domingo, 6 de abril de 2025

DE NUEVO LOS JÁZAROS Y NOTAS PREVIAS A LA CUESTIÓN JUDÍA (III de III) – LA CREACIÓN DE LA HISTORIA JUDÍA

#Gordon Duff, #GreatnessandControversy, #cuestionjudia, #cuestionpalestina

(extraído de la web The Intel Drop)

«El siglo XX fue testigo de la construcción deliberada de una narrativa que asocia la identidad judía con los judíos bíblicos. Este esfuerzo, arraigado en las ambiciones políticas e ideológicas de las potencias europeas y los movimientos sionistas, tenía como objetivo legitimar la institución de una patria judía en Palestina. Sin embargo, las pruebas históricas y arqueológicas desafían esta narrativa... Los jázaros, un pueblo turco que fundó un poderoso imperio... desafían la representación monolítica de la identidad judía... Sin embargo, los esfuerzos por explorar este linaje a menudo se han encontrado con un feroz rechazo, censura e incluso persecución».

«La creación de la historia judía»

Extracto de Greatness and Controversy

En esta exhaustiva denuncia, Gordon Duff analiza las mitologías construidas que sustentan el moderno sionismo político, remontando sus orígenes no al antiguo Jerusalén, sino a las élites turcas conversas del Imperio Jázaro. Citando estudios genéticos revisados por pares, crónicas europeas suprimidas y análisis forenses de los flujos migratorios medievales, Duff desmonta la continuidad inventada entre los antiguos judíos y la mayoría de las poblaciones asquenazíes modernas.

Esta sección explora:

- Cómo la realeza europea, los consejos religiosos y los sistemas mediáticos modernos han colaborado (consciente o inconscientemente) para elevar una narrativa tribal a doctrina global.

- Las implicaciones de la ascendencia jasídica en la legitimidad de las reivindicaciones en Palestina.

- La función de la memoria del Holocausto en la consolidación de una identidad mítica, sin minimizar la tragedia, pero recontextualizando la forma en que se utiliza políticamente.

- La supresión académica y pública de hechos clave que revelan una historia de los orígenes mucho más variada y compleja de los judíos europeos, una historia centrada en el poder, los bancos y la etnia tanto como en la espiritualidad.

El trabajo de Duff reconsidera la lucha geopolítica entre Israel y Palestina no como una crisis de refugiados de la posguerra, sino como la culminación de siglos de manipulación de la identidad. No invita al odio, sino a la claridad, al coraje y a la honestidad histórica.

Una breve historia de la cuestión jázara

La presencia histórica de los jázaros —un poderoso pueblo turco seminómada que floreció entre los siglos VII y X d. C.— sigue siendo uno de los legados más reprimidos e incomprendidos de la historia euroasiática. Situado entre Bizancio y los primeros califatos islámicos, el Imperio jázaro no solo sirvió como amortiguador geopolítico, sino que se convirtió en la cuna improbable de una élite cuya conversión al judaísmo ha dejado una persistente huella genética, cultural e ideológica sobre Europa.

Esta "hipótesis de la conversión jázara", antaño dominante en los círculos académicos, fue progresivamente marginada a medida que el movimiento sionista cobraba impulso en el siglo XX. Citarla hoy en día suele suscitar acusaciones de antisemitismo; sin embargo, la evidencia arqueológica y los estudios genéticos demográficos sugieren que gran parte de la población judía de Europa del Este, en particular los asquenazíes, comparte una mayor afinidad con las poblaciones turcas y caucásicas que con los grupos semíticos o levantinos.

Puntos de inflexión históricos clave:

- Alrededor del año 740 d. C.: según fuentes árabes, bizantinas y judías, la clase dirigente jázara adoptó oficialmente el judaísmo, no como resultado de una revelación teológica, sino como una decisión estratégica para permanecer neutral entre el cristianismo bizantino y la expansión islámica.

- Siglos IX-XI: con el colapso del Imperio Jázaro, la élite judía emigró hacia el oeste, a lo que hoy son Ucrania, Polonia y Hungría, integrándose en las primeras comunidades asquenazíes y trayendo consigo costumbres cortesanas, el yiddish (una lengua híbrida germánico-turco-eslava) y prácticas bancarias centralizadas.

- Siglos XVI-XIX: los judíos europeos se presentan cada vez más como descendientes directos de los israelitas bíblicos, una narración que no está respaldada por pruebas genéticas, lingüísticas o migratorias, pero que se ve reforzada por la autoridad rabínica y la interpretación cristiano-sionista.

La hipótesis de los jázaros no es, por tanto, una mera curiosidad académica. Pone en tela de juicio los fundamentos de las reivindicaciones etno-históricas sobre Palestina y reformula la identidad asquenazí no como exilio y retorno, sino como conversión imperial y reposicionamiento estratégico.

Así se construye un mito: los medios de comunicación, la memoria y el Holocausto

Ningún mito sobrevive por sí solo. Debe ser alimentado, mantenido y defendido. En el caso de la identidad moderna de los asquenazíes, el Holocausto se convirtió en el eje emocional: una herida psicológica tan profunda que cuestionar cualquier narración al respecto significaba exponerse a acusaciones de depravación moral. Pero entre las ruinas de Auschwitz sucedió algo extraño: el mito de una continuidad judía ininterrumpida desde el antiguo Israel hasta los campos de concentración se volvió inatacable, no como hecho histórico, sino como necesidad política.

El trauma era real. El sufrimiento era innegable. Pero la conmemoración selectiva de la historia judía, edulcorada, lineal y mítica, creó un escudo ideológico que protegió a las instituciones judías más poderosas de un examen en profundidad. Los historiadores sionistas, los conglomerados mediáticos occidentales y las editoriales académicas han colaborado (intencionadamente o no) para silenciar genealogías alternativas, borrar datos sobre la descendencia jázara y minimizar la gran diversidad de orígenes de la diáspora judía.

Tres mecanismos para aplicar el mito:

1. Control de la narración histórica

- Importantes editoriales y departamentos universitarios han silenciado investigaciones que cuestionaban el modelo de descendencia bíblica.

- Investigadores como Arthur Koestler (La decimotercera tribu) han sido incluidos en listas negras, pero no desmentidos.

2. El absolutismo del Holocausto

- Todo el sufrimiento judío se redujo a un trauma singular, desalentando la exploración de identidades plurales.

- Cualquier desviación de la memoria «oficial» se consideraba revisionismo, incluso si se refería a acontecimientos ocurridos siglos antes.

3. Simbiosis de los medios de comunicación globales

- Las principales agencias de noticias han adoptado y repetido el escenario del «exilio y retorno», mezclando profecías bíblicas y política moderna.

- Hollywood ha reforzado este arco narrativo a través de películas, documentales y una selección selectiva de judíos como víctimas eternas.

No se trata de un argumento contra el recuerdo, sino de una invitación a liberar la memoria de la manipulación. Un pueblo incapaz de cuestionar sus mitos no es libre. Y en el caso del Israel moderno, el proyecto de Estado nunca ha sido solo de memoria, sino también de legitimidad.

Borrar los orígenes: la lista negra de investigadores y la censura genética

Durante más de un siglo, la investigación que cuestionaba la historia monolítica de los orígenes judíos se ha encontrado no solo con escepticismo, sino también con la ruina profesional. La represión académica ha sido sistemática, a menudo silenciosa y a veces violenta. Se retiraron las subvenciones. Se rechazaron los encargos. Se enterraron manuscritos bajo falsas acusaciones de sectarismo. Una lista negra, no oficial, pero sin duda aplicada, mantiene las fronteras de la investigación histórica patrulladas por manos invisibles.

Las dos áreas más agresivamente atacadas para su eliminación son:

- La genética de poblaciones y

- Estudios sobre migraciones medievales.

En ambos ámbitos, los datos revelan una verdad incómoda.

Pruebas genéticas:

Eran Elhaik (Universidad de Sheffield) y otros han demostrado repetidamente que los judíos asquenazíes están genéticamente más cerca de las poblaciones del Cáucaso, Anatolia y Europa del Este que de los antiguos grupos levantinos. El análisis de los haplogrupos [conjunto de mutaciones en el ADN que se heredan y que permiten conocer el origen geográfico de las poblaciones] revela marcadores coherentes con la ascendencia rusa, georgiana y turca meridional, que geográficamente corresponde al antiguo imperio kazajo.

Sin embargo, el artículo de Elhaik de 2012 no fue objeto de una refutación científica, sino de una campaña difamatoria en los medios de comunicación y de un distanciamiento institucional. A pesar de la ausencia de retractaciones, fraudes y escándalos, su carrera sufrió un parón y sus estudios posteriores quedaron relegados a revistas poco conocidas.

Migraciones medievales e indicadores lingüísticos:

La lingüística histórica también traiciona el mito. El yiddish, considerado durante mucho tiempo un dialecto alemán, contiene importantes estructuras eslavas y turcas, coherentes con los modelos de migración de los cazares. Los nombres, las costumbres e incluso las tradiciones culinarias judías en Europa oriental reflejan la adaptación y la síntesis, no la conservación, de la antigua cultura judía.

Pero nada de esto se enseña en la educación judía tradicional. Pocos estudiantes judíos de secundaria oyen la palabra «jázaro», por no hablar de sus implicaciones. Las escuelas rabínicas enseñan el comentario de la Torá, no el escepticismo antropológico. Los historiadores sionistas vigilan agresivamente estos límites, no por ignorancia, sino por necesidad existencial.

Porque si el mito de la descendencia del antiguo Israel se está desgastando, lo mismo ocurre con la arquitectura moral del sionismo moderno.

De las tribus al Estado: el sionismo y la utilidad estratégica del mito

El sionismo nunca fue simplemente un proyecto nacionalista: fue un arma narrativa envuelta en el lenguaje de la vuelta, la supervivencia y la inevitabilidad bíblica. A finales del siglo XIX, los judíos europeos se enfrentaron a un creciente antisemitismo y a la marginación política. En lugar de disolverse en los nuevos Estados liberales de Europa, una facción de intelectuales judíos, en su mayoría procedentes de la aristocracia austrohúngara y rusa, forjó un camino de escape basado, no en la solidaridad de clase, sino en el mito tribal.

La idea era tentadora: No somos solo una religión. Somos un solo pueblo. Una nación. Una raza. Y volvemos a casa.

Pero el hogar no era ni Odessa, ni Cracovia, ni la zona del asentamiento. Era necesario imaginar una patria, una memoria tan antigua que ninguna voz viva pudiera cuestionar su autenticidad. Así fue como resurgió el antiguo Israel. Los orígenes de Israel se olvidaron. La diáspora babilónica se comprimió. Las diferentes historias genéticas, culturales y migratorias de las poblaciones judías se condensaron en un único arco homogéneo.

La arquitectura mítica del sionismo:

1. La profecía bíblica como plan político

- El Tanakh (la Biblia hebrea) fue reinterpretado como un título de propiedad literal.

- Personajes como Theodor Herzl, que tenían poco interés por la religión, empezaron a hablar en términos bíblicos, sabiendo que la simpatía mundial requería una justificación sagrada.

2. El mito del retorno

- Los colonos europeos en África y América fueron acusados de conquista; los colonos judíos en Palestina fueron considerados «nativos que regresaban».

- Los indígenas palestinos, presentes en el territorio desde hacía más de un milenio, fueron considerados intrusos o, peor aún, árabes que ocupaban abusivamente una casa judía.

3. Eliminación de la diáspora y amnesia jázara

- Varias comunidades judías, desde los bereberes hasta los Bene Israel y los bukharianos, fueron absorbidas por la narrativa centrada en los asquenazíes.

- La ascendencia no semita de los jázaros de muchos judíos europeos ha sido silenciosamente reclasificada como «tribus perdidas» o liquidada como propaganda antisemita.

No se trataba solo de crear un mito. Fue una inversión estratégica: transformar un proyecto imperial de colonización en una historia de expropiación y retorno. Funcionó. Las potencias mundiales, culpables del Holocausto y deseosas de un aliado occidental en Oriente Medio, aprobaron esta fantasía.

Pero ninguna historia, por poderosa que sea, sobrevive indefinidamente a la evidencia. La era de los archivos ha vuelto. La era del mito se está resquebrajando.

El antisemitismo como arma: transformar la crítica en odio

Para proteger el mito, la crítica tuvo que transformarse en odio. No importa el matiz, no importa la intención. ¿Un historiador judío que cuestiona la descendencia de los jázaros? Se odia a sí mismo. ¿Un arqueólogo musulmán que no encuentra ruinas davídicas en Jerusalén? Un simpatizante del terrorismo. ¿Un teólogo cristiano que nota las contradicciones en la teología sionista? Un antisemita.

No era solo retórica. Se convirtió en una estrategia reforzada, uno de los escudos de desinformación más eficaces de la historia moderna.

¿Cómo ha funcionado?

1. Confusión entre etnia, religión y Estado nacional

- El judaísmo (fe) + judeidad (etnia) + Israel (Estado) se fusionaron en una trinidad sagrada.

- Criticar la política israelí se convirtió en un ataque al pueblo judío. Cuestionar la historia judía se convirtió en negacionismo del Holocausto.

2. Vigilancia institucionalizada y difamación

- Organizaciones como la ADL, la AIPAC y la CAMERA gestionaban bases de datos de «incidentes antisemitas», en las que las críticas, la sátira y los estudios académicos se equiparaban a menudo con la incitación al odio y el vandalismo.

- Los académicos fueron perseguidos, los periodistas desacreditados y los candidatos políticos acusados, utilizando palabras clave tácticas para difamar la disidencia.

3. Una psicología de las injusticias como arma

- Generaciones enteras han crecido asociando la identidad personal con el trauma colectivo.

- Cuestionar esta identidad se ha convertido en un ataque al yo, una herida existencial.

- Incluso dentro de las comunidades judías, el miedo al ostracismo ha silenciado las preguntas sinceras.

El resultado fue una inquisición al revés, un tribunal moral en el que la verdad no era la defensa, sino el crimen. Los hechos se volvieron peligrosos. Los archivos se convirtieron en mercancía de contrabando. Y detrás del velo protector del pueblo judío, se desarrolló sin freno una entidad política monolítica.

Pero el viento está cambiando

Los jóvenes judíos, los investigadores internacionales y los supervivientes del antisemitismo están empezando a ver la diferencia entre el odio hacia los judíos y la crítica al poder sionista. Entre la negación del Holocausto y la negativa a convertirlo en un arma. Entre el silencio y la supervivencia.

Y mientras el mecanismo narrativo se tambalea bajo sus propias contradicciones, resurge una verdad enterrada durante mucho tiempo: no en el odio, sino en la liberación.

Hacia la honestidad histórica: mitos, memoria y futuro de la identidad judía

Para sobrevivir, un pueblo debe ser capaz de recordar, pero también debe ser capaz de olvidar.

No para olvidar las tragedias. Sino para olvidar las ilusiones. El andamiaje del mito que, durante más de un siglo, ha servido tanto de escudo como de espada: defendiendo la identidad, por supuesto, pero también excusando la conquista, silenciando la disidencia y transformando la memoria en dogma.

La identidad judía moderna se encuentra en una encrucijada. Puede seguir anclándose en un pasado mítico (antiguas líneas de sangre, reivindicaciones territoriales divinas, victimización perpetua) o elegir el camino más difícil: convertirse en adultos históricos.

Preguntarse:

- ¿Y si nuestros antepasados fueran jázaros y no israelitas?

- ¿Y si fuéramos europeos conversos y no exiliados en el desierto?

- ¿Y si la historia del retorno fuera en realidad una historia de expulsión para otros?

No es odio hacia uno mismo. Es respeto por uno mismo. Porque un pueblo lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a pogromos, guetos y genocidios es lo suficientemente fuerte como para afrontar la verdad de sus orígenes y reconstruirse con claridad y no con ilusiones.

La autoridad moral del sionismo se está erosionando, no por ataques externos, sino por el peso insoportable de su propia mitología. Bulldozers en Gaza. Periodistas silenciados. Niños huérfanos en nombre de la profecía. Estos no son actos de memoria. Estos son actos de miedo.

El antídoto no es la cancelación. Es la expansión

La historia judía es más grande que el Éxodo y el exilio. Incluye a turcos conversos, filósofos españoles, místicos africanos, soñadores babilonios y millones de personas comunes cuyas líneas de sangre se entrelazan por toda Eurasia, no en Canaán.

Decir esta verdad no significa destruir la identidad judía. Se trata de liberarla de la prisión de la propaganda y ofrecerla finalmente al mundo como una cultura viva y en evolución, y no como un mito fosilizado.

Que esta sea el futuro: no invención, sino libertad.

 

FUENTE: https://www.theinteldrop.org/2025/03/25/featured-excerpt-the-fabrication-of-jewish-origins-a-century-of-misdirection/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_source_platform=mailpoet