miércoles, 29 de mayo de 2013

Para acabar definitivamente con Aznar


En su momento, cuando Aznar llegó al poder en 1996 ya dijimos que, aparentemente, su único mérito consistió en oponerse a Felipe González y en ser objeto de un atentado por parte de ETA. Por lo demás, de él lo único que sabíamos es que había sido jefe de la sección de Institutos y Enseñanza Media del Frente de Estudiantes Sindicalistas durante unos años en la transición, aquella formación falangista disidente del Movimiento franquista, joseantoniana ortodoxa y católica. Sin embargo, sorprendentemente, tras aquel vacilante comienzo en el que empezó recibiendo el calor de un público devoto concentrado ante las puertas de Génova, gritando aquello de “Pujol enano, habla castellano”, a la vista de que su mayoría parlamentaria era relativa fue él quien declaró, contra todo pronóstico y contra la lógica más elemental que, él, Aznar “hablaba catalán en familia”. Luego supimos que las lenguas no se le daban muy bien y que, difícilmente hubiera trenzado amistad con el malaje de Bush de no ser porque este chapurreaba castellano mejor de lo que Aznar destrozaba la lengua de Shakespeare. Pero el episodio del “catalán en familia” y de su polémica con Bush sobre quién corría más en menos tiempo, Aznar ya había quedado suficientemente catalogado.


En efecto, durante sus años de estancia en el poder se benefició especialmente de la riada de fondos estructurales que llegó de la Unión Europea y que permitió abordar desde obras públicas hasta limpieza de fachada de catedrales. La construcción inició uno de sus tradicionales ciclos alcistas y pareció como si la larga noche del felipismo (agónico desde 1988 cuando empezó a despuntar el caso GAL y quedó claro que si alguien no tenía intención de luchar contra la corrupción era el PSOE (porque el PSOE “era” la corrupción) hubiera terminado y España fuera, sino una fiesta, si al menos quedara como terreno fértil para la esperanza.

Aznar tenía por delante un largo camino de reformas. Era evidente que las autonomías estaban costando demasiado y que, en especial, la catalana y la vasca se habían enquistado como problema. Resultaba también obvio que nuestra enseñanza estaba en crisis y que hacía tiempo que había dejado de formar jóvenes. En cuanto a la seguridad social y a las pensiones, se decía –y era falso- que no se podrían pagar a la vista del descenso de nuestra natalidad y del alza de la edad media (mentira estadística porque la vida de los españoles no se prolongaba, sino que lo que se disminuía era la tasa de mortandad de los recién nacidos, con lo que la edad media subía… estadísticamente). Los salarios eran bajos pero nadie –y menos Aznar- aludía a que la globalización estrenada en noviembre de 1989 y (caída del muro de Berlín) y sellada con la segunda guerra del Golfo (intervención americana en Kuwait) constituían los pistoletazos de salida de la globalización y en ese marco, poco podía aportar el trabajador español, cubierto por un sistema de seguridad social procedente, casi completamente, del franquismo y que el felipismo no había desarmado completamente.

El felipismo había aportado como “modelo económico” la promoción de la “marca España” mediante una serie de “eventos” en cadena (Quinto Centenario del Descubrimiento, Exposevilla, Olimpiadas del 92, generalización del envío de contingentes militares españoles a escenarios en conflicto) y con la llamada “reconversión industrial” (pago de Felipe González a la socialdemocracia alemana por haberle construido de la nada un partido, el PSOE inexistente durante el franquismo, y darle carburante económico suficiente para que llegara al poder) que liquidó nuestra industria pesada, nuestra minería y nuestros astilleros, parte de nuestra ganadería vacuna y de nuestra agricultura, que podían entrar en competencia con los intereses franco-alemanes y esto a cambio de unos “fondos estructurales” que, como aquel al que le tocaba la lotería, el felipismo empezó a dilapidar sin tener en cuenta que un día nos tocaría a nosotros entregar para el desarrollo de nuevos países miembros de la Unión.

Era evidente que faltaba un “modelo económico” y que Aznar debía aportarlo si quería superar las notas de corte para ingresar en la Zona Euro. Y lo hizo, vaya que si lo hizo. Aquellas aguas trajeron los lodos en los que hoy nuestro país sigue debatiéndose y ahogándose.

En efecto, ahora, cuando Aznar parece haberle cogido nuevamente el gusto a salir por la TV y a ejercer de oráculo político, cabría echarle en cara: “¿CON QUÉ MÉRITOS DAS CONSEJOS, TÚ QUE ERES EL RESPONSABLE DEL ARRANQUE DE LA BURBUJA INMOBILIARIA Y DE LA LLEGADA DE 7.000.000 DE INMIGRANTES?”

El  hecho de que Aznar sucediera al rey de los GAL y de la corrupción, el hecho de que precediera a la estupidez personificada en Zapatero, no le exime de sus responsabilidades que no fueron precisamente pocas.

1. No abordó ni una sola reforma necesaria en materia de ordenación del territorio, de contención de las autonomías, de reformas estructurales del Estado ni de sus servicios (especialmente sanidad y, muy especialmente, educación).

2. Creó un modelo económico neoliberal, de común acuerdo con la patronal inmobiliaria y con la banca basado en salarios bajos, acceso fácil al crédito y desarrollo hipertrófico del ladrillo, sin la más mínima barrera prudencial ni contención especulativa.

3. Para completar este modelo económico y garantizar los salarios bajos, entreabrió las puertas a la inmigración permitiendo que entraran bajo su mandato 3.000.000 de extranjeros, la mayoría de los cuales hoy ya tienen nacionalidad española.

4. Basó su política exterior en situarnos en el furgón de cola de todas las intervenciones del “amigo americano”, intervenciones en Afganistán e Irak, dictadas por los intereses del complejo militar-industrial-petrolero, verdadero guía del gobierno Bush.

5. Intentó imitar a los “grandes” del neoliberalismo, especialmente a la Tatcher, intentando obtener “prestigio” de cuestiones patrióticas como el “asunto Perejil” que, en realidad supuso una concesión a Marruecos por presión de EEUU (España seguiría siendo “titular” de la soberanía en el islote… pero no podría ejercerlo).

6. No hizo absolutamente nada para contener la corrupción, especialmente en los ayuntamientos (y de las que parte de los beneficiarios fueron miembros de su propio partido) que avanzaba imparable desde los tiempos del felipismo y de la mano con las inmobiliarias.

Todos aquellos errores (y algunos más de menor cuantía) estallaron en el período siguiente, cuando de manera brusca las bombas de 11-M (de cuyo origen NO SE CONOCE HOY ABSOLUTAMENTE NADA) pusieron fin, bruscamente, al gobierno del partido popular. Lo que ocurrió luego puede resumirse así: Zapatero, quien no tenía ni una sola idea en materia económica o política, se limitó a una primera legislatura en la que todo iba bien por inercial (en la medida en que seguían llegando fondos estructurales y que la “burbuja inmobiliaria-bancaria” todavía iba creciendo, optando por aplicar su enloquecido programa de “ingeniería social” dictado por los cerebros enfermos de la UNESCO, por la progresía y por el último tópico humanista-universalista, olvidándose de introducir las correcciones necesarias en materia ECONÓMICA (contención de la burbuja, retorno a la economía productiva) y POLITICA (freno a las autonomías, liquidación de “instituciones florero”, reformas en educación y sanidad). En el arranque de su segunda legislatura, cuando ya había estallado la crisis, ZP tardó en reconocer su existencia, dictó medidas absurdas que costaron más de ¡medio billón de euros!, contribuyendo a hacer que la crisis inmobiliaria pasara a ser también una crisis de deuda pública, y España cayó a plomo por el pozo sin fondo en el que Aznar nos había colocado colgados de un hilo de seda…

Aznar tuvo dos legislaturas: sus defensores se escudan en que en la primera no tuvo mayoría absoluta… pero sí la tuvo en la segunda. Y en esa segunda legislatura pudo corregir los primeros efectos deletéreos de las iniciativas erróneas tomadas en la primera (especialmente cuando ya se había producido el primer “efecto llamada” y cuando los precios de la vivienda estaban subiendo un 15% anual). No lo hizo, sino todo lo contrario. Actuó como si los problemas no existieran: negó que la delincuencia se hubiera disparado, que los salarios eran cada vez más bajos y los contratos basura del felipismo se habían generalizado. Miró a otro sitio, allí donde las grúas y las excavadoras daban la sensación de que había actividad económica. Confundió el aumento del PIB (que indica el volumen de movimiento económico) con la renta per cápita (la media de lo que ganamos cada español) y se refugió en las mentiras estadísticas de las cifras macroeconómicas para demostrar que… España iba bien. Y lo que iba era directa al precipicio.

Para colmo, quiso tener una “salida de caballero”: dos legislaturas y basta, quería irse con la cabeza bien alta de ser el “mejor presidente” en la historia de la democracia española (a fin de cuentas no era difícil: Suarez no fue más, como él mismo decía, que un “vendedor del Corte Inglés”, alguien que solamente sabía camelar a unos y a otros, Calvo Sotelo, un monolito indolente situado más allá del bien y del mal y, además, breve, sobre Felipe y Zapatero su gestión fue nefasta en el primer caso, y nefanda en el segundo. Así que no era difícil superarlos. Aznar le facilitó a Rajoy lo que debía ser su última carambola: una elección segura en 2004.

Y entonces llegaron las bombas del 11-M. A los efectos brutales del atentado (192 muertos) se unió una campaña mediática preparada de manera anticipada y la incapacidad de un ministro del interior sin ningún mérito (salvo el ser un yes-man de Aznar, un mero servidor sin iniciativa, ni capacidad de análisis, ni criterio propio) que una y otra vez echó la culpa a ETA (cuando ya existían nexos de unión entre ETA y funcionarios de Interior a través de Josu Ternera), negándose a aceptar el hecho de que ¡SE IGNORABA Y SE IGNORA QUIEN IDEÓ EL ATENTADO, SABIÉNDOSE SOLO QUE UNOS “MORITOS” IMPRESENTABLES FUERON LA CARNE DE CAÑÓN DEL MISMO!

Inútil decir que Aznar fue víctima de su propia trampa: desde el verano de 2001 había permitido que se publicaran reiteradamente las noticias en España de que existían “tramas islámicas”, cualquier dossier que llegaba de los EEUU procedente del Departamento de Estado, del Departamento de Justicia, del Pentágono, del FBI, era considerado como VERDAD OFICIAL por el ministerio de defensa, por el ministerio del interior, por el CNI, por la Audiencia Nacional… Y esos informes FALSOS Y ELABORADOS EN OSCUROS LABORATORIOS DE OPERACIONES PSICOLÓGICAS INDICABAN QUE HABÍA “YIHADISTAS” EN ESPAÑA DISPUESTOS A ACTUAR… Durante el período Aznar se detuvo a 200 “islamistas”, la mayoría de los cuales habían militado en formaciones de ese tipo… durante la guerra civil argelina, pera optar luego por retirarse y emprender el camino de la emigración a Europa.

Cuando PRISA, dos minutos después de los atentados del 11-M sentenciaba que eran de marca islamista, mientras que el jefe de los TEDAX decía telefónicamente a Acebes que se trataba de un atentado etarra, estaba generando el efecto “rebote” en la opinión pública. Acebes y Aznar entendieron pronto que si aludían a la responsabilidad islamista caerían víctimas de su propia trampa y que eso generaría el trasvase de 3.000.000 de votos de rechazo a la guerra de Irak que, hasta ese momento, estaban dispuestos a olvidar ese “pecadillo” de Aznar, pero no si el “pecadillo” costaba 192 vidas…

En lugar de convocar al “Pacto Antiterrorista”, realizar una declaración común, comprometiendo al PSOE y afirmando la ÚNICA REALIDAD: QUE SE IGNORABA QUÉ CEREBRO CRIMINAL HABÍA IDEADO EL ATENTADO, Acebes quiso mantenerse 48 en la idea inicial de responsabilidad de ETA. Ya se conoce el “principio de Peter” sobre los distintos niveles de incompetencia: un incompetente, nombra a gente más incompetente que él para que no le haga sombra. Eso explica por qué un tipo vinculado a grupos extremistas católicos –Legionarios de Cristo- estaba situado en un cargo para el que, obviamente, no tenía la más mínima experiencia ni idoneidad.

Aznar y el aznarismo fueron arrojados del poder con una brutalidad y una brusquedad sin precedentes. Ni hoy en el gobierno, ni ayer en la oposición, NO INSISTIERON EN QUE SE INVESTIGUE DE UAN VEZ POR TODAS, PARTIENDO DE CERO, LOS ATENTADOS DEL 11-M. Todos saben que parte de la responsabilidad recae en funcionarios que estuvieron a las órdenes de Acebes, vinculados a anteriores cúpulas de Interior y que los ministros del PP nunca consiguieron ni aislar, ni siquiera relevar de sus responsabilidades.

Aznar estuvo callado durante los años aciagos del zapaterismo y hace poco volvió de ultratumba (con el pelo recortado, las canas teñidas, el bigote afeitado y el labio de escayola bien visible), presentándose como si hubiera sido un “gran presidente”. Fue, eso sí, la gran oportunidad que tuvo este país antes de hundirse, probablemente para siempre, en la crisis y la desesperanza. La desaprovechó y, no solamente eso, FUE EL DESENCADENADOR Y EL CAUSANTE DE LA BURBUJA INMOBILIARIA. Zapatero tenía razón: a él le había estallado entre las manos, como al gilipollas que tiene una granada de mano sin anilla y en lugar de resolver la situación, opta por ponérsela en la boca. Lo triste de Zapatero es que de lo único que se le puede acusar es de “bambi” de la vida, de “bobo ilustre” y de humanista baboso sin dos dedos de frente, es decir, del mediocre rodeado de mediocres que actúa mediocremente ante una situación excepcional como fue el desencadenamiento de la crisis inmobiliaria en el verano de 2007. Es lo que tiene ser elegido democráticamente por un electorado víctima de la telebasura, las sucesivas reformas educativas y el miedo por perder lo poco que tiene.

¿Y Aznar? Aznar pasó por el FES, así que sabe que la crítica que realizó José Antonio Primo de Rivera a la democracia y al parlamentarismo sigue siendo válida. Es difícil que haya podido olvidar también lo que era el patriotismo que se desprende de las lecturas que debió realizar en su juventud. Y también es difícil que haya podido olvidar los ideales de justicia social y servicio que tuvo en otro tiempo. El oportunismo y la ambición pueden ser tomados momentáneamente como sustitutivos, pero hay momentos, en la soledad, antes  de conciliar el sueño en el que, seguramente, debe pensar en todo el daño que ocasionó a millones de personas su amigo Bush; Aznar, en esos momentos, debe ser consciente de que en el origen de la crisis actual está su modelo económico; consciente de sus silencios ante la globalización y consciente de que no hizo todo lo que podía para contener al nacionalismo catalán; consciente de que sus 3.000.000 de inmigrantes a los que permitió entrar marcaron el camino a los otros 4.000.000 que llegaron después y que esos recién llegados contribuyeron, no a la “justicia social”, sino a abaratar los salarios, a aumentar la conflictividad en las calles, a convertir en caótico nuestro mercado laboral, haciendo la vida mucho más difícil, sino imposible, para millones de españoles. Y si no es capaz de pensar ni siquiera eso que es evidente para alguien con dos dedos de frente, es que, simplemente, como otros presidentes de gobierno anteriores, está, literalmente, loco.

¿Con qué cara se presenta Aznar ahora a los españoles? Debería de estar avergonzado y abochornado por lo que hizo él y por lo que hoy hacen las gentes que él colocó para sustituirle. Debería de estar avergonzado con que 192 muertos sigan preguntando desde el más allá, por qué tuvieron que morir. Debería de pedir disculpas por idear y aplicar un modelo económico suicida por el que todavía y durante muchos años más nos seguiremos debatiendo en la ruina. Debería de arrodillarse ante toda la nación y pedir perdón por las reformas que pudieron hacerse y que jamás se hicieron.

Eso y no otra cosa es lo que nos hubiera gustado oír de José María Aznar. Eso, claro está, y el reconocimiento de que la Trama Gürtel creció bajo su mando y… finalmente, le pagó la iluminación en la boda de la niña… Porque lo de que PRISA está quebrada, eso ya lo sabíamos… y que Aznar cobra de un grupo internacional rival de comunicación, por cierto, también lo sabíamos. ¿”Aznar el honesto”? ¿Ah, pero en el actual régimen queda alguien honesto? De ser así habría que conservarlo en formol como rara avis.

© Ernesto Milá – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com