martes, 30 de enero de 2024

BUKELE, NOBOA, MILEI LO TIENEN CLARO. SÁNCHEZ NO (1 de 2)

Los niveles de delincuencia alcanzados por El Salvador, Ecuador o Argentina, rebasaban los máximos históricos. Otro tanto ocurre en Europa Occidental. Allí se ha tomado conciencia y en Europa, aún no: en Europa se ha olvidado que la “seguridad” es el primer derecho humano (inexplicablemente olvidado por la Declaración de Derechos Humanos de la ONU). Sin seguridad no puede ejercerse ningún otro derecho: si nadie garantiza la seguridad de que no te vayan a asesinar si dices la verdad, es que el derecho a la libertad de expresión es inexistente. Si nadie garantiza la seguridad de que podrás salir a la calle sin que te atraquen o te peguen un tiro, la libertad de movimientos es pura ficción. Por eso, aquella bienintencionada (y timorata) “Declaración de Derechos Humanos” resulta hoy completamente inútil. Lo saben en El Salvador, en Ecuador y en Argentina. Y lo intuyen en el resto de países americanos. Lo hemos visto sobre el terreno en estos dos meses que estamos pasando en la América Hispana.


BUKELE ES HOY UNA REFERENCIA PARA TODA IBEROAMÉRICA

El gran problema al que se enfrenten el Partido Demócrata de EEUU atrincherados tras ese monigote acartonado de Biden (lo mejor que el Partido Demócrata puede presentar a la presidencia de aquel país), es que el ejemplo salvadoreño cunda en toda Iberoamérica; tan grave como que los chiringuitos gestionados por los “profesionales de los derechos humanos” caigan en el descrédito y en el ridículo. De hecho, en El Salvador, el 90% de la población apoya al gobierno de Bukele, algo que ni siquiera el servicio en castellano de la BBC es capaz de poner en duda.

Hay que recordar que, hasta no hace mucho, los dos partidos que se turnaban en el gobierno en aquel país, se habían eternizado en el poder en los últimos 40 años. Fue así como El Salvador llegó a tener la criminalidad más alta del mundo.

En efecto, en 2015, la nación centroamericana alcanzó su pico de criminalidad: 105,2 homicidios intencionados por cada 100.000 habitantes. Tras el primer año de gobierno de Bukele, la criminalidad descendió a 7,2 homicidios y en la actualidad es apenas levemente superior al 2

El Salvador es hoy, sin ninguna duda, el país más seguro de Iberoamérica. Obviamente, en un país tan inseguro como El Salvador no interesaba al capital inversor. Invertir o establecerse allí suponía la posibilidad de ser secuestrado, asesinado, robado y/o expoliado. Hoy es otra cosa: el gobierno de Bukele está consolidado. Y el ejemplo está cundiendo en toda Iberoamérica. Incluso los ecos de la victoria sobre la delincuencia han llegado a Europa y suscitan sana envidia entre los ciudadanos y resquemor y reserva entre la clase política.

ARGENTINA Y ECUADOR, LAS SIGUIENTES ETAPAS

Durante la campaña electoral argentina de finales de 2023, el candidato nacional-liberal, Javier Milei presentó lo hecho en El Salvador como ejemplo de lo que él quería hacer en Argentina: acabar radicalmente con la delincuencia. En muchas ocasiones se le preguntó, en el curso de entrevistas, si esto era posible: “Claro, solamente hace falta que exista voluntad política”. Y no podemos por menos que estar de acuerdo con él. De hecho, la lucha contra la delincuencia, la mano dura, va a ser el terreno más sencillo en el que va a tener que lidiar Milei: mucho más difícil le va a resultar enderezar la economía de aquel país, incluso adelgazar la administración pública y sanear las finanzas. Por lo tanto, hay que pensar (y desear) que las redes de la delincuencia argentina vayan a ser pulverizadas en los próximos meses.

Y luego está el caso de Ecuador.

En este último país, las distintas bandas de narcotraficantes habían superado cualquier techo de criminalidad. No solamente habían asesinado a un candidato a las elecciones presidenciales, sino que, además, tomaron un canal de televisión ante la vista de toda la nación. Son narcotraficantes… no son muy inteligentes. Si lo fueran, sabrían que, a partir de ese momento, estaban poniendo la excusa perfecta para que el presidente Noboa -uno de cuyos objetivos era la lucha contra la delincuencia- decretara el estado de excepción: en apenas 10 días 3,387 personas fueron detenidas y, de ellas, 237 bajo cargos de terrorismo. Según las cifras oficiales, hasta el 24 de enero, se han ejecutado un total de 40.158 operaciones contra el crimen organizado.

Realmente no está resultando una campaña particularmente dura: apenas 5 narcoterrotistas han resultado abatidos y solamente dos agentes han muerto en el cumplimiento del deber, mientras que las fuerzas armadas no han sufrido ni una sola baja. De los 90 presos que se fugaron antes del inicio de la campaña antiterrorista, 34 ya han sido capturados de nuevo. Así mismo, en los diez primeros días de campaña se han incautado 1.130 armas de fuego, 1.489 armas blancas, 817 cargadores de balas, 15 embarcaciones, 5.227 unidades de explosivos, 59.173 municiones, 1.177 teléfonos móviles, casi 80.000 libros de gasolina, 76.386 dólares, 35,7 toneladas de drogas, 571 vehículos, 493 motocicletas

Y la presión sobre el narcotráfico sigue aumentando según el esquema ya ensayado en El Salvador. No solamente se trata de detener a los delincuentes, sino de humillarlos ante la opinión pública… lo que ha desatado fuertes críticas de los “profesionales de los derechos humanos”.

LA OPINIÓN PÚBLICA PIDE Y APOYA LA “MANO DURA”

Tanto en El Salvador como en Ecuador, la opinión pública vive de espaldas a estas críticas: “¿Les interesan los derechos de los delincuentes? Llévenselos a su país y que delincan allí”, dijo Bukele a una delegación de estos chiringuitos que le visitó. La opinión pública aplaudió sus palabras. En Ecuador, por su parte, la opinión pública vio con agradecimiento como los delincuentes detenidos del grupo de “Los Patos”, debían andar desnudos como patos ante las metralletas de sus captores: detención – exposición – humillación - victoria. Es lo menos que podía esperarse de la declaración de “conflicto armado interno” realizado por el presidente Daniel Noboa. 

Los 22 grupos del “crimen organizado internacional”, considerados a partir de ahora como “organizaciones terroristas” y “actores no estatales beligerantes”, están resultando sistemáticamente desmantelados por esta oleada represiva que ellos mismos habían provocado.

Vale la pena recordar que la espiral de violencia en Ecuador se desató después de que el presidente Noboa anunciada la puesta en marcha del “Plan Fénix” cuyo objetivo era recuperar el control de las cárceles. Entre 2020 y 2023, las rivalidades entre grupos de presos mafiosos causaron más de 450 víctimas en distintas masacres carcelarias. Mientras eso ocurría en las cárceles, en las calles, la tasa de asesinatos se había elevado a 45 por cada 100.000 habitantes en 2023.

Nadie duda que las bandas de narcotraficantes ecuatorianos disponen de más medios que los “maras salvatruchas” salvadoreños y, por tanto, se prevé que la lucha va a ser dura. Pero, también es cierto que el Estado ecuatoriano tiene más medios y unas fuerzas armadas más amplias para golpear a la delincuencia. Si lo que faltaba era “voluntad política”, ahora, cuando ha aparecido, cabe pensar que el número de detenidos será muy superior al de El Salvador. En este último país, en efecto, se han detenido en el curso de la campaña contra las “maras” a 35.000 miembros.

Antes de 2023, El Salvador era el segundo más americano con el porcentaje más alto de población carcelaria (562 personas por cada 100.000 habitantes), solamente superado por los EEUU. Pero en la segunda mitad de 2023 se puso en cabeza con 1,150 personas por cada 100.000 habitantes: el 2% de la población. Es muy posible que en Ecuador estas cifras, como mínimo, se tripliquen. Y veremos lo que ocurre en Argentina…

Obviamente, Bukele cuenta con la oposición de un 10% de la opinión pública: ya hemos dicho que el 2% está compuesta por presos. Si atribuimos a cada preso una familia de 4 personas… eso nos da casi el 10% de opuestos a la iniciativa de Bukele y, seguramente, algún miembro de ARENA y del FMLN que se habían alternado en el poder en los últimos 40 años… en otras palabras: la política de “mano dura” ha surgido de un tácito consenso nacional.

Los chiringuitos de plañideras de los derechos humanos (en especial, Amnistía Internacional) han denunciado la “oleada indiscriminada de represión” y las condiciones de vida en las cárceles salvadoreñas. Profesionales de la defensa de los derechos de los delincuentes, no han tenido ninguna frase de lamento por las víctimas. Y aquí vale la pena abandonar las cifras y dar nuestra opinión personal sobre esta cuestión.

¿”DERECHOS HUMANOS”? ¿DÓNDE ESTÁN LOS “HUMANOS” Y DÓNDE LAS FIERAS SEDIENTAS DE SANGRE?

Como su nombre indica, los “derechos humanos” son los que acompañan a “los humanos”. Se nace humano… pero no necesariamente se permanece como humano. Las bandas de delincuentes, con mucha frecuencia actúan con un salvajismo depredador que les hace más próximo a la animalidad que a la humanidad.

La ideología de los “derechos humanos”, puede aplicarse en situaciones de NORMALIDAD, cuando existe una delincuencia residual generada por inadaptados sociales, malformaciones psicológicas o, simplemente, situaciones de miseria extrema. Pero es ocioso hablar de “derechos humanos” cuando la delincuencia ha superado determinadas líneas rojas de “cantidad” (se está convirtiendo en masiva en la mayor parte de Iberoamérica e, incluso, en Europa Occidental) y de brutalidad. En ese caso, los únicos derechos a considerar son los de las víctimas y de los ciudadanos que confían en que el Estado asuma su responsabilidad. ¿O es que al Estado solo existe para recaudar impuestos y sufragar a una improductiva clase política?

¿Y el delincuente? El delincuente merece, en ese caso, solo algunos derechos superiores a cualquier bestia sedienta de sangre: derecho a un jergón en una cárcel, derecho a un calzoncillo con que cubrir sus vergüenzas y derecho a trabajar para sufragar los gastos que genera su detención. ¿El juicio justo? Por supuesto, pero, ante todo y en primer lugar, salvajes que llevan incluso tatuados en su cuerpo el nombre y el número de los que han asesinado, deben ser apartados de la sociedad de los humanos y colocados en reservas de animales peligrosos.

Como hemos dicho antes, en toda Iberoamérica hemos registrado el mismo clamor: la delincuencia, las mafias, sus brutalidades, han llegado demasiado lejos y lo han hecho por dejadez de la clase política, por las blandenguerías de los chiringuitos de los “derechos humanos” y porque la delincuencia -que no es NUNCA el producto de la pobreza: hay muchos pobres que llevan con dignidad su pobreza y que intentan salir de ella sin caer en la delincuencia y sin realizar rituales sádicos y acciones criminales- es, en esas circunstancias, una “vía” para gozar de un aceptable nivel de vida. Y en toda la América Hispana se oye la misma voz: “imitar a Bukele”.

 

BUKELE, NOBOA, MILEI LO TIENEN CLARO. SÁNCHEZ NO (1 de 2)

BUKELE, NOBOA, MILEI LO TIENEN CLARO. SÁNCHEZ NO (2 de 2)