lunes, 14 de noviembre de 2016

Diario de un pobre Diablo (11). Os debo una explicación y sus la voy a dar…


Cada día practico la costumbre adquirida durante décadas: leer la prensa diaria, seguir las principales noticias, tratar de hacerme una composición de lugar, lo más objetiva y realista posible de la actualidad: francamente, cada vez encuentro menos noticias que me interesen. Creo, efectivamente, que estamos a punto de experimentar un cambio brutal en la situación política internacional y, concretamente, europea. Pero, lamentablemente, no veo, absolutamente ningún elemento esperanzador en España. Y servidor ya está cansado de participar en saraos e iniciativas que no terminan de arrancar.

Así como en cualquier otro país se perciben luces, en España, por el contrario, se han ido disipando las esperanzas que servidor podía tener. Así pues, sigo el consejo de Evola en Cavalgar el Tigre: "apolitia", no desinterés, pero sí distanciamiento. Ni apatía, ni abulia, ni desinterés: simplemente, realismo, objetividad y… distanciamiento.


No es la primera vez que me invade esa necesidad (en los 80, de retorno del exilio y tras salir de la cárcel, me acompañó casi siempre y en los 90, fue inseparable), pero sí la vez en la que reconozco la falta de mimbres suficientes como para que el “ambientillo” (en sentido amplio) pueda salir de su estado de indigencia. Es más, creo que todavía se contraerá más en los próximos años. Y la muestra es que los grupos que hace diez años existían, o han desaparecido o en la actualidad se han empequeñecido. Es así de simple. Ni amargura, ni desolación, simplemente, constatación de cómo veo las cosas. Conozco y entiendo de política, así que esta opinión es suficientemente objetiva. Ni me he peleado con nadie, ni he tenido rupturas traumáticas, ni trifulcas habituales: simplemente, constato lo que veo. No creo ni en "uniones" de 0+0, ni en "nuevas iniciativas nunca antes experimentadas": esto es España y aquí, cualquier proyecto parte con unos déficits y lastres que por años se han mostrado insuperables, hasta que, finalmente, comprometen cualquier proyecto desde el momento mismo en que se idea.

Algún amigo me ha sugerido que haga un balance de cómo la situación. Hace unos años, lo habría hecho, hoy creo que ni siquiera vale la pena constar lo que todos podemos ver a poco que nos esforcemos. Cuando la noche es noche, no hay motivo para escribir un largo ensayo sobre porque está oscuro. Simplemente España es un páramo político, aquí todo lo que nace en política –y no importa en qué sector del espectro político de a luz- es pobre, paticorto, cuernilargo y, a la postre, desgraciaete, desde Podemos a Cuidadanos, desde una a otra ultra. Aquí ni euroescépticos, ni identitarios, ni variante alguna de lo que genéricamente se ha llamado "el ambiente" ni está cuajando ni puede cuajar; la esperanza de que esto cambie lustros adelante es vana: como una carrera en la que la meta se aleja a la misma velocidad con la que avanzan los corredores. Simplemente: todo sigue su curso, el único que podía seguir. Es una ley de la física experimental: “Cuando se dan las mismas condiciones de presión y temperatura en un experimento, siempre sucede lo mismo”.

¿Lo peor de todo? Que no hay reflexión sobre el porqué se permanece inmóvil y con tendencia al retroceso. En esas circunstancias yo no voy a ser el "Pepito Grillo" del ambiente; he asumido este papel más tiempo del que hubiera deseado, ni me gusta, ni me corresponde. La creencia en que los éxitos en Europa arrastrarán en España triunfos similares no es válida: si se produce el contagio será en partidos que habrán surgido, no del "ambiente", sino de fuera del mismo. ¿Apostamos? De ahí que ni siquiera crea que valga la pena abordar una crítica a lo que es evidente.

Vale la pena destacar que los "amigos" siguen siendo "amigos" y que no se ha producido ni ruptura traumática, ni siquiera discusión: es, simplemente, que no creo que se estén haciendo las cosas bien, ni que ninguno de los sectores del ambientillo pueda arrancar, ni en las municipales de 2018, ni en las generales de 2020, ni en las europeas... Creo que levantar o crear un sector político es una TAREA CORAL de gente con experiencia (no de siglas) y sentido común que DEBATEN JUNTOS hasta alcanzar la claridad: doctrinal, política, estratégica y organizativa. Gentes que saben lo que quieren y, lo que es más importante, cómo lograrlo. O lo más importante aún: lúcidos en cuanto a las iniciativas a adoptar para lograr la meta. Y esto, no ha existido, ni da la sensación de que nadie esté interesado en impulsar. Y es precisamente por eso, por lo que creo que el ambiente no tiene posibilidades de levantarse.

Sin olvidar, claro está, que algo más de la mitad del año la paso fuera de España. Me alegraría que existiera gente capaz de alumbrar un proyecto o viejos camaradas que reconociendo cómo están las cosas y cuáles son las necesidades actuales, imprimieran giros radicales a sus iniciativas. Saben que siempre estaré con ellos y que no tendré el menor empacho en reemprender el camino cuando un proyecto tenga “cuerpo” y lucidez en el planteamiento inicial; pero, por favor, la vida es bella, hay muchos temas que me interesan (la historia, el cine, las series, viajar, disfrutar de la vida y gozar sin tiempos muertos) y el seguimiento de la actualidad política a efectos de que pueda ser utilizado por militantes de algún movimiento, hoy no entra dentro de mis prioridades. Por lo demás, creo que sigo pagando una cuota por banco. Lo digo por los que achacan “inconstancia” el hecho de espaciar cada vez más artículos y comentarios políticos o haber renunciado definitivamente al proyecto de publicar un digital (no es de falta de lectores, precisamente, de lo que me quejo). Ni me siento viejo ni cansado. Todo lo contrario. Lo que pasa es que eso de tropezar una y otra vez, y otra más y aún otra, con la misma piedra, no va con mi carácter.