lunes, 20 de junio de 2016

Eurocopa 2016 de fútbol: análisis y deseo de una derrota de los “Azules”. Por Guillaume Faye


Estamos atrapados por el Eurocopa, cosecha 2016. Antiguamente la “copa de Europa de las Naciones”, denominación abandonada a causa de este último término, denominación abandonada a causa de este último término, es la tercera manifestación deportiva internacional (espectadores y cifras de negocio) después de los Juegos Olímpicos y del Mundial de Fútbol (o Copa del Mundo).

Con este torneo, Francia intenta olvidar la realidad, huir de sus problemas, hacer de avestruz y divertirse con el espectáculo de un deporte fáctico y gangrenado por el afán de lucro. Al ritmo de las huelgas –el verdadero deporte nacional- y de las amenazas de atentados islámicos. El fútbol se ha convertido en una droga colectiva y el lugar de alineamientos curiosos: Qatar, Estado monárquico dictatorial, pro-islamista y esclavista, de apariencia muy soft, posee el principal club francés y se beneficia de favoritismo para todas sus inversiones en Francia, el pretencioso “país de los derechos humanos”.


UN EQUIPO MAYORITARIAMENTE AFRICANO

Entre los 23 jugadores seleccionados (entre titulares y reservas) por Didier Deschamps (acusado de racismo por Éric Cantona y Jamel Debbouze por haber separado de la selección a Karim Benzama) en el equipo de Francia, se encuentran: 10 blancos, 11 negros de los que tres han nacido en África, 1 árabe nacido en Francia y un mestizo nacido en la isla de Reunión. El equipo francés, pues, está compuesto por una minoría de blancos. El hecho es aún más acusado en el equipo realmente presente sobre el terreno de juego, el titular. Los telespectadores del mundo entero, viendo jugar al equipo de Francia, dicen: “Francia ya no es principalmente de origen europeo”…

El mensaje lanzado por esta selección es muy claro: François Hollande ha repetido que este equipo de fútbol representaba a la Nación: “Vosotros sois Francia”. De Gaulle, que confiaba a Alain Peyrefitte  que Francia era un país de “raza blanca” y debía seguir siéndose, se habrá revuelto en su tumba. El equipo francés de fútbol es pues mayoritariamente, no francés y no europeo de origen. En no importa qué país del mundo, esta situación parecería aberrante.

Francia es el único país europeo en esta situación. Se puede suponer que es por gusto a fin de lanzar un mensaje ideológico (“El equipo de Francia de fútbol debe ser emblemático de la nueva Francia étnica, es decir, desblanquecida”), lo que sería una toma de posición racista anti-blanca, o bien que no se encuentran suficientes jóvenes de origen francés en los medios de selección de jugadores. Ambas explicaciones puede entrecruzarse. El argumento de que los negros serían mejores futbolistas que los demás (como son mejores corredores) no se mantiene ya que ningún país africano (equipos 100% negros) aparece entre los primeros  nivel internacional, sino todo lo contario.

LA RECUPERACIÓN DEL FUTBOL POR LOS POLÍTICOS Y EL PODER
Al igual antes Chirac, Hollande invirtió a fondo en el fútbol y luchó por la Eurocopa 2016. Espera que, en caso de éxito francés, aumenten sus expectativas para las presidenciales de 2017. En 1998, Francia había ganado el Mundial de fútbol frente a Brasil. Increíble victoria… Era la época del equipo “Negro-Blanco-Moro” en el que triunfó Zidane, por razones ideológicas. Malas lenguas habían sugerido que el encuentro había sido trucado –práctica corriente en el fútbol- para hacer ganar al equipo de Francia. No se excluye que esta compra de encuentros vuelva a producirse para facilitar la victoria del equipo francés en esta Eurocopa 2016. Bernard Tapie es un maestro en esta disciplina. En todo caso, si el equipo Francés vence, cuando es de un nivel muy mediocre, se podrán plantear estas cuestiones.
Cenando con los “Azules” el 5 de junio, Hollande les ha explicado: “El país puede estar feliz con vostros mientras estamos atravesando dificultades (…) Nuestros compatriotas desean ser felices y orgullosos con vosotros. Es preciso dar lo que esperan de vosotros, un espíritu colectivo, una voluntad de ganar juntos”. Se reconocen en estas intenciones, el dogma oficial del “vivir juntos”, grandilocuente y ridículamente ineficaz.
Para el partido de apertura contra Rumania, el Presidente de la República asistió cubierto con una inmensa bufanda de hincha. Grotesco. Un verdadero payaso, insensible a su propio ridículo. ¿Qué no será capaz de hacer este pequeño politicastro para intentar arañar unos pocos votos?
EL FÚTBOL COMO LITURGIA HUECA
La triste realidad, es que el medio del fútbol –internacional y francés en particular- está gangrenado por la corrupción generalizada, el dopaje, las prácticas mafiosas, la delincuencia sexual, los tráficos financieros, los enriquecimientos delirantes, los partidos trucados (1)… Los recientes casos (Platini, Benzema, etc.) no son más que la parte visible del iceberg del deporte más podrido del planeta.
Es catastrófico presentar como ejemplos y modelos para la “juventud” a futbolistas millonarios, iletrados y a menudo delincuentes. Los hay que se indignan por los salarios de los grandes directivos y patronos que, a la vez son emprendedores y empleadores, pero en absoluto por los sueldos, a menudo más elevados, de los jugadores.
Las vedetes del fútbol, que “se conducen como bribones suscitando el éxtasis de la masa”, seg´n la fórmula de Chantal Delsol, son mercenarios, a menudo analfabetos, en ocasiones matones, siempre mudos ante la codicia financiera. Trnasformarlos, como hace Hollande, en “representantes del patriotismo francés y símbolos de Francia”, es simplemente, lamentable.
Con esta masa futbolística, la insignificancia se convierte en un tema central. El polemista Anthony Palou (Le Figaro, 06.06.2016) recupera la idea clásica pero justa del “fútbol = opio del pueblo” y escribe: “No tenemos nada contra el fútbol, sino más bien contra el estupidez que se desprende de él […], contra una sociedad enferma teneos una sociedad que no vive más que para el balón, una sociedad completamente infantil”. Pretexto para un chauvinismo de bajo nivel [el “patriotismo futbolero”, NdT],  inversión isa del patriotismo o del nacionalismo, el fútbol es también el reino de “este dinero algo sucio” así como de la demagogia política: “Fuera el balón de estos politicastros tan ridículos, tan poco profesionales que no han cesado de pasar su tiempo ante su tele o en el Estadio de Francia”. Sin olvidar, evidentemente, el hooliganismo ultraviolento de los hinchas que se amplifica cada vez más: en ninguno de sus aspectos, decididamente, el fútbol resulta simpático. Chantal Delsol, a propósito de la gran masa del a Eurocopa y del fúbol en general, utiliza esta expresión: “liturgia hueca”.
LA MENTIRA DE LA “DIVERSIDAD FELIZ” REPRESENTADA POR LOS “AZULES”
El equipo de Francia no es la sociedad francesa. Los “Azules” (de un azul muy oscuro, por cierto…) se han convertido en el símbolo risible de una identidad nacional simulada. Se intenta desde hace cierto tiempo –ideología del “Negro-Blanco-Moro”- presentar a este equipo multirracial (cada vez menos, por otra parte, y más africano) como un ejemplo triunfal de pluralidad y de coexistencia para una sociedad obligada a “diversificarse” y desblanquearse.
La retórica oficial (racista en realidad, como todo lo que es “antirracista”) dice: es sta diversidad (etnoracial) la que da su dinamismo al equipo de Francia y que, por tanto, es también una ventaja, una oportunidad para la nueva Francia. Pero uno de los dos presupuestos es falso. El equipo de Francia obtenía mejores clasificaciones cuando era étnicamente homogéneo y europeo; en el mundo, los mejores equipos (en todos los deportes) son monoétnicos. Yves de Kerdrel recuerda que en los años 70 “el fútbol era un deporte donde se enfrentaban verdaderos atletas y no incultos extremos recompensados con millones de euros e incapaces de cantar La Marsellesa” (Valeurs Actuels, 9 – 17.06.2016). Los “Azules”, desde hace años, son mediocres, sacudidos por los escándalos reiterados. La sociedad francesa, por su parte, convertida en multirracial y multicultural, vive una crisis profunda, el famoso “vivir juntos” se ha convertido en una siniestra utopía y una farsa trágica. Algo previsible ya que toda sociedad étnicamente heterogénea es inviable a corto plazo.
Para ocultar esta terrible constatación, esta pesada verdad, a fin de imponer la mentira de la “feliz diversidad”, es por lo que la propaganda del Estado y de los medos dominantes orquesta en torno al equipo fracés de fútbol y a la Eurocopa 2016. La apuesta ideológica de una victoria de los “Azules” es pues enorme. Se va a intentar todo para que ganen…
LOS AZULES, FALSOS HÉROES Y MODELOS  FÁCTICOS
Las autoridades del Estado –y especialmente el presidente de la República- se desvalorizan divinizando al “equipo de Francia”, un amasijo de atletas dopados, con el coeficiente intelectuales de poyuelo, pagados como magnates. Presentar a “los azules” como símbolos supremos de Francia es insultante y degradante. Se pone a estos tontorrones como ejemplos, mientras se olvida a las verdadera élites francesas que, desgraciadamente, en buena parte, optan por exiliarse: investigadores, inventores, empresarios, artistas de talento, etc, frecuentemente ignorados por los medos, mucho más atraídos por los futbolistas y los raperos.
Al menos, los gladiadores e incluso los aurigas de los Juegos del Circo en el Imperio Romano arriesgaban su vida cada vez que descendías a la arena.
El presidente Hollande, en su visita a Clairefontaine, el centro de entrenamiento del equipo, en otro de sus grandilocuentes ridículos, exclamó: “¡soy Francia, toda Francia!”. Esta voluntad de comparar el equipo de fútbol nacional con la misma Francia y hacer su modero es obsesivo y miserable. Hollande entiende evidentemente que Francia debe, a imagen de su equipo, “diversificarse”, es decir, africanizarse. Pues tal es la obsesión: acabar con la Francia de origen y monocromo.
Ivan Rioufol, que trata el fútbol actual de “deporte podrido por el dinero y el cretinismo”, y deplora “la masa anestesiada por este nuevo opio”, escribe: “admitir que el fútbol profesional, corrupto hasta el tuétano, es el único capaz de unir a los ciudadanos dice todo sobre los males que sufre Francia […] Observar al gobierno desamparado lanzarse en los brazos de un fútbol adulterado elevado al rango de culto, convierte la situación en patética” (Le Figaro, 10.06.2016).
La alienación ante el fútbol alcanza a Le Monde, diario oficial de la ideología dominante y de la oligarquía que ha consagrado dos páginas (¡) a entrevistar el pasado 8 de junio a Zlatan brahimovic, perfecto imbécil narcisista apenas capaz de decir tonterías. Asociar la fuerza y la salud de un país a su equipo de fútbol (un equipo de millonarios incultos que, además, ni siqueira reflejan la identidad del país) es más que perverso. Es un intento de ocultar el veradero patriotismo francés en beneficio de un chauvinismo degenerado que ensalza a mercenarios.
Deseamos lo mejor para nuestro país: que este equipo de Francia de fútol, “los azules” sea eliminado y que un verdadero equipo nacional europeo lo derrote.
(1) Trucar un encuentro consiste en pagar a atletas para que jueguen mal y dejen que se clasifique el oponente, práctica corriente en el fútbol. Las razones son múltiples, políticas o vinculadas a las apuestas. Los jugadores cómplices de la derrota de su equipo son fuertemente reunerados. Esta práctica era frecuente en la Antigüedad romana en las carreras de cuadrigas.
© Guillaume Faye. 19.06.2016 – J’ai tout compris - http://www.gfaye.com/

© Por la traducción: Ernesto Milà, info|krisis, ernesto.mila.rodri@gmail.comhttp://info-krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.