miércoles, 8 de octubre de 2014

Ébola al asalto de la fortaleza europea y la responsabilidad del hiper-humanismo


Info|krisis.- Como la niña siniestra de aquella película de los años 80 (Terror en Amity Ville) podríamos empezar diciendo aquello de “Ya están aquiiií”, pero sería una forma frívola de comenzar una reflexión que, por sí misma, excluye cualquier ligereza. Lo que ha ocurrido desde la primavera en relación al virus ébola anima (sino obliga) a preguntarse una vez más si este país tiene o no remedio. Anunciado el nuevo brote de la enfermedad y sabido que reaparecía con más violencia que en ocasiones anteriores, a nadie pareció interesarle mucho un problema que se daba a 3.000 km. Hoy 8 de septiembre las cosas han cambiado sólo en parte: todo un país (y las redes sociales son un termómetro del país) está preocupado por si se sacrifica o no al perro propiedad de la familia de la enfermera contagiada… mientras, en la valla de Melilla doscientos subsaharianos procedentes de países en los que el ébola está causando estragos, han saltado la valla. La noticia apenas ha merecido espacio en los informativos y ha sido completamente ignorada en las redes sociales. Vamos a intentar ordenador nuestras ideas en unos cuantos puntos que consideramos esenciales:

1) Quien esto escribe no puede ser considerado de desaprensivo ni hostil en relación a los animales: he tenido perros y ganado (vacas, corderos, cabras y, por supuesto, gallinas), pero mientras persistan las actuales circunstancias de crisis global de la sociedad, nunca se me ocurrirá salir en defensa de los animales, al considerar que existen otros muchos problemas de mucha mayor envergadura que afectan a los humanos. El que esto escribe recomienda que se tenga en cuenta la gradación jerárquica entre “lo humano” y “lo animal”: parece razonable preocuparse por la “defensa de los animales”… cuando haya mejorado la situación de “los humanos”, algo que por el momento tiene múltiples frentes de erosión.


2) Resulta absolutamente incomprensible la movilización ciudadana que se ha producido en torno a la mascota de la pareja afectada por el virus ébola. No es el ciudadano medio (que lo ignora casi todo sobre el virus y las posibilidades de contagio) el que debe exigir que no se sacrifique al perro en cuestión, sino que hay que dejar la iniciativa de sacrificarlo o no a los especialistas en este tipo de enfermedades y siguiendo siempre el principio de prudencia. Quien carece de suficiente preparación para entender el alcance de tal o cual medida no puede opinar sobre algo cuya naturaleza y gravedad se le escapa.

3) Pero lo más sorprendente es que esas “masas concienciadas” por el bienestar de la mascota (y, por extensión, casi toda la sociedad), permanezca de espaldas al fondo de la cuestión y a una de las noticias más inquietantes para nuestra salud que han ocurrido el mismo día: el enésimo salto masivo a la valla de Melilla que implica aumentar las posibilidades que tiene el virus de avanzar en nuestro país, generando una catástrofe sanitaria como no se había vivido en esta tierra desde las grande epidemias de cólera-morbo del siglo XIX.

4) En efecto, el mismo día, a la misma hora en que las redes sociales se infestaban con mensajes de solidaridad hacia el perro, doscientos subsaharianos procedentes en gran medida de los países en los que la epidemia ha arraigado, nuevamente volvían a intentar imponer el hecho consumado de su presencia en España, vulnerando nuestra soberanía nacional y aun a sabiendas de que en España existe un mercado de trabajo en el que ni remotamente tendrán acomodo en los próximos años.

5) Me parece absolutamente increíble que desde 1996 hayan entrado oleadas masivas de inmigración en España sin el más mínimo control sanitario y que los últimos gobiernos, socialistas y populares, hayan engañado sistemáticamente a la ciudadanía negando que esta inmigración incontrolada había reintroducido en España enfermedades que habían sido desterradas, que habían reavivado la difusión del VIH y que estaban introduciendo enfermedades tropicales desconocidas en España. Y todo ello sin el más mínimo control sanitario, un control que hubiera sido comprensible si tenemos en cuenta que en todos los países “serios” se exige, para poder inmigrar, un certificado médico expedido por un servicio sanitario que goce de confianza del consulado más próximo al lugar de residencia del aspirante a emigrar. Ni Aznar, ni Zapatero, ni Rajoy, ni la UE, se atrevieron a establecer nada parecido.

6) Me parece increíble que dos misioneros españoles hayan sido traídos a territorio nacional estando contagiados por el virus ébola, cuando el “principio de prudencia” establecía que todo el tratamiento que debían recibir por parte del Ministerio de Sanidad español debía haberse realizado en el país en el que se encontraban. Hemos asistido por primera vez en la historia a la importación de un virus en un avión del ministerio. Conociendo,  además, los riesgos inasumibles de este tipo de repatriaciones. Toda la práctica clínica ante este tipo de enfermedades consiste en aislar a los enfermos, no en repatriarlos.

7) Estos elementos (desmesuradas protestas por el posible sacrificio del perro, ignorar por completo que el gran peligro de contagio en nuestro país procede de la inmigración descontrolada, el no exigir certificado médico a la inmigración, el repatriar a enfermos contagiados) se ha producido porque existe en todos ellos un común denominador: una visión hiper-humanista insertada en nuestra sociedad y que es el germen de la debilidad de nuestro Estado y de la falta de autoridad de nuestros gobiernos.

8) Este hiper-humanismo llega incluso a conceder “derechos casi humanos” a los animales y a generar que, incluso en situaciones de desintegración social, caos económico, alarma sanitaria, descoyuntamiento del Estado… existe un porcentaje de población que sitúe el “animalismo” por encima y por delante de cualquier otro frente de conflicto.

9) Este hiper-humanismo llega a devaluar la soberanía y la identidad nacional, considerando que cualquiera que lo desee puede establecerse en nuestro territorio con igualdad de derechos con los nacidos aquí, últimos descendientes de quienes han construido este país, con argumentos tales como “ningún ser humano es ilegal”, “papeles para todos” y demás ideologías soft propias de ONGs ulta-subvenionadas y del humanismo-universalista predicado desde el “poder cultural mundial” de la UNESCO.

10) Este hiper-humanismo permanece de espaldas a los problemas de todo tipo que viajan con la inmigración: desde la adulteración de nuestro mercado laboral, hasta la llegada de virus y de nuevas enfermedades, pasando por la aparición de yihadistas con pasaporte español y nacionalidad recién adquirida, alteración del sustrato antropológico y cultural de nuestro pueblo y de nuestra identidad y generando problemas de adaptación provocados por una bolsa de inmigrantes subsidiadas por el Estado que suponen otro peso muerto para nuestra comunidad, especialmente en omentos de crisis y cando el Estado Español acumula una deuda de un billón de euros.

11) Este hiper-humanismo está en contradicción flagrante con el “principio de prudencia” que debe regir la política de un Estado en materia sanitaria. Resulta, como mínimo sorprendente que una comunidad como la mayoría de españoles que permanece completamente de espaldas a la tarea de los misioneros españoles en África, ajenos completamente a su tarea y a sus esfuerzos, bruscamente reclame a su gobierno que repatríe a dos misioneros enfermos de ébola… y más sorprendente es que un gobierno, sin personalidad, sin carácter, sin talla y sin autoridad, acceda a hacerlo para arrancar unos pocos votos y simpatías entre el electorado ¡a pesar de conocer que nuestros servicios sanitarios no están preparados para afrontar el ébola! Hasta ahora, nunca un virus mortal había viajado con gastos pagados hacia el territorio nacional.

12) En el momento en que escribimos estas líneas, las primeras páginas de todos los medios de comunicación en Europa y en todo el mundo están hablando de la llegada del virus ébola a Europa. Es inevitable que el turismo caiga en picado en los próximos meses… desapareciendo la gallina de los huegos de oro y casi único puntal de apoyo del modelo económico español. Regiones como Cataluña y ciudades como Barcelona, cuya principal actividad económica son los ingresos procedentes del turismo, caerán en situaciones explosivas de indigencia económica.

Y es por todo ello por lo que consideramos que en estos momentos en los que se avecinan momentos muy duros, es necesario que nuestro pueblo, o al menos sus élites intelectuales y científicas, sean capaces de establecer entre lo importante y lo accesorio, entre aquello que va a ser dramático en nuestro futuro y aquello otro que es mera anécdota. Es el tiempo de los especialistas y los técnicos, de quienes afrontan los problemas de manera objetiva y al margen de intereses electoralistas. El tiempo de la clase política ha pasado.


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