Para EEUU el “escudo antimisiles” es una esperanza de supervivencia: lo único que garantizaría una superioridad estratégica y armamentística ante la reconstrucción de Rusia y ante el ascenso de China. Es caso y parece difícil que EEUU, en la situación económica que se encuentra en la actualidad logre completar el proyecto que es considerado por los estrategas del Pentágono como “el arma definitiva”: asegura su invulnerabilidad mientras que hace al adversario vulnerable ante un ataque similar. Pero EEUU tiene un problema para aplicarlo: el sistema es eficaz si las baterías de misiles antimisiles están próximas a los lugares de lanzamiento del adversario. De ahí que el territorio metropolitano de los EEUU no será el más adecuado para instalar estos ingenios. Allí residirán las estaciones de seguimiento, control y alerta, pero no las baterías que lanzarán los antimisiles. Chequia, Polonia, Bulgaria, Turquía, Rumania, habían dado su visto bueno para la instalación de estas baterías. La excusa es la lucha contra los “estados gamberros” (Irán y Corea del Norte), pero lo cierto es que las baterías apuntan contra Rusia y en segundo lugar contra China.
El planteamiento de los EEUU es muy interesante para aquel país, pero desde Europa las cosas se ven (o deberían verse de otra manera). Rusia es Europa, al menos hasta los Urales, por tanto no está claro el motivo por el cual deberíamos de apoyar a un país como los EEUU cuyos intereses geopolíticos son muy distintos a los de Europa. Y, por tanto, no se ve exactamente el por qué los gobiernos de la UE y, por extensión, los gobiernos europeos deberían tener interés en convertir de nuevo, como durante los años de la Guerra Fría, a Europa en teatro principal de operaciones.
Hay, naturalmente, respuestas que derivan del desenlace de la Segunda Guerra Mundial y de la tutela que, desde entonces, ejercen los EEUU sobre Europa, tutela a la que no están dispuestos a renunciar. Sin embargo, así como hace 65 años los EEUU se presentaron como defensores de Europa Occidental ante el stalinismo, hoy Rusia no se percibe como amenaza sino como aliado de Europa.
Y es entonces cuando aparece en Europa una generación de líderes europeos carentes de proyecto y de carácter, verdaderos perros fieles del Imperio (ni Aznar ni ZP pasan de esa categoría aunque ellos quieran verse como “aliados” del Imperio: los imperios no tienen “aliados”, tienen “vasallos” y “esclavos”), abren sus países para la instalación de peligrosas bases militares y de baterías que los convierten en objetivos del “enemigo”.
Todo esto viene a cuento de hoy Zapatero a falta de sólo un mes y medio para abandonar La Moncloa, nos ha introducido de cabeza en el escudo antimisiles que se diseñó en la época de Bush… Zapatero lo anunció ayer miércoles en la sede del Cuartel General de la OTAN en Bruselas junto al secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, y el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta. Zapatero pondrá a disposición de la OTAN la base aeronaval de Rota (Cádiz) y contribuirá al sistema con otras capacidades de defensa antimisil como las fragatas F-100, equipadas con el sistema AEGIS, o elementos del Regimiento de Artillería Antiaérea número 74.
Zapatero, antes de sumirse en el basurero de la historia, ha cometido su última traición: vendernos al Pentágono. Nada, ciertamente, que no hiciera antes Aznar, ni nada que no acometiera con singular entusiasmo Felipe González, el hombre que nos metió en la OTAN. Y esta actitud llega cuando los EEUU están iniciando la retirada de todos los escenarios bélicos en donde ni son capaces de vencer a las bandas de cabreros y de resistentes afganos ni a los patriotas iraquíes que luchan por expulsar a quienes invadieron sus países. Justo cuando el “imperio” da muestras de debilidad, cuando se repliega, cuando su situación económica es insostenible y su ineficacia militar demostrada, cuando el “imperio” empieza a disgregarse y el unilateralismo cede paso al multilateralismo, entonces es cuando ZP se convierte en devoto del americanismo. Bastardo, bastardo una y mil veces bastardo: tu locura y tu ignorancia nos sitúan ante un riesgo innecesario. Si hay justicia en este país deberías pagarlo sentándote en el banquillo de los acusados como reo de alta traición.
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