el comparar al “socialismo utópico” con el “socialismo nacional”, baste decir por ahora que existió toda una corriente de esta variedad de socialismo que derivó hacia las formulaciones que posteriormente compartiría desde Drumont, hasta Benoît Malon[5] pasando por Biétry. Pues bien, la inmensa mayoría de socialistas utópicos fueron antisemitas.

El nombre de Éduard Drumont está unido íntimamente a su periódico, La Libre Parole y este medio de prensa a la causa antidreyfusard. La Ligue Antisemitique de France fue la extensión de este formidable medio de prensa y de estas ideas nacionalistas y antisemitas. Maurras reconoció que el nacionalismo francés tuvo en Drumont su origen y Barrès y Barrès reconocieron también su tributo intelectual con él. Hijo de una familia flamenca campesina, viajó a París a los 17 años y trabajó para el ayuntamiento de la ciudad durante seis meses, pero su sueño era convertirse en periodista y escritor. Colabora inicialmente con el Moniteur du Bâtiment y luego en Diable à Quatre y en L’Inflexible. Finalmente recala en La Liberté en donde colaborará entre 1874 y 1886. Son innumerables las publicaciones que contendrán sus artículos (Revue de la Révolution, Le Bien Public, L'Univers, Le Nain Jaune, La Presse Théâtrale, La Chronique Illustrée, Le Contemporain, La Revue de France, Le Gaulois, Le Petit Journal). No publica artículos políticos sino literarios, su primera obra será una pieza de teatro de un acto, Je déjeune à midi (1875) y su primer libro, Mon Vieux Paris, apareció en 1878, al que seguirán Les Fêtes Nationales à Paris (1878) y Le Dernier des Trémolin (1879). La primera obra en la que demuestra ciertas tendencias políticas la escribe en 1880 dedicada a la muerte de Luis XIV. Sus detractores dirán que es la evidencia más palpable de su legitimismo monárquico. Un jesuita conseguirá convertirlo al catolicismo y convencerle para que escriba La France Juive que en pocos meses alcanzará las 150 ediciones[6] y le confirió una gran popularidad. Así mismo le conseguirá fondos para crear La Libre Parole. A partir de aquí escribirá varios libros y folletos antisemitas: La France Juive devant l'opinion (1886), La Fin d'un monde (1889), La Dernière Bataille (1890), Le Testament d'un antisémite (1891), Le Secret de Fourmies (1892). El éxito de todas estas obras le anima a constituir la Ligue Nationale Antisémitique de Francia. Todas estas obras tienen el mismo leit–motiv: la lucha permanente y la incompatibilidad entre nacionalismo y judaísmo.

La Libre Parole (cuyo nombre completo era La Libre Parole illustrée) apareció entre 1892 y 1924[7]. Sus redactores gustaban llamarse “socialistas” (y sin duda en esto prefiguran también el fascismo entendido como síntesis de nacionalismo y de socialismo). El diario se caracterizará por denunciar los escándalos de la III República y alcanzará fama internación al aportar datos fidedignos y espectaculares sobre el Escándalo de Panamá. Pero cuando las ventas de La Libre Parole llegaran a su cénit será durante los días del Caso Dreyfus. Esta revista es la primera en proponer un antisemitismo anticapitalista y percibir en el antisemitismo un factor de “unidad nacional”. Sin embargo, al hacerse mayor Drumont pierde la energía juvenil y se va moderando hasta converger con otras corrientes de la derecha nacionalista. Drumont consideraba que Daudet podía heredar la dirección de su revista así que intentó fusionarla con L’Action Française, sin embargo, el proyecto fracasó y en los últimos años la revista moderó muchos de sus contenidos y se fue alineando con las filas católicas conservadores lo que le restó mordiente y agresividad, las ventas se resintieron y finalmente terminó por desaparecer a finales de los años 20.

A finales del siglo XIX, Drumont, tanto en La Francia Judía como en su periódico consiguen “cristalizar los sentimientos de enfermedad, frustración y decadencia ampliamente extendidos en la época. Ha sabido traducir maravillosamente los sentimientos de temor frente a un mundo en plena mutación, frente a un progreso técnico que rompe los marcos tradicionales de vida. El éxito de Drumont es alimentado por este miedo a la inestabilidad, a los cambios, a la desintegración (…) El antisemitismo moderno canaliza y encuadra el conjunto de estos sentimientos, facilita una causa única a un conjunto de fenómenos misteriosos, permite poner el dedo sobre un único factor de explicación”[8]. Lo que se ha limitado a hacer Drumont es utilizar el antisemitismo para atacar a la modernidad. Drumont ataca todos los aspectos que han irrumpido con la modernidad y ve tras todos ellos la mano siniestra de los judíos. Su concepción del mundo es orgánica, de ahí la fuerza y la coherencia de la ideología antisemita que conduce al nacionalismo y se dirige a las distintas clases sociales y familias espirituales que la constituyen: todas, la nación misma, tienen como adversario al judío. Cuando aparezca el Círculo Proudhom[9] todavía tenía vigencia el marco conceptual creado por Drumont cuarenta años antes. Hay en Drumont un impulso “totalitario” en el mismo sentido en el que luego aparecerá en el fascismo histórico: integrar a todos los grupos y clases sociales, a las distintas confesiones religiosas y actitudes ante la vida, en el aparato del Estado. Es evidente que su obra es altamente tributaria de las esperanzas suscitadas por los tres años de boulangismo y que su pensamiento puede ser calificado en rigor como “socialista nacional” apto para “obreros revolucionarios” y para “cristianos conservadores”.

Con Drumont se percibe claramente la mutación que ha tenido lugar en el pensamiento de la derecha a lo largo del siglo XIX: ya no se está ante una derecha monárquica y tradicionalista, sino ante un nacionalismo plebeyo que solamente alimenta desprecio por la vieja aristocracia y se siente distanciado de la monarquía pre–revolucionaria. Ese tránsito lo realiza cuando percibe que los “grandes señores” se pelean por ser recibidos en casa de los Rothschild y, finalmente, porque “los conservadores no tienen el valor de unirse a nosotros para intentar reconstruir la sociedad francesa sobre las bases de la justicia, han preferido asociar su causa a la de la judería moribunda para hundirse con ella”[10]. Uno de los dirigentes antisemitas y colaboradores de la Drumont, noble a su vez, el Marques de Morès[11] exige “tender la mano a los trabajadores”. Para ambos, el judío es el responsable de la miseria obrera: “Dueño absoluto de la finanza, es también el origen de las desgracias de la pequeña burguesía; inventor de la Revolución, ha destruido las estructuras tradicionales que aseguraban la armonía de las relaciones entre las clases”[12] y Drumont añade: “ya que los judíos han creado una cuestión social, se resolverá cargándola sobre sus espaldas”[13] porque en el origen de la cuestión social se encuentra el judío como también se le encuentra en la base de cualquier crisis económica. De ahí que la liberación del judío sea para Drumont y el Marqués de Morès la exigencia previa para lograr cualquier tipo de liberación nacional y social.

Las ideas económicas de Drumont son simples: recurre al ejemplo de San Luis Rey de Francia del que dice que “puso directamente en relación al productor y al consumidor, poniéndolos frente a frente y relegando al intermediario a un plano secundario”. Y ve en la economía actual y en el papel del judío la antítesis de este sistema económico. Percibe pronto que los más afectados por este modelo económico basado en el papel preponderante de los intermediarios y especuladores serán las capas de la pequeña burguesía, aprisionadas por la gran industria y las grandes redes comerciales. Es pues este grupo social el que será, necesariamente más receptivo a las tesis antisemitas. Llega a escribir que este sector, “los vencidos de la burguesía”, serán “la vanguardia del ejército socialista”[14].

Cuando Drumont se muestra como un gran visionario que augura la aparición del cesarismo propio de los fascismos es cuando escribe que “un día vendrá un hombre del pueblo, un jefe socialista que habrá rechazado imitar a sus camaradas y dejarse subvencionar, como ellos, por la sinagoga, continuará nuestra campaña; agrupará en tono a él a millares de seres despertados, instruidos por nosotros expoliados de todas las clases, estos pequeños comerciantes arruinados por los grandes almacenes, estos obreros de la ciudad y del campo aplastados bajo los monopolios y a los que hemos mostrado donde estaba el enemigo”[15]. Lo que está planteando Drumont una vez más es un mensaje dirigido a las capas de la sociedad más afectadas por las mutaciones que tenían lugar a finales del siglo XIX y experimentaban dificultades para adaptarse al ritmo de mutaciones sociales que se estaban produciendo. Sternhell escribe: “el antisemitismo social es una forma de revuelta contra el liberalismo económico y la sociedad burguesa”[16]. La imagen del “judío generador de crisis” le permite establecer un puente de unión entre la Francia tradicional y la Francia socialista, “lo nacional” y “lo social” se ven así unidos por primera vez, tal como lo estarán posteriormente en los escritos del Cercle Proudhom[17] y, definitivamente, convertidos en potencial político ofensivo, en los fascismos.

En 3 de noviembre de 1892, Drumont ingresa en la prisión de Saint–Pélagia por una acusación contra el banquero Alphonse de Rothschild quien habría pagado un soborno a la Banca de Francia para renovar sus privilegios. En el curso de esta condena, Drumont recibió documentos confidenciales del barón de Reinach sobre el escándalo de Panamá que publica en su revista añadiendo que “casi todo el sistema político–financiero está en manos judías”. Cuando se celebre el segundo proceso Dreyfus, Drumont se opondrá y reclamará sanciones contra Zola. Ese mismo año se convierte en diputado por Argel poco después de que estallaran graves disturbios antisemitas en aquella ciudad. En 1902, siempre infatigable en sus iniciativas antisemitas, lanzará el Comité Nacional Anti Judío para evitar, según explica, que impida que la República “verdaderamente francesa”, sea sustituida por una “República judía”. Tras perder su acta de diputado retorna a su oficio de periodista y en los últimos meses de su vida se retira a una pequeña población del Yonne en donde muere en 1917. Casi un siglo después, su memoria sigue siendo conservada y defendida por intelectuales y patriotas franceses[18].


[1] Les Juifs, rois de l’époque. Histoire de la féodalité financière, Ed. Marpon et Flammarion, París 1886, 3ª edición

[2] Ibid., t. I, pág. 5-

[3] La Droite Revolutionnaire…, op. cit., pág. 185.

[4] Alphonse Toussenel (1803-1885) pasará a la historia como socialista utópico y uno de los discípulos de Fourier, del cual, verosímilmente, había heredado su antisemitismo (Fourier había escrito que “el judío, fatalmente, es el enemigo de la humanidad” a causa de su religión y el propio Toussenel en su libro sobre los judíos –op. cit., t. I, pág. XL- dice textualmente: los judíos que se arrogan el título de pueblo de Dios han sido el verdadero pueblo del infierno”, en lo que no es más que uno de los excesos antisemitas propios de casi todo el socialismo utópico francés). Sternhell dice que “el antisemitismo de Toussenel es, en muchos aspectos, un modelo casi perfecto del antisemitismo moderno” (op. cit., pág. 186). Redactor del diario La Paix, es conocido en Francia, además de cómo periodista y antisemita, por sus trabajos sobre naturalismo.

[5] Benoît Malon (1841-1893), hijo de campesinos pobres y se adhiere a la Asociación Internacional de Trabajadores (de la que llegaría a ser su máximo dirigente en Francia) en 1865 organizando distintas huelgas en Puteaux a partir de 1866. La prohibición de la AIT entraña su encarcelamiento de 1868 a 1870. Cuando sale empieza a trabajar en La Marsellaise de Henri Rochefort (el cual participa en la Comuna de París, nacionalista, antidreyfusard, boulangista y antisemita, siendo otro de los nombres del “socialismo nacional”. Condenado a varios años de prisión es liberado al proclamarse la República en 1870. En 1871 es diputado “socialista-revolucionario” pero dimite como protesta por la cesión de Alsacia-Lorena a Alemania. Tras la experiencia de la Comuna se exilia en Lugano. En 1871 se une a los bakuninistas de la AIT. En 1882 preside el congreso socialista de Saint-Etienne en donde rompen los “reformistas” con los “marxistas” de Guesde. Funda la Revue Socialiste con la intención de unir a todas las fracciones del socialismo francés) y publica diversas obras ideológicas que influyen en toda la primera generación de “socialistas nacionales”.

[6] Para Z. Sternhell, el libro “constituye el mayor éxito literario de su siglo”, La Droite… op. cit., pág. 196.

[7] En los años, el antisemita francés Henry Coston que inicio su carrera en el Partido Francista de Bucard publico en los años 1930-1936 un período mensual con el mismo título e incluso una orientación similar, salvo por el hecho de que se trataba de una revista explícitamente fascista. En 1937 fue reemplazada por Le Siècle Nouveau. La Libre Parole de Coston se subtituló inicialmente La libre parole politique et sociale (1930-1932), pasando luego  a ser La Libre Parole Populaire, revista mensual continuadora de la obra de Édouard Drumont (1933-1934), más tarde cambió el nombre por Libres Paroles, revista de propaganda nacionalista (1934-1935), para cambiar de nuevo y regresar casi al título originario La Libre Parole, “revista semanal” (1935-1937). En 1937 la revista dejó de aparecer a causa de las constantes denuncias, confiscación de archivos, registros en sus oficinas y multas a las que se hizo acreedor por sus posiciones antisemitas. La revista volvió a aparecer, también de la mano de Coston, en 1940 bajo la ocupación alemana y a partir de 1943 se vio reforzado por el Bulletin d'information anti-maçonnique, y el Bulletin d'information sur la question juive. Hay una relación completa de las obras escritas por Coston en http://es.wikipedia.org/wiki/Henry_Coston. Datos sobre Coston en castellano pueden encontrarse en una obra fácilmente accesible: El antisemitismo en España, Gonzalo Álvarez Chillida. Marcial Pons Ediciones de historia. Madrid 2002, pág. 342 y sigs.

[8] La Droite… op. cit., pág. 196-197

[9] Cfr. Revista de Historia del Fascismo – VIII, artículo Georges Valois y Le Faisceau.

[10] É. Drumont, Le Testament d’un antisemite, citado por Z. Sternhell, La Droite…, op. cit., pág. 198.

[11] Antoine-Amédée-Marie-Vincent Manca-Amat de Vallombrosa, más conocido públicamente como el marqués de Morès (1858-1896) miembro de una familia originaria de Cerdeña de origen español, ingresó en la ademia militar de Saint Cyr obteniendo los galones de teniente de caballería y siendo compañero de pupitre del mariscal Petain. Enviado a Argelia participa en diversas operaciones contra los rebeldes. En 1882 abandona el ejército y se casa con la hija de un rico banquero norteamericano. En 1883 se estableció en EEUU y se establece en Dakota del Norte en donde fundará una ciudad a la que bautizará con el nombre de su mujer, Medora. Crea un rancho y una compañía de diligencias. Participó en varios duelos con pistola causando la muerte de sus oponentes. Se batió en duelo también con Theodore Roosevelt. Gana enormes cantidades de dinero criando ganado y edificando un matadero. En esa época se enfrenta a la coalición de “barones del ganado” y de banqueros judíos que quieren tener un monopolio de la carne. En 1886 vuelve a Francia arruinado, aun así se recupera y logra amasar cierta fortuna. En 1887 se embarca para Bombay, luego visitará Calcuta y finalmente el Nepal volviendo a Francia. Al año siguiente se establece en Tonkin en donde intenta construir un ferrocarril desde la frontera china al golfo de Tonkin. En Hong-Kong se batirá en duelo con otro aventurero francés, Charles David de Mayrena, llamado el “rei de los Sedangs”. De retorno a Francia empieza a dedicarse a la política fundando con Drumont la Ligue Antisémitique de France y en 1891, al periclitar esta, crear el grupo Morès et se samis. Mantiene contactos estrechísimos con los carniceros y matarifes de La Villette que luego serán las tropas de choque siempre le acompañarán en sus aventuras políticas. Se convierte en un hombre popular en el barrio de La Villette en donde se le ve frecuentemente con sombrero de ala ancha y camisa roja de cow-boy. En 1892 denuncia en La Libre Parole a un grupo de carniceros judíos de haber vendido carne en mal estado al ejército. Mantiene duelos con diputados y militares de origen judío a los que acusa de traicionar a Francia. En 1894 se establece en Argelia en donde funda el Parti Antisémite Algérien. Ahí fragua la idea de una alianza entre Francia, España y el islam norteafricano orientada contra el Reino Unido. Su proyecto consiste en aprovechar las tribus nómadas argelinas para combatir la influencia inglesa en el norte de África. Engañado por tuaregs es asesinado en la frontera entre Túnez y Libia. Sus asesinos fueron condenados a muerte pero la viuda del marqués de Morès solicitó el indulto. La mejor y más accesible biografía sobre el Marqués de Morès que puede consultarse es la escrita por Alain Sanders, Le Marquis de Morès, un aventurier tricolore 1858-1896, Ediciones Godefroy de Bouillon, París 1999. Sternhell dice de él que “representaba la vieja Francia heroica, viril y altruista frente al egoísmo burgués y a la explotación capitalista” (op. cit., pág 218).

[12] Drumont, La France Juive, citado por Z. Sternhell, La Droite, op. cit., pág. 198.

[13] Ibidem., pág. 199.

[14] Drumont, La Fin d’un monde, citado por Z. Sternhell, La Droite, op. cit., pág. 200.

[15] Ibidem., pág. 200.

[16] La Droite, op. cit., pág. 201.

[17] Cfr. Revista de Historia del Fascismo – VIII, artículo Georges Valois y Le Faisceau

[18] En 1963 se fundó la asociación Les amis d'Édouard Drumont impulsada por Maurice Bardèche en colaboración con Xavier Vallat, Jacques Ploncard d'Assac, Abel Manouvriez, Hubert Biucchi et Henry Coston, reconociendo todos ellos ser discípulos de Drumont. Buena parte del centenar de afiliados que tuvo procedían de las filas de Action Française o de la extrema-derecha de la época. Se reeditaron alguna de sus obras, en especial sus análisis sobre los Protocolos de los Sabios de Sión (cfr. Revista de Historia del Fascismo, nº VI, artículo Un siglo de los Protocolos de los Sabios de Sión). A lo largo de los años 90 fallecieron la mayor parte de los miembros que habían fundado la asociación. En 2005 la asociación se reconstruyó instituyendo el premio literario Édouard Drumont y logrando que se repusiera la placa que fue profanada por desconocidos sobre su tumba en el cementerio del Pêre-Lechaise.