jueves, 4 de octubre de 2018

365 QUEJÍOS (157) – LA HORA DE LOS ULTRAS


Lo sorprendente del independentismo es que, con tanto colgajo amarillo y tanta efusión de trapos en los balcones, no se ha dado cuenta de que ha perdido la partida. Y por goleada. Pues bien, es precisamente, cuando la partida que ellos mismos emprendieron y que se llamó “procés” soberanista, ya ha pasado a mejor vida, cuando existe más riesgo de confrontación en Cataluña. Vaya por delante que el único logro del “procés” ha sido partir la sociedad catalana. El “otoño caliente” prometido por el independentismo, está empezando a ser peligroso. Lo que ha ocurrido en la última semana es antológico y vale la pena no perderlo de vista.

Miremos a la Plaza de Sant Jaume. ¿Gobierno? Presidido por un fanático independentista, cuyo modelo es el independentismo radical de los años 20 y 30. Quim Torra está en esa línea. Esto le diferencia de Artur Mas. Para Mas, el “modelo” era el nacionalismo quebecois y los referéndums de aquella provincia. Para Torra el modelo es… la revolución irlandesa.

El domingo pasado hubo elecciones en Quebec. El resultado HA HUNDIDO AL INDEPENDENTISMO. ¿Qué propuesta se ha impuesto? La defendida por la Coalición Avenir Quebec (CAQ), que ha acabado con la hegemonía del Partido Liberal y ha pulverizado al Partido Quebeques (independentistas) que pasa de ser la segunda a la cuarta fuerza política. El CAQ es conservador y está a favor del control de la inmigración (¿qué raro, verdad?).

Harían bien los indepes.cat en mirarse en el espejo quebecois: los independentistas de aquellas latitudes, después de referéndums y referéndums frustrados, finalmente han sido abandonados por su parroquia. ¿Motivo? Nadie eternamente puede apoyar a una opción embarrancada en una propuesta unidimensional. La cosa tiene mayor importancia porque desde el pujolato se cualquier iniciativa tomada en Cataluña se justificaba porque, antes, había sido adoptada en el sereno, tranquilo y pacífico Canadá. La “inmersión lingüística”, por ejemplo. Pero entre viaje y viaje a Andorra, Pujol y los suyos se olvidaban de que cualquier parecido entre la situación del Québec y la de Cataluña es pura ficción. Primero, porque hace 150 años los quebequeses y los anglocanadienses iban a tiros y estaban en permanente conflicto. Hispaniae romana ya era una “unidad” décadas antes de Cristo. En segundo lugar porque el inglés y el francés son lenguas de distintas raíce, mientras que el catalán y el castellano son ambas lenguas vecina, HISPANO-ROMANCES.

Pero Estat Catalá, Nosaltres Sols, Palestra, el Partit Nacionalista Catalá, los grupúsculos con los que se identifica Quim Torra, existente durante la Dictadura y durante la República, extraían su inspiración de la “revolución irlandesa”, es decir de la insurrección de la isla contra el dominio británico en la Pascua de 1916. Tampoco el modelo es que se adapte mucho a Cataluña y a España, en primer lugar porque aquello fue una “guerra de religión” y a la vez, “guerra social” en la que la “pobre” Irlanda católica, se sublevó contra la “rica” Inglaterra anglicana. En Cataluña no hay ni rastro de guerra de religiones (salvo por el hecho de que los independentistas cada vez tienen más rasgos de secta religiosa) y, en todo caso, el PIB indica que Cataluña ha sido históricamente “más rica” que el resto del Estado (si bien la distancia se va acortando). Por otra parte, la “vía irlandesa” es inexplicable sin los atentados terroristas del IRA… y, desde luego, Terra Lliure fue una irrisión comparado con la organización irlandesa. Ver similitudes entre Irlanda y Cataluña indica un espíritu alucinado y delirante.

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Torra fue nombrado “presidente” por un acuerdo in extremis de los grupos indepes.cat. Ni es un tipo carismático, ni tiene un historial como para impresionar, ni está demostrando una gran habilidad para gobernar, ni, por supuesto es el “presidente de todos los catalanes”. Está ahí, porque toda las partes  estaban de acuerdo en que era el que mejor podía servir a los intereses de cada uno: para el PDCat era el tipo de transición que gobernaría mientras intentaban construir un nuevo liderazgo (a la vista de que Puigdemont en Bélgica les había dejado en la estacada); para ERC, Torra no le iba a hacer sombra a Junqueras; y para la CUP, el historial de artículos demostraba que era suficientemente radical y creía verdaderamente en que era posible alcanzar la independencia. Pero Torra, ha salido de una escisión por la derecha de ERC (es bueno no olvidarlo) y detrás, en realidad, no tiene absolutamente nada.

El acuerdo de gobierno que le dio el poder implicaba seguir adelante en el camino a la independencia: en esa camino, PDCat se ha quedado en la cuneta, hoy no es más que unos residuos locales atrincheras en poltronas de ayuntamientos, pero nada que ver con la otrora poderosa y omnipresente CDC. ERC es, en estos momentos, la formación más sólida del independentismo y la que tiene en sus manos la lleva para desencallar la situación… a poco que asuma lo que buena parte de su dirección ya ha digerido: que el “procés” fue un error, que no se habían calculado bien los riesgos y que todo fue una mala interpretación de la situación política en 2011. ERC está hoy dubitativa y temerosa, desorientada y sin saber cómo reconstruir una estrategia y en base a que. Y luego está la CUP y su desdoblamiento, los CDR. Y vale la pena hablar de estos y de su relación con Torra.

Desde luego, la CUP ha sido el apoyo más decidido con el que ha contado Torra en estos meses. Ambos estaban en la misma sintonía, hasta que ocurrieron los sucesos del sábado y del lunes pasados. La CUP se encontró con que los Mossos le cerraban el paso y, de no haber sido “contenida” la policía autonómica por órdenes perentorias de la Consellería de Interior, habrían detenido a decenas de manifestantes, los habrían hecho correr hasta la escollera del puerto y les habrían caneado mucho más de lo que les canearon. Porque el sábado y el lunes, los zurriagazos que recibió la CUP le dolieron mucho más: en primer lugar porque los Mossos están hartos del descontrol que se ha apoderado de la calle y de la falta de órdenes claras y repartieron estopa más fuerte que nunca. Ellos saben perfectamente quién está resultando un peligro y saben, además, lo peligroso de estar en medio de situaciones de tensión, aguantando palos e insultos de unos o de otros. En segundo lugar porque quienes molieron a los de la CUP eran “los de aquí”, no “la policía nacional invasora”… El episodio ha creado una divisoria entre Torra y los únicos que verdaderamente le apoyaban, la CUP-CDR. Ese apoyo, a partir de ahora, es condicional: para la CUP o se declara ya la independencia o cortan con Torra.

http://amordibo.agoradeideas.com/2017/12/entrevista-los-autores-del-libro.html

¿Qué tenemos ante la vista? Lo resumo. Por un lado, independentistas desmoralizados que cada vez ven cómo el sueño de “independencia en 2014” va quedando atrás. Por otro, dirigentes políticos indepes que temen exponer a sus bases con claridad el fracaso de la operación “procés” y que están aterrorizados por pensar que si lo reconocen, el voto independentista se desplazara a los del “sostenella y no enmendalla”. En tercer lugar, a grupos de descerebrados, fanatizados y emporrados, que están cada vez más fanatizados y que son completamente ajenos a los procesos racionales y coherentes. Y estos, cada vez más, están adquiriendo el aspecto de una secta religiosa: la sacralización de la plaza de Sant Jaume que no puede ser “hollada” por manifestantes que porten la bandera nacional,  el dogma irrenunciable que lleva al “martirio” (recibir unos zurriagazos de los Mossos), la idea obsesiva de que la “fe mueve montañas” y, finalmente, persistiendo, se logrará alcanzar el “reino de los Cielos”, la independencia catalana, los iconos (colgajos, banderolas), las nuevas fechas para el santoral indepe.cat (el 1-O se ha incorporado por derecho propio), la acusación de herejes a quienes dudan del dogma… todo ello hace tiempo que ha dejado de ser una “idea política” para ser la doctrina de una secta. Y a medida que el movimiento indepe se vaya contrayendo estos rasgos quedarán realzados.

Así pues, los indepes están hoy mucho más lejos de alcanzar su objetivo que hace un año. El camino, cada vez más, se les está volviendo cuesta arriba. Y además, lleva al precipicio: a su propio precipicio. La opinión pública está cada vez más harta de un “[des]gobierno autonómico” que no gobierna y que cualquier pose que adopta lo hace en nombre de UN SECTOR DE CATALUÑA Y EN CONTRA DE OTRO. Las fuerzas que, inicialmente, apoyaron el “procés”, están cada vez más fracturadas y atomizadas, unos desconfían de otros y el ambiente entre ellos es cada vez más irrespirable. Como suele ocurrir en estos casos, se está produciendo una selección a la inversa: los más inteligentes, los más lúcidos, los más realistas, están abandonando el barco indepe.cat. Quedan los más fanáticos, los más partidarios del dogma, los más intransigentes y, claro está, todo esto, tiene como denominador común a los más atontados y con el cerebro más intoxicado.

Por esto la situación en Cataluña puede devenir peligrosa: cualquier día, en cualquier momento, la pasividad del “[des]gobierno autonómico”, puede generar un choque (entre grupos rivales, entre mossos y manifestantes) en el que salgan muertas una o varias personas. Es lo único que le faltaba al “procés” en su fase terminal: sumar muertos. Pero estos, a poco que uno haya visto las últimas manifestaciones, sabe que pueden producirse en cualquier momento. El culpable será el “[des]gobierno autonómico” por su dejadez, pasividad ante los radicales y por su olvido de que una de sus misiones es mantener el orden en las calles (especialmente en una Barcelona que vive solo del turismo, aunque sea del turismo de chancletas, litrona y porrito). Porque hoy está claro que solamente existe un radicalismo en Cataluña y está se encuentra en los casales de la CUP-CDR.

¿Y el Estado que pinta en todo esto? ¿Estado? ¿qué Estado? Con Pedro Sánchez y su gobierno de astronautas defraudadores, ministros dimisionarios, feministas antimariquitas y ministras feminitudas, apoyado por una mayoría construida por el doctor Frankenstein, no hay nada parecido a un gobierno en la Moncloa. No serán las iniciativas de Sánchez las que resolverán la crisis indepe.cat. El fulano solamente piensa mantenerse en el poder hasta que el CIS le sea favorable. Así que puede ocurrir que eso ocurra cuando las ranas críen pelo. Y, mientras, en Cataluña, esperando que se produzcan los muertos en cualquier momento. Díganme si no es para sentir náuseas del [des]gobierno del Estado y del [des]gobierno de Cataluña. Porque esto, más que una queja es la exteriorización de una náusea por lo que nos queda por ver y por lo que podría haberse evitado.

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