Los medios no lo
recuerdan, pero estamos metidos en el próximo ciclo electoral. Es lo que tiene la
democracia, que siempre mantiene a la población distraída con estos ciclos que
animan algo tan aburrido como la gestión política de políticos a los que la
política no interesa, pero que están en política para hacer buenos negocios.
En mayo de 2023 deberían tener lugar las próximas elecciones municipales que
coincidirán con las autonómicas salvo en Cataluña (las catalanas deberían
convocarse en 2025), Galicia (las próximas en 2024), País Vasco (las vascas
tocan en 2024), Andalucía (las más próximas en diciembre de 2022) y en Valencia
(abril de 2023). Y eso ¿por qué? Respuesta: porque, en la práctica, hay
autonomías de primera, de segunda y de tercera. Habrá que esperar a 2024 para
las elecciones europeas. Pero, todo induce a pensar que las próximas
elecciones serán las generales que deberían celebrarse en mayo de 2023, pero
difícilmente Sánchez aguantará hasta entonces. Por eso estamos en pre-campaña…
EL MAL SABOR
DEL PASO DE UNIDAS PODEMOS POR EL GOBIERNO
En España es la
primera vez en democracia que tenemos un gobierno de coalición. De hecho, es la
primera vez que ministros comunistas -esto es, miembros del Partido Comunista
de España (que celebrará su centenario el próximo 14 de noviembre de 2021)- se
encuentran en el poder. España es hoy la “excepción europea”. La experiencia
de esta coalición no ha resultado estimulante ni para el electorado del PSOE,
ni para el de Unidas Podemos.
Durante los
primeros meses, la convivencia fue aceptablemente buena. A fin de cuentas,
estábamos en pandemia y esa era la noticia que ocupaba todos los informativos.
El parlamento seguía tan vacío como siempre, pero, al menos, había una excusa.
Los de UP supieron negociar bien sus cartas: aceptaron “ministerios florero”,
algunos creados especialmente para ellos y para satisfacer sus obsesiones.
Colocaron a sus cortes de “asesores”, “asesores de asesores”, colaboradores
contratados y cuñaos, y repartieron fondos entre fundaciones y asociaciones de “los
amigos”. Lo normal en democracia. Al menos, lo normal en lo que llevamos
de democracia en España. El PSOE, con más veteranía, detentaba los puestos
económicos clave, que era donde se jugaban los dineros “de verdad” y los
grandes negocios, a UP la propina (que tampoco es manca). A cada cual lo suyo.
Pero el
problema, desde el principio, fue que los ministros y ministras de Podemos,
salvo el gris Castells en Universidades, vociferaban casi exclusivamente en
torno a temáticas LGTBIQ+. El PSOE les dejaba hacer. A fin de cuentas, Sánchez
y los suyos jugaban en “ligas mayores”. El problema era que UP no se había dado
cuenta, pero había dejado de estar entre los “de las pancartas” y era un
partido “de poder”. De poder, pero compartido: por lo tanto, podían beneficiarse
de las mieles del poder, pero no hacer realidad algunos de sus objetivos más excéntricos
e interpretaciones extraterrestres.
El propio
Castells, que era el “serio” de los ministros, albaceteño él, de esos que
cuentan que en “mayo del 68” estaba en París, se autodefinió como “nacionalista
catalán, no separatista y que no apoyaba a los partidos nacionalistas”. A quien
sí apoyó es el PSC que no se dice ni nacionalista, ni separatista, sino
federalista y más tarde mostró simpatías con En Comú Podem al que todavía hoy
representa en el gobierno del Estado.
El casi
octogenario Castells ha pasado casi completamente desapercibido en el gobierno,
a diferencia del matrimonio de hecho Iglesias-Montero. Durante 14 meses,
Iglesias tocó su techo político como vicepresidente segundo del gobierno y, no
se olvide, “ministro de derechos sociales y agenda 2030” (ministerio florero
que ahora tiene como mascarón a Ione Belarra), mientras su compañera se
convertía en “suma sacerdotisa” de la secta LGTBIQ+, que opera desde el llamado
“ministerio de igualdad”. Ambos dieron positivo en los primeros momentos de la
pandemia y ellos, su chaletito y su par de mellizos prematuros han dado tanto
que hablar en la prensa del corazón como en la crónica política.
Podemos, perdidas
las esperanzas de extender la “indignación” a todas las clases sociales, terminó,
ya antes de las elecciones, convirtiéndose en una federación de obsesionados
por temáticas únicas: las obsesionadas por cada una de las temáticas
sexuales, los obsesionados por la “muerte digna”, los obsesionados por la ecología,
los obsesionados por la legalización del porro, los obsesionados por la
inmigración masiva, los obsesionados por el salario social, los obsesionados
por el antifascismo, y poco más. No recuerdo quién decía: “Temo a los que
sólo tienen una idea en la cabeza…”. En UP todos tienen una sola idea
obsesiva, diferente a la de otros compañeros de partido. Esto hace que UP -o
aquello en lo que se convierta, como veremos, en los próximos meses- siempre
tendrá un “suelo” mínimo de votos procedentes de los que están, igualmente,
obsesionados por esos mismos temas.
EL SANCHISMO
INCÓMODO QUE QUIERE PROLONGARSE MÁS ALLÁ DE 2024
El PSOE, por su
parte, sabía que, al firmar el pacto de la coalición, se llevaba a un socio
incómodo que iba a ser mal visto en la Unión Europea. Pero Sánchez es un
pragmático ambicioso: así que le tenía absolutamente sin cuidado… hasta que
llegó la pandemia y la Unión Europea se convirtió en la tabla de salvación. En
el primer reparto de fondos (julio de 2020), a Sánchez ya le advirtieron sobre
lo “peligroso” que suponía darse el pico con la extrema-izquierda. Al volver,
fue cuando ilusionó a Ciudadanos sobre la posibilidad de cambiar de alianzas.
Pero todo salió mal y a Cs resultó, de resultas del lance, herido de muerte
(estos días tiene lugar otra fase de la agonía de esta organización).
Pasaron las olas
de la pandemia, el varapalo que sufrió el PSOE en las elecciones madrileñas fue
un nuevo toque de atención. Pero, el “manual del perfecto político democrático”
establece que las coaliciones -especialmente entre socios molestos- deben durar
hasta que se ve en el horizonte la perspectiva de unas nuevas elecciones. Desde
hace semanas, este horizonte empieza a percibirse. Los signos son inequívocos.
Por un lado, España
es el país con más volumen de endeudamiento por habitante y aquel en el que sube
con más velocidad. Desde hace semanas estamos asistiendo a una subida generalizada
de impuestos y a una ampliación del gasto público. Sánchez se fía del apoyo
de la UE a la que ofrece perspectivas de crecimiento para 2022, del 6,4%, similar
al de los mejores momentos de la economía china. Increíble. Así lo ha
considerado la UE que ha rebajado esta cifra al 5’7%, mientras que otras
fuentes se muestran más pesimistas aún (el BBVA y CaixaBank da un 5,2%) y otros
economistas afirman que se situará en torno al 4%.
Estas cifras
son importantes porque demuestran que la economía, después del parón del Covid,
no se restablecerá tan rápidamente como auguraba el gobierno. En su locura
económica, Sánchez ha optado por presupuestos que le garanticen votos cautivos,
dando por imposible al bloque de los pensionistas y aferrándose a la idea de
que “los nuevos españoles”, cubrirán los votos perdidos: por eso realiza con
ellos “discriminación positiva”. Confía, igualmente, en que la clase media “progresista”,
le siga apoyando. El problema será cuando se abra el próximo período fiscal e,
incluso, los más “progresistas”, vean que se les han disparado los impuestos a pagar.
Sin olvidar que la UE sigue sin perdonar a Sánchez que mantenga ministros
comunistas en su gobierno y el egomaníaco presidente del gobierno aspira a prolongar
su mandato más allá de 2024.
ESPAÑA: UNA
CITA CON LA TORMENTA PERFECTA
Lo que se nos
viene encima es: un repunte brutal de la inflación, un desabastecimiento de los
mercados generado por distintas causas, una desaceleración -ya visible- en la
construcción que, cuando se transformen los afectados por los ERTES en parados
de tomo y lomo, volverán a situar las cifras del paro por encima de los
4.000.000 de parados. Todo esto, hay que recordarlo, son solamente
consecuencias de la falta de previsión de los distintos gobiernos que se han
sucedido en España y en Europa.
Especialmente
sangrante es el aumento del precio de la energía: ¿Es que nadie podía imaginar
que el cierre de las nucleares iba a compensarse con unas cuantas molinetas en
los campos? ¿es que nadie pensó que el aumento del parque de vehículos
eléctricos o la “minería” de criptomonedas y certificados FNT no iba a disparar
el consumo? ¿es que a nadie se le ocurrió que la peor dependencia en el siglo XXI
consiste en no disponer de fábricas propias de chips? ¿es que todos pensaron
que Argelia nos iba a facilitar a buen precio gas natural por siempre jamás?
Estamos ante
una tormenta perfecta: debilidad del poder político, crisis económica, desabastecimiento
de los mercados tecnológicos, repunte de la inflación y del paro, malas
perspectivas internacionales, efectos del post-covid, aumento desmesurado de la
presión fiscal, aumento de la inmigración y aumento desmesurado de los
suicidios, de la delincuencia sexual y de la delincuencia en general, todo ello
minimizado por los medios y por los portavoces oficiales. La única buena
noticia es que los indepes catalanes están inmovilizados por sus problemas
internos y el fracaso del “procés” está demasiado reciente como para volver a
intentarlo.
La denuncia de
Vox contra Tezanos tiene como objetivo inhabilitar al CIS para que siga
ejerciendo de ariete electoral del PSOE. A partir de ahora, estando en
observación judicial, a Tezanos no le va a ser tan sencillo “cocinar” las
estadísticas en favor de quien le paga. Todo induce a pensar que, después de
la Convención del PP, el bloque de la derecha (PP+Vox) queda -hoy por hoy- por
delante del bloque de la izquierda (PSOE+UP) incluso con los votos de la “no-España”
(indepes, izquierdas radicales).
LA RECOMPOSICION
DE LA IZQUIERDA DEL PSOE
La crisis de UP,
y las necesidades de recomposición de la izquierda radical (que hoy no deja de
ser un mosaico de pequeños círculos confederados a nivel regional, compuestos
por mucha gente que se sitúa entre los 30 y los 40 años sin oficio ni
beneficio, ni estabilidad en sus vidas y que ven como la política permite
disponer de chalets en Galapagar sin excesivo esfuerzo), son otro factor a tener
en cuenta.
A pesar de sus
evidentes limitaciones, Yolanda Díaz, aupada por lo que queda del PCE, que
encierra resentimientos desde la formación de Izquierda Unida que terminó
subsumida como periferia de Podemos, piensa que ha llegado su hora. Cuenta con
su amiga del alma, Ada Colau para apoyar su proyecto: la creación de una nueva
opción de izquierdas que federe a todo lo que le está a la izquierda del PSOE,
desde los Comunes, Mas País, los restos de las Mareas, amén de Podemos, IU, los
escindidos de Podemos, etc. Un proyecto demasiado ambicioso para una ministra
de trabajo con visibles limitaciones y dentro de un mundo excesivamente
fragmentado, con demasiados “necesitados en busca de poltrona” y que, en
principio, parece muy difícil de unificar y estabilizar.
El “manual del
perfecto político democrático” indica que, si formas parte de una coalición y
quieres salir beneficiado en las próximas elecciones, deberás romper la
coalición antes del período pre-electoral, cuando las elecciones se divisan en
el horizonte. En ese momento, deberás de culpar al otro de la ruptura del
acuerdo: “pintarás con los tintes más siniestros al que, hasta ese
momento, ha sido tu compañero de ruta. Narrarás todos los éxitos que haya
podido tener como propios y le atribuirás a él cualquier fracaso. Cualquier
minucia será buena para hacer estallar la coalición y presentarte como víctima
del socio malvado y traidorzuelo…” Tal es la pauta que están siguiendo
en estos momentos, tanto PSOE como Podemos.
Lo de menos es
si es la reforma laboral, o si se trata de unos euracos de más o de menos en el
salario mínimo, de este o de aquel impuesto, o si un diputado pateapolicías es
o no relevado de un escaño a donde jamás debió estar. En las próximas
semanas, vamos a ver como las dos patas de la coalición se enzarzan en una
discusión permanente que, no lo dudéis, forma parte ya de la pre-campaña
electoral.
EL 40º
CONGRESO DEL PSOE, TODOS “CENTRADOS”
Más aún: durante
dos años el PSOE ha querido aparecer como un partido “de izquierdas”.
Ciertamente, era una “izquierda” extraña, la mayoría de cuyas medidas tenían
poco que ver con la socialdemocracia que ha dominado el partido desde finales
de los 80, incluso con el zapaterismo que era una forma de angelismo bobalicón
en política internacional y obtuso en política nacional. La línea del PSOE
era una especie de “ultraprogresismo” que recordaba mucho a aquel que hizo gala
la propia sigla en los años anteriores al “felipismo” y al congreso de Suresnes
en 1974. Pero, ante la proximidad de nuevas elecciones, el PSOE se ha visto obligado
a “centrarse”.
Tal ha sido la función
del congreso del PSOE celebrado en Valencia del 15 al 17 de octubre de 2021. El
congreso como tal ha sido pobre: pocos debates, ninguna alternativa, casi un
congreso a la albanesa. Todos de acuerdo. Los congresistas han acudido allí
con el mismo interés que los abuelos del Imserso ponen ante los bufets libres
en los hoteles de Benidorm. Entre romería y viaje de placer. Lo importante no
han sido las ponencias sino lo que los “comunicadores” del partido han
establecido como pautas para los próximos años. Y son significativas:
1) recuperación
de la idea socialdemócrata (que pueden alcanzarse mayores niveles de justicia
social a través del capitalismo),
2) “centrado”
del partido (rechazando los radicalismos feminitudos y LGTBIQ+ que se abandonan
como patrimonio del magma a la izquierda el PSOE),
3) rostros
amigables para todos (“escudo social”, “crear empleo”, “robustecer la economía”,
“transición ecológica”, “plena igualdad”, “cohesión territorial”, etc, etc, etc…).
Palabras que, pronunciadas en campaña suenan a música celestial para un
electorado mayoritariamente centrista.
Porque en
España todavía se sostiene el dogma de la transición: “el poder lo tiene
quien controla el centro”. A por ese centro es a por el que se ha
lanzado el PSOE en su 40º Congreso. Sánchez cree que, con estas “bonitas palabras”
(vacías palabras), una renovación de rostros, y una ruptura oportuna con Podemos,
logrará remontar lo que les encuestas auguran.
CONCLUSIONES:
VETE PENSANDO A QUIÉN VOTAR EN 2022 O DONDE PASAR LA JORNADA ELECTORAL
Cuando se perciben
todos estos movimientos, tanto en el PSOE como en UP, nadie puede llamarse a
engaño: las dos partes están preparando su tocata y fuga de la coalición. Es
posible, incluso, que Sánchez piense que la próxima defección de UP, ni
siquiera le obligue a convocar elecciones anticipadas, sino que lo que queda de
Ciudadanos se preste a colaborar para apuntalar a su gobierno. De hecho, Cs es
un cadáver sin futuro, pero con diputados póstumos en el parlamento que carecen
de perspectivas políticas y ansiosos por rentabilizar los meses que les quedan
en sus poltronas. Habría que ver cuántos de estos diputados “cortoplacistas”
accederían a apoyar al PSOE en lugar de prolongar sus vidas útiles apoyando al
PP.
Ahora bien: el
pueblo español desea pasar unas buenas navidades. Las del 2020 no lo fueron y en
las anteriores el fantasma del Covid se anunciaba en el horizonte. Viajar,
aunque sea dentro de España -el turismo exterior dista mucho de recuperarse-,
consumo navideño previsor a partir de noviembre. Luego apretarse los machos
ante la posible carestía y el seguro efecto de la “tormenta perfecta” que
empezará a manifestarse en torno a los duelos de Semana Santa.
La cuestión
es quién romperá primero la coalición ¿PSOE? ¿Podemos? ¿Y cuando ocurrirá? A la
primera pregunta no podemos contestar. En realidad, la coalición ya está rota:
cada parte, va por su cuenta, construye un propio relato divergente de la otra
parte y la ruptura sucederá por no importa qué nimiedad.
El cuándo ocurrirá
es más interesante: no puede ser, desde luego, en plena tormenta perfecta. En
otras palabras: o el gobierno de rompe de aquí a fin de año y se convocan
elecciones en las inmediaciones de Semana Santa o bien, Sánchez decide seguir sin
UP, pero gobernando con el apoyo de Cs y/o de la “no España” (tratará de
hacerlo, claro está, con los primeros que sumarían 138 diputados, frente a los
140 de PP+Vox).
La tercera
posibilidad es que Sánchez a lo largo de la primera mitad del 2022, vaya
viéndose empequeñecido electoralmente, lo que daría tiempo a Yolanda Díaz para
organizar su alternativa de izquierda radical y al PP de irse fortaleciendo, no
tanto por méritos propios como por los descalabros y malas cifras económicas y la
sensación a partir de mayo de que Hacienda es insaciable y se está
administrando muy mal el dinero de la clase media. La realidad es que el tiempo
juega contra Sánchez. Cuanto más tarde en convocar elecciones, la situación
habrá empeorado y le costará más remontar. Lo que ocurra entre hoy y fin de año
va a ser decisivo. No lo dudéis: estamos en campaña electoral. nuevamente, el circo...