Hubo mucho
equívoco sexual en la Alemania weimariana. Cualquier negativa a tener una
relación sexual suscitaba inmediatamente una serie de letanías: “eres una
reprimida”, “no has logrado emanciparte de tus prejuicios”, “vives en el
antiguo régimen”, etc. En una mala lectura de las obras de Freud,
Reich, Rank, y demás psiquiatras, cualquier negativa podía ser interpretada
en clave psicoanalítica y evidenciar supuestas inhibiciones y traumas.
Abundó en este sentido la presión psicológica surgida de la charlatanería
seudo–psiquiátrica que indujo a muchas mujeres a revolverse contra esta
dialéctica. Las mujeres del NSDAP fueron un ejemplo ilustrativo.
El feminismo de
la época reaccionó contra esta tendencia y denunció las “nuevas estratagemas”
del varón para alcanzar el coito sin que a mujer lo deseara verdaderamente. En
realidad, lo que estaba ocurriendo es que el tránsito de la sexualidad
tradicional del período “guillermino” a la nueva sexualidad del período
“weimariano” había tenido lugar demasiado aceleradamente y se había filtrado
demasiada escoria. Algunos intelectuales de la época denunciaron el
fenómeno. Kracauer, por ejemplo, denunció la obsesión por las apariencias
física y por la perfección corporal y lo consideró como un reflejo del “carácter represivo e injusto de la
modernidad capitalista en la fase del consumo de masas”.
Las iglesias
católica y protestante se situaron también en la oposición a la nueva
sexualidad pero desde el punto de vista conservador. No negaban la
necesidad de una vida sexual sana, pero si temían que desembocara en un
hedonismo que olvidara que en su concepción el papel sagrado de la familia era
la procreación. Además, estas confesiones se alarmaron al conocerse, a
mediados de los años 20, las dimensiones del número de divorcios y de abortos
que estaban proliferando y que para ellos era sinónimo de inmoralidad y
decadencia.
Los
“reformadores” les contestaban que la novedad de la nueva sexualidad que
recorría Alemania consistía en haber desvinculado la “propagación de la vida”
de la “alegría de vivir”… lo que implicaba reconocer que la sexualidad era
importante no solamente por lo que contribuía a la procreación, sino también
porque proporcionaba placer y uno era independiente del otro. Por extraño que
parezca esa idea que hoy es unánimemente aceptada, se teorizó por primera vez
en Weimar.
La república fue
uno de aquellos momentos en los que una sociedad pareció sincerarse consigo
misma. Los alemanes reconocieron que las restricciones a la sexualidad de
las que habían hecho gala hasta ese momento les generaban más problemas y
tensiones interiores que otra cosa. Fueron, acaso por primera vez en la
modernidad, conscientes de que una vida sexual sana y plena tiende a
estabilizar al resto de la personalidad y acertaron a la hora de reconocer el
papel importante de la sexualidad en la constitución e lo humano.
Tuvieron razón
en denunciar la hipocresía que rodeaba a las concepciones burguesas de la
sexualidad y aspirar a una salud y a una higiene sexual desconocida hasta
entonces. Lo que estaban cuestionando los “reformadores sexuales” de Weimar era
a la sociedad burguesa y a sus prácticas. Todo eso, como hemos dicho al
principio fue inseparable del trauma que supuso la guerra y su catastrófico final.
La sexualidad
tal como la conocemos hoy empezó en Weimar. Pero también puede formularse una
crítica a estas posiciones. El “principio del placer” quedó situado en la
cúspide de todos los valores y esto llevó a una oleada de hedonismo y de
subordinación de cualquier otro valor a la tiranía del eros. Weimar,
contribuyó a dar el primer paso para absolutizar el principio del placer y
convertirlo en el eje de las búsquedas personales para muchos. Era algo que ya se
intuía en los EEUU desde antes de la I Guerra Mundial, pero es rigurosamente
cierto que en Weimar esta tendencia a liberar el sexo de cualquier atadura y
absolutizarlo encontró a sus primeros teóricos e intelectuales. De hecho, en
Weimar encontramos una mezcla de espíritu de renovación viciado por la
importación de usos y costumbres procedentes de los EEUU que nada tenían que
ver con la tradición europea. Quizás por esto, las concepciones weimarianas
sobre la sexualidad escaparon pronto a todo control.
Y entonces llegó
el nacionalsocialismo.
El NSDAP era una mezcla de distintas tendencias políticas reunidas todas bajo la jefatura indiscutible y la personalidad carismática de Hitler. También en materia sexual el NSDAP era un amasijo de tendencias contrapuestas, con la diferencia de que Hitler nunca pareció tener una opinión concreta sobre la sexualidad (y si la tuvo no la divulgó). Hitler era uno de esos tipos históricos para los cuales la sexualidad parece no existir y que canalizan todas las energías que el hombre común encauza hacia la sexualidad, en dirección a otros fines. Esto creaba un vacío que hizo que la política sexual en el III Reich adquiriera rasgos relativamente contradictorios.
De un lado se
reforzó el concepto de familia tradicional, se estimuló la natalidad y se
tendió a que las familias fueran estables. El número de divorcios y abortos
disminuyeron. También las distintas organizaciones del partido tendieron a
favorecer las políticas eugenésicas e incluso, se favorecieron los matrimonios
entre hombres y mujeres que respondían al arquetipo del ideal “germánico”
tal como se concebía (el famoso proyecto Lebensborn), es decir, piel
blanca, alta estatura y ojos y cabellos rubios o claros.
Gran Cruz de la Madre Alemana, concedida a las mujeres que tenían hijos. A la derecha : Haana Reitsch, piloto de pruebas de la Luftwaffe en igualdad de derechos que el varón a la hora de defender a la Patria.
En general, las
autoridades nacionalsocialistas solamente restringieron la actividad de los
“reformadores sexuales” en la medida en que estaban vinculados a proyectos de
izquierda y extrema–izquierda. En absoluto se favoreció una moral sexual
restrictiva, ni se prohibieron lo que algunos hubieran podido considerar como
muestras pornográficas: los espectáculos de cabaret y revista prosiguieron,
se restringieron eso sí las publicaciones consideradas inmorales y que
difundían mensajes contrarios a la integridad del Reich pero ni siquiera se
restringieron las películas pornográficas que siguieron filmándose incluso tras
el inicio de la guerra y en el Bundesfilarchiv de la República Federal
Alemana han quedado muestras suficientes para atestiguarlo. El nudismo estuvo
presente bajo el III Reich sin más restricciones que las derivadas de la
“higiene racial”. Otro tanto ocurrió con la difusión de desnudos masculinos y
femeninos en revistas gráficas, incluso de propaganda, que como hemos apuntado
anteriormente, se difundieron con naturalidad.
Entre 1918 y
1933, en los apenas quince años que duró la república de Weimar, la
problemática sexual estuvo muy presente y frecuentemente atrajo la atención de
los medios y de las gentes. Lo mejor, como hemos visto, se juntó con lo peor y
lo mismo ocurrió en otras ramas de la sociedad weimariana en diferentes artes y
manifestaciones culturales e incluso en la política. Cuando se produjo el
advenimiento del III Reich todo esto quedó tamizado por las conveniencias de la
política nacionalsocialista: aquello que contribuía a reforzar su concepción de
la vida, del mundo, de la estética y de la sexualidad, sobrevivió, aquello que
estaba ligado a movimientos de izquierda y de extrema–izquierda desapareció.
Reformadores sexuales como Wilhelm Reich debieron abandonar Alemania y
siguieron defendiendo sus principios -hasta la locura- desde los EEUU.
Publicaciones eróticas realizadas, distribuidas y vendidas durante el Tercer Reich
La sexualidad en
los doce años que duró el nacionalsocialismo en el poder no fue muy diferente
de la tendencia iniciada en Weimar: en el fondo, el Reich, con sus políticas
sociales y de natalidad, con sus centros Lebensborn, con su exaltación de la
belleza masculina y femenina y sus arquetipos de perfección racial, con sus
tendencias neopaganas y su culto a la naturaleza, no podía sino seguir una
tendencia muy desinhibida en lo sexual.
¿Cuál era la
diferencia con la sexualidad que vino tras la guerra y que se impuso desde 1945
y mucho más desde la falsa “revolución sexual” de los 60? Es muy simple: en el
Tercer Reich se enseñaba el uso de la sexualidad y el autocontrol en materia
sexual. El sexo en el Reich era muy diferente al “pansexualismo” que vino
después. Existieron la pornografía y la homosexualidad, y también el
travestismo (incluso en el interior de la Wehrmacht), el nudismo no fue
perseguido e incluso el régimen practicó cierto culto al cuerpo humano y a la belleza
del cuerpo desnudo (que entraba dentro del “neopaganismo atenuado” del régimen).
Pero el Reich era perfectamente consciente de que había que crear “muros de contención”:
quiso impedir siempre que existieran grupos sexuales de presión, que las
opciones personales se alardeasen y se propagaran. Y lo hizo porque tenía claro
cuál era el objetivo: una sociedad fuerte, una sociedad estable, una sociedad
en la que se crearan familias sólidas que contribuyeran a la construcción del
futuro y a su solidez. Cualquier cosa que iba en contra de este principio,
podía vivirse en el ámbito privado, pero no ser objeto de escrutinio público,
ni de promoción.
El Reich no anuló la sexualidad, ni la consideró desde un punto de vista pacato:
simplemente, se enseñó a los jóvenes a vivir su sexualidad, situarla en su vida y controlarla mediante la voluntad y la responsabilidad
Solamente las SS
se habían declarado abiertamente contra la homosexualidad y expulsaban de sus
filas a quienes tuvieran esta tendencia. ¿Motivo? El mismo por el que Himmler
prohibía a SS de su entorno fumar. Si desobedecían, tenían dos alternativas: el
abandono discreto del cuerpo de élite o “la pistola”, es decir, el suicidio con
honor. Era así de simple: no es que se condenase a la homosexualidad, es que se
condenaba la falta de autocontrol
La sexualidad en
el Reich, en definitiva, no fue sino la sexualidad de Weimar depurada de sus
componentes anárquicas, libertarias y de las interpretaciones psicoanalíticas
que se les antojaban producto de la “teorización judía” sobre el psicoanálisis.