lunes, 3 de febrero de 2020

PARA ENTENDER LA CUESTIÓN KURDA (2 de 3) - > CUATRO KURDISTANES PARA UN PROBLEMA


Uno de los problemas que impiden que el Kurdistán se coagule como Nación Estado es su dispersión geográfica y el hecho de que, ninguna de las cuatro zonas que ocupan los kurdos tenga salida al mar, ni siquiera a mares interiores como el Caspio o el Negro. A esto hay que añadir que los cuatro gobiernos de países que albergan a comunidades kurdas, han seguido con ellas políticas de asimilación, lo que, unido a la dispersión geográfica, ha fraccionado todavía más a los kurdos y ha hecho que, incluso, lingüísticamente, no exista homogeneidad entre ellos.

Esto ha provocado, finalmente, el que cada una de estas comunidades percibe de manera diferente la solución a sus problemas.

Desde el punto de vista práctica, podemos decir que, en la actualidad no existe “uno”, sino “cuatro” kurdistanes y que, en su conjunto, las aspiraciones y posibilidades de cada uno de ellos son diferentes -y lo que es peor- cambiantes, yendo a remolque de los acontecimientos y no siendo nunca dueño de ellos: la situación de los kurdos sirios ha cambiado en cada una de las fases de la guerra civil, la de los kurdos iraquíes varió extraordinariamente antes y después de la guerra de Kuwait y volvió a hacerlo tras las operaciones coloniales norteamericanas en 2003. En cuanto a los kurdos residentes en Turquía –llamados por el gobierno “turcos del Este” o “turcos de las montañas”, pero, en absoluto kurdos– son hostilizados por el gobierno de ese país, pero, no olvidemos que existen grupos de turcos que colaboran con las autoridades en la lucha contra la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán y, contrariamente, a lo que se tiene tendencia a pensar (y lo que proclaman las autoridades turcas) éste partido no es “independentista”, sino “autonomista” (por lo menos desde los años 90).

El drama de los kurdos, mucho más que carecer de un Estado propio, es estar políticamente divididos y fraccionados en capillas que tienen mucho que ver con su organización tribal. Esto complica aún más la situación.

1. EL KURDISTAN IRAQUÍ

Sobre los kurdos de Iraq, comunidad que hasta hace poco era la referencia y el espejo de la situación ideal para el resto de comunidades kurdas, ya nos extenderemos más adelante. Baste decir ahora que fueron un grupo étnico privilegiado cuya prosperidad deriva de la situación que siguió a la Segunda Guerra del Golfo (o Guerra de Kuwait). A partir de ese momento, los kurdos iraquíes se configuraron como el principal apoyo a las operaciones norteamericanas. Cuando empezaron los bombardeos norteamericanos y el movimiento de tropas en el Sur de Irak, en el norte, los kurdos iniciaron también la fase insurreccional.

Cuando el “frente sur” se detuvo, las fuerzas de Saddam Hussein tomaron la revancha con los kurdos. Se habló de bombardeos con “armas químicas” y de “genocidio” en el conjunto de acciones conocidas como “Operación al-Anfal” que causaron un número indeterminado de muertes que oscila entre 50.000 y 182.000. Entonces, la responsabilidad de la masacre se atribuyó directamente a Saddam Hussein que debió responder a estos cargos. La cuestión se complico porque el entones presidente de Irak, Yalal Talibani (de origen kurdo y verdadero títere de los EEUU) declaró que Saddam había “confesado”… sin embargo, sus abogados negaron tal confesión e, incluso el 8 de enero de 2007, en la segunda fase del juicio contra Saddam, los cargos fueron retirados, recayendo toda la responsabilidad sobre Ali Hassan al-Mayid (primo de Saddam y Secretario General del BAAS) quien estuvo directamente al mando de la campaña. Estas operaciones fueron dirigidas contra la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y en menor medida contra el Partido Democrática del Kurdistan (PDK). Este último controlada algunas zonas del noroeste del Kurdistán iraquí, mientras la UPK (dirigido por Talabani, el que luego sería títere de los EEUU) era considerado como “enemigo principal”. Se daba la circunstancia de que la UPK es miembro de la Internacional Socialista y evolucionó (al igual que el Partido de los Trabajadores Kurdos, en la zona turca) desde la extrema-izquierda marxista e independentista, al autonomismo. La UPK era, en aquel momento, fuerte en la zona sur del Kurdistán iraquí.


Tras la Segunda Guerra del Golfo, los norteamericanos impusieron una zona de restricción aérea que impedía a los aviones iraquíes volar sobre el norte de su país, es decir, sobre el Kurdistán. Las dos fracciones kurdas (PDK y UPK) llegaron a un acuerdo para gobernar la zona en aquel período, pero en 1994 estalló una guerra civil entre las dos fracciones que se prolongó por espacio de tres años y que solamente se apaciguó con la intervención de los EEUU.

Al producirse la invasión norteamericana de 2003, los kurdos iraquíes fueron contratados como tropa auxiliar, ayudando a los norteamericanos a avanzar. En esa ocasión, los “pershmergas” kurdos recibieron armas, municiones y, lo más importante, los norteamericanos construyeron en su territorio bases provisionales para sus transportes aéreos pesados que, luego, estarían en la base de la prosperidad de la zona: en efecto, estas bases se convirtieron en aeropuertos internacionales. Desde la invasión norteamericana, la UPK y el PDK formaron un gobierno conjunto para administrar la zona que gozó de una amplísima autonomía, lindante con la independencia real. Entre eso, los pocos de petróleo de la zona de Kirkuk (zona plurilingüe y pluriétnica, poblada por turcomanos, asirios y árabes, así como por kurdos, cuya presencia ascendió desde 2017, cuando los pershmergas se batieron contra el DAESH y lo forzaron a retirarse de la zona ante la huida del ejército iraquí). Kirkuk es una verdadera zona estratégica a causa del petróleo y del oleoducto que le une con Ceyhan en el Mediterráneo turco.

2. EL KURDISTÁN SIRIO

En cuanto a los kurdos sirios, la situación tiene similitudes y diferencias respecto a sus homólogos iraquíes. También los kurdos sirios fueron contratados como infantería de choque, primero contra el régimen sirio de al-Asad y luego contra el DAESH. Al producirse las “primaveras árabes”, los kurdos sirios se incorporaron tardíamente a la insurrección contra el gobierno de Damasco, a pesar de que el régimen baasista no había demostrado beligerancia contra ellos (los incidentes que se produjeron en 2004 fueron de importancia menor, casi anecdótica). En poco tiempo, los kurdos se integraron en las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), apoyadas por los EEUU y en 2015 lanzaron su programa de “gobierno secular, democrático y federal”, instalándose un autogobierno en Rojava (ciudad kurda del norte de Siria, próxima a la frontera turca).

Pronto se demostró que los principales enemigos de los kurdos, no era el gobierno de al-Asad, sino los salafistas y fundamentalistas islámicos agrupados en el ISIS. Las FDS, en realidad, eran una coalición heteróclita de armarios, árabes no salafistas, turcomanos, cristianos, circasianos, siendo los kurdos, por tradición el grupo más aguerrido. Desde mediados de 2012, el Consejo Nacional Kurdo (que agrupaba a las diferentes facciones kurdas de Siria y el Partido de Unidad Democrática (PYD), fundado en 2003 y que había organizado a los pershmergas en Unidades de Protección Popular y Unidades Femeninas de Protección. Siendo el partido mayoritario de la etnia kurda en Siria, no están por la independencia, sino por la autonomía. Su fuerza ha derivado hasta hace poco en que contaban con el apoyo director norteamericano, pero su suerte ha variado desde el momento en que Turquía ha temido que el gobierno virtualmente independiente de Rojaba terminara creando sintonía y afinidad con los kurdos residentes en ese país, o bien que, el territorio kurdo-sirio fuera el “santuario” para operaciones del PKK en Turquía.

Hay que recordar que, en los primeros momentos del conflicto sirio, Turquía apoyo al PYD, cuyo líder pudo moverse libremente por el país. Sin embargo, cuando en 2016, los turcos se negaron a ayudar a los kurdos sirios contra el DAESH, se produjo un enfriamiento de relaciones. Erdogán acusó al PYD de ser una “rama del PKK” y, por tanto, una organización “terrorista”. Ese mismo año, Erdogán declaró la liquidación del PYD como uno de los objetivos del gobierno. Tras la liquidación del DAESH de territorio, los kurdos de Siria, se muestran alejados de cualquier veleidad independentista: la “república de Rojaba” es, en realidad, algo parecido a cualquiera de las autonomías españolas, eso sí, con una orientación más izquierdista y con pretensiones de “democracia directa” que, difícilmente pueden encajar en la constitución siria. Y sí es cierto que, el vínculo que une a los kurdos turcos con los kurdos sirios es mucho más estrecho que el que une a estos con otras comunidades kurdas.


3. EL KURDISTAN TURCO

La situación es igualmente compleja en lo relativo a los kurdos de Turquía. Buena parte de la confusión y de la responsabilidad de lo ocurrido en el Kurdistán deriva de la fundación y de las actividades del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), fundado en 1978 por Abdullah Öcalan. Öcalan negaba en 1972 que Turquía fue una “nación”, creía ver que dentro del mismo Estado existía una “nación turca” y una “nación kurda”. Era uno grupo de ideología ultraizquierda, uno de tantos partidos “marxistas-leninistas” que proliferaron en la época, especialmente en medios juveniles y estudiantiles. El antifascismo era uno de sus puntales: todo lo que era turco era considerado como “fascista”. 

En 1977, tendría lugar la primera Asamblea General del partido que declaró la independencia del Kurdistán como un objetivo ineludible. Tras siete años creando bases sociales y núcleos de apoyo, después de integrar a otras fracciones kurdas, el 15 de agosto de 1984, el PKK inició la “lucha armada” que, hasta 2015 habría causado 9.000 bajas entre el ejército turco y 31.000 entre las milicias del PKK. Sin embargo, Öcalan fue detenido por los servicios de inteligencia turcos en 1999, después de que Hafed al-Asad, padre del actual presidente Sirio, hubiera negociado con Turquía la expulsión del kurdo en 1998. Öcalan resultó localizado en Kenia, detenido y extraditado a Turquía, condenado a muerte y luego a cadena perpetua en la isla de Imrali en el mar de Mármara.

En la prisión, Öcalan revisó la línea del partido y continuó la evolución en la que había entrado desde la caída de la URSS, cuando el marxismo-leninismo entró en el descrédito. Ya en los años 90, el ideal de crear un Estado Kurdo independiente fue rechazado en favor de una simple “autonomía” (tan de moda y ejemplo en el mundo oriental, precisamente, gracias a las experiencias españolas). Junto a esto, el ideal marxista-leninista fue olvidándose, en beneficio de una forma de “nueva izquierda”, ecologista, confederativa y libertaria. Esta nueva orientación quedó patente a partir de 2005, pero no está claro que haya sido asumido -al menos completamente- por el PKK (que sigue siendo considerado como grupo terrorista por el gobierno turco) sino más bien por la llamada “Confederación de los Pueblos del Kurdistán” (KCK) que propone las autonomías de todos las comunidades kurdas en sus respectivas naciones, pero sin tocar la estructura de sus Estados, ni romper las naciones existentes, ni crear otra nueva (lo que, según Öcalan, contribuiría a aumentar más la balcanización de Asia Central).

En 1994, Öcalan y el PKK decretaron una “tregua” por cinco años que se prolongó hasta 2004, pero ese mismo año entró en escena un nuevo grupo, los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), que prosiguió la cadena de atentados, surgido de una escisión del PKK. En 2004, se registraron ataques terroristas en Estambul y otras ciudades el Sur y Este de Turquía, causando varios muertos y una veintena de heridos de gravedad. Los ataques prosiguieron en los años siguientes contra instalaciones del Partido de la Justicia y el Desarrolla y zonas turísticas de Mármara y Antalya. En junio de 2010 reivindicó otros atentados en Estambul contra militares, incluido un ataque suicida. El PKK condenó estas acciones y las que seguirían, especialmente el del 11 de diciembre de 2016 que causó la muerte de 38 personas en Estambul.


El gobierno turco, temía que los atentados del TAK perjudicaran al turismo, una de sus principales fuentes de divisas, lo que unido a la posibilidad de que se consolidase la autonomía de Rojaba en la zona sirio-kurda que pudiera ser utilizado como “santuario” por el PKK o por el TAK, o incluso que las Unidades de Protección kurdas de Siria, se decidieran a actuar en favor de sus hermanos turco-kurdos, suponía multiplicar un problema de orden público y seguridad interior.

En la actualidad, Turquía, significativamente, tiene a su 2º y 5º ejércitos desplegados en las inmediaciones de la frontera con Grecia y al 4º cubriendo el Kurdistán, además de 40.000 hombres protegiendo a la República del Norte de Chipre. Militares norteamericanos asesoraron y entrenaron a los pershmergas sirio en su lucha contra el gobierno de Damasco. Esto, y el apoyo que, igualmente, recibieron de los EEUU en 1989-90 y, nuevamente, en 2003, cuando las intervenciones coloniales en la zona, ha convertido a los kurdos en los principales aliados de los EEUU y de Israel hasta el punto de que éste país fue el único entre la comunidad de naciones que apoyó el referéndum convocado -como veremos- por el jeque Barzani, líder de los kurdos iraquíes.

En el otoño de 2019, después de que los EEUU anunciara la decisión del presidente Trump de retirar los asesores militares destacados en el norte de Siria, Turquía entendió que, a partir de ese momento, los pershmergas actuarían a su libre albedrío y los 2.000.000 de kurdos residentes en los 50.000 km2 por los que se extendía la autonomía de Rojaba, podían transformarse en “santuario” para las fracciones más violentas del independentismo kurdo en Turquia. La decisión de Trump era una simple consecuencia de su política aislacionista y de ruptura con la estrategia del caos de Obama. El presidente no veía cómo los EEUU podían adoptar una estrategia viable en la zona a largo plazo y optó por la retirada que comunicó por teléfono a Erdogán.

Un aspecto importante de esta retirada fue el destino de los 11.000 presos del ISIS capturados y encerrados en el Kurdistán Sirio. Los norteamericanos y los turcos temían que pudieran escapar o que fueran utilizados como chantaje por los autonomistas kurdos de Rojaba. Es probable que, fuera de las declaraciones públicas, Erdogan llegara a un acuerdo con Trump de que intervendría directamente en la zona… algo que ya había decidido con anterioridad, estableciendo el pacto con Putin que preveía intervenciones fugaces contra kurdos, en cuanto Turquía se sintiera amenazada, con la contrapartida de que, tras concluir cada operación, el ejército turco se retiraría y cesaría el apoyo a los rebeldes sirios.

Otro de los motivos por los que los EEUU abandonaron a los kurdos sirios (y por los que Erdogan temía sus reacciones) era porque, mayoritariamente estaban ubicados a la izquierda (a diferencia de los kurdos iraquíes, situados a la derecha). El objetivo turco no es otro que el de crear una “zona de seguridad” entre la frontera turca y las milicias sirio-kurdas (unos 70.000 milicianos en armas)

Los únicos problemas que podía generar la intervención turca en Siria eran ante la Unión Europea: pero, a estas alturas, Turquía ya se ha desengañado completamente de poder acceder a la UE y, por lo demás, la debilidad política de Europa la inhabilita completamente para jugar algún papel en la política exterior de la zona.

Vale la pena añadir que, al igual que en Irak, los kurdos turcos están multidivididos interiormente: por una parte, entre separatistas (TAK) y autonomistas (PKK), por otra entre pro-turcos y anti-turcos: los primeros disponen de una milicia de armada por el gobierno de Ankara destinada a ejercer el control sobre las poblaciones turco-kurdas. A pesar de que Turquía es un país cuyos estándares políticos son incomparables con los patrones europeos, lo cierto es que, en la actualidad, existe prensa kurda en Turquía, sometida a las mismas restricciones y riesgos que el resto de la prensa del país. La población turco-kurda, por lo demás, es sunnita, pero practica una forma de islamismo moderado que la hace insensible a las penetraciones del radicalismo sunnita.


4. EL KURDISTÁN IRANI

La situación de los kurdos de Irán es hoy bastante más tranquila. Tras la experiencia de la República de Mahabad en la postguerra, un grupos de kurdos iraníes fundó en 1967 un partido marxista, Komalah, defensor de la autodeterminación. Inicialmente, al producirse la caída del Sha, los kurdos (que no habían olvidado que los Pahlavi destruyeron la república de Mahabad), apoyaron al régimen de los ayatolahs, pero pronto aparecieron disputas con los chiitas y se decidieron por la insurrección. En el mes de agosto de 1979, Jomeini declaró la “guerra santa contra los kurdos independentistas”. Allí concluyó -con varios miles de muertos- el breve proyecto independentista de los kurdos iraníes. El Komala reapareció luego, como miembro observador en la Internacional Socialista, mientras que su competidor, el Partido Democrática del Kurdistán Iraní (PDKI) tiene el rango de “miembro consultivo” en la misma organización.

Este PDKI, dirigido por Qazi Muhammad, había sido el promotor de la República de Mahabah, hasta que se retiraron los soviéticos y las tropas iraníes entraron en la zona a finales de 1946. Desde entonces, el PDKI se opuso al Sha Reza Pahlavi y estuvo a punto de unirse con el Partido Democrático del Kurdistán Iraquí (KDP), pero antes de firmar el acuerdo fue completamente desmantelado por la SAVAK. Los avatares de la política iraní, hicieron que, en los años 60, el Sha pasara a apoyar a los kurdos iraquíes, para debilitar al régimen baasista de ese país. La única exigencia del Sha fue que el KDP rompiera con el PDKI. Ante la nueva situación, este partido se reorganizó integrando a comunistas y nacionalistas en una especie de frente similar al Frente Patriótico Vietnamita que luchó en Vietnam del Sur contra los norteamericanos. Así reforzado, el PDKI, inició una sublevación independentista en marzo de 1967 que pronto fue asfixiada. A partir de ese momento, el derrocamiento de la monarquía de los Pahlavi se convirtió en el objetivo prioritario. Los iraquíes proporcionaron armas y medios al PDKI, para crear problemas en la retaguardia, especialmente desde el momento en el que empezó el conflicto con Irak (la Primera Guerra del Golfo).

Pero los golpes propinados por los iraníes volvieron a desintegrar al PDKI y a sus pershmergas y no sería sino hasta 2015 cuando se produjo el asesinato de una camarera de origen kurdo cuando iba a ser violada por un funcionario de la Guardia Revolucionaria iraní. Los manifestantes incendiaron el hotel donde se produjeron los hechos y los disturbios se prolongaron durante varios días, produciéndose numerosos heridos y seis muertos. En esas circunstancias, el PDKI anunció su retorno a la lucha armada. Sin embargo, esta proclama parece haber tenido como único efecto, la aproximación entre Turquía e Irán para combatir el “separatismo kurdo”.

El 4 de octubre de 2017, los presidentes de ambos países se reunieron en Teherán, aprovechando el referéndum convocado por los kurdos iraquíes para configurarse como Estado independiente. Tan importante como la reunión entre Erdogan y Hasan Rohaní, fue la reunión del jefe del Estado Mayor turco, general Hulusi Akar con las máximas autoridades militares iraníes: era el signo inequívoco de que, al menos en esta cuestión, Irán y Turquía manchaban con el mismo objetivo: impedir la creación de un Estado kurdo en el norte de Irak…