domingo, 20 de diciembre de 2015

20-D. Navidades inestables…


Info|krisis.- La ventaja que tiene estar lejos cuando se convocan elecciones generales consiste en que lo que los medios de comunicación y los tertulianos profesionales anuncian tiene poco interés. Desde hace dos meses, todo inducía a pensar que el PP se mantendría como opción más votada. El PSOE perdiría mucho o muchisimo (a lo que seguiría la "operación de rescate al soldado Sánchez" y el ascenso de la reina de los corruptos, Susana Díaz al cargo de Secretaria General del PSOE). La duda consistía en si en esa posición le favorecería la Ley d’Hont hasta el punto de aproximarlo a un mayoría absoluta. En realidad, el PP ha perdido muchísimo (porque tenia mucho) y el PSOE ha perdido bastante (pero se nota mucho porque tenía menos). Pero la suma de PP y Cs no da los 176 diputados necesarios para un mayorái de gobierno... Así pues, lo que ocurrirá después es fácil de prever: el PP, o pacta con el PSOE o pacta con Cs. Nunca pactan dos vencedores: el primero pacta con el gran derrotado (PSOE) o con el que tenía expectativas más altas y se ha quedado a medio camino (Cs). ¿Y Podemos? Sube, pero no arrasa. Es el partido de los outsiders que va a quedar al margen de cualquier acuerdo. Las cosas se decidirán entre PP, PSOE y en última instancia, con Cs. La única combinación que “funciona” hasta ahora es PP+PSOE (118+95 diputados), cualquier otra queda lejos de los 176 necesarios para obtener mayoría absoluta.

España, a partir de este momento, pasa a ser ingobernable. Aparecen tres contradicciones: 

entre partidos del “viejo orden” (PP y PSOE) y partidos de “nuevo cuño” (Cs y Podemos)
- entre partidos “estatalistas” (PSOE+PP+Cs) y partidos “soberanistas” (ERC+Bildu-DyL) y
- entre votantes “cerriles” (del PP y del PSOE) y votantes “abiertos” (voto nulo+voto blanco+Podemos+Cs).

La primera garantiza que la fórmula futura de gobierno será una “gran coalición” recomendada por la socialdemocracia alemana y por la Merkel (que, a fin de cuentas, son las que tienen la ultima palabra). Cualquier otra fórmula no será bien aceptada por el Bundesbank porque implicaría modificar el estatuto generado en 1978.

La segunda implica que para compensar posiciones de mayorías-minoritarias, ya no son precisos los nacionalistas. Es decir: que el estatus de 1978 en el que se daba a los partidos nacionalistas catalán y vasco un papel político muy superior a lo que implicaba su importancia numérica, ha quedado ya superado. El “proceso soberanista” catalán, además, ha contribuido a vacunar a PP y PSOE sobre lo que implican alianzas con estos partidos: ser mal vistos por la UE que, a fin de cuentas, es la que dicta sus normas en España.

Lo tercero indica a las claras que tanto PP como PSOE tienen un “suelo” electoral, poco importa lo mal que lo hagan, lo zotes que sean sus líderes o los niveles de corrupción y mediocridad electoral que les aureole: hay un sector del electorado que siempre, inevitablemente, les votará a ellos.

En definitiva:

1) No existe masa crítica suficiente para un recambio del sistema, ni siquiera de las siglas mayoritarias. PP y PSOE, en pérdida, siguen siendo hegemónicos y mayoritarios. No se plantean pactar con otros que puedan modificar el estatuto de 1978, ahora les toca a ellos defenderlo en solitario: POR QUE NO OBTENDRÁN MÁS APOYOS. Cs, ha jugado su carta. No parece posible que el bluf centrista se pueda mantener mucho tiempo más allá del que Rivera ha conseguido mantenerlo (habida cuenta de la alianza con el “partido de la corrución” en Andalucía, que ha generado dudas sobre la capacidad de Cs de afrontar esta verdadera lacra de la democracia).

2) Las siglas mayoritarias están “tocadas”: ya no pueden gobernar en solitario. El período de las “mayorías absolutas” ha pasado para siempre. A partir de ahora, se gobernará en coalición. Los socialistas pueden temer –legítimemente- que un pacto con el PP suponga un “abrazo del oso” y que en las elecciones siguientes, muchos votos socialistas vayan a parar al “partido de los porreros” (Podemos), a condición de no hacer excesivamente el ridículo en el gobierno de los ayuntamientos (premio de consolación que se ha llevado Podemos y que muy probablemente sea su “manzana envenenada”).

3) Las “nuevas siglas” carecen de fuerza suficiente para desembocar en una alternativa al sistema: esta va a ser la legislatura de la “gran coalición” pero ésta va a fracasar en el gobierno de la nación: no tienen posición única en el tratamiento de la vertebración del Estado, de la reforma constitucional, ni siquiera un “nuevo modelo económico”, luego: el fracaso está cantado.

4) Lo que se ha instalado a partir de ahora en España y mientras dure la actual constitución es una situación de inestabilidad permanente: Vale la pena que nos vayamos dando cuenta de que el gran problema que tiene nuestro país, no es que la constitución de 1978 esté muerte y enterada, sino de que no hay posibilidades de alcanzar consensos razonables para su modificación y que ni siquiera existe una mayoría de 2/3 para modificarla. Luego, la inestabilidad es el destino de España.
¿Qué interpretación puede darse a estos resultados?

Después de ocho años de crisis económica, era evidente que se iba a generar una crisis social que generaría un malestar creciente en la sociedad española, una parte de la cual volvería la espalda a las opciones tradicionales (cuando se lleva un 78% escrutado PP+PSOE pierden 70 diputados en conjunto en relación a 2011, el PP pierde 62 y el PSOE 17). El voto de izquierda era evidente que buscaría otras vías (Podemos era la mejor situada y la que gozaba de más seguimiento mediático y Cs se presentaba como una reedición del centrismo de UCD), pero ni una ni otra han conseguido sustituir a ninguno de los grandes.

Poco importa lo que ocurre entre los soberanistas y si CiU se ha desplomado en sus dos vertientes (la moderada de UCD y la nacionalista de DyL), o si ERC ha subido (entre otras cosas porque CUP no se ha presentado) o si el PNV se ha mantenido… Lo que importa de todo este sector político es que las simetrías parlamentarias surgidas de estas elecciones les restan toda posibilidad de tener un papel decisivo en la formación de nuevas mayorías.

Crisis económica, versus crisis social, versus críticas política, todo ello bajo el denominador común de una crisis cultural y de un hundimiento del sistema educativo y de la capacidad crítica de los españoles que se ha evidenciado en los debates electorales, en las propuestas de los candidatos y en el “nivelazo” de los tertulianos jaleadno a unos y denigrando a otros. Lo más abyecto de estas elecciones es la demostración, no solamente del nivel ínfimo de la clase política del poder y de la oposición, de las viejas siglas y de las nuevas, sino el papel igualmente rastrero y miserable de los tertulianos profesionales.

España será gobernada por una “gran coalición” que surgirá de una dura negociación entre PP y PSOE, pero que esta será una coalición inestable. A esto se unirán los efectos de la segunda oleada de la crisis económica mundial que se hará sentir en España en los próximos dos años y que entrañará el descarrilamiento de la formula “gran coalición” (cada partido procurará no aparecer como cómplice ante el electorado de unas cifras macroeconómicas desfavorables y de una economía real miserable). En 2016, nos veremos otra vez en las urnas. Y entonces esperemos que haya UNA OPOSICIÓN DIGNA DE TAL NOMBRE, no a la “gran coalición” sino a todo lo que ella implica: constitución de 1978, Estado de las Autonomías, corrupción generalizada, ausencia de modelo económico más allá de los dictados por el Bundesbank, globalización, aceptación de la UE en su actual configuración, seguimiento de los EEUU en sus aventuras neo-coloniales…



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