martes, 11 de febrero de 2020

Antisemitismo español y sefarditismo en el siglo XX: (6 de 6) -> OTRAS REVISTAS Y AUTORES ANTISEMITAS DURANTE EL FRANQUISMO


No era Carlavilla ni los miembros de su círculo, los únicos antisemitas de la época. Existieron otros muchos focos en torno a los cuales se reunían grupos de personas (frecuentemente meros lectores) que compraban tal o cual cabecera que incluía en sus contenidos artículos que podrían considerarse antisemitas. en la segunda mitad del franquismo, desde finales de los años 50 hasta 1975, existieron distintas revistas de este tipo, cada una de ellas con una orientación diferente a las otras y que, por tanto, iban dirigidas a públicos relativamente diversificados, pero siempre situados en la extrema-derecha o bien en medios falangistas.  Citamos tres de estas publicaciones: el semanario ¿Qué pasa?, la revista mensual Cruzado Español, el semanario SP y la revista quincenal Juanpérez.

> LA REVISTA ¿QUÉ PASA?

La que prolongó su vida durante más tiempo fue ¿Qué pasa? Fundada y digirida por Joaquín Pérez Madrigal, un hombre singular. Era éste un antiguo diputado del Partido Radical Socialista, muy conocido durante la república y conocido como “el jabalí” (era miembro de un círculos de este partido que se hacía llamar “los jabalíes” y fue el más conocido de todos ellos) que alternaba su acta de diputado con el de miembro de la masonería. Además era un notorio “comecuras”. Con estos antecedentes nada hacía presagiar que en las elecciones de febrero de 1936 se presentara como candidato de la CEDA. 

Cuenta que las violencias republicanas en los primeros meses de la Guerra Civil le hicieron rechazar mucho de lo que había constituido el eje central de su vida hasta ese momento. Todo, menos el sentido de la ironía. En la Zona Nacional colaboró con la propaganda franquista en varios programas de radio. Al parecer remató su “camino de Damasco” en 1955 cuando, próximo a los 60 años, asistió a los entonces muy frecuentes Cursillos de Cristiandad. Y entonces se convirtió en algo que no había sido hasta ese momento: católico, pero católico muy integrista y como tal fundó en 1964 la revista ¿Qué pasa?, subtitulada Revista inteligente, aunque asombre a la gente.

Era una revista impresa en papel barato, de unas 36 páginas (aunque su número fue variando), con solamente la cabecera en rojo y el resto en blanco y negro, papel oscuro, muy pocas ilustraciones y maquetada casi como un producto de los años 30. Se distribuía en quioscos y debió tirar en los mejores momentos 10.000 ejemplares como máximo. La revista logró sobrevivir con mayor o menor fortuna hasta 1981, cuando ya el panorama político social ya había cambiado completamente. En sus contenidos recordamos buen número de artículos antisemitas y antimasónicos. 

Parte de la redacción estaba desplazada a Zaragoza en donde habían formado una Asociación de Cruzados Voluntarios en la que eran perceptibles la presencia de buen número de miembros procedentes de la diáspora carlista. La revista era muy seguida, también, por el círculo madrileño de Carlavilla y de su mano derecha, Sánchez Covisa.  En cuanto a Pérez Madrigal, después de la guerra, optó por iniciar una discreta carreta como escritor en el que figuran varios ensayos históricos sobre aspectos de la Segunda República, cuestiones de la postguerra española y sobre el “escándalo de Munich” y, finalmente, una novela que pasó desapercibida: Un millón de vivos: una novela de política o una política de novela [1], ironizando sobre el entorno que se reunía en Estoril (“Chiquerés” en la novela) arropando a Don Juan de Borbón. Parte de la obra se la publicó Carlavilla en su editorial NOS [2]. 

No puede decirse que Pérez Madrigal fuera especialmente antisemita pero si profesaba un catolicismo integrista en el que el antimasonismo era casi una exigencia y, junto a él, toda la literatura surgida en ese ambiente, que identificaba a masonería y judaísmo, hacía que fuera particularmente proclive a asumir esta idea. Falleció en 1974. Como en el caso de Carlavilla, su figura fue rápidamente olvidada incluso en los círculos de extrema-derecha.

La revista Juanpérez apareció en 1964 publicada por Ediciones Acervo, una empresa editorial propiedad de un antiguo miembro de la División Azul, José Antonio Llorens Borrás, abogado  y fiscal de la Audiencia de Barcelona que, interesado mucho más por la literatura que por el derecho [3]. La revista estaba dirigida por Narciso Perales y tenía como subtítulo “Revista de Información Mundial”.


> LA REVISTA "JUANPÉREZ"

Cuando se produjo el conflicto argelino, algunos militares franceses y miembros de la OAS recalaron en España y consiguieron apoyos por parte de Narciso Perales, un dirigente falangista de primera hora y en aquellos momentos en relativa disidencia en relación al Movimiento Nacional franquista. Llorens-Borrás y de Perales eran cuñados y mantenían relación de amistad y colaboración de tal manera que el editor participó en una red de apoyo a la OAS que actuaba desde territorio nacional y organizó el tránsito de armas de España a Francia [4]. 

Cuando se extinguió completamente el foco de actividad de la OAS en España, Llorens-Borrás pensó en aprovechar los contactos obtenidos en ese período para lanzar una revista quincenal de carácter político que, finalmente aparecería en 1964 y que se titularía Juanpérez, queriendo indicar que iba dirigida al español anónimo, al hombre de la calle.

Desde el primer momento y en los dos años y medio que duraría la experiencia, quedó claro que se trataba de una orientación neo-fascista en la que merecen destacarse algunos aspectos. En la redacción de esta revista se sistematizó, por primera vez, el intercambio de correspondencia y boletines con los ambientes neofascistas extranjeros. Esto quedó patente desde el primer número en el que se publicó una entrevista con el teniente coronel Château-Jobert, el último jefe de la OAS-metropolitaine. También se entrevistó al coronel de las SS Otto Skorzeny residente en Madrid y a dirigentes neofascistas internacionales. Los anuncios que se publicaban solían ser de libros editados por Editorial Mateu o por editoriales argentinas, en los que abundaban los títulos susceptibles de interesar a los neo-fascistas españoles. En el entorno de Juanpérez nació el núcleo inicial que daría vida al Círculo Español de Amigos de Europa impulsado por Ángel Ricote Sumalla, un falangista del Movimiento que había tenido desde hacía tiempo contactos en el extranjero.

Así pues, Juanpérez era, en cierto sentido una revista ecléctica en la que participaban tanto miembros de la extrema-derecha clásica, como neo-fascistas y, finalmente, falangistas. Se trataba de una revista de formato holandés de entre 46 y 64 páginas, distribuida en kioscos y que se inició con 15.000 ejemplares de tirada, bajando hasta su desaparición definitiva por los altos costes. La maquetación era sencilla y con poco acompañamiento fotográfico y el papel blanco, muy superior en estos aspectos a ¿Qué pasa?, que, sin embargo, logró sobrevivirla. No puede decirse que el antisemitismo fuera uno de los rasgos esenciales de la revista. 

Su editor, Llorens-Borrás, hombre precavido, no pretendía que esta tendencia saliera a la superficie, como nada que pudiera vincularlos directamente al neo-fascismo o al antisemitismo, sin embargo, en el catálogo de libros de la editorial aparecen obras de conocidos antisemitas que luego colaboraron en la revista: Pierre Virion, Malinsky y De Poncins, etc, todos ellos caracterizados por ser “antisemitas católicos”. Así mismo, Ediciones Acervo publicó las primeras obras de Paul Rassinier [5], de carácter revisionista, que dudaban sobre la existencia de cámaras de gas. Por regla general se evitaba publicar artículos antisemitas, pero el ambiente que se respiraba en la redacción no dejaba lugar a dudas: el antisemitismo estaba ahí presente y el catálogo de las Ediciones Acervo de los años 60 y 70 es buena muestra de ello.


> LA REVISTA "EL CRUZADO ESPAÑOL"

En lo que se refiere a El Cruzado Español, los datos que subsisten son pocos. Su fundador fue José Oriol Cuffi i Canadell, un miembro disidente de los Cursillos de Cristiandad que se había relacionado en Francia con el círculo de Jean Ousset, La Cité Catholique, editora de la revista Verbo [6], también orientada en el área católica tradicionalista. La revista de gran formato y un papel mate de alta calidad, sin apenas ilustraciones y con número variable de páginas, había heredado el nombre de una vieja revista carlista publicada en los años 30. Enviaron artículos plumas destacadas del integrismo católico [7], pero lo esencial era elaborado por el propio Cuffí i Canadell y por la redacción barcelonesa. Esta publicación aparecía esporádicamente y nunca pudo tener una periodicidad regular prolongada. En principio era mensual, pero pronto pasó a ser bimestral, sin embargo, era frecuente que los lectores quedaran desorientados y, a pesar de que se vendía en kioscos, no pudieran encontrarla con facilidad. 

La revista logró sobrevivir desde 1958 hasta 1972. La vieja nobleza carlista catalana constituía su principal fuente de financiación. El antisemitismo del que hacía gala era de matriz católica y el recuerdo a la responsabilidad de los judíos en la crucifixión de Cristo era una constante, así como las alusiones a la “logia de Satanás” [8]. Sus relaciones con la Santa Sede preconciliar parecían ser inmejorables hasta el punto de que el 5 de enero de 1960, se recibió una carta de Monseñor Tardi, director de la Secretaría de Estado de su Santidad en la que se agradecía el envío de todos los números correspondientes a los años 1958 y 1959, de manera efusiva [9]. Canadell, por lo demás, escribió un libro sobre el nacimiento del Estado de Israel [10], sobre el advenimiento de la República [11] (con la consabida idea de la responsabilidad masónica) y sobre la subversión de Bela Kun [12] que reduce a una clásica conspiración judeo-masónica-bolchevique.

En relación a ¿Qué pasa?, la publicación de Cuffí i Canadell es mucho más intregista y apenas interesada por otra que no sea las cuestiones religiosas. Ambas concentraron, a partir del Concilio Vaticano II, sus ataques contra el aggiornamento de la Iglesia y en especial contra algunos cardenales tachados de “judíos” (el cadenal Bea). En los ambientes de estas revistas nació la idea de publicar lo que en realidad era una síntesis del antisemitismo católico a lo largo de la historia. Se trató del libro Complot contra la Iglesia [13], firmado con el seudónimo de “Maurice Pinay” (que seguramente era una firma colectiva) y que fue distribuido en su traducción italiana a los asistentes al Concilio Vaticano II. El libro reúne en 696 páginas la historia del antisemitismo con especial referencia a España, la presencia de judíos en movimientos subversivos y, por supuesto, en el bolchevismo, así como la infiltración “judeo-masónica” en la Iglesia. Todos los grupos, más o menos antisemitas de la época contribuyeron a su difusión y, aun cuando no se conoce exactamente de dónde partió la iniciativa, si nos consta que todos estos círculos contribuyeron a la difusión del texto.

> EDITORIAL ACERVO

Ya hemos mencionado a la Editorial Acervo como uno de los puntales del antisemitismo de naturaleza católica y falangista. Hubo otra editorial que, frecuentemente publicó también desde Barcelona, algunos textos antisemitas: Editorial Mateu, fundada por Francisco Fernández Mateu que prolongó sus actividades entre 1945 y 1973. La principal actividad de esta editorial consistió en ese período en publicar revistas para jóvenes, sin embargo, abordó también la publicación de ensayos, de literatura clásica y de textos que tenían cierto predicamento en medios antisemitas, en concreto, una edición de El judío internacional [14] y otra de los Protocolos de los Sabios de Sión [15]. Así mismo publicó textos neofascistas y anticomunistas. 

Entre sus impulsores y responsables de colecciones dominaban los hombres de extracción falangista. Otro tanto ocurría en la Editorial Caralt cuyo amplio y prestigioso catálogo carece de textos de orientación antisemita, a pesar de que su fundador Luis de Caralt fuera falangista de primera hora, alférez provisional y fundador del Círculo Doctrinal José Antonio de Barcelona. Encontramos en su catálogo libros de historia, memorias de los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, pero no textos de carácter antisemita, contrariamente a lo que se ha dicho y repetido en algunos libros poco escrupulosos [16].


> LA REVISTA "SP"

Lo mismo podría decirse de la revista SP editada por Rodrigo Royo. Falangista alistado en la División Azul, Royo mantuvo siempre sus ideales falangistas y al regresar del frente ruso realizó estudios de periodismo que culminó con el número 1 de su promoción en 1944. Entre 1945 y 1957 fundó y dirigió la revista SP (iniciales de “servicio público”). Tres años después pasó a dirigir el diario Arriba, principal cabecera de la “prensa del Movimiento” franquista para marchar luego, harto de la política española, como agregado de prensa en varias embajadas españolas. Al retornar en 1965 volvió a publicar SP que luego tuvo una prolongación diaria que fracasó y entrañó también la desaparición del semanario. Autor de numerosos libros, hay que escarbar algo en ellos para encontrar alguna frase de carácter antisemita. Parece que alguna vez aludió a la tesis del “complot judeo-masónico” como otros muchos de su generación, pero no se prodigó excesivamente en este tema y desde luego en sus últimos años no habló del tema. En el diario y en la revista, eso si, multiplicó artículos contrarios al Estado de Israel y a favor de la causa palestina. Falleció el 25 de agosto de 1982.

Quien sí era más proclive a lanzar algún dardo en esta materia era el viejo jonsista, Juan Aparicio, que en SP aludió alguna vez a la “audacia racista de los judíos” [17]. Amén de los habituales alegatos a favor de los árabes al tratar sobre el conflicto palestino, naturalmente. Poco más en lo relativo a SP que representaba a una de las corrientes falangistas del interior del régimen franquista que tenía muy poco que ver con los sectores ultramontanos y nacional-católicos, de los que Blas Piñar fue el último representante.


> LA REVISTA Y LA EDITORIAL "FUERZA NUEVA"

Quedaría por mencionar la revista Fuerza Nueva en la que encontramos algunos rasgos contradictorios pero que encajan perfectamente con lo que hemos dicho hasta ahora sobre el antisemitismo de Franco. Desde muy joven, Blas Piñar había manifestado un intenso interés por los problemas religioso lo que le había llevado a ingresar en la Asociación Católica de Propagandistas, en la Juventud Católica de Toledo y luego en Acción Católica de Murcia. Piñar, entre 1957 y 1962, alternaba el trabajo en su notaría con la presidencia del Instituto de Cultura Hispánica en donde “había manifestado un intenso filosefardismo” [18]. 

Relevado de su cargo a raíz de un artículo en el que se criticaba la política exterior de los EEUU fue, sin embargo, procurador en Cortes y consejero nacional del Movimiento por designación directa de Franco. En 1966 creó Fuerza Nueva que al año siguiente comenzaría a publicar la revista del mismo nombre, matriz del partido que se constituiría ya en la transición. Ya durante el franquismo surgían rumores en los ambientes de extrema-derecha sobre el “filosefardismo” de Blas Piñar y se le vinculó a la Amistad Judeo Cristiana, sin embargo, esto parecía ser contradictorio con la línea editorial de la iniciativa en la que Piñar no dudó en publicar obras los cuatro gruesos volúmenes conspiranoicos de Jean Lombard [19], una edición de los libros más famosos del historiador mexicano Salvador Borrego (que sin definirse como antisemita, es obviamente hostil hacia el judaísmo) Derrota Mundial [20] e Infiltración Mundial [21].

Álvarez Chillida le atribuye una doctrina “antisemita” similar a la profesada por Franco: no habría que confundir el judaísmo sefardí con los “kázaro-judíos” [22] de los que derivarían todas las subversiones, masonería y bolchevismo incluidos.  Influía también el hecho de que Blas Piñar tuviera en muy alta estima a Horia Sima, el último representante de la Guardia de Hierro rumana, exiliado en España y que este movimiento fuera extremadamente antisemita. Si todo esto es cierto, Piñar, católico a machamartillo, compartía el mismo punto de vista del filosefardismo español, con Franco a la cabeza: no había que confundir entre los judíos sefardíes y los azkenazíes que Piñar llamaba “kázaros”.

> LA EDITORIAL AHR

Hay que recordar igualmente a la Editorial AHR, radicaba en Barcelona y gestionada por personas vinculadas a los medios tradicionalistas (en concreto, Maria Rosa Urraca Pastor, “pasionaria” de la Comunión Tradicionalista) próximos al Movimiento franquista, que publicaron también libros que podían ser considerados como antisemitas, pero mucho más exactamente antimasones. Sin embargo, esta editorial en los años 70 dio un “giro copernicano” en los años 70, publicando las obras de Alec Mellor [23], un autor que puede considerarse próximo a la masonería. AHR publicó también otras obras que podían satisfacer a los neo-nazis de la época, pero no fue nunca una editorial antisemita.


> EL MARQUÉS DE VALDELOMAR

Tardíamente aparece la figura de Jorge Plantada y Aznar, marqués de Valdelomar, miembro de la aristocracia alfonsina catalana, prolífico escritor que entre 1970 y 1974 escribió seis obras descubriendo (o tratando de hacerlo) aspectos inéditos de la historia de España en los dos últimos siglos. No hay duda de que era un erudito, como tampoco de que en ocasiones manejaba documentación dudosa. Lo curioso es que las obras del Marqués de Valdelomar fueron publicadas por Prensa Española, la empresa editora de ABC, lo que indica que el personaje contaba con suficiente ascendiente en los círculos monárquicos como para que se tomaran en serio sus tesis, a menudo conspiranoicas. Rompió el fuego con Fernando VII y a masonería: españoles, unión y alerta [24]. 

En esta y en las obras que siguieron –y esto explica que ABC que apoyaba a la monarquía representada por Juan Carlos de Borbón- sostenía la tesis de que la creación del carlismo tras a muerte de Fernando VII había sido una “operación judeomasónica” para dividir el campo monárquico, debilitarlo y facilitar la acción de las logias. De paso, incluye el texto de los Protocolos de los Sabios de Sión. Volverá a tratar el tema en Carlismo y Masonería: tácticas alucinantes [25]. Luego aparecerán Política y masonería [26] y Estado y masonería [27].  Seguirán otros títulos hasta 1975. Este monárquico prodiga elogios al Opus Dei al que considera como “el nuevo frente de la vanguardia católica cuyos procedimientos son adecuados al talante del enemigo a quien combate, con una sabia estrategia, religiosa, social, política y financiera, con el empeño de restaurar el ideario tradicionalista en el curso de los próximos decenios”.

De acrisolada fe juancarlista, es posible que esto y las dentelladas que prodigaba a la rama carlista, amén de sus buenos contactos en la cúspide de la aristocracia borbónica, le abrieran las puertas de ABC, diario que, en la época, no compartía ni remotamente los postulados de Plantada. Se remonta a los primeros años del cristianismo para demostrar que, desde ese momento, los judíos intentaron hacerse con el control del cristianismo. Así pues, la orientación de su antisemitismo sigue siendo religiosa, porque a fin de cuentas es de antisemitismo de lo que debemos hablar. Remonta el actual ciclo histórico a la revolución ingresa del XVII “experimento judaico que da origen a la masonería internacional” [28].

No hay gran cosa, pues, de original en estos textos que aparecieron durante el tardo-franquismo y pasaron completamente desapercibidos para la opinión pública, si bien el autor debió cuidarse de difundirlo entre los medios aristocráticos que conocía bien. La revista ¿Qué pasa? fue el único medio que se hizo eco de la obra del Marqués de Valdelomar a poco de aparecer y le dedicó un artículo en el que intentaba resumir la complicada trama que presentaba y que puede resumirse así: la masonería es un arma del judaísmo, la revolución comunista es de fuente judeo-masónica, el proceso para destruir la cristiandad se basa en tres fases: golpes de Estado contra las monarquías para implantar sistemas monárquicos constitucionales, luego golpes contra las monarquías constitucionales para implantar repúblicas y, finalmente, golpe contra las repúblicas para convertirlas en Estados comunistas [29. El marqués falleció en 2005.


NOTAS

[1]  Pérez Madrigal, Editorial EASA, Madrid, 1963.
[2]  Los “Onus” y los otros (4 volúmenes de la serie Itinerarios de la Infamia), Editorial NOS. Madrid, 1948.
[3]  El primer volumen que publicó la editorial fue sobre el Proceso de Nuremberg, escrito por el propio Llorens-Borras, obra en la que se desmenuza la falta de base jurídica para realizar dicho proceso: Crímenes de Guerra, Editorial Acervo, Barcelona, 1958
[4]  Cfr. La OAS en España. Notas sobre el libro A la sombra de Franco, Ernesto Milá, en Revista de Historia del Fascismo, nº 3, febrero 2011, págs. 180 a 190.
[5]  La mentira de Ulises, Barcelona, 1961 (1ª ed.) 1962 (2ª ed.) y Operación Vicario, Barcelona, 1966.
[6]  Cfr. Juan Vallet de Goytisolo, revista Verbo, nº 325-326, Pág. 454 y 455.
[7]  El diario Madrid, en su edición del 15 de julio de 1970, en página 7, reproduce la noticia de que El Cruzado Español ha publicado un artículo del Cardenal Ottaviani, titulado El supremo magisterio del Papa. Tutela de pureza y unidad de la fe.
[8]  En el blog El integrismo es pecado se reconoce, por ejemplo: “Los rebrotes a los que nos hemos referido antes fueron revistas de postguerra como “Cristiandad”, promovida por el jesuita Orlandis y que hoy sobrevive, con línea integrista, en el grupo “Cordis Iesu”, ubicado en la Balmesiana. También “El Cruzado Español” del furibundo antisemita y teocrático José-Oriol Cuffí Canadell, que fue una escisión de “Cristiandad””. http://elintegrismoespecado.blogspot.com.es/2011/02/notas-diversas-sobre-el-integrismo.html
[9]  Cfr. La Vanguardia Española, edición del domingo 7 de febrero de 1961, pág. 21.
[10]  La cuestión de Palestina, José Oriol Cuffi Canadell, Tip. Cat. Casals, Barcelona, 1949
[11]  La conjura revolucionaria del 14 de abril, José Oriol Cuffi Canadell, Publicaciones Cristiandad, Barcelona, s/f.
[12]  La sombra de Bela Kun, José Oriol Cuffi Canadell, Tio. Cat. Casals, Barcelona, 1949.
[13]  Complot contra la iglesia, Maurice Pinay, Ediciones Mundo Libre, México, 1969 (2ª Edición). Hay que decir que “Maurice Pinay” es un seudónimo y que la edición que se distribuyó en España nunca se importó de México sino que fue impresa y editada en España, falseando los datos del registro.
[14]  Editorial Mateu, Barcelona, 1961.
[15]  Editorial Mateu, Barcelona, 1963. El libro tendrá el mismo año otra reedición publicada por Editorial NOS (Madrid), vinculada a Carlavilla y, posteriormente, otra más en 1972, realizada por José Luis Jerez. Así mismo aparecerá otra publicada por Editorial Petronio (Barcelona, 1978), otra mas de Ediciones Wotan (Barcelona, 1979), la Editorial Sancho el Fuerte, de orientación carlista, publicará tres ediciones más en 1982, 1984 y 1986 y, finalmente, Juan Vassallo de Mumbert hará otro tanto en 1986.
[16]  Cfr. Reaccionarios y golpistas: la extrema derecha en España, José Luis Rodriguez Jiménez, CSIC, Madrid, 1994, pág 116.
[17]  Cfr. El Antisemitismo en España, op. cit., pág. 436.
[18]  Idem., pág. 438.
[19]  La cara oculta de la historia (4 volúmenes), Fuerza Nueva Editorial, Madrid, 1977.
[20]  Salvador Borrego, Fuerza Nueva Editorial, Madrid, 1974.
[21]  Salvador Borrego, Fuerza Nueva Editorial, Madrid, 1977.
[22]  Cfr. El Antisemitismo en España, op. cit., pág. 438.¡
[23]  La desconocida Franc-masonería cristiana, Alec Mellor, AHR, Barcelona, 1968; La encrucijada de la masonería, AHR, Barcelona, 1968; Nuestros hermanos separados, los francmasones, AHR, Barcelona, 1968; Los católicos de hoy y las ciencias ocultas, AHR, Barcelona, 1969.
[24]  Prensa Española, Madrid, 1970.
[25]  Prensa Española, Madrid, 1972.
[26]  Prensa Española, Madrid, 1971.
[27]  Prensa Española, Madrid, 1974.
[28]  Cfr. El Estado y la Masonería, op. cit., pág. 230-232.
[29]  Cfr. ¿Qué pasa?, 12 de febrero de 1972. Citado por Ferrer BenimellI en El contubernio judeo-masónico-comunista, Ediciones Istmo, Madrid, 1982, págs. 201-202