miércoles, 19 de octubre de 2022

EN LA TRASTIENDA DEL ZAPATERISMO (1): Alice Ann Bailey en el origen de un extraño movimiento

Estas líneas fueron escritas hace quince años durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, por entonces, unánimemente reconocido como el peor mandatario en la historia de España. Y todavía tenía que llegar el pedrosanchismo. Para nosotros era evidente que el zapaterismo se correspondía muy poco con lo que había sido hasta ese momento el PSOE. Esta sigla, como toda la izquierda mundial, se había visto sorprendida por la caída del marxismo, el fin de la clase obrera y buscaba otro caladero de votos. Al buscar correspondencias entre las “exóticas” orientaciones de ZP (al que le llovían acusaciones infundadas de militancia masónica) nos encontramos con un movimiento que desde los años 20 proponía las mismas orientaciones del zapaterismo: “gobierno mundial”, “religión mundial”, “unificación mundial”. Y esto nos animó a escarbar en esa dirección. Esto fue lo que encontramos.

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En 1982 Van Morrison lanzaba un álbum anómalo en su producción: Beautiful Vision que incluía un par de canciones extrañas. En general se trata de un álbum anómalo: la carátula es cósmica, muestra galaxias y constelaciones en la noche del espacio exterior, iluminada solamente por un haz con los colores del Arco Iris, la música que contiene es etérea. La canción que abre el álbum, Celtic Ray, alude a los antiguos celtas y a los mensajes que le llegan al cantante de ellos desde la antigüedad. Algunas de las letras están inspiradas en un libro, no menos extraño, de una teósofa, Alice Ann Bailey, como El morador en el umbral y Ella me da la religión… Era la forma en la que Van Morrison agradecía a A.A.B. (que practicaba la costumbre teosófica de citar a los “maestros” mediante sus iniciales) su contribución a la New Age. Y es raro, porque para el 99’99% de la población, ni el nombre, ni las siglas de esta teósofa son conocidas. Ni siquiera en el medio ocultista la obra de Alice Ann Bailey se conoce con cierto detalle, lo cual sorprende todavía más porque su obra ha podido influir en las más altas instancias del poder mundial. Y lo vamos a demostrar.

Faltaría explicar qué pinta en un trabajo sobre las fuentes doctrinales del zapaterismo una teósofa cantada por Van Morrison y que apenas conocerán en España no más de dos o tres mil personas, la mayoría superficialmente. Pues bien, cuando acaben de leer estas líneas capítulo entenderán el motivo.

La obra de Alice Ann Bailey es polimorfa. Contiene todas las locuras y lugares comunes propios de la teosofía, sin embargo, tiene otra vertiente en la que analiza los problemas de nuestro tiempo y aporta soluciones y puntos de vista… que son exactamente iguales a los empleados habitualmente por gentes al estilo de Rodríguez Zapatero, las Naciones Unidas y la UNESCO, los más “iluminados” (que no “illuminati”) de Podemos, etc.

A.A.B. y su marido Foster Bailey, eran miembros de la Co-Masonería, una obediencia masónica creada por la Sociedad Teosófica de la Blavatsky. Ambos fueron extremadamente influyentes en las primeras generaciones de funcionarios de las Naciones Unidas. Así pues, no estamos hablando de balarrasas ocultistas, sino de individuos que supieron dar una envoltura de credibilidad y actualidad a unas concepciones, de por sí, enfermizas. Y esto les permitió alcanzar una influencia subterránea en determinados organismos internacionales.

No hay absolutamente ninguna afirmación que A.A.B. vertiera sobre la actualidad de su tiempo que no tenga su paralelismo en alguna afirmación de Zapatero o en las líneas maestras de la UNESCO o con algunos aspectos de la Agenda 2030.


Esta teósofa escribió sus obras en la primera mitad del siglo XX, y sus discípulos han seguido manteniéndose en su línea hasta nuestros días. Las obras y folletos de este entorno son regularmente difundidas por Lucis Trust[1], empresa de nombre mucho más tranquilizador que el que ostentó originariamente: Lucifer Trust. No creemos que Zapatero (a diferencia de los funcionarios de la ONU y de la UNESCO que elaboran los programas de ambas organizaciones) haya leído lo esencial de la obra de A.A.B., pero sí es muy posible que se haya nutrido en su juventud de los folletos difundidos por este círculo (que se distribuyen en lengua castellana gratuitamente desde Nueva York y Ginebra). Porque ahí sí que las coincidencias alcanzan el 100%.

Había nacido en 1880 en el Manchester victoriano. Su nombre de soltera era Alice Ann la Trobe-Bateman. Su familia era extremadamente acaudalada y, a pesar de quedar huérfana muy joven, nunca conoció problemas económicos. Probablemente esa tranquilidad económica que siempre le acompañó, le permitió tener veleidades ocultistas desde los catorce años. Ingresó muy joven en la Sociedad Teosófica cuando esta se encontraba en el punto más álgido. Su formación fue completamente teosófica y nunca rompió con esta enseñanza a pesar de separarse de la sociedad en un momento dado de su vida.

Algo le debió ocurrir cuando tenía 15 años. Era el 30 de junio de 1895, fecha en la que según dijo, se encontró por primera vez con “el Maestro Koot Hoomi”. No era raro. Eran los años en los que la Blavatsky decía estar en contacto con los “mahatmas” o “guías del universo”, uno de los cuales era Koot Hoomi. Para la Blavatsky se trataba de entidades desencarnadas, “espirituales, que regían los destinos de la humanidad”. Koot Hoomi fue la entidad que “inspiró”, mediante “escritura automática”, las obras de la Blavatsky. Al menos si hemos de creerla. En aquel tiempo, algunos pintores y dibujantes habían realizado aproximaciones y esbozos del rostro de Koot Hoomi, tal como lo describió la Blavatsky. No es raro que, entre adolescentes extremadamente sensibles, muy influidas por el ocultismo blavatskyano, cualquier crisis interior, o experiencia mística provocada por los cambios hormonales de la adolescencia o por traumatismos, imaginaran contactar con ese ser etéreo y evanescente cuyo rostro conocían por los cuadros y grabados que lucían en las paredes de la Sociedad Teosófica y en sus publicaciones.

Lo que está claro es que “Koot Hoomi”, como máximo, era una proyección mental de la Blavatsky y que jamás tuvo existencia real, ni en el plano material, ni en el espiritual. En un momento dado de su vida –que sus seguidores niegan reconocer- la propia Blavatsky, al flaquear la confianza en sí misma, reconoció que toda la historia de los “mahatmas” había sido una invención forzada para que le hicieran más caso…


Pero si H.P.B. (la Blavatsky), no pudo hablar con los “mahatmas”, ni por supuesto con Koot Hoomi, es igualmente improbable que A.A.B. lo consiguiera. E igualmente improbable es que gracias a Koot Hoomi conociera a otro de los “mahatmas”, Djwahal Khul, llamado también “El Tibetano”, que sería quien le dictaría por “clariaudiencia” (facultad, real o supuesta, de oír voces interiores) los 40 tomos de sus obras y unos cuantos cientos de conferencias. Sea como fuere, lo importante no es la posibilidad real o no del contacto con estos “mahatmas”, sino la obra que surgió de su pluma. Desde el hombre primitivo se sabe que un pensamiento si quiere ser indiscutible e inapelable debe, necesariamente, tener una referencia superior a lo humano, y en esta trascendencia encuentra su legitimidad. Ni H.P.B., ni A.A.B., inventaron nada nuevo. De todas formas, ambas mujeres eran radicalmente diferentes.

La Bailey jamás conoció problemas económicos. Su marido Foster Bailey también gozaba de una posición económica privilegiada. A diferencia de la Blavatsky, verdadera aventura, que frecuentemente se encontró en situaciones de penuria económica y que fue condenada por fraude en varias ocasiones, A.A.B. no tenía necesidad de mentir para reclutar adeptos, tampoco necesitaba engañar a sus seguidores para obtener su favor y sus donaciones. Y, sin embargo, A.A.B. durante treinta años afirmó haber estado en contacto con “El tibetano” y con Koot Hoomi. ¿Por qué lo haría? Sus seguidores nos responden: “porque era cierto, hablaba con los mahatmas como usted y yo hablamos con el vecino del quinto…”. Pero esto excede los límites de la razón. Así pues, tiene que haber alguna explicación. ¿Se trataba de una alucinación inducida? ¿quizás autoinducida? Es lo más probable y lo entenderán cuando describamos las prácticas de estas escuelas.

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En la vida de Alice Ann Bailey hay un antes y un después de haber cumplido quince años. Después de esa edad ya no hay grandes sobresaltos en su vida… si no se considera “sobresalto” escribir algo así como 10.000 páginas al dictado de una voz interior. Antes de esa edad había sido una suicida precoz. En tres ocasiones –cuenta ella misma- intentó quitarse la vida: a los 5 años, a los 11 y poco antes de cumplir los 15. Fue a esa edad, cuando dijo haber encontrado a Koot Hoomi. Lo describe así: “… un hombre alto, vestido con ropa europea y que llevaba un turbante”. El desconocido le instó a que desarrollara el autocontrol en vistas a las pruebas que le esperaban en la vida. Tomó al desconocido por Jesús, pero más tarde lo identificó como el “Maestro Koot Hoomi”.

En esa época todavía no había descubierto su vocación teosófica. Trabajó en diferentes obras cristianas para jóvenes. Luego fue voluntaria en los Hogares para Soldados que había creado la filántropa Elise Sandes. Dirigía sesiones y sermones evangélicos. Viajó a la India por cuenta de esta fundación para hacerse cargo de varios establecimientos de la misma. En esa época era una fanática propagandista evangélica.

Contrajo matrimonio en primeras nupcias con un tal Walter Evans, pastor evangélico, con el que apenas estuvo casada unos años. Declaró que él la maltrataba e incluso que la había arrojado por las escaleras. En 1915 se separaron y, pocos meses después, se unió a la Sociedad Teosófica. En 1918, ingresó en la Sección Esotérica de la Sociedad. Se instaló en Krotona (Hollywood), convirtiéndose en responsable de la revista de la sociedad en EEUU. Fue en la sede de la Sociedad Teosófica en donde reconoció en un cuadro que representaba a Koot Moomi, la imagen del desconocido que la había visitado a los 15 años. Entonces supo de quién se trataba.

Fue en 1919 cuando conoció a “El Tibetano” con quien todo contacto se desarrolló por clariaudiencia (o presunta tal). Ella cuenta que se resistió inicialmente a reconocer la veracidad de los mensajes, pero ante la insistencia, comenzó a anotar los contenidos de los mensajes y así siguió durante los siguientes treinta años que dieron como resultado en torno a cuarenta libros.

En 1919 conoció a Foster Bailey, un co-masón de grado 32º, con el que se casaría.

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Sus partidarios prefieren pasar de soslayo que fue teósofa y que toda esta historia de los “mahatmas” es de raigambre teosófica. Gustan considerarla como algo completamente aparte de la teosofía y de cualquier otra secta religiosa. Su idea, dicen, era la “unificación mundial” y que a un “gobierno mundial” correspondiera también una “religión mundial”. Ella sería el heraldo de esa religión que surgiría de una especie de ecumenismo.

Los primeros capítulos de su primera obra, Iniciación humana y solar, fueron publicados en The Theosophist, pero inmediatamente surgieron las discrepancias. La Bailey iba por otros derroteros que no eran los de Annie Besant, presidenta entonces de la secta teosófica. Como se sabe la teosofía había sido puesta en marcha por la Blavatsky para “estudiar las religiones”. Con Annie Besant, la teosofía pasó a ser una “religión” más. Esto iba en contra del sentimiento de A.A.B. que junto a su marido y a otras teósofas norteamericanas crearon el movimiento “Volver a Blavatsky” incluido todavía dentro de la Sociedad Teosófica. Intentaron que la sociedad rectificara sus puntos de vista, pero solamente consiguieron hacerse expulsar.

El fondo de la cuestión era que para Annie Besant, Leadbeater, Weedgwood y demás dirigentes de la sociedad, resultaba extremadamente peligroso admitir que otra persona fuera de su círculo íntimo pudiera tener relaciones con los “mahatmas” y, por tanto, contar con una sanción superior para justificar sus posiciones. Hasta ese momento en la sociedad se hacía lo que Leadbeater (a pesar de las múltiples voces que le acusaban de pederastia) decía que le aconsejaban los “mahatmas” que, obviamente, coincidía con sus intereses personales y sus aficiones lúbricas. A.A.B. siempre afirmó que su obra continuaba la de la Blavatsky y que muchas de sus obras no eran más que precisiones, puntualizaciones y ampliaciones de Isis sin Velo y de La Doctrina Secreta.

En 1922 fundó una revista esotérica, The Beacon, de carácter trimestral publicado por Lucifer Trust que luego pasaría ser la editorial Lucis Trust. Urgida por “El tibetano” constituyó acto seguido, en 1923, su primera organización, la Escuela Arcana, a la que seguiría Buena Voluntad Mundial y luego Triángulos.

La Escuela Arcana –que todavía existe- se limita a realizar cursos por correspondencia sobre temática teosófica. La orientación es ocultista hasta lo incomprensible, pero también pretende dar normas de comportamiento práctico para la vida cotidiana de los discípulos. Los objetivos de la escuela son tres: servir a la humanidad, cooperar con el Plan de la Jerarquía espiritual que dirige el planeta (los “mahatmas”) y desarrollar los poderes del alma del discípulo. Estos objetivos se alcanzan mediante tres vías: la meditación oculta, el estudio y el servicio a la humanidad. El discípulo aprendería a “conocerse a sí mismo” y conocer cuál es su lugar en el “servicio” (esta idea del servicio es completamente teosófica, pero adquiere una tonalidad especial en A.A.B.).

Una característica de esta escuela es que sus miembros, separados por la distancia y sin conocerse entre sí en muchos casos, realizan prácticas de meditación grupal. El mismo día, a la misma hora solar, todos los miembros de la escuela meditan sobre determinados problemas intentando influir sobre la evolución del mundo y la emergencia de una nueva cultura. El estudiante debe aprender a evolucionar sólo, por sí mismo. La Escuela Arcana es, en definitiva, el círculo esotérico de Lucis Trust.

Buena Voluntad Mundial fue registrado como “organización sin ánimo de lucro” en los EEUU en 1922. su finalidad es “establecer correctas relaciones humanas y resolver los problemas de la humanidad por medio del poder constructor de la buena Voluntad”. Y aquí lo esotérico está completamente ausente. Se respira otro aroma. No hay ni complicadas doctrinas esotéricas, ni nexo alguno que lleve a la teosofía. Casi diríamos que la función de este grupo es puramente mundana. Se dedican a promover lo que llaman “Amor en Acción”. Los ocho puntos de B.V.M. son tan abiertos que sería difícil no compartirlos:

- Estimular y alentar a los hombres y mujeres de buena voluntad en todas las partes del mundo, a establecer relaciones justas entre las razas, las naciones y las clases sociales, por medio de la comprensión inteligente y las vinculaciones apropiadas.

- Ayudar a los hombres y mujeres de buena voluntad a estudiar los problemas mundiales y aplicar eficazmente a esos problemas la buena voluntad y la cooperación en vistas del bien común.

- Cooperar con otras organizaciones a la construcción activa de la unidad mundial, la estabilización y las relaciones humanas justas.

- Tener siempre disponibles informaciones recientes sobre las actividades constructivas en los principales campos de la actividad humana, por medio de la publicación trimestral de un boletín.

- Realizar un Comentario de Buena Voluntad sobre temas de interés mundial.

- Ayudar a instaurar la Buena voluntad como nota fundamental de la nueva civilización.

- Establecer una lista de direcciones de hombres y mujeres de buena voluntad del mundo entero.

- Favorecer la acción de las Naciones Unidas y de las Agencias especializadas, como síntesis de la mayor esperanza de un mundo unido y en paz.

Cuando el filósofo Gustavo Bueno calificó a la doctrina de Rodríguez Zapatero como “el pensamiento de Alicia”, sin duda ignoraba cuál era la “madre de Alicia”. En efecto, este pensamiento coincide con la doctrina Zapatero en un 100%. De hecho, el zapaterismo no va mucho más allá de estos principios. Se trata de un pensamiento voluntarista que confía ciegamente –hasta la ceguera patológica- en la bondad del ser humano, en la virtud del pensamiento positivo, en las cualidades del diálogo para solventar los problemas mundiales en un marco universalista y globalizado en el que NNUU y sus agencias constituyen un embrión de gobierno mundial. A la vista de esto, a la pregunta de qué es el zapaterismo podemos contesar: “es el pensamiento de A.A.B., amputado de su vertiente esotérica”. Efectivamente, es el “pensamiento de Alicia”, de Alice Ann Bailey…

El nacimiento de B.V.M. se vio favorecido por la aparición en EEUU y Europa de un fuerte sentimiento pacifista en las entreguerras. Pero ese pacifismo era relativo; a diferencia de la mayoría de grupos pacifistas, B.V.M., no dudó en tomar partido decidido por los aliados al estallar la II Guerra Mundial. Esto le hizo romper con el resto del movimiento pacifista que propugnaba una neutralidad total de los EEUU en la II Guerra Mundial. La recompensa vino en 1945, tras la creación de NNUU, cuando B.V.M. fue reconocido por esta organización internacional.

Alice Ann Bailey murió en 1949, poco después de ver su sueño consumado: las Naciones Unidas representaban, por fín, el embrión de gobierno mundial que evitaría todas las guerras. Le sustituyó al frente de Lucis Trust y de sus organizaciones, su marido, Foster. Éste, a su vez, murió en 1979 cuando se había caso con Mary Bailey quien lo sustituyó al frente de la organización.

Vamos a ver como esta influencia de Lucis Trust en la escena internacional no es un mito, sino una realidad constatable y fácilmente demostrable. Algo que haremos en el próximo capítulo. Entenderemos también la motivación del proyecto más ambicioso (y loco) de ZP: "la Alianza de Civilizaciones"

 



[1] http://www.lucistrust.org