sábado, 6 de octubre de 2018

365 QUEJÍOS (161) – CONTROLES EN LOS AEROPUERTOS


En España no podemos quejarnos. Para controles los de los aeropuertos norteamericanos. Pasar por allí supone odiar a los EEUU. Especialmente si caes en manos depolicías negras y gordas. No es una afirmación sexofóbica o racista, la dicta la experiencia: quien ha pasado por una aduana norteamericana y ha cometido el error de colocarse en la cola de una policía de esos rasgos, sabe que no miento. Al menos las hispanas te miran con simpatía cuando detectan tu idioma y los policías WASP son, seguramente, los que identifican con más facilidad a los delincuentes y tienen menos ganas de generar problemas a gente inofensiva. Porque –lo digo para el que no lo sepa- aunque usted no tenga como destino final los EEUU, aunque solamente esté allí el tiempo que tarde en bajar de un avión y subir a otro, aunque no salga de la zona internacional del aeropuerto, usted deberá pasar por controles, le harán ficha y deberá haber pedido visado… Absurdo: es solamente la primera sospecha de que algo no funciona bien en los EEUU. Pero no nos vayamos tan lejos: cuando uno se va de España tiene que atravesar controles que parecen rivalizar con los de los EEUU. Nada más molesto que abordar un avión en cualquier aeropuerto español. Me quejo –y bramo- contra los que han diseñado esos sistemas de “seguridad”.

Me temo que, durante el zapaterismo, hubo una “santa alianza” entre el ministerio del interior y las compañías de seguridad “de los amigos”. El caso fue que nos encontramos con “radiología” hasta en las estaciones de tren. Aquello era un chiste. Durante años tuve que subir  en Villena al tren que hace el recorrido de Lorca a Barcelona (evítenlo, en 10 años, por lo que creo recordar, ni en un sola ocasión llegó a la hora, así que opté por ir a Valencia y tomar allí el tren). Villena no es lo que se dice una estación “caliente”. De hecho, es una estación con poco movimiento. Un buen día me encuentro a un guardia de seguridad que me dice que ponga el equipaje en la cinta de radiología, lo mira, lo examina y paso… A la vez siguiente, en lugar de pasar por la máquina de Rayos X por la que pasaban todos los que entraban por la puerta de la estación, entré por un acceso lateral. El guardia que me vio, ni pestañeó. Total… Dos años después, la máquina estaba almacenando polvo en una esquina de la estación. Resulta absurdo colocar una máquina de este tipo, cuando, no solamente se puede eludir, sino que delante mismo de la estación puede hacerse el mismo recorrido en autobús sin que nadie examine nada.

http://eminves.blogspot.com/2016/10/cuadernos-blancos-tintin-con-camisa.html

Vayamos a los aeropuertos. En algunos el arco de metales esta graduado para detectar el hierro contenido en un frasco de lentejas… En otros puedes llevar una Thomsom con cargador de tambor que no suena. A veces tienes que descalzarte, otras quitarte el cinturón, pero en otras, ni siquiera sueña la calderilla que llevas en el bolsillo. Y luego está el “control aleatorio”. Por algún motivo a mi esposa siempre le toca hasta el punto de que se preocupa de no pasar por ese trance con un sujetador que tenga alguna pieza metálica. No hay nada que hacer: “control aleatorio”. Me he habituado a llevar “chinos” en mi vida cotidiana, sólo para eludir los malos recuerdos de la hebilla del cinturón. Y por lo mismo llevaría “esperdenyas” de suela de esparto para evitar el metal del interior de la suela, de no ser porque me acercaría a arquetipo asilvestrado de indepe.cat.

Luego está lo que se puede llevar en el equipaje de mano y lo que está terminantemente prohibido. Me compro un desodorante en spray: una hora después lo tengo que dejar en el control del aeropuerto. Llevo una botella de enjuague bucal: no se puede pasar. Opto por enjuagarme la boca delante del funcionario y escupir en el lugar donde debería haberlo tirado. En cierta ocasión, salgo del aeropuerto de La Coruña, poco antes de subir al avión me habían regalado una botella de Alvarinho. Me dicen que no. Y lo entiendo: el Alvarinho es un arma mortal. Así que me hago con un abridor y me lo bebo depositando el casco vacío en el lugar donde se queda todo lo que no puede subir al avión. Apenas me enteré del viaje. Y todo así.

Por último, las normas van cambiando vertiginosamente, pero nunca para facilitar, sino para complicar las cosas al pobre viajero: una semana debes de colocar el ordenador y el tablet en bandejas separadas, bien visibles y fuera de cualquier otro elemento, y a la semana siguiente ya da igual. Por otra parte, una cosa son las exigencias para “salir” de España y otra las del aeropuerto en el que te subes al avión que te traerá de nuevo a este valle de lágrimas. Cuando ya tienes desplegado el ordenador, el tablet, la cámara de fotos y los teleobjetivos en bandejas separadas, has rezado una oración para evitar que se fijen en tal o cual producto de aseo, te dicen que no hace falta, que pases y no les compliques la vida. Estamos en la Unión Europea, desde Lisboa hasta Riga… pero en cada aeropuerto las normas son diferentes y en España son más complicadas y cambiantes que en ningún otro lugar.

http://eminves.blogspot.com/2018/09/p.html

Me resisto a creer que en España somos tan paletos que imitamos los métodos norteamericanos de hacer la vida imposible a los viajeros. Más bien creo que tenemos comisionistas que venden servicios de seguridad lo más caros posibles que son asumidos por responsables políticos solo por la comisión que devengan. Estoy literalmente harto de los aeropuertos españoles. Sé perfectamente cuál es el problema: que los guardias de seguridad temen que el tuyo sea uno de los equipajes “de control” con el que la propia empresa vigila que estén en guardia y no se les escape nada. Si se les escapa, sanción económica… De momento, el recalentón te lo llevas tú.

Y aquí no pasa nada. Lo normal sería que los pasajeros humillados por tener que descalzarse, aguantarse los pantalones con las manos porque les han despojado del cinturón, teniendo que mostrar todo lo que llevan en el equipaje de mano, tener que dejar en el basurero del control productos que les han costado unos euros, se revelaran y dijeran: ¡BASTA, HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO! ¡NO MÁS HUMILLACIONES NI CONTROLES INÚTILES! Eso, o que algún partido o algún diputado, en algún parlamento o parlamentito de chichinabo, pidiera explicaciones sobre estos controles inútiles.

España es, vale la pena no olvidarlo, el país-coladero de la UE: aquí entraría el mismísimo Bin Laden, disfrazado de él inmigrante ilegal y nadie le tosería. Sea usted una persona normal, alguien que ni quiere ni busca complicaciones y tenga por seguro de que le harán la vida imposible. Esto es España, entérese: este país no está hecho para que usted y yo podamos disfrutar de una vida sin problemas, sino para que el Estado, en sus diferentes escalones, nos pueda saquear y para que los manguis y mangantones no encuentren obstáculos, ni echen en falta el subsidio al que se hacen acreedores por el simple hecho de haber llegado. ¿Para quejarse? No; para asaltar el Palacio de Invierno o algún sucedáneo…

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