martes, 19 de octubre de 2021

LA MEMORIA HISTÓRICA DE ANTEAYER: MAYO DEL 68 NO FUE COMO TE LO CONTARON

En mayo de 2021 se cumplirán 53 años de la “revolución de mayo”. A pesar de que el indudable protagonismo de sus sucesos corrió a cargo de la extrema-izquierda, en aquellas tensas jornadas los grupos neofascistas franceses tuvieron una parte importante en el desencadenamiento de los sucesos. En el siguiente artículo vamos a repasar cual fue el papel de estos grupos en los acontecimientos traumáticos del “mayo francés”.

La herida argelina

En febrero de 1963 se produce el secuestro en Munich del coronel Argoud, en ese momento, jefe máximo de la OAS, Organisation de l’Armé Secrete, que había luchado contra el abandono de Argelia. De Gaulle había retornado al poder en 1958 con un programa que dejaba inicialmente claro que Francia no iba a conceder la independencia a Argelia, ni siquiera bajo la presión del terrorismo del Front de Liberation National. Sin embargo, a los pocos años nada quedaba de aquellas intenciones iniciales y el grito gaullista de “Argelia Francesa” era sustituido ignominiosamente por la firma de los acuerdo de Evian que dieron paso a la independencia argelina, con la consiguiente expulsión de 1.500.000 de colonos franceses y la prudente huida de 150.000 harkis (argelinos de origen que habían colaborado con la colonización francesa).

Una gran parte del ejército se negó a aceptar la firma de los acuerdos de Evian y la entrega de Argelia, pero contuvieron su protesta y decidieron adoptar una posición crítica pero silenciosa y acatar disciplinadamente las órdenes de De Gaulle de abandono de Argelia; otra parte minoritaria del ejército optó por la vía golpista y cuando esta fracasó, apostaron por la resistencia armada y el terrorismo junto a grupos de activistas civiles (véase la última parte del artículo sobre Jeune Nation en RHF-V).

Los golpistas y los miembros de la OAS debieron cumplir severas penas de prisión, permaneciendo otros muchos en el exilio forzado. Sus camaradas que habían permanecido fieles a De Gaulle, no tanto por convicción como por disciplina, no olvidaron completamente a quienes habían hecho lo que ellos no se atrevieron a hacer. En 1968, esos militares ocupaban los cargos más altos del Ejército francés y dirigían las unidades con mayor poder ofensivo acantonadas en Alemania. Gracias a estas unidades, De Gaulle pudo mantenerse en el poder durante la revuelta de mayo de 1968, pero no fue a cambio de nada: el pago fue la amnistía para los miembros de la OAS y para los militares encarcelados por haber participado en la lucha por la “Argelia francesa”. Si mayo del 68 sirvió para algo fue, paradójicamente, para restañar las heridas entre ambas fracciones militares. Pero había algo más.

De la OAS al Front Uni de Soutienau Sud-Vietnam

Tras el fin del terrorismo de la OAS y la detención de sus últimos núcleos militantes. La extrema-derecha francesa intenta recomponerse sin poder evitar polarizarse en dos ramas: de un lado Europa-Action fundada por Dominique Venner –hoy director de la Revue d’Histoire de France- que en su período de cárcel había desarrollado una teoría del trabajo político plasmada en el folleto Por una crítica positiva. En enero de 1963 aparece el primer número de la revista Europa-Action con una tirada de 10.000 ejemplares, realizado íntegramente por jóvenes que habían participado bien en la OAS, bien en la guerra de Argelia otros o bien en grupos activistas. La revista será el órgano de la Federation d’Etudiants Nationalistes (véase el artículo mencionado de la RHF-V sobre Jeune Nation). Este grupo apoyará la candidatura de Tixier Vignancourt a la presidencia de la República en 1965 y se transformará en junio de 1968 –apenas 15 días después del fin oficial de los disturbios de mayo– en la revista Nouvelle Ecole núcleo difusor de las ideas de la “nouvelle droite”, cuya actividad prosigue hasta nuestros días.

Dentro de la FEN y precisamente como protesta por la candidatura de Tixier-Vignancourt, se produce una disidencia que inicialmente tratará de contactar con el belga Jean Thiriart, director del movimiento Jeune Europe, con quien no logran ponerse de acuerdo y luego con Pierre Sidos, el fundador de Jeune Nation que había sido uno de los puntales de la resistencia contra la entrega de Argelia, organización disuelta tras el golpe de los generales contra De Gaulle. Sidos postula la fundación de un nuevo movimiento para el que propone el nombre de Occident, que ya había ostentado la antigua revista de apoyo al bando franquista durante la guerra civil española y tenía cierta tradición en la extrema-derecha francesa. A finales de abril de 1964 se funda oficialmente la nueva formación, el Mouvement Occident, que desde el principio dejó clara su vocación de ser un movimiento activista decidido a combatir a los izquierdistas en la calle, casi como si se tratara de una reedición de Jeune Nation.

A poco de ser fundado, Sidos ya manifiesta su voluntad de impedir con sus apenas 70 militantes, el mitin anticolonialista que iban a celebrar los estudiantes africanos residentes el París el 1º de mayo de ese mismo año. Dicho y hecho. Los 400 asistentes al mitin fueron dispersados brutalmente y el local de la Mutualité donde iba a tener lugar la reunión sufrió importantes destrozos. A lo largo del mes de mayo y junio, proliferarían los choques con estudiantes comunistas casi sin interrupción. En 12 de junio, 60 militantes de Occident asaltaron el cine Le Savoir donde la CGT (sindicato comunista) y la UNEF (sindicato de estudiantes comunistas), celebraban un espectáculo pacifista. En esta ocasión, los 2.000 espectadores debieron dispersarse a la vista de la virulencia del asalto.

Todos estos incidentes generaron algunas detenciones y Sidos recomendó a sus huestes calmarse. Luego, en 1965 vendrán las elecciones presidenciales en las que Occidente no participa y que eclipsan cualquier otra actividad política. La primera crisis interna en el nuevo movimiento tuvo lugar cuando los militantes más activistas expulsaron a Sidos en febrero de 1966 cuando éste intentaba pactar con Venner una fusión con la FEN en lo que hubiera supuesto una reconstrucción del antiguo movimiento Jeune Nation. La expulsión de Sidos hace que la operación fracase y éste constituirá poco después L’Oeuvre Française, cuyo nombre es casi una respuesta a Action Française e indica el grado de parentesco y familiaridad entre las tesis nacionalistas de Sidos y el maurrasianismo. Sin el freno que constituía Sidos, Occident participa en todas las operaciones provocadoras y en todas las operaciones violentas que le permiten sus escasas huestes. El fracaso de la candidatura de Tixier-Vignancourt en las elecciones presidenciales de ese año, candidatura que había sido apoyada por la FEN y Europe Action, operará la transformación de este grupo en lo que luego será Nouvelle Ecole y la nouvelle droite, alejándose de la acción política. El campo queda así pues libre para Occident.

“Vietnam vencerá, vietcongs asesinos”

De no se sabe donde, uno de los dirigentes de Occident, Philipe Asselin consiguió algo de dinero con el que alquilaron un local fortificado y editaron una revista para universitarios. En ese momento se integra en el grupo François Duprat, que acaba de regresar del Congo. Precisamente Duprat y otro militante de Occident, publican el primer comentario sobre la obra de Herbert Marcuse, uno de los gurús de la contestación, que se difundió en lengua francesa en marzo de 1965. Un año después, sin embargo, el movimiento se embarca en el activismo más frenético.

El 15 de marzo, un raid de militantes de Occident realiza una operación de represalia en la universidad de La Sorbonne, donde cinco militantes de otro grupo de extrema-derecha habían sido agredidos unos días antes. En ese momento Occident arroja octavillas cuyo texto se limitaba a reproducir una frase del indonesio general Suharto, famosa en aquellos días: “Matad a todos los comunistas donde quiera que se encuentren”. Occidente, evidentemente, jugaba la carta de la provocación. A partir de ese momento toda la opinión pública francesa y especialmente los estudiantes de izquierdas, ya saben quién es Occident. El 26 de marzo siguiente se enfrentan a la policía cuando intentaban impedir en el Barrio Latino un mitin de la Juventud Comunista Revolucionaria. Casi sin solución de continuidad, en plena borrachera activista, boicotean una obra de teatro de Jean Genet, Les Paravent, en donde al parecer se insultaba al ejército francés. En octubre del 66 abren un local en el corazón del Barrio Latino, en la rue Serpente. Luego seguirá en el último trimestre de ese año las protestas por el décimo aniversario de la invasión de Hungría por el ejército soviético y las reiteradas luchas por expulsar a los izquierdistas de su feudo en la Universidad de Nanterre. En la Facultad de Filosofía y Letras de Nanterre se han matriculado algunos militantes de Occident que consiguen una buena representación en el consejo universitario. Tienen como compañeros de clase a Daniel Cohn Bendit, a los hermanos Castro, a Brumberg y a Caruso, líderes de una extrema-izquierda todavía mal definida, pero excepcionalmente activa y violenta. Nos aproximamos aceleradamente al cuadro político que detonará el “mayo francés”.

El 17 de octubre de 1966, siete militantes de Occidente asaltan la cafetería de la universidad de Nanterre y desalojan a setenta izquierdistas que tienen que recurrir a los estudiantes del PCF para rehacerse. Al día siguiente, los incidentes se reproducen, pero no son sólo siete sino una treintena y enfrente tienen a ciento cincuenta izquierdistas. El enfrentamiento provoca  decenas de heridos y contribuye a que el clima de violencia reaparezca continuamente a partir de ese momento. A principios de diciembre de 1967, Paris Match publica fotos de los incidentes que han tenido lugar unos días antes en Nanterre. Las imágenes, en las que pueden verse a activistas de Occident, impresionan a la opinión pública por su brutalidad.

El año siguiente será todavía más duro. Han aparecido los grupos pro-chinos y trotskystas que trabajan sobre todo en la universidad y difunden las consignas contra la guerra del Vietnam y en apoyo al Vietcong. Esto inspira a Occident a la creación de una réplica, el Front Uni de Soutien au Sud Vietnam. El 7 de febrero de 1868, el Front intenta celebrar su primera reunión en la gran sala de la Mutualité de París, pero la extrema-izquierda llama a la movilización general: “El nazismo no pasará”. El mitin asediado por 3.000 maoístas termina entre grandes incidentes. Occidente se manifiesta luego en el Boulevard Saint Michel al grito de “Vietcongs asesinos” y “Occident Vencerá”. El saldo final resulta favorable para Occident y el Front está en condiciones de enviar 4.000 francos recogidos durante el mitin para la construcción de un hospital en Vietnam del Sur. Y dado que se juzga que la jornada ha sido un éxito, se convocan otras dos para el 30 y 31 de marzo de 1968. El día 30, 2.000 manifestantes desfilan tras las banderas de Vietnam del sur en la Avenida Wagram. El gobierno sudvietnamita difundirá exhaustivamente las fotos tomadas en esa ocasión. En pocas semanas el Front, vertebrado por Occident, ha encuadrado 1.500 simpatizantes y ha obtenido fama mediática.

En un contexto de violencia creciente, se producen intentos de linchamiento contra miembros de Occident y tiene lugar la famosa replica de CohnBendit al ministro de educación Missoffe, preludio de la crisis, que ocuparán grandes espacios mediáticos. Occident ordena a sus militantes una “marcha sobre Nanterre”. Pero los maoístas se adelantan y realizan un ataque fulminante el 29 de abril contra la exposición del Front en la rue de Rennes. Doscientos cincuenta maoístas de la UJC-ML con su “dirección militar” al frente asaltan la exposición en un momento en el que apenas está defendida por 10 militantes que son, literalmente, masacrados. A raíz de este ataque, los dirigentes de Occident solicitan realizar un mitin… en la universidad Nanterre para el 2 de mayo.

La UJC-ML (Unión de Juventudes Comunistas Marxistas-Leninistas, formación maoísta) cede protagonismo a su “dirección militar” y junto con los miembros del Movimiento del 22 de Marzo (anarco-situacionistas) de CohnBendit se atrincheran en la facultad almacenando cócteles molotov, barras de hierro, palos y mangos de madera. Una asamblea de extrema-izquierda entrega la dirección de la defensa de Nanterre a Xavier Langlade, jefe del servicio de orden de la JCR (Juventud Comunista Revolucionaria de carácter trotskista). En la entrada de la facultad colocan una pancarta: “Fascistas que escapasteis de Dien Bien Fu, no escaparéis de Nanterre”… Sin embargo, los atrincherados no son tan optimistas como sus pancartas quieren presentarlos. Temen de un momento a otro el asalto de 250 militantes de Occident capaces de desarrollar unos niveles de violencia inauditos y que la izquierda ha conocido perfectamente en su propia piel. Finalmente, el Ministerio de Educación ordena el cierre de la facultad. Así pues, lo que no ha podido tener lugar en Nanterre, alejado del centro de París, tendrá lugar en el Barrio Latino, en la facultad de La Sorbonne, en pleno París.

Las sorpresas de mayo

Y entonces se produce un extraño atentado que nadie reivindica y que cuarenta años después nadie ha conseguido aclarar. El 3 de mayo de 1968, por la mañana estalla una bomba en La Sorbonne que está a punto de destruir completamente la Facultad. Se ha atentado contra las tuberías de gas. Todos los grupúsculos de extrema-derecha y de extrema-izquierda se atacan unos a otros y se culpan de la explosión. El atentado hace que los izquierdistas se atrincheren en La Sorbonne y los militantes de Occident en “su” facultad de derecho” en la rue d’Assas; a las 14:00, 200 de ellos intentarán manifestarse ante La Sorbonne. Observan que, a pesar de la tensión, el cordón policial ha desaparecido. En esa ocasión no llevan los instrumentos de combate encima, sino en tres furgonetas que siguen de cerca de los manifestantes. Sobre la marcha deciden retirarse. Hay algo que no entienden y que se les escapa: ¿quién ha dado la orden de retirada de la policía? Así pues deciden manifestarse en el Boulevard Saint Michel, justo donde los izquierdistas de la FER (Federación de Estudiantes Revolucionarios otro grupo trotzkysta de carácter “lambertista”) y los maoístas de la UJC-ML intentan reagruparse. En ese punto, las tres camionetas que seguían a los miembros de Occidente, distribuyen su carga. Entre los objetos contundentes figurará el primer cóctel molotov de mayo del 68 que un estudiante de Occident arrojará contra uno de los vehículos policiales. La “revolución de mayo” acaba de estallar…

El ejército francés ante las revueltas de mayo

A pesar de que el “golpe de Argel” (sublevación del Ier. Regimiento de Paracaidistas) fracasara por falta de preparación y por insolidaridad de la mayor parte de militares, éste hecho y la represión a la que dio lugar primero, luego el fusilamiento del Teniente Coronel Bastien-Thiry y, finalmente, el asesinato por los barbouzes” (fuerzas mercenarias, verdaderos asesinos a suelto del Service d’Action gaullista) de decenas de partidarios de la “Argelia francesa”, muchos de ellos militares y el secuestro del General Argoud, jefe de la OAS, hicieron que, si bien, por disciplina la mayoría de las FFAA francesas acatara la autoridad del General De Gaulle, muy pocos lo sostuvieron activamente y todos desearan restañar las heridas que la crisis argelina y la OAS causaron en el interior de las FFAA. Muchos guardaron la ocasión para resarcirse. Los sucesos de mayo les dieron la oportunidad de hacerlo. Y la aprovecharon.

El ejército francés se había preocupado muy poco del ascenso de la nueva extrema-izquierda previamente a mayo del 68. Solamente medio año antes, en diciembre de 1967, había llegado a la Sección Segunda del Estado Mayor del ejército informaciones sobre las actividades de células de la UJC-ML en algunas unidades, concretamente en el 9º Regimiento de Húsares, en el 43º Regimiento de Infantería y en el 151º de Carros. Las actividades de estas células consistían en difundir las revistas y los materiales de esta organización y ganar simpatizantes y afiliados para la misma. La seguridad militar localizó a los activistas, los dispersó en distintas unidades y los sometió a vigilancia.

Sin embargo, este episodio hizo que la información militar empezara a preocuparse por la irrupción de los grupúsculos y, dado que los servicios de seguridad del Estado civiles no les aportaban información efectiva sobre la situación, ellos mismos debieron crear su propia red de informadores y elaborar sus propios dossiers sobre estas pequeñas formaciones juveniles extremistas.

Era la primera vez desde la guerra de Argelia que el ejército francés se preocupaba de grupúsculos políticos. Y lo que vio le sumió en la confusión. Los informes elaborados antes de mayo que intentaban pintar un cuadro de la extrema-izquierda, eran imprecisos, confusos, repletos de errores y, prácticamente, inservibles. Solamente estaban en condiciones de describir a las organizaciones juveniles del viejo Partido Comunista pro soviético, el único que hasta la irrupción de la UCJ-ML en los cuarteles, les había preocupado. El problema era que se trataba de información antigua y, por tanto, inservible. Cuando estallan los primeros incidentes en el Barrio Latino, el 3 de mayo, el ejército francés está prácticamente fuera de juego y desconoce completamente la actividad y características de los grupúsculos.

El 11 de mayo el ministro de Defensa, Pierre Messmer, tras despedirse del primer ministro de Afganistán que había permanecido en Francia en viaje oficial, reunió apresuradamente con algunos asesores y adoptó algunas medidas precautorias de lo que pudiera suceder. Hay que recordar que en ese momento, en la noche del 10 al 11 de mayo, tuvo lugar la famosa “noche de las barricadas” en la rue Gay-Lussac, sobre la que volveremos algo más adelante, pero que, en cualquier caso, marcó el punto álgido de las revueltas.

A partir de ese momento, la 11ª Brigada Blindada de guarnición en Camp des Loges (Saint Germain en Laye) que se encontraba de maniobras en Mailly fue colocada en estado de alerta. Tres regimientos de esta unidad (el 501º de carros de combate, acantonado en Rambouillet), el Marche du Tchad (en Pontoise) y el 1º de Artillería (con base en Melun), todos situados en las inmediaciones de París, estuvieron desde ese momento dispuestos a intervenir. La 9ª Brigada, de maniobras en Courtine, fue así mismo movilizada y los centros de instrucción de reclutas, el 1º de Train y el 151ª de Montflery estuvieron dispuestos por si era necesario reforzar a las unidades de policía, gendarmería y CRS. Otras unidades situadas en la Banlieu parisina –el 9º y el 11 de Húsares y el 5º Regimiento de Infantería– fueron también colocados en estado de alerta con los permisos cancelados y todos sus efectivos dispuestos a intervenir en cualquier momento. En el Oeste de París, los distintos batallones y regimientos de la 11ª División Ligera de Intervención se mantuvieron hasta el fin de los incidentes en ese mismo estado de alerta.

No intervinieron, pero la situación no mejoró. El día 13 de mayo, cuando los sindicatos decretaron la huelga general, el ejército empezó verdaderamente a alarmarse. El viernes 24 de mayo, De Gaulle apareció ante los medios de comunicación llamando al orden, pero su discurso no calmó los ánimos y fue completamente desoído por los sindicatos y por los revoltosos del Barrio Latino. Los incidentes se recrudecieron y el ejército recordó las enseñanzas sobre “guerra revolucionaria” que se impartían diez años antes en la Escuela de Guerra Psicológica de Philipeville, en Argelia. Los especialistas en estas técnicas habían adoptado inequívocamente posiciones a favor de la Argelia Francesa y algunos incluso de la OAS. Así pues, recurrieron a ellos. En ese momento empezó a saldarse la fractura que se había producido en el interior de las FFAA a raíz de la guerra de Argelia. El anticomunismo común a las dos fracciones militares operó este efecto. Pero, en ese momento –24 de mayo– las posiciones no eran unánimes. Si bien todos estaban de acuerdo en cerrar el paso violentamente a un golpe izquierdista, no todos estaban dispuestos a actuar si las organizaciones de izquierda alcanzaban el poder mediante la vía de la legalidad. En medios militares, se creía posible que el PC alcanzaría el poder y, entre otros, el gobernador militar de París no estaba dispuesto a actuar en este caso. Otros militares, en cambio, sí.

Militares en contacto con la extrema-derecha

A la vista de la situación el día 25 de mayo, algunos oficiales de guarnición en los alrededores de París tomaron contacto con miembros de la extrema-derecha más militante para sondear si podían contar con sus efectivos en caso de que se vieran forzados a intervenir.

Los citados dirigentes –con algunos de los cuales hemos cambiado puntos de vista sobre este tema– contestaron afirmativamente, pero ni siquiera ellos estaban seguros de las posiciones que adoptarían sus bases militantes. En la noche del 10 al 11 de mayo, en los combates que tuvieron lugar en la calle Gay-Lussac, habían sido vistos algunos militantes de extrema-derecha entre las barricadas, enfrentándose a la policía. Y, por otra parte, muchos odiaban a los comunistas y a los izquierdistas por sus constantes enfrentamientos con ellos, pero no odiaban menos al ejército y a De Gaulle que permitió el abandono de Argelia y a las fuerzas de orden público que les habían encarcelado y arrojado a las celdas de la Santé y de Fresnes. Muchos no olvidaban a Bastien-Thiry, a BobyDovecar, a Claude Pieggs, a Roger Degueldre y a otros torturados y muertos por De Gaulle y sus “barbouzes”. Ciertamente, eran anticomunistas, pero muchos odiaban mucho más al gaullismo que a los izquierdistas. Además, los militantes de extrema-derecha tenían un mal recuerdo: durante las jornadas del Golpe de Argel, literalmente habían sido abandonados por los militares que les habían prometido apoyo y no estaban dispuestos a jugársela seis años después otra vez con quienes les habían traicionado entonces. La organización concreta que fue contactada por los militares fue, naturalmente, Occidente, que había demostrado tener una altísima capacidad para la violencia.

Cuando el 17 de mayo, los izquierdistas habían expulsado a la extrema-derecha de la Facultad de Derecho de Assas, contactaron con el Movimiento Occidente exmilitares y mercenarios que habían trabajado con Bob Denard en el Congo, ofreciendo su colaboración para una asalto a esta facultad. La dirección de Occident rechazó esta opción a pesar de que sus tres principales dirigentes –obviemos sus nombres– aceptaron la propuesta. Los otros votaron en contra prefiriendo una victoria de los izquierdistas a un acuerdo con los gaullistas. De esta manera, Occident abandonó el terreno de lucha durante las jornadas de mayo.

El otro grupo polarizado en torno a Tixier-Vignancourt que en ese momento operaba con el nombre de Front National Anti-Communiste, convocó una manifestación el 22 de mayo con mínima asistencia (apenas 1.000 personas) de las que 200 eran militantes de Occident. La manifestación debía concluir en el asalto de la redacción del diario comunista L’Humanité, sin embargo, esta acción no se llegó a materializar ante el lanzamiento de bolas de hierro y objetos por parte de los sitiados. Los más activistas se dirigieron entonces al Liceo Condorcet ocupado por izquierdistas, logrando desalojarlo y arrancar las banderas rojas y negras. Luego se manifestaron ante la Estación de Saint-Lazare, ocupada por los huelguistas.

Si la opinión de Occident no era unánime entre su dirección, otro tanto ocurría con el partido de TixierVignancourt. Su adjunto, Raymond Le Bourre se oponía a participar en los sucesos al lado de los gaullistas, pero Tixier fue de la opinión de que podían arrancarse algunas mejoras en la situación de los presos de la OAS y en el retorno de los exiliados.

Los medios de prensa de la extrema-derecha, el semanario Minute, y el semanario Rivarol se manifestaron en contra de pactar para salvar al gaullismo.

Sin embargo pudo llegarse a un acuerdo aprisa y corriendo en la noche del 24 de mayo. Discretamente, los dirigentes de extrema-derecha que habían suscrito el acuerdo debían movilizar discretamente a sus efectivos; si se producía la insurrecciones comunista, debían concentrarse en el camp de Satory y en caso de no poder alcanzarlo por sus propios medios, se dieron unos cuantos puntos en los que debían ser recogidos por camiones del ejército; los militares rechazaban entregar armas a estos efectivos y proponían encuadrarlos en unidades militares especiales, sujetos a disciplina militar y que cumplirían órdenes de la cúpula militar. Si se producía la insurrección comunista, estos grupos serían incluidos en unidades de choque que previamente serían purgadas de los elementos sospechosos.

El 26 de mayo tuvo lugar una nueva reunión entre representantes de las FFAA y representantes de las distintas direcciones de extrema-derecha. La reunión tuvo lugar en un apartamento del Barrio Latino, a pocas decenas de metros de las barricadas. Los militares propusieron la creación de una milicia cívica comandada por ellos y constituida por la extrema-derecha y sus simpatizantes en caso de golpe de izquierdas.

Las direcciones de extrema-derecha exigieron que estas milicias fueran completamente independientes de los Comités de Defensa Cívica gaullistas con los que ningún acuerdo sería posible. Los militares aceptaron a condición de que estuvieran encuadradas y disciplinadas por ellos, para evitar los excesos que algunos extremistas podían cometer. A partir de ese momento y durante los días siguientes, los dirigentes de los distintos grupos de extrema-derecha empezaron a movilizar boca-oreja sus efectivos. Los propios militares a partir de ese momento variaron sus posiciones en relación a la extrema-derecha. Facilitaron locales de reunión.

El viaje de De Gaulle a las guarniciones francesas en Alemania

A partir del 24 de mayo, cuando se percibió que la propuesta de De Gaulle de convocar un referéndum no había calmado la situación, la actividad militar se centró en sondear a las unidades “seguras” por si tenía lugar la insurrección de izquierdas. Las unidades contactadas en los alrededores de París eran el 11º Regimiento de Húsares, cuyo Estado Mayor, según Duprat, era el más decidido partidario de la intervención. La 11ª Brigada y la 11ª División Ligera eran, así mismo, unidades partidarias de una intervención aplastante. Los carros de combate de la 8ª División se habían concentrado en el norte de París y efectivos “seguros” procedentes de Metz y Nancy habían acampado cerca de la capital.

El despliegue de todas estas unidades había sido aconsejado a causa de que la “gendarmería móvil” no era demasiado segura (a diferencia de los CRS) y constaba que reprobaban las misiones para las que habían sido enviados. Como en todos los procesos revolucionarios, la crisis de las fuerzas policiales, eran el primer signo inequívoco de la crisis del Estado.

Además, otras unidades militares próximas a la capital no estaban dispuestas a intervenir en caso de insurrección comunista (el 9º de Húsares, el 2º Regimiento de Infantería de Marina). Otras unidades no eran operativas o no estaban adecuadas para una intervención de este tipo.

A partir del 24 de mayo, 10.000 reservistas fueron llamados a filas y el 25 se reforzaron las unidades “seguras” que circundaban París. A las 8:30 del sábado 25 de mayo, una columna militar fue vista en la autopista París-Lille, de camino a la capital. Los militares empezaron a dejar ver sus unidades en la Banlieu de París, a modo de advertencia.

En los tres días siguientes empezó a oírse “ruido de sables” en las guarniciones situadas en el Este de Francia y en las bases francesas en Alemania. Era rigurosamente cierto que los comandantes de estas unidades eran gaullistas confesos, pero en sus estados mayores no ocurría lo mismo. Muchos se habían mordido los labios seis años antes durante la insurrección del I Regimiento de Paracaidistas en Argel y ahora volvían a dudar y a maldecir a De Gaulle. Algunos de ellos habían colaborado ocasionalmente con la OAS, habían encubierto a sus militantes o, incluso, habían trabajado en sus actividades.

Tras el discurso del día 24, De Gaulle, sorprendido por el efecto contrario al pretendido, cayó en el silenció y en la confusión. El régimen estaba a punto de caer. A medida que ese silencio se prolongaba, aumentaban entre los militares los partidarios de una acción efectiva contra los revoltosos. Se rumoreaba que en ese momento, algunas unidades estaban dispuestas a intervenir, pero no para salvar a De Gaulle, sino para aplastar a la izquierda.

El día 29, De Gaulle se desplazó a Baden-Baden para entrevistarse con el General Massu, comandante en jefe de las fuerzas francesas en Alemania, cuyas unidades eran las más efectivas en caso de conflicto. De Gaulle consiguió persuadir a los militares de que él era “el único capaz de salvar a Francia del comunismo” e, incluso de que estaba dispuesto a pagar un precio. En realidad, estos se dejaron convencer. Lo importante es lo que exigieron a cambio de desplazar a las unidades de intervención al otro lado de la frontera: la amnistía general para los encarcelados y exiliados de la OAS. De Gaulle no protestó. En ello le iba morir en la poltrona del Elíseo o bien en el exilio.

Al día siguiente De Gaulle se dirigió nuevamente al pueblo francés, con una actitud completamente distinta. Poco antes, la 11ª Brigada Blindada realizó una ostentosa marcha hacia París, mientras que el 1er. Regimiento de Paracaidistas de Infantería de Marina, acantonado en Bayona recibió 10 aviones Nordatlas de Pau y 20 de Toulouse, preparándose para saltar sobre París. Una columna de blindados procedente de Alemania, cruzó la frontera, procurando llamar toda la atención posible pretextando la celebración de unas maniobras. Otros desplazamientos similares se realizaron simplemente para llamar la atención.

De la muerte política a la resurrección de De Gaulle

A partir de ese momento, el receptor del mensaje entendió perfectamente la situación. En efecto, el PCF, en aquel momento se debatía entre la insurrección y la vuelta a los cuarteles de invierno. En realidad, el PCF nunca tuvo la iniciativa de la situación, pero tampoco quiso desvincularse completamente de una revuelta que corría el riesgo de amputarla influencia sobre las masas.

El 30 de mayo, el gaullismo resucitó. Los Comités de Defensa de la República aseguraban el encuadramiento de los elementos más activos de la derecha y de la extrema-derecha, la inmensa mayoría antiguos partidarios de la Argelia Francesa. Los especialistas del ejército en operaciones psicológicas realizaron una perfecta coordinación entre el discurso de De Gaulle de esa jornada y la movilización subsiguiente en los Campos Elíseos esa misma tarde. Entre 700 y 800.000 personas recorrieron el kilómetro que separa la plaza de la Concordia de la plaza de l’Etoile.

El fundador y jefe de la OAS, Raoul Salan fue liberado espectacularmente el 15 de junio de 1968, justo en el momento en el que la revuelta de mayo acaba oficialmente. El Barrio Latino cada vez estaba menos ocupado: los “revolucionarios” se habían ido de vacaciones.

En esa fecha pudo regresar también a Francia, Georges Bidault, presidente del Consejo Nacional de la Resistencia junto a los generales y cuadros de la OAS que desde 1963 permanecían en el exilio. Bidault,  poco después, fundaría el partido Justice et Liberté que fue uno de los partidos integrados posteriormente en el Front National presidido por Jean Marie Le Pen.

Alicante y Tarragona, repletos de pieds-noires exiliados, vieron como estas comunidades iban disminuyendo. Todos fueron amnistiados. Algunos no regresaron jamás a Francia. Uno que no lo hizo me comunicó: “Francia es como una mujer a la que se ha querido mucho y de repente de ha engañado. Le das una patada y nunca más quieres volver a saber de ella”.

¿Qué ocurrió en realidad?

Aparentemente, todo estaba claro:

-          Un proceso subversivo desencadenado por elementos de extrema-izquierda había logrado arrastrar a la CGT y al PCF, deseosos de no perder influencia sobre las masas.

-          Durante unos días, Francia vivió al borde de la guerra civil y del golpe de Estado.

-          El general de Gaulle buscando apoyos para mantenerse en el poder pidió ayuda a las FFAA

-          El ejército se lo prestó a cambio de la amnistía general a sus camaradas presos y del retorno de los exiliados.

-          Estas medidas de gracia se pusieron en marcha el 15 de junio, fecha en la que concluye oficialmente la revuelta iniciada mes y medio antes.

Así pues, asunto cerrado, expediente archivado… ¿o no?

En absoluto.

Al concluir la revuelta, algún servicio de inteligencia, seguramente francés filtró a los medios de comunicación distintos dossier en el que responsabilizaba de los incidentes a los servicios especiales de la República Democrática Alemana. Muchos de esos dossier fueron difundidos por la prensa de derechas y de extrema-derecha, creyéndolos auténticos.

Se difundió la información de que sobre las barricadas de la calle Gay-Lussac, durante la famosa “noche de las barricadas” del 10 al 11 de mayo, se encontraron varias granadas de mano ofensivas fabricadas en Alemania Oriental. Estas granadas eran de tipo RG42, consideradas como “muy mortíferas”. En la zona donde se descubrieron, habían sido vistos jóvenes alemanes pertenecientes al Sozialistiche Deutsche Studenten (SDS), uno de los grupos contestatarios alemanes de los que, en la época, se investigaban sus relaciones con el HVA (Haupt Vereidigungamt, el servicio de información germano-oriental) que, siempre según estas informaciones, se habrían encargado las operaciones de desestabilización de Europa Occidental desde 1965…

Evidentemente, todos estos datos eran pura intoxicación. Entonces lo podíamos intuir. Ahora tenemos la seguridad. En efecto, si era cierto que existía un titiritero que movía los hilos de la subversión, pero no era, desde luego, el HVA. Si hubiera sido él, hoy se conocerían a la perfección todos los extremos de la operación: el HVA ha sido disuelto y sus archivos son públicos después de la unificación alemana de 1989. No, el HVA no era la “pista buena”, era simplemente, la excusa, la maniobra de diversión. Las granadas sembradas junto a un automóvil en la calle Gay-Lussac era apenas un individuo intoxicador.

Y, por supuesto, en 1965 el HVA no desencadenó ninguna operación, sino que en ese mismo año fue precisamente la CIA, tal como sabemos hoy, la que desencadenó la Operación CHAOS, ordenada y comandada por James Jessus Angleton. Esa operación, que inicialmente tenía como objetivo restar efectivos a los Partidos Comunistas prosoviéticos, se aprovechó para otros fines igualmente espúreos: la desestabilización del gobierno del General De Gaulle.

De Gaulle había separado en 1967 a las fuerzas armadas francesas del dispositivo militar de la OTAN, aun permaneciendo en la estructura de la Alianza Atlántica. Los americanos ni le perdonaron este desplante ni el que seguiría, cuando en el curso de su viaje a Canadá proclamó ante las cámaras de TV de todo el mundo: “Viva Quebeq Libre”. El desmembramiento de Canadá hubiera acarreado la pérdida de influencia de EEUU en la parte francófona del país y el aumento de la influencia francesa en una zona que los teóricos del “destino manifiesto” ya habían bautizado como “área de influencia de los EEUU”.

Este fue el sentido final del mayo francés y todo lo demás, no fue más que mera coreografía y atrezzo para una “operación especial”. El hecho de que los maoístas fueran fomentados artificialmente en el curso de la Operación CHAOS, el hecho de que el primer cóctel molotov de las revueltas fuera arrojado –tal como vimos– por un militante de Occident sobre un coche de la policía y el hecho de que este movimiento, desde su origen, practicara una actitud activista completamente provocadora y destinada a tensar situaciones, el hecho mismo de que los miembros de la extrema-derecha tuvieran el corazón escindido entre las barricadas de la calle Gay-Lussac y la incorporación a las milicias cívicas anticomunistas y, finalmente, el hecho de que la “revolución de mayo” tuviera como resultado inmediato la caída de De Gaulle –perdió el referéndum que él mismo convocó– y el indulto general a los militantes de la OAS… todo esto son los verdaderos frutos de mayo, mucho más, en cualquier caso, que CohnBendit y demás “ex combatientes”, cuarenta años después, vendiendo sus fantasías y sus ficciones… Mayo del 68 tuvo distintos titiriteros, CohnBendit fue uno de los monigotes. Repetimos: “mayo-68 tuvo distintos titiriteros”. La CIA fue uno, pero se dieron otros en clave interna francesa. ¿Quién dijo que una operación planificada por servicios especiales no puede ser aprovechada para otros objetivos?

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Nota: para la elaboración de este artículo se han tenido en cuenta especialmente distintas obras de François Duprat: L’International Etudiante Revolutionaire y Les journés du Mai 68, Editions NEL, La comedie de la revolution y Les journés du Mai, publicado por Defense de l’Occident y L’extreme droite a France 1944-1972, Editions Albatros.-