sábado, 19 de septiembre de 2020

COVID 19 O LA CONSPIRACIÓN DE LOS INEPTOS

No creo que los chinos hayan creado un virus de laboratorio (hace falta entrar en la trastienda de un restaurante chino para comprobar que cualquier cosa puede salir de allí). Lo que si creo es que todos intentan beneficiarse del virus: los EEUU para echar la culpa a China y, de paso, dar un paso más en el “decoupling” comercial con este país (varios de los vídeos que han circulado en las últimas semanas -algunos de los cuales han sido reproducidos por Cuarto Milenio- tienen el aroma inequívoco de haber sido construidos desde los laboratorios de “operaciones psicológicas” del Pentágono y filtrados a la opinión pública occidental a través de distintos medios que ignoraban su origen (aunque no tanto su intencionalidad.

Tampoco creo que el gobierno de la izquierda marciana de nuestro país considere el virus como un medio para encerrar a la gente en sus casas y desmovilizar a la sociedad. Habitualmente, la gente está ya encerrada en sus casas y replegada a lo individual desde el primer tercio de los años 80, separada de la realidad y desinteresada por los grandes problemas del país. Y más todavía en esta época de autopistas digitales, Skype, redes sociales, streamings y multiplataformas mediáticas. No hace falta salir a la calle para estar en contacto con el mundo. Ahora bien, lo que si creo es que el gobierno español no ha estado a la altura y ha demostrado su ineficiencia absoluta.

Hoy sabemos que el gobierno español preguntó a la UE sobre la gravedad del virus, 30 días antes de que irrumpiera en España. La UE contestó que, efectivamente, se trataba de una pandemia grave. Ante lo que el gobierno marciano no hizo absolutamente nada, salvo permitir la manifestación feminista del 8 de marzo y que la televisión pública, a través del programa de Maxim Huerta del mediodía, unos tertulianos poco informados, estuvieran sembrando el miedo en la sociedad durante un mes, hasta que se decretó el confinamiento obligatorio. ¿Hay que recordar que el miedo es un reflejo psicológico que al somatizarse genera una bajada de defensas?

¿Cómo iba a hacer algo Sánchez, dotado de todo el poder que le otorga la constitución, pero huérfano de la Autoridad necesaria para que se respeten sus orientaciones por sí mismas y sin apelar a las multas o a la represión? La sanidad estaba en manos de Illa, un individuo carente por completo de formación en materia de sanidad, desconocedor de la diferencia entre un virus, una bacteria, un ácaro y una boina. Con unos ministros de Podemos más preocupados por el pendiente y la coleta, acompañados por neuróticas feminitudas, catetas en su mayor parte, y preocupados de que Sánchez cortejara a la otra parte del arco político… y les dejara en la calle con las hipotecas y los cuñaos en paro. Y luego estaba Simón, con aspecto permanente de haber pasado una mala noche, pero provisto de la capacidad de hablar sin decir nada. Sin olvidar a la inefable Celá, ministra de educación, incapaz de explicar cómo iba a actuar el gobierno en materia de enseñanza durante la pandemia y que todavía sigue sin responder esperando que las comunidades autónomas lo hagan.

Pero, eso sí, aplausos, oímos y muchos. Se aplaudía por cualquier cosa: ¿Qué han muerto 20? Aplausos en el geriátrico. ¿Qué faltan mascarillas? Aplausos porque de China llegarán unas que no sirven para nada. ¿Qué las urgencias están saturadas? Aplausos y muérase de otra cosa… Aplausos, siempre aplausos, aplausos por nada, aplausos para nada. Aplausos para ahogar los gritos en el Ifema, oídos por todos los ingresados, de aquellos a los que se les había empotrado un tubo en los pulmones para que respiraran mejor y seguían ahogándose…

Establezcamos el orden de importancia:

1) Hay muertos (29.000 oficiales y 54.000 reales) porque hay virus. Virus producto de la dejadez oriental (como antes la gripe aviar que vino de África pero se aceleró en China), cuya característica es la rapidez en su expansión, pero que no deja de ser una gripe grave.

2) El número de muertos ha aumentado al aplicarse un mal protocolo clínico para su tratamiento. Y ahí las responsabilidades se distribuyen entre la OMS, el gobierno español y su falta de especialistas (ni siquiera se creó la famosa non nato gabinete de expertos).

3) España ostenta el dudoso honor de ser el país del mundo con más muertos por cada 100.000 habitantes, gracias a la ineficiencia y falta de autoridad de los distintos escalones de gobierno (estatal, autonómico y municipal).

Sigamos lo ocurrido en estos últimos meses. El gobierno actuó en cinco fases:

- Fase previa: tenía información suficiente para reaccionar un mes antes. No hizo nada. Ni siquiera encargó mascarillas a alguna empresa, ni prohibió manifas feminitudas

- Fase de confinamiento: cuando el virus estaba presente y difundiéndose, el gobierno central asumió el papel de “salvaguarda de la nación y escudo sanitario”.

- Fase de normalización: ante la pérdida de prestigio del gobierno y para cortarla, el gobierno trasladó la responsabilidad de la desescalada a las Comunidades Autónomas.

- Fase de reavivamiento: como era de esperar, cada comunidad reprodujo los errores que antes había cometido el gobierno central y se sacó de la manda “ideas geniales” (no fumar).

- Fase providencialista: el gobierno y las comunidades, a estas alturas, ya solamente confían en que la vacuna esté difundida antes del final de la primavera y así poder recuperar económicamente al país en la campaña turística de 2021.

Vana esperanza esta última porque en la temporada siguiente el turismo todavía no estará suficientemente recuperado. Es más, es probable que casi dos años de interrupción de los flujos turísticos hayan sido aprovechados por otros países en los que el impacto del Covid-19 ha sido mucho menor (Europa del Este, Costa Dálmata, Portugal) para restar clientela a su principal competidor: la maltrecha España del Covid y de la izquierda marciana.

No, decididamente, no podemos hablar de conspiración en el caso del Covid-19, ni para el mundo (la epidemia apenas ha mermado la población mundial en un millón, algo imperceptible que es absorbido en menos de un mes por el crecimiento demográfico mundial), ni en España (en donde, de haber estado otro partido en el gobierno, probablemente hubiera ocurrido lo mismo y por las mismas causas: una clase política que está en el poder para saquear las arcas públicas y lo que menos le interesa es resolver los problemas que van apareciendo; y lo que es peor: que ni siquiera tiene criterio, sentido común y capacidad técnica, por no hablar de Autoridad, para resolverlo).

Lo que ha existido es la “conspiración de los ineptos”. Sería punible judicialmente si la policía tuviera una “Brigada para reprimir la Ineptitud”, existieran leyes que penaran la estupidez y la ineptitud de los funcionarios públicos y existiera una población que exigiera eficiencia en el ejercicio de los cargos políticos. Pero nada de todo ello existe y, en su lugar, tenemos una fiscalía general del Estado, cuyo titular es nombrado por el gobierno y que, por tanto, está poco predispuesto a actuar contra él.

La “judicialización” de la vida pública -tal como enseña el caso del independentismo catalán y la vía que ensayó Rajoy para combatirlo y que ahora sostiene Vox- es una vía muerta. La “movilización popular” resulta impensable en un país que solamente se moviliza cuando gana su selección nacional de fútbol, porque desde el felipismo, la sociedad civil está agónica. La “indignación” de 2009 que dio lugar a Podemos se ha convertido hoy en frustración y desengaño para otra generación. Si la vía judicial está muerta y la vía de las movilización es ilusoria, habrá que deducir que este país no tiene remedio.

De todo ello puede concluirse -y esto es importante- que la única conspiración posible en España es la de los ineptos. Ha, existido y existirán muchas más “conspiraciones” como ésta (ya nos hemos olvidado del síndrome tóxico de 1981 que afectó a 20.000 personas, y que se “resolvió” con una sentencia judicial sin fundamento científico ni epidemiológico). No es extraño que el gobierno se niegue a una auditoria científica de su gestión...

Y luego a alguien le extraña que ahora estemos por los 2,3 BILLONES de euros de déficit y en la primavera de 2021 lleguemos a los 3 BILLONES. La idiotez tiene un precio a pagar por los que todavía tienen nómina.