lunes, 22 de mayo de 2023

LISBOA: REUNIÓN BILDELBERG (1ª parte) - Los grupos de "poder mundial" en la Segunda Revolución Industrial

Vaya por delante que el autor de estas líneas no es “conspiranoico”, pero cuando se reúnen las personas con más poder (económico, político, militar y mediático) del mundo, cuando abandonan por unos días sus actividades habituales, se debe a algo que ellos consideran importante; es evidente que no es lo mismo que si se reúnen cuatro amigos para jugar al mus. Y mucho más en estos momentos en los que asistimos a tensiones mundiales insuperables en un momento en el que el “viejo mundo” no termina de morir y el “nuevo” todavía está ausente y sin que pueda establecerse la fecha de su nacimiento, ni siquiera haya aparecido ningún rasgo nuevo. Nunca como hoy “la información es poder” y estas asociaciones, no solamente ofrecen el marco más adecuado para el intercambio de informaciones, sino que ellas mismas se preocupan -como entidades- de recabarla a especialistas y protagonistas.

Además, vale la pena recordar que, siendo importante el encuentro portugués del Club Bildelberg, existen decenas de asociaciones similares que, hasta ahora, nadie se ha preocupado por clasificar, establecer y que se siguen reuniendo (el Foro Económico Mundial, por ejemplo, lo hizo en enero de este año). Sin olvidar, igualmente, que, si bien todos estos círculos son “privados”, existen, además, “foros políticos intergubernamentales” (G-3, G-4, G-6, G-7, G-10, G-12, etc.) que tratan de articular políticas de sus miembros, asumir iniciativas conjuntas y definir objetivos en función de las realidades de cada momento. Y estos “foros”, igualmente, se reúnen con cierta frecuencia (la reunión del G-7 tuvo lugar este pasado fin de semana). Llamar a este conglomerado “asociaciones de poder mundial”, es constatar una evidencia, pero al mismo tiempo, es decir poco. Así pues, la pregunta es: ¿cuáles son las relaciones entre todas estas asociaciones, foros, grupos, clubs y cuál es su importancia real? ¿Se trata de asociaciones meramente consultivas? ¿Tienen algún tipo de jerarquía entre sí? Vamos a intentar responder dentro de los límites de un post.

Vamos a artículos nuestro estudio en cinco partes:

1) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la Segunda Revolución Industrial

2) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la Tercera Revolución Industrial

3) Censo de “foros intergubernamentales”

4) Algunos nuevos y viejos “círculos de influencia”

5) Balance global y líneas surgidas de las reuniones del “poder mundial” en 2023.

1ª parte: CENSO DE “ASOCIACIACIONES DE PODER MUNDIAL” surgidas en la Segunda Revolución Industrial

Es importante establecer que cada “revolución industrial” surgida al calor de la aparición de nuevas tecnologías, genera modificaciones en la estructura de las sociedades y en las concepciones del poder político. En la actualidad estamos viviendo un momento de tránsito de la tercera a la cuarta Revolución Industrial, cuando todavía subsisten prácticas y corporaciones que crecieron y se hicieron omnipotentes durante la Segunda Revolución Industrial. Y esto, como veremos en las conclusiones, define con propiedad al primer grupo de asociaciones de “poder mundial”.

Estas asociaciones no son simples “círculos de socialización de las élites económicas” (como pueden ser, por ejemplo, Skull & Bones, asociación de miembros de la universidad de Yale que hizo verter mucha tinta durante la administración de George W. Bush que, tanto él como su padre, pertenecieron a ella), sino círculos cuyo denominador común es la integración de élites económicas, con élites políticas, y representantes del mundo de la comunicación.

Son decenas, muchas más de lo que generalmente se tiene tendencia a pensar o a recordar. Algunas han tenido fugaces momentos de protagonismo, han estado presentes en los medios y en las crónicas conspiranoicas, para luego desaparecer. Y, sin embargo, siguen existiendo. Otras, en cambio, llevan más de 50 años o incluso 100 años, permanentemente actuando entre sombras. No todas son igualmente importantes, ni tienen los mismos campos de aplicación, pero todas tienen objetivos similares. Intentemos establecer una “cartografía” de todo este entramado.

1. Chatham House

El origen de estas asociaciones es el mundo anglosajón a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX. La razón es clara: ese ambiente geopolítico había protagonizado la irrupción de la Primera y de la Segunda Revolución Industrial y, por tanto, económicamente, era el que tenía unos intereses mundiales más amplios. Así pues, las élites económicas y políticas precisaban articular proyectos, intercambiar información, decidir qué les beneficiaba y qué rechazarían y, por supuesto, a quien entregar su confianza y a quién negarla. La máquina de vapor había aparecido a finales del siglo XVIII y registró una formidable expansión a lo largo de todo el XIX. Cuando aparecen los motores de combustión interna y se generaliza la electricidad, el capitalismo anglosajón tiene ya un siglo de experiencia, por delante de sus competidores europeos, y aparecen las primeras “asociaciones de poder mundial” en ambas orillas del Atlántico.

La figura de Cecil Rhodes fue importante en el arranque de estas asociaciones. Magnate minero y político británico con intereses en África del Sur, fue uno de los teóricos del colonialismo británico. A finales del XIX su empresa dominaba el mercado mundial del diamante. Su proyecto personal era conseguir el dominio británico desde el Cairo hasta el Cabo en Sudáfrica. La base de su proyecto era el racismo más primario que pudiera existir: la raza anglosajona estaba destinada a regir el mundo. Fue considerado como el “arquitecto del apartheid” y aspiraba a formar una “raza de reyes-filósofos”, a partir de las élites económico-intelectuales en el mundo anglosajón, que consiguieran reincorporar a los EEUU al Imperio Británico. Nunca se casó y fue considerado homosexual. Se le atribuye la paternidad de la idea de crear una “sociedad secreta” que extendiera el dominio anglosajón por todo el mundo.  

En 1909 se creó el “movimiento” Round Table (Mesa Redonda) impulsada por los discípulos de lord Milner, uno de los ideólogos de la política exterior inglesa de finales del XIX que había estado ligado a las iniciativas de Rhodes. Milner se rodeó de un grupo de jóvenes “protegidos” por él que fueron llamados “el jardín de infancia de Milner” y que proseguirían la realización de su idea de un imperio británico “federalista” que, finalmente, desembocaría en la creación de la Commonwealth. El líder de este “jardín de infancia” fue Lionel Curtis quien, en 1920, convocó a los participantes ingleses y norteamericanos en la Conferencia de Paz de París de 1919, tras la Primera Guerra Mundial y creó el Royal Institute of International Affairs (RIIA) también conocido como Chatham House.

Esta asociación todavía existe en la actualidad, celebra conferencias con frecuencia en las que el invitado tras pronunciar la charla pública, asiste a una cena en su honor en el curso de la cual es interrogado y examinado sobre sus proyectos, su personalidad y sus posibilidades. Elabora informes globales o sectoriales por iniciativa propia que luego sirve a los distintos organismos de gobierno y asociaciones privadas. En la práctica, la asociación es una antena del ministerio de asuntos exteriores británico. En 1927 se creó la famosa “regla” que rige las reuniones del Instituto y que ha sido adoptada por el resto de “asociaciones del poder mundial”: “En una reunión o parte de ella, los participantes son libres de utilizar la información recibida, pero no puede revelarse ni su identidad ni la afiliación de los ponentes ni de ningún otro participe”. Quien no respeta la regla corre el riesgo de ser expulsado del grupo. Romper la “regla” es condenarse al ostracismo. Se entra en la asociación por invitación que deriva de orígenes y contactos familiares, rol socio-económico y protagonismo político.  

El RIIA ha creado antenas en otros países, especialmente en antiguas colonias británicas: Australia, Canadá, Pakistán, Singapur. Así pues, la asociación, sobre todo, un instrumento de análisis e influencia de las élites económicas británicas.

2. Council on Foreing Relations

Si el RIIA se fundó en 1920, el CFR se creó al año siguiente en Nueva York. El origen fue la ya mencionada reunión de delegados británicos y norteamericanos en la Conferencia de París de 1919. La mayoría de los delegados norteamericanos estaban vinculados al “coronel” Edward Mandel House, y habían asesorado al presidente Woodrow Wilson a lo largo de los años de la Primera Guerra Mundial. Al terminar ésta, el grupo siguió realizando estudios para determinar cómo sería el mundo de la postguerra. Sus informes influyeron decisivamente en las posiciones adoptadas por Wilson en la Conferencia de París. A la vista de los distintos orígenes (los delegados norteamericanos, por supuesto, no compartían las tesis del “jardín de infancia” de Milner, ni los criterios sobre la reintegración de los EEUU en el Imperio Británico), los convocados por Curtis en París optaron amistosamente por crear dos asociaciones diferenciadas, la rama británica sería el RIIA, mientras que la rama estadounidense, sería el CFR.

Las actividades del CFR son muy parecidas a las del RIIA: en ambos casos, además, de facilitar estudios e informes para el gobierno, ambas asociaciones se han convertido en “viveros” de altos cargos ministeriales y administrativos en ambos países. En EEUU, por ejemplo, el 57% de la administración del presidente Johnson procedían del CFR y el 50% en tiempos de JFK. Incluso varios presidentes, antes de serlo, habían presidido comisiones del CFR (Eisenhower, por ejemplo). Está constituido por 250 “miembros corporativos”, necesariamente “ciudadanos estadounidenses”. Hay miembros “vitalicios” (que deben ser propuestos por miembro y avalado por otros tres) y “temporales” (cuya filiación dura solo cinco años y deben tener entre 30 y 36 años, es, por tanto, también una “escuela de cuadros” y de “élites”). Los “vitalicios” están divididos en “asociados”, “afiliados”, “círculo presidencial” y “fundadores”.

Durante la Guerra Fría fue uno de los grupos que facilitaron más cuadros a las distintas administraciones y exaltaron el belicismo antisoviético. Desde su fundación, el CFR se dividió en distintas comisiones (económica, financiera, seguridad, territorial y política) lo que índice sus principales frentes de interés. En la actualidad, el presidente del CFR es David M. Rubenstein, director del Carlyle Group y miembro también de la dirección del Foro Económico Mundial.

Ha alimentado, tanto a administraciones demócratas como republicanas, si bien es cierto que sus preferencias pueden ser definidas con propiedad como “progresistas”, a condición de recordar que, más que “preferencias”, lo que priman son “intereses”. No siempre sus miembros han estado unidos (ni siquiera hoy lo están en relación al conflicto ucraniano, las mayores divisiones se produjeron durante la guerra del Vietnam y, posteriormente, a causa de la acogida o no del destronado Sha de Persia en EEUU): el único elemento que ha facilitado la cohesión entre sus miembros son los “intereses comunes”.

El CFR es, por tanto, un foro pues al servicio de la administración norteamericana que garantiza el que los resortes del poder político serán ocupados por “amigos”, “gentes de confianza” que respetarán y promoverán los intereses de las élites a las que deben el cargo.

3. Club Bildelberg

En 1954, cuando la reconstrucción de Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, estaba casi completada, pero eran los momentos más amenazadores de la Guerra Fría, Jozef Retinger, un polaco exiliado de origen judío, se mostró preocupado por la creciente oleada de antiamericanismo que detectaba en Europa Occidental y propuso la convocatoria de una conferencia que reuniera a representantes europeos y norteamericanos para promover el “atlantismo” y la cooperación en política, economía y defensa. Logró reunir en la primera conferencia de 1954 asistieron 54 representantes europeos de 11 países y otros 11 de los EEUU.

Desde el principio, las reuniones fueron extremadamente secretas y, con el tiempo, el secretismo se ha extendido todavía más: hoy, prácticamente, son impenetrables y solamente se tiene acceso a parte de lo tratado gracias a la información tamizada por la propia organización que elije a los periodistas que deben cubrir el evento. En las últimas conferencias celebradas (Montreux, 2019, Washington 2022 y en estos días en Lisboa) asisten entre 120 y 150 personas: la élite de la élite del mundo de la economía, la política, los negocios, la comunicación y la cultura.

El objetivo declarado sigue siendo el fortalecimiento de la cooperación euro-norteamericana “en la defensad de la paz”, lo que, traducido implica fortalecer el libremercado y los intereses de las élites capitalistas de ambos lados del océano. Sin embargo, la asociación está visiblemente desequilibrada: el “lado europeo” pesa bastante más que el norteamericano: dos tercios, en efecto, proceden de Europa y uno de EEUU. Pero esto no debe engañar: están presentes los representantes de las mayores corporaciones “clásicas” de EEUU. Y, por lo demás, es cierto que las ideas del club influyeron decisivamente en la creación del Mercado Común Europeo (si bien existieron dos fracciones: los que proponían una Europa unificada y los que proponían una Europa federal).

Los miembros del “club” no tienen todos el mismo rango: existe un “Comité Directivo de las Reuniones” que es quien marca la agenda del grupo, establece las invitaciones para las conferencias y constituye su verdadero “centro”. El secretismo llevado hasta el paroxismo, ha hecho que sobre Bildelberg se centren buena parte de las teorías conspirativas que llegan hasta a ver en el grupo un verdadero “gobierno mundial”. Reiteradamente sus miembros han negado todas estas teorías y afirmado que se trata de un círculo de intercambio de opiniones, sondeo de perspectivas de futuro y, por supuesto, es inevitable que, cuando se reúnen miembros de las élites económicas se fragüen acuerdos, negocios, proyectos y se tienda a prácticas comunes.

Por lo demás, lo cierto es que se ha atribuido al Club acciones más importantes que les que, en realidad, les corresponden, fruto de exageraciones conspiranoicas. El objetivo inicial sigue vigente (mantenimiento del eje euro-americano), y, en la medida en que todos los asistentes están vinculados a sistemas democráticos y economías neo-capitalistas, parece lógico que los acuerdos, contactos, resoluciones e informes vayan en la misma dirección, para ampliar intereses, defenderse de riesgos que puedan aparecer y establecer actitudes a adoptar.

4. Comisión Trilateral

David Rockefeller, era en los años 60 un globalista convencido, educado en esta ideología por su padre y, por tanto, había participado en las actividades del CFR (que presidió la organización entre 1949 y 1967, siendo hasta su muerte presidente honorífico), había asistido a todas las reuniones del Club Bildelberg desde su fundación en 1954. Sin embargo, en la década siguiente empezó a mostrar discrepancias tanto con la forma de actuar del club (que según él debía de ser más “intervencionista”) como en las listas de invitados (Rockefeller aspiraba a que miembros japoneses fueran incluidos en el Club. Al no conseguirlo, decidió crear la Comisión Trilateral cuyo inspirador sería Zbigniew Brzezinski que entonces había lanzado un libro que causó impacto en las élites al diseñar algunas líneas que, necesariamente, deberían adoptar las democracias si aspiraban a sobrevivir: La Era Tecnotrónica.

El calificativo “trilateral” alude a los que a principios de los años 70 eran los tres puntales del mundo capitalista: Europa, EEUU y Japón. La novedad de la Comisión Trilateral es, precisamente, el establecimiento de un eje de colaboración con el capitalismo japonés. Entre los miembros de la Trilateral que han llegado a la presidencia figuran: Jimmy Carter, George Bush (padre) y Bill Clinton.

Está formada por menos de 400 miembros, incorporados por rigurosa invitación. A medida que la globalización fue avanzando y que aparecieron otros actores internacionales, la CT ya no se reduce a EEUU, UE y Japón, sino que alude a “tres áreas regionales”: América del Norte (con 120 miembros: 87 estadounidenses, 20 canadienses y 13 mexicanos), Europa (con 170 miembros: 20 alemanes, 18 franceses, 18 italianos, 18 del Reino Unido, 12 españoles y entre 1 y 6 para el resto de países) y área Asia-Pacífico (con 117 miembros: 75 japoneses, 11 coreanos, 7 australianos y neozelandeses, 15 repartidos entre Indonesia, Malacia, Singapur, Tailandia y Filipinas y, finalmente 9 repartidos entre China, Hong Kong y Taiwán). Todos pertenecen al mundo de los negocios, la política y la comunicación.

La organización ha estado siempre dirigida por un “triunvirato” formado por un europeo, un norteamericano y un japonés. En la actualidad, esta dirigida por Jean-Claude Trichet, Meghan O’Sullivan y Akihiko Tanaka.

En la CT se atrincheran los partidarios más fanáticos de la globalización. Desde siempre, su orientación ha sido proclive a actitudes “progresistas” y siempre ha sido sospechosa de tratar de limitar la democracia con distintos subterfugios (ya en 1973, Brzezinsky sostenía la necesidad de desarrollar una fuerte industria del “entertaintment” para distraer a los ciudadanos y sustraerlos de las decisiones políticas importantes que había llevado a la derrota norteamericana en Vietnam).

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Como puede comprobarse por estas breves notas, existe entre todas estas asociaciones distintos niveles de “especialización” y de campo de aplicación: el CFR es específicamente norteamericano, el RIIA-Chatham House británico, el Club Bildelberg tiene una vocación decididamente euro-norteamericana y es, por tanto, más amplia que los demás. En cuanto a la Comisión Trilateral puede ser considerada como la quintaesencia de la globalización, el grupo que, en primer lugar, la propuso, pero, con una salvedad que introdujo desde el principio su fundador: globalización sí, pero bajo hegemonía norteamericana.

Llaman la atención varios elementos: en primer lugar, como ya hemos dicho al principio, salvo la Comisión Trilateral que desde el principio no tiene inconveniente en afirmar una línea “ultraprogresista” patroneada por el “clan Rockefeller”, el resto de asociaciones tiene bastante más atenuados sus rasgos ideológicos. Todas ellas han ido cambiando de fisonomía y de objetivos a lo largo del tiempo: si bien la influencia de las corrientes “fabianas” estuvo muy presente tanto en la RIIA como en el CFR, a medida que la Sociedad Fabiana se fue diluyendo y los grupos socialdemócratas fabianos se diluyeron en el seno de sus respectivas naciones, a partir de los años 90, esa influencia -incluso dentro del PSOE-, simplemente, desapareció y lo que quedó fueron algunas dinastías -especialmente norteamericanas- que aspiraban a llevar adelante un programa “gradualista” (inspirado en el fabianismo británico difundido en las élites económicas a través de la London Economic School) de “ingeniería social”. En especial el clan Rockefeller, el clan Vanderbilt y el clan Carnegie (en esencial, los antiguos “barones ladrones” de finales del XIX estadounidense).

En segundo lugar, a pesar de los esfuerzos, especialmente de la Comisión Trilateral, de incorporar a miembros de países no occidentales, lo cierto es que estas asociaciones de poder mundial, están presentes especialmente en Europa y EEUU, con antenas en países de la Commonwealth o en tradicionales aliados de los EEUU desde 1945 (caso de Japón o de Corea del Sur). En el resto del mundo, mantienen contactos simplemente, especialmente con los presidentes de los Bancos nacionales, pero carecen por completo de presencia efectiva. Nacieron en un momento (los primeros años del siglo 20) en el que solamente contaban en el mundo algunos países europeos y EEUU, esto es, los países que protagonizaron los primeros pasos de la Segunda Revolución Industrial. No han sido capaces de incorporar -salvo a personalidades aisladas- a países “emergentes”, ni siquiera a nuevos actores económicos.

Su esperanza fue que los años en los que la globalización pareció imponerse en todo el mundo (entre 1990 y 2001) el entramado de intereses y alianzas haría que las grandes corporaciones occidentales extendieran su sombra por todo el mundo. No calcularon que otros países, otros continentes, nuevos modelos de empresas vinculadas a la Tercera y a la Cuarta Revolución Industrial intentarían defender sus propios intereses.

Esto es lo que hace que, aun en el caso de existir una “conspiración”, esta ya no pueda ser de ninguna manera una “conspiración mundial”. Sería, en el mejor de los casos, una “conspiración” que afectara solamente a una parte del mundo: pero de la otra parte, hoy, parece claro que ya han perdido completamente el control. El proyecto globalizador en el que habían centrado su interés Bildelberg o la Trilateral, está hoy en bancarrota tal como ha evidenciado la decantación de posiciones a raíz del conflicto ucraniano.

CAPÍTULOS

1) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la SegundaRevolución Industrial

2) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la TerceraRevolución Industrial

3) Censo de “foros intergubernamentales”

4) Algunos nuevos y viejos “círculos de influencia”

5) Balance global y líneas surgidas de las reuniones del “poder mundial” en 2023.