¿Qué espera ETA para desmovilizarse? Respuesta: gestionar la movilización con cuentagotas para lo que mejor le convenga a su frente político y a su aliado principal en este momento, el PSOE. ¿Cómo se producirá esta desmovilización? Respuesta: poco antes de las elecciones del20-N los medios de comunicación recibirán un comunicado de ETA en el cual manifestarán su inequívoca voluntad de deponer definitivamente las armas quedan –lo dirá el comunicado- el fleco de los presos que se negociará en los meses sucesivos. ¿Cuándo se liquidará definitivamente la cuestión? Respuesta: poco antes de las próximas elecciones autonómicas vascas (en 2013), ETA anunciará el comunicado final de disolución, generando una oleada de simpatía y entusiasmo hacia la “izquierda abertzale” que, por primera vez, puede aspirar al “surpasso” (esto es, a que Bildu tenga más votos que el PNV). ¿Qué ocurrirá después? Ocurrirá que los últimos bonzos de ETA, el núcleo más irreductible, enfermo y psicópata de la banda, explicará que 60 años de terrorismo (“lucha armada”) no se pueden liquidar así como así, que no se ha dicho nada sobre la unificación del País Vasco, nada sobre la autodeterminación y nada sobre la independencia con lo cual la estrategia de “lucha armada” (terrorismo) sigue siendo todavía válida. Y volverá a haber nuevos atentados…
Más o menos esto es lo que ocurrirá y no creemos ser profetas si auguramos este recorrido en el próximo año y medio. Y es triste, muy triste, porque ETA podía haber sido vencida policialmente hacia el 2004-5. No era preciso liberar a criminales en serie, a verdaderos matarifes visiblemente perturbados, dirigidos por individuos sin escrúpulos y sin moral, para resolver el problema de ETA.
Quedan las víctimas del terrorismo. El gobierno las alaba constantemente y las mima (especialmente a las asociaciones afines al PSOE y al “proceso de paz”). Las víctimas del terrorismo son los grandes perdedores de este final de ETA: molestas a casi todos. Molestan al gobierno porque son el testimonio vivo de que no hay justicia para ellos y de que con una indemnización no se lavan las heridas. Molestan al PNV porque las víctimas lo son porque madres vascas parieron monstruos. Molestan a ETA porque son lo único que les separa de la respetabilidad y les recuerda que su organización y sus avatares (HB, Bildu, Sortu, etc.) tienen madera de matarifes y serial killers. Molestan a los medios de comunicación empeñados mayoritariamente en bendecir un proceso de paz que lleva a los asesinos a las instituciones pero que no redime a las víctimas de su dolor. Molestan a los apáticos, a los tibios y a los timoratos porque nadie puede permanecer ajeno al dolor causado al perder a un ser querido.
Para las víctimas el gobierno tendrá palabras de ánimo, olvidando que las víctimas lo tenían muy fácil para vengarse: bastaba con contratar a asesinos profesionales para hablar al entorno etarra en el único lenguaje que conocen. Y no lo hicieron. Esta es la diferencia: unos son asesinos en serie y los otros no. Pero que no olvide ni el gobierno ni ETA que hay una deuda con las víctimas del terrorismo que se va a acrecentar con la puesta en la calle de los asesinos. Más aún: hay una deuda con la sociedad española, quienes han empañado la convivencia durante casi 60 años no pueden llegar a las instituciones, sentarse como interlocutores válidos del gobierno de la Nación, como si aquí no hubiera pasado nada.
La verdad es que no creemos que la llegada del PP aporte gran cosa al “proceso de paz”. En este terreno, como en cualquier otro Rajoy es un prodigio de ambigüedad y probablemente sea el primer presidente que llega a La Moncloa y que no ha explicado cuáles van a ser las medidas que aplicará inmediatamente. Las de verdad, no las de cara a la galería.
¿Detendrá Rajoy la salida continua de asesinos en serie que están cumpliendo condena? ¿Seguirá machacando policialmente a la banda? ¿Dejará que esos mismos asesinos estén presentes en las instituciones y puedan hablar en nombre del “pueblo vasco”? Mucho nos tememos que las respuestas a todas estas preguntas –y a otros tantas más que podrían formularse en otros terrenos- van a ser decepcionantes.
La incapacidad para afrontar la lucha antiterrorista y para asegurar la defensa de la población ante las bandas criminales, pesa cada vez más como una losa sobre el “régimen” nacido en 1978. Demasiada impotencia, demasiada negociación, demasiados errores, demasiados titubeos. Nada que pueda recordarse con dignidad.
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