miércoles, 1 de noviembre de 2017

1926-1934-2017: TRES PATINAZOS PARA UN MISMO NACIONALISMO




La última astracanada del pobre Puigdemont es creerse un Macià redivivo y emprender como él, un camino del exilio antes de su triunfo definitivo. Veremos si el gobierno belga acepta el marronazo (que será condenado por toda la UE y corre el riesgo de acabar con el frágil equilibrio interior belga) de admitir en su territorio a un “gobierno catalán en el exilio”, que no es gobierno, que nadie ha exiliado y que más que catalán está compuesto por paletos provincianos (no lo digo yo, sino el Diari de Girona que conoce muy bien a Puigdemont y cuyo artículo Catalunya no és Girona recomendamos leer). La aventura independentista, por tercera vez en noventa años, ha terminado en astracanada. El nacionalismo ha alcanzado un promedio de treinta años entre “flamarada” y “flamarada”. Y no cambia. Pero así como la primera broma en 1926, los “fets de Prats de Molló” pudo terminar mal y, de hecho, hubiera terminado si parte de los aventureros no hubieran sido chivatos de distintos servicios policiales de Francia, Italia y España; así como la segunda broma rondó la tragedia con algunos disparos y 48 muertos; la tercera –la protagonizada por el tándem Puigdemont-Junqueras- ha sido, desde el principio, una simple ensoñación, tan romántica y apasionada como ingenuo-felizota.

Los protagonistas de las dos primeras “flamaradas” fueron Maciá y Companys, ambos mitificados hasta el absurdo y pasados a la condición de intocables por el nacionalismo. Por la misma regla de tres, el nacionalismo catalán, en el 2050 habrá elevado a los altares a Puigdemont y Jonqueras. No en vano tienen los mismos méritos que sus dos precedentes históricos.

CON PRATS DE MOLLÓ EN EL CORAZÓN

Maciá… el “coronel Maciá” (la juventud barcelonesa decía en 1933: “ets mes ranci que la momia d’en Maciá” y tenían razón porque intentaron momificarlo tras su muerte), su trayectoria es la de un metepatas al que otros allanaron el camino que le llevó a la presidencia de la Generalitat a poco de instaurarse la República. Autoexiliado durante la dictadura, en 1926 se le ocurrió tramar un “complot” independentista. Primero buscó apoyos interiores: la CNT agrupaba al proletariado catalán. Trenzó con ellos un acuerdo. Luego, Pepe Bullejos, secretario del PCE, le invitó a conocer Moscú. Allí los esperaba Andreu Nin, catalán y entonces de estricta observancia leninista, dirigente del Komintern. Le presentaron a Zinoviev y este les prometió lo que hiciera falta: armas, municiones, dinero…

Al volver a París, Maciá se encontró con dos problemas: el primero era que la CNT al conocer su pacto con los stalinistas, rompió relaciones con el nacionalismo catalán; el segundo no era menos grave: justo al tomar el tren de regreso, Stalin había destituido a Zinoviev, iniciándose la primera de sus afamadas purgas… Así que de lo hablado, nada. Alguien normal y corriente se hubiera dedicado a su familia y a visitar París. Pero eso suponía no conocer lo que Maciá llevaba dentro: así que tramó la invasión armada de Cataluña, cruzando la frontera con 100 partidarios y otros 120-130 italianos de la Legión Garibaldina, dirigidos por Riccioti Garibaldi. Sí, este Garibaldi era sobrino nieto del “libertador de Italia” y se encontraba igualmente exiliado en París. La Legión Garibaldina era un amasijo de libertarios, ácratas, republicanos, aventureros y algún que otro delincuente que era todo lo anterior, todos malviviendo a la desbandada en París.

Lo que ignoraba Maciá es que la mayoría –empezando por Riccioti Garibaldi- vendían informaciones a la OVRA (la policía italiana), a la Sûreté Française, a la embajada española e incluso la Internacional Comunista tenía a sus agentes infiltrados. Maciá emitió unos bonos firmado por “El gobierno provisional de Cataluña” (¡la manía de un alucinado nacionalista de hablar en nombre de toda Cataluna, como se ve, no es nueva) para financiar la operación. De los 5.000.000 millones emitidos, se vendieron unos pocos miles entre los catalanes radicados en Cuba… Ni uno se vendió en el interior de Cataluña.

Maciá no debía ignorar que, de haber superado la frontera, las “dos columnas” que debían realizar una maniobra de “tenaza” sobre Olot, se hubieran enfrentado a un regimiento de infantería de guarnición allí, un cuartel de carabineros, unidades de la Guardia Civil y el somatén que hubieran movilizado a bastante más de lo que agrupaban a las fuerzas invasoras. Suerte tuvo Maciá de que, cuando se dirigían desde distintos puntos de Francia a Prats de Mollo, todos los miembros de la aventurilla fueron detenidos. “Ens han trahit!”, grito Maciá al conocer las primeras detenciones… pero no dio la orden de detener la operación que acabó con Maciá y sus compañeros ante los tribunales franceses.

De no ser masón el ministro del interior francés de la época, de no quedar el tribunal sorprendido por lo que calificó como “aventura senil” y de no mediar una brillante defensa, Maciá hubiera muerto en prisión. Sobre, el llamado “complot del Garraf” (en el que unos extremistas pretendían poner una bomba en uno de los túneles ferroviarios para que estallara al paso del convoy que llevaba a Alfonso XIII a Barcelona) hay menos que decir: en esta operación hubo casi tantos infiltrados de la policía como en “els fets de Prats de Molló”.

CON EL 6 DE FEBRERO DE 1934 EN EL CORAZÓN

Llegamos al 6 de octubre de 1934, cuando, muerto ya “el coronel Maciá” y reemplazado por “el Pajarito”, Lluís Companys, a éste se le ocurre otra genialidad. Proclamar el “Estado Catalán dentro de la República Federal Española”… Ejem. Companys, a decir verdad no era separatista, o al menos no era tan separatista como Maciá. Lo suyo era el “federalismo”. Sobre lo que ocurrió ese día todavía se sabe lo justo. Se ignora, por ejemplo, porqué los mozos de escuadra permanecieron acuartelados siendo como era el conseller de interior, Josep Dencás, el hombre más dispuesto para la acción de entre los independentistas. De hecho, se ignora incluso porqué Companys eligió a Dencás para el cargo. Dencás, a todo esto, era un habitual de la embajada italiana y aspiraba a que la nueva república fuera reconocida por la Italia Fascista.

Bastó un cañón colocado ante la puerta de la Generalitat para que aquel “Estado Catalán” dentro de una inexistente “República Federal Española”, durara diez horas. Todos acabaron en la trena. Todos procesados. La Generalitat intervenida, un gobernador general –masón por más señas- enviado a Cataluña y hasta la victoria del Frente Popular, los condenados siguieron en la cárcel. Algunos independentistas resistieron algo más de lo normal en la sede del CADCI, el sindicato de dependientes. Y ahí terminó todo. Sin épica, sin heroísmo, sin dignidad. Porque se perdió hasta la dignidad. A partir de ese momento, el nacionalismo ya no levantaría cabeza en los cuarenta y tantos años siguientes, a pesar de que siguiera llevando las riendas de la Generalitat. En la guerra civil se eclipsó. Companys fue incapaz de mantener el orden, rebasado por unos y por otros, no hubo columnas de ERC, ni de Estat Catalán en las vanguardias que lucharon en Aragón contra las tropas franquistas, ni mozos de escuadra dispuestos a separar a anarquistas, trostkystas y stalinistas en la guerra civil dentro de la guerra civil que tuvo lugar en marzo de 1937. No hubo milicias nacionalistas que salvaran la dignidad perdida el 6 de octubre de 1934.

El 6 de octubre de 1934 hubiera sido una segunda broma, de no ser porque murieron 38 civiles y 8 militares. Mientras la resistencia socialista en Asturias fue numantina, el nacionalismo demostró una vez más que tenía la mandíbula blanda. Pero quien creía que diez horas para un “Estado Catalana dentro de la República Federal Español” son pocas horas, y que en ambas ocasiones el ridículo y el bochorno más absoluto acompañaron a la aventura, es que todavía no había visto a Puigdemont y a Junqueras en su particular “cuento de la lechera”. 

EL CUENTO DE LA LECHERA EN VERSION INDEPE

“Tenemos una región que no es región, sino que es nacionalidad”, dado que “tenemos una nacionalidad histórica, debe tener un organismo de autogobierno”, “como somos especiales, este organismo de autogobierno debe ser más que el de cualquier otra autonomía del Estado”,para ser más ahora ya no somos nacionalidad, sino nación”, “como toda nación tiene un Estado, la generalitat es el embrión del Estado Catalán”, “y como algo tan excelso como esto es bueno para nosotros, es bueno para Cataluña”, así que “a despecho de leyes, constituciones y sentidos comunes, nos declaramos independientes”… y ya está. El cántaro, finalmente, se rompió. La “flamarada” hizo “llenya”.

Porque este tercer intento ha sido, si cabe –y no cabe mucho- más ridículo que los otros dos anteriores: protagonizado por un individuo sin lustre, ni historial, un perfecto don nadie de provincias, con un título de bachillerato por toda preparación profesional (miren en wikipedia y advertirán pronto que cuando se dice que “tiene estudios de filolofía catalana y de ciencias de la información” quiere decir que se matriculó pero que no terminó ni una ni otra carrera”), con una carrera asentada de aprendiz de pastelero en el negocio familiar, cargos de tercer y cuarto orden en medios amamantados por la gencat, luego alcalde de Girona casi por chiripa y, finalmente, al frente de la gencat, sin tener ni repajolera idea de dirigir un negociado… Ese es Puigdmont.

¿Y ESTOS HAN LIDERADO EL “PRUCÉS”?

No voy a salir en defensa de Rajoy y de Soraya, pero, ciertamente, impresionan más sus títulos universitarios, sus oposiciones triunfantes y su experiencia profesional. En fin, Puigdemont siempre podrá vender “Borrachos de Amer” y “Delicias de Amer” (especialidades de la pastelería familia) en Molenbeck, rivalizando con esos simpáticos pasteleros magrebíes que pueblan aquel suburbio bruselés. Porque otra cosa, la criatura, no sabe hacer. Y doña Marcela Topor, la ciudadana rumana que oficia de amantísima esposa, de pasado incierto (y digo bien porque cuando su marido se hizo cargo de la gencat, se contrató a una empresa para que borrara todo su historial previo en internet, con lo que su inofensiva condición de “actriz” que alega en su biografía no viene avalada por ni una sola prueba tangible y fehaciente), siempre podrá vender platos rumanos con el “gallo de Horezu” el símbolo de la buena suerte en su región, amuleto que le regaló a su marido al ser elegido “president”… y él, paleto de provincias, se lo creyó.

Para dirigir una aventura independentista hace falta más cuajo, más preparación, más liderazgo, más cabeza y más testículos. Puigdemont carece de todo esto. En cuanto a Junqueras, con aspecto de glotón, permanentemente desaliñado, sudoroso, emotivo, propenso al llanto, pero también al engaño, a falsear estadísticas, a creérselas, a embarcar a otros en sus dobles saltos mortales sin red, a tener valor para mentir pero no para reconocer fracasos, hábil en debatir con los amigos, pero permanentemente vapuleado cuando en el debate se introducen elementos ajenos al nacionalismo… es, como mínimo, un personaje mediocre, con el carisma de un tapón de corcho y el lustre de una piedra sin desbastar. Producto de su generación, dignos herederos de Carod Rovira… Mediocres, sin proyecto, sin estrategia, emotividad pura, sentimentalismo a flor de piel. Si menciono aquí a Carod es porque fue el primero en reconocer que a él lo que le importaba era la independencia… después de la independencia podía caer el diluvio universal, eso ya no iba con él.

AQUÍ TERMINA TODO…

Que el “conflicto indepe” ha llegado a su fase final es algo que parece claro. Uno tras otros, consellers, presidenta del parlament, organismos, partidos, se van plegando a la disolución del gobierno de la gencat y a la convocatoria de nuevas elecciones. La increíble “huelga general” que un sindicatillo minúsculo, casi inexistentes, la Confederación Sindical Catalana,  subsidiado por la gencat durante 40 años, había convocado ¡de 9 días de duración!, ha sido desconvocado. La "combativa CUP" y sus "combativos comités de defensa de la república" preparando las elecciones convocadas por Rajoy... ¿La última carta? ¿Instalar un gobierno de la “República Catalana” en el exilio?, en Molebeck sin duda, para no decepcionar al “dernier carré” de bonzos indepes. La idea surgió el lunes, el miércoles quedaba prácticamente desechada. Puigdemont es un político amortizado que, a partir de ahora, dará sólo que hablar en los tribunales.

La partida está decidida. El nacionalismo, por tercera vez en 90 años, se ha inmolado en el altar de la estupidez. Y nos tememos que todavía quedan por ver las escenas finales, los estrambotes de última hora y las lágrimas que quedan por manar del siempre emotivo independentismo ultrancista. ¡Menudo marronazo el que la ha caído al gobierno belga! Pero tres ridículos a cual mayor, son demasiados papelones para menos de un siglo. Yo les recomendaría que, más que a elaborar programas políticos y proclamas ingenuo-felizotas, se dedicaran a guionizar chous del club de la comedia.

¿Qué ocurrirá en las elecciones? El CIS catalán dice que se volverá a repetir el resultado de hace dos años. Luego añadió que el independentismo había subido nueve puntos… Es el CIS catalán. Otras encuestas dan resultados diferentes: catástrofe para el PDcat, subida de ERC, bajada de CUP, del PSC, de la Podemos-galaxy, subida fuerte de Cs y moderada del PP… Lo que está claro es que, aun en la hipótesis –que, desde luego dista mucho de estar confirmada, la crisis indepe ha generado en ese sector una crisis de confianza innegable en sus líderes- de que los “nacionalistas” lograran formar una mayoría de gobierno (lo que se haría con votos de la Podemos-galaxy) no estarían en condiciones de seguir manteniendo el mismo tema de la independencia, confirmada su imposibilidad desde todos los puntos de vista. Los efectos de las “flamaradas” indepes durante unos meses, pero Cataluña es una sociedad, a fin de cuentas, realista que, antes o después, advierte los patinazos (prueba de ello son los editoriales de la prensa catalana, incluida la indepe, en la última semana: ni uno solo apuesta por seguir la vía ya fracasada de Puigdemont-Junqueras (que, por cierto, no se hablan desde el viernes 27 de octubre).

PD1.- [no] Podemos.- La gracia es que el desastre independentista, de manera absolutamente increíble, ha afectado también a Podemos. Iglesias, que se había comprometido demasiado con el independentismo, ha aprovechado parar bailar la yenka (delante, detrás, un, dos, tres) y desembarazarse de la “Corriente Anticapitalista” que –pásmense- “ha reconocido” a la “República Catalana”. Veremos ahora Podemos-Cat y Cat-en-Comú, como se las apañan y que proponen: “ni 155, ni independentismo”… que es como recordar que gracias a la ambigüedad del PSC en la materia y a propuestas similares, como pasó de ser el primer partido catalán a ser una fuerza residual. ¡Que cruz deben soportar los electores de izquierdas! Si hemos de creer las encuestas, parece que [no] Podemos ha perdido un 30% de su electorado. 

PD2.- Los ultras en el imaginario indepe.- Un último apunte: la extrema-derecha ha estado prácticamente ausente de la crisis… salvo para los independentistas que la han visto detrás de cada guardia civil, debajo de cada bandera española, detrás de cada casette de Manolo Escobar. Una pegatinas puestas sobre la furgona de TV3% ha sido considerada por ellos como una “agresión violenta de ultraderecha” y, por tanto, los 300.000 (¿o era 1.000.000? ¿si unos engordan cifras porqué no las van a engordar otros?) que andaban por ahí, son ultras sedientos de sangre… todo esto forma parte de la ensoñación independentista y de su imaginario colectivo. ¡Nois, ja va sent hora de despertar!

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