Escrito estas notas completamente desinteresado por los partidos
independentistas y despreocupado de las cifras que mañana den los medios de
comunicación amamantados por la gencat sobre asistencia a las manifestaciones
de “la diada”. En cualquier caso, no será nada importante, ni relevante. El
hecho es que el independentismo, como ya augurábamos hace años (ver, entre
otros, el artículo: El
Titanic independentista se hunde y la orquesta toca una sardana, escrito
en 2019). Los partidos indepes, sin excepción, están en crisis; sus “organizaciones
cívicas” atraviesan su peor momento y, sin embargo, parece como si todavía
tuvieran la iniciativa política. ¿Qué está pasando en Cataluña?
LA CRISIS DE LOS INDEPES
La crisis no es reciente: empezó con Artur Mas, cuando Rajoy le
dijo que ya no había más dinero para Cataluña y aquel se echó al monte. A
partir de ahí, los medios de la gencat, empezaron a machacar a la opinión
pública con la idea del “referéndum por la independencia”. El convocado por Mas
fracasó. Y, Mas era todavía un alumno aventajado de Pujol que sabía como “negociar”
con el gobierno de la Nación sin que pareciera un chantaje. Luego vino una
larga serie de mediocridades (Torra, Puigdemont, Aragonés), cada uno más obtuso
que el anterior, pero todos igualmente nacionalistas. Era normal que, después
de la efervescencia del segundo intento de referéndum indepe, el de Puigdemont,
la frustración por el fracaso se tradujera en dos meses de episodios de
violencia en las calles y luego por un reflujo del independentismo, manifestado
tanto en su apoyo popular, como en su empequeñecimiento electoral. Y, para
colmo, a la vista de que las calles de Barcelona y de las ciudades, grandes y
pequeñas, se convirtieron en pasto de acuchilladores y carteristas llegados de
todo el mundo (era el resultado del “welcome refugies” que todavía hoy
defiende aquella parásita que durante años años alcaldesa de Barcelona, la
Colgau), se agravó la crisis del nacionalismo indepe.
Hoy, esta es la situación:
- En lo que se refiere a ERC, la formación “histórica” del independentismo, vive una situación interior angustiosa: dividido actualmente en dos candidaturas rivales de cara al próximo congreso (la de Junqueras y la de Marta Rovira), en la práctica es muy posible que aparezca en el congreso una “tercera vía” que trate de superar el choque entre las otras dos fracciones. Y todo esto, para un partido de apenas 8.500 miembros, de los que ¡3.000 son cargos públicos! (y, posiblemente, otros 3.500-4.000 sean “asesores de la gencat”, “asesores de los grupos municipales de ERC en los ayuntamientos”, “asesores de ERC en los consells comarcals”, “funcionarios del partido”. En la práctica, es posible que en torno a cuatro quintas partes de la afiliación vive de la política. Los fracasos del independentismo han pasado factura a ERC, sus acuerdos con Sánchez también; reiteradamente el bellaco de la Moncloa ha engañado al independentismo (Puigdemont sigue en Waterloo, no todos los delitos han entrado en una amnistía que se presentaba como “general”), tampoco nadie cree en la viabilidad del “concierto económico” y en que llegue a concretarse en los próximos meses. La explicación oficial que da ERC a su crisis es que, desde su fundación, el partido siempre ha tenido un desarrollo en “dientes de sierra”: unas veces con avances avasalladores y otras con pérdida drástica de votos… Pero, el que esto haya sido así en los últimos 40 años, no quiere decir que sea siempre igual de ahora en adelante.
- Por su parte Junts, heredera de la muy corrupta CiU y mafiosa, radicalizada y que todavía sigue a un auténtico botarate como Puigdemont, registra, no solo pérdida de votos como ERC, sino también pérdida de influencia social. Con menos afiliados que ERC, apenas 6.465 en 2022, se dan proporciones parecidas a las de este partido: 2700 concejales, a lo que hay que sumar una cifra ligeramente superior que ocupan cargos relacionados con la gencat.con fundaciones y ONGs vinculadas, directa o indirectamente, a la sigla. Prácticamente, en Junts, la inmensa mayoría de afiliados lo son porque viven a costa de las distintas administraciones. Es un partido, cualquier cosa, menos unido: no es que haya una dicotomía entre su presidencia (Puigdemont) y la secretaría general (Laura Borras), es que ésta última, ampliamente desprestigiada ante la opinión pública, es enemiga acérrima de su rival que le disputó el cargo, Jordi Turull. Como en el caso de ERC, también aquí existen distintas posturas ante el pedrosanchismo: unos quieren pactar considerando que pueden extraer del PSOE ventajas que de otro modo le serían inalcanzables, otros consideran que hacerlo con un estafador de manual, implica desprestigiarse a sí mismos y pasar por tontorrones ante la opinión pública, los hay que solamente piensan en que Puigdemont es el “verdadero president” y solamente quieren que vuelva en olor de santidad como hizo Tarradellas en 1978. Otros, en cambio, empiezan a pensar que el problema de Puigdemont es que no tiene excesivo interés en volver de su exilio dorado.
- CUP: la Candidatura de Unitat Popular, en estos momentos es una estructura gaseosa, prácticamente difuminada, aparte de ser, desde su fundación, un amasijo de tendencias, intereses diversos (ecolomanía, lucha contra “el patriarcado”, ultrainmigracionismo de puertas abiertas, asamblearismo, pancatalanismo y ultraizquierdismo LGBTIQ+. Con 313 concejales y, posiblemente, en torno a 2 veces más “asesores” pagados por las administraciones municipales, sumados, prácticamente constituyen sus únicos afiliados (en 2021 declararon 462 militantes, hoy, posiblemente sean menos). La pérdida de cinco escaños en las elecciones a la gencat en 2024, condenaron al grupo a la extinción: lo que ha sido la CUP -y somos consciente de que hablamos en pasado- es, apenas, una reunión de todas las tendencias que nacieron de la matriz común, el PSAN (Partit Socialista d’Alliberament Nacional) clandestino en el tardofranquismo y que, regularmente, se ha partido en innumerables escisiones para luego reunificarse, luego volverse a divorciar y así hasta el fin de los tiempos. Los “Comités de Defensa de la República” que estructuró después del referéndum frustrado de 2019, tuvieron unos meses de activismo frenético antes de desaparecer por completo. La Cup es una formación con mas pasado que futuro. Que sean consciente o no, ya es otra cuestión.
- Asociación de Municipios por la Independencia, la Asamblea de Electos de Catalunya, Consell de la República, Asamblea Nacional de Catalunya, siguen existiendo y seguirán existiendo mientras reciban carburante económico de la gencat. Han perdido la fuerza que pudieron tener en el período previo al referéndum frustrado. En la práctica se han convertido -especialmente la Asamblea Nacional de Catalunya presidida por Lluis Llach- es pequeños grupos que, “tiran” de los partidos independencias, especialmente de ERC y de Junts, en la creencia de que siguen siendo “representantes” de las fuerzas sociales mayoritarias en Cataluña y que los dos partidos parlamentarios son excesivamente moderados y pactistas. Han amenazado con presentar candidaturas propias, algo que nunca han conseguido (y no por falta de ganas, sino de apoyos). Y, por lo demás, nadie entre ellos tiene una estrategia única, ni es capaz de reconstruirla, ni mucho menos de elaborar una “hoja de ruta” para alcanzar la independencia. Se trata de grupos que irán languideciendo mientras la gencat les siga fluyendo carburante económico, pero que desarrollan su actividad de espaldas a la inmensa mayoría de catalanes que ni siquiera saben de su existencia.
Así están las cosas, en lo que a los indepes se refiere. Si nos
hemos preocupado por buscar sus cifras de afiliados y los cargos públicos que
ocupan, la primera conclusión es que siguen existiendo para defender sus
puestos de trabajo. Quien conoce la historia de la gencat, sabe que desde los
años 30, cuando se instauró, ya era así y que, poco después de su fundación,
todos los dirigentes de la JERC (juventudes de ERC) ya estaban pagados por los
presupuestos de la gencat. ¿La doctrina? ¿el proyecto? Ante la imposibilidad demostrada
de independencia, y ante la incapacidad para reconstruir una “hoja de ruta” y
una estrategia, están, en conjunto, de capa caída. A pesar de que escribimos
esto antes de conocer las cifras de asistencia a los actos del 11-S, lo cierto
es que estamos convencidos de que será inferior a los últimos años y parecida a
las asistencias de los años 90, cuando casi nadie en Cataluña pensaba en referéndums,
secesiones y demás ensoñaciones.
EL PSC COMO SUSTITUTO DE LOS INDEPES
Uno de los motivos por los que el PSC fue el partido que más votos
obtuvo en las pasadas elecciones regionales, fue por dos factores: se trata del
partido que mejor ha sabido tentar al electorado de ERC y Junts con un programa
“federalista” y “posibilista” en relación a la utopía indepe y, en segundo
lugar, por haber atraído el voto de los “nuevos catalanes”, en torno a 200.000
inmigrantes naturalizados como “españoles”. El primer contingente fue hijo de
la decepción de los nacionalistas con sus siglas.
El segundo, gracias a la percepción de la inmigración de que, mientras gobierne
el PSOE seguirán cobrando subsidios, subvenciones, podrán seguir haciendo lo
que les dé la gana sin grandes riesgos, y vendrán más y más como ellos hasta islamizar
el país.
Si tenemos en cuenta que Salvador Illa, fue el “ministro de la
pandemia” y que, ahora sabemos que, hubo latrocinio con las mascarillas, se
sembró deliberadamente el terror entre la población, no hubo más “comisión de
expertos” que Sánchez, Illa y aquel pobre enterado que daba la cara cada día
como “especialista en pandemias”, que murió mucha más gente víctima de los
tratamientos (primero entubando a los enfermos y hundiendo el virus de la
garganta a los pulmones, y luego, literalmente quemando los pulmones insuflando
oxígeno puro por los “respiradores”, y finalmente con unas vacunas que carecían
de la más mínima garantía y que, para colmo, están siendo cada vez más
reconocidas como causantes de la epidemia de muertes por ataques cardíacos que
están causando “sobremuertes” que solamente se explican por los efectos
secundarios de la vacuna), parece increíble, decimos, que Sánchez presentara a un
tipo que carecía completamente de preparación en materia sanitaria (un simple
licenciado en filosofía) e hizo una gestión desastrosa de la pandemia, como
candidato a la presidencia de la gencat y aún más increíble que alguien le
votara en lugar de recordarle lo nefasto de su gestión y la responsabilidad en
las muertes que se produjeron y que siguen produciéndose… Pero, así es la
democracia de masas.
Illa, el “ministro de la pandemia”, o mejor aún “el ministro de la
muerte”, debió de contar con un socio para poder gobernar. Solamente había dos
opciones: ERC o con Junts. Los siete votos de Junts en el parlamento del
Estado, eran imprescindibles para la permanencia de Sánchez en la presidencia. Pero
la exigencia de Puigdemont de ser él “president” era excesiva (especialmente a
la vista de sus resultados electorales), así que, desde el principio, las
posibilidades de obtener apoyos del independentismo se centraron en ERC que
precisaba cargos oficiales y de asesores para su menguada militancia. ERC,
sintió que era la última oportunidad para su gente y optó por exigir “el oro y
el moro”. Si Illa quería sentarse en la poltrona, debía pagar. Y Sánchez
dio la orden de que se cediera en todo y que se aceptara cualquier exigencia…
luego ya se vería. Es probable que el “concierto” sea rechazado en el
parlamento del Estado o por el Tribunal Constitucional o, incluso por la UE.
Como siempre, Sánchez presentaba las cosas con su habitual forma desaprensiva: debió
pensar que a los “paletos indepes” se les podía tomar el pelo una vez más. Ya
lo había hecho con una amnistía que, de momento, no ha servido para traer a
Puigdemont, así que, si habían picado una vez, no era raro que picaran otra.
Los problemas interiores que podría acarrearle la cuestión del “concierto” lo
resolvería en el próximo congreso del PSOE: “el que se mueva no sale en la foto”,
o, dicho de otra manera, “el que no me siga con la fidelidad perruna pierde el
sueldo”. Y, en última instancia, siempre está Tezanos para maquillar
intenciones de voto (formas de condicionar el voto) y Escrivá en el Banco de
España para proclamar la excelente salud de la economía española…
Y, aun así, el problema dista mucho de estar resuelto. Lo que
más llama la atención es que Illa ha seguido la senda de Maragall: tratar de
presentarse como “más nacionalista que los nacionalistas”, intentar rebasar a
los nacionalistas en nacionalismo. Sus primeras medidas han sido
elocuentes: reforzar especialmente la normativa lingüística (por la que solo
los nacionalistas e indepes están interesados), obligar a los alumnos de origen
iberoamericano a recibir clases de catalán, aumentar la presión para la
rotulación de los comercios en catalán, incluso sus alcaldes se sienten cómodos
con esa orientación: el de Molins de Rey alardea de no colgar la bandera
Española (en 2023, el 82% de ayuntamiento catalanes hacían lo mismo y buena
parte eran regidos por socialistas), el “taller de guerrilla urbana” promovido
por el ayuntamiento de Granollers (PSC) otros alcaldes del mismo partido (PSC)
utilizan banderas independentistas e, incluso, el propio alcalde de Barcelona,
Collboní, inaugura su nuevo y lujoso despacho sin bandera española…
Pero, el problema en la Cataluña de Illa ya no es que el PSC
quiera fagocitar a los indepes ofreciéndoles federalismo y a los nacionalistas
accediendo a sus pequeños caprichos, sino el que las instituciones autonómicas,
empezando por los Mossos d’Esquadra, terminando por el parlamento y pasando por
los medios de comunicación amamantados por la gencat, cada vez están más
desprestigiados (el chou de Puigdemont apareciendo y desapareciendo ante los
Mossos no ha hecho, precisamente, ningún bien a una institución que, para el
desarrollo de su función debe ser, sobre todo, “respetable”) y la situación en
la calle se ha convertido en auténticamente insostenible: tanto Collboní como Illa, a partir de ahora, van a tener que
bregar con el problema real, a saber, que Barcelona ostenta ya el dudoso honor
de ser la ciudad más peligrosa de España a corta distancia con otras europeas.
Todo youtubers que viaja a Barcelona -comprobadlo vosotros mismos- tiene la
misma reacción al subir su clip: “Ciudad medio africana, superpoblada por
ladrones peligrosos que las policías se muestran incapaces de controlar”.
Y, vale la pena recordar que Barcelona vive del turismo. A pesar de la American’s
Cup (que ha pasado completamente desapercibida para la población) este año,
BCN ya ha registrado una merma de visitantes. Una “ciudad turística” (y que
solo vive del turismo) no puede figurar entre las más peligrosas de Europa
(la administración norteamericana ya ha advertido de esta peligrosidad a sus
ciudadanos que visiten Barcelona).
Y, seamos sinceros, los Mossos d’Esquadra, por el momento, solo
han recibido instrucciones de aumentar sus cuotas de género, cuando en realidad
haría falta dotarlos tasers o, simplemente, reclutar recios luchadores de sumo
en lugar de “pubillas” rebasadas siempre en choques con la delincuencia…
CATALUÑA EN SU PEOR MOMENTO HISTÓRICO
Cataluña, con el “socialismo federalista”, con o sin concierto,
con o sin amnistía, está viviendo los peores momentos de su historia. Mientras
duró el franquismo, Cataluña y el País Vasco eran los motores industriales. Hoy
ya no lo son. Claro que la gencat precisa un “concierto económico”: en Cataluña
la paz étnica y social se compra a base de subsidios y subvenciones. Y lo que
el Estado destina a Cataluña ya empieza a ser insuficiente para pagar a los
recién llegados, a los menas y a los funcionarios de los partidos.
En el fondo el problema del “concierto” se reduce a un problema de
lealtad. Las monarquías obsequiaban a las regiones, a las poblaciones y a los
linajes más fieles, con “fueros”. Cuanto más leal era un grupo social, más
autonomía recibía. Para eso servían los fueros. Pero en las últimas décadas, el
gobierno del Estado premia la deslealtad: contra más amenazador, chantajista,
insolidario y gritón es una región o un partido, el gobierno tiene la
presunción de que dándole más margen autonómico lo callará. El pedrosanchismo
vive en esa fantasía. En principio, considero que una región que haya
demostrado “lealtad” hacia el Estado, merece AUTONOMÍA PLENA en todos los
órdenes, incluso en el fiscal. Pero no es el caso de la gencat: se ha pateado y
sigue pateándose dinero tanto para atenuar los lazos con el Estado, como para
encontrar puestos de trabajo a los afiliados y amigos de los partidos indepes; Cataluña
es en las últimas décadas una de las zonas más corruptas del Estado. Nada
garantiza que en el improbable caso de que se aprueba el “concierto”, la gencat
liquide la parte correspondiente al Estado, siempre encontrará excusas para que
sea mínima; la posibilidad de que un concierto reduzca la presión fiscal en
Cataluña se reduce a cero: es más probable, a la vista de lo visto, que
aumenten tributos y cargas fiscales.
Estas ideas están relativamente extendidas entre los sectores
económicos en Cataluña: alarmados porque la inversión extranjera huye de la
región y prefiere Madrid, molestos por la desertización industrial creciente, el
absentismo laboral, el paro y los EREs, por el avance exclusivo del sector servicios,
por la presunción en la que está instalada la gencat de que Cataluña es “importante
por su industria”, como si estuviéramos en año 1969. O exigiendo “libertad y
amnistía” como si el reloj se hubiera averiado en 1975. Y el tiempo pasa
inexorable: Cataluña se empequeñece en relación a otras zonas del Estado y sus
problemas aumentan. No hay más que darse una vuelta por el centro para ver
actuar a la delincuencia llegada de toda la galaxia, no hay nada más que ir a
los barrios periféricos para ver riadas de burkas y chilabas inintegrables y
ultrasubvencionadas.
Tezanos y el CIS o su traducción catalana (el Centre d’Estudis d’Opinió),
los medios de comunicación mantenidos por la gencat, todos juntos pueden
ocultar la realidad catalana: pero, el ciudadano, cuando sale a la calle la
comprueba por sí mismo.
PARA APUNTILLAR AL NACIONALISMO
HAY QUE PRACTICAR EL DESCABELLO
CON EL PSC
Los nacionalistas e indepes son un residuo en la política
catalana. Cuatro gatos que defienden lo suyo (sus sueldos oficiales). Poco más.
En Cataluña ha ocurrido lo mismo que en Quebec: a fuerza de dar la matraca
con la independencia, a fuerza de convocar referéndums (y perderlos), el
Partido Nacionalista Quebequois, terminó deshinchándose. Nadie puede proponer
eternamente la independencia, fracasar en su empeño y pensar que va a salir
indemne. En .cat, los nacionalistas e indepes siguen convencidos de que son
“hegemónicos”. Pero no lo son: el uso del catalán está en su peor momento en
30 años. Se diría que la “inmersión lingüística” solo ha servido para
formar jóvenes que hablan mal el catalán, hablan mal el castellano e, incluso,
hablan mal el árabe de sus padres… que de todo hay.
Hoy, el socialismo es “hegemónico”. Y lo es en tanto que ha
asumido eslóganes electores que pueden placer momentáneamente al electorado nacionalista
y a los “nuevos catalanes”… Pero el programa
socialista que resulta incapaz de definir cómo podría ser la transición entre
el “Estado de las Autonomías” y el “Estado Federal” que proponen y cómo sería este
“federalismo”, si “simétrico” (idéntico para todas las regiones de España) o “asimétrico”
(como quieren Cataluña y el País Vasco), antes o después generará decepciones.
La política debe solucionar problemas, no generarlos. Y el PSOE-PSC ha
demostrado ser una máquina para generar conflictos donde antes existían
remansos de paz, industria y trabajo.
Hace falta entender quién es el “enemigo” de una vez por todas. No
existe “un enemigo”, sino que cada momento histórico tiene uno concreto. Durante la época del “procés” parecía muy evidente que el
nacionalismo y el independentismo eran “el enemigo”, de la misma forma que en
el período de CiU, el hacedor de todas las corruptelas era esta sigla maldita hoy
felizmente desaparecida. Hoy el enemigo es el PSC: reducto de todas las
ambigüedades, de todos los oportunismos, dirigido por el “ministro de la muerte”
convertido en “honorable”, con un programa que, en síntesis, propone desmontar
el Estado de las Autonomía para montar un Estado Federal, que quiere adelantar
en nacionalismo a los nacionalistas (la estrategia maragallana) y en
progresismo a los más alocados progres…
La islamización de Cataluña es el gran problema social, la brutalización
de la vida en las calles y en los transportes públicos, el que una parte
sustancial de los “recién llegados” vean en el turismo el objetivo principal de
sus exacciones, la fuga de la industria, la merma de su tejido industrial, son
factores que no se van a poder ocultar en los próximos dos años. El independentismo
ya no es responsable (veremos lo que queda de ERC tras su congreso y tras
evidenciarse su ingenuidad suicida al creer en las promesas de un tipo como
Sánchez) de nada: el responsable único, de ahora en adelante, de todo lo que
ocurra en la gencat es exclusivamente del PSC.
ALIANÇA CATALANA: ANTES CON INDEPES ANTIINMIGRACIÓN QUE CON SOCIALISTAS
PROINMIGRACION
Son indepes, vale, pero los veo con una enorme simpatía. Al menos,
Aliança Catalana han tenido el valor de decir alto y claro: “¿gencat?
¡tenemos un problema!” y ¡qué problema!. Entiendo perfectamente que
catalanes “de la montaña” hayan dado vida a este partido y denuncien que la
identidad catalana se está difuminando a marchas forzadas.
Nacida en comarcas en las que la butifarra, los espatecs, la cría
del cerdo, son tradicionales, allí han llegado aquellos cuya religión les prohíbe
comer cerdo, visten como en otros horizontes geográficos y temporales, adoran a
“Alá” y su religión considera la guerra como su “sexto pilar”; por supuesto, ni
se han integrado ni se les espera. Han creado innumerables problemas de convivencia.
Nadie entiende cómo siguen llegando, como se les sigue subvencionando y cómo
nadie, ni el gobierno del Estado, ni mucho menos la gencat, hacen NADA para
evitar lo que ya es inevitable en buena parte de Europa: la guerra civil étnica,
religiosa y social. Cuando han fracasado todas las políticas integración por
generosas que hayan sido en los países más democráticos del mundo, parece claro
que solamente hay una solución. No vamos a hablar de la “expulsión de los
moriscos” con la que los Reyes Católicos garantizaron la paz étnica y religiosa
durante más de 500 años, pero si de una “reversión del fenómeno de la
inmigración”, esto es, que los que se van sean más que los que llegan, que
solamente nos quedemos con la inmigración que se integra, que no crea
problemas, que trabaja y estudia. El resto, ni hacen ni pintan nada entre
nosotros y un día, si Europa sobrevive, se preguntará cómo hizo el canelo
permitiendo, subvencionando y estimulando a un contingente, cuando seguía
existiendo paro especialmente en España.
El fenómeno Aliança Catalana, no es, ni de lejos como el fenómeno
Alvise, flor de un día, o el fenómeno Plataforma per Catalunya, mal dirigida,
es un partido que irá creciendo paulatinamente a medida que las tres siglas
indepes se vayan deshinchando. Y se deshincharán. ERC, no se ha dado cuenta
de que integrar en sus listas electorales a musulmanes le ha hecho perder
votos. Al menos en Junts han sido más prudentes (el fenómeno Orriols nació
dentro de Junts, por cierto) y no han alardeado del concepto idea analfabestia de
un “Islam catalá”. En cuanto a la CUP, uno de los varios motivos de su
desaparición práctica de la escena catalana es que, además de inmigrantes en
sus candidaturas, integró también a transexuales, antipatriarcales, y demás
candidatos poco apreciados -a la vista de los resultados- por el electorado
catalán. No ha sido raro el que, en la noche del 10 al 11 de septiembre, los pocos
miembros que quedan en la CUP, se hayan enfrentado a los miembros de Aliança
Catalana en el Fossar de le Moreres.
Lo cierto es que, de todas las formaciones indepes, Aliança
Catalana es la única que tiene posibilidades reales de crecer e incluso de
suscitar entusiasmos en sectores de la sociedad catalana. Su crecimiento irá en
detrimento, especialmente, de la clientela de Junts y mermará también a aquel
sector de ERC que nunca ha creído en el “Islam catalán” y que está más que
alarmado por el cambio de paisaje (y de paisanaje) en sus ciudades.
A la vuelta de un par de elecciones, Aliança Catalana tendrá el
peso suficiente como para que el Illa de turno no pueda amenazarla con “vigilarla
de cerca” (como hizo en la sesión del parlamento con Silvia Orriols).
Obviamente, en las declaraciones de esta última hay “desenfoques” notables
(atribuir al “Estado Español” el querer “aniquilar la raza catalana”). Pero no
importa: lo realmente importante es que, también en España, el tema de la
inmigración se ha convertido en el elemento central de decantación política, en
tanto que -junto con la economía, la corrupción y el gasto público/presión fiscal-
principal preocupación (y riesgo) de los ciudadanos.
Si Aliança Catalana desgasta a las formaciones indepes, si asume
la batalla contra Illa y el PSC, antes o después, entenderá que todos los que
estamos contra la inmigración descontrolada y masiva, en España y en Europa, en
esta hora triste para un continente en fase avanzada de islamización, ESTAMOS
DEL MISMO LADO. Y, me alegraría mucho que el Frente Obrera consiguiera
desgastar a las formaciones pijo-progres de izquierda, recurriendo también a
esta temática.
PREPARARSE PARA EL DESPLOME DE LA SOCIEDAD CATALANA
Un análisis objetivo de la realidad catalana es que, con o sin
amnistía, con o sin concierto, con o sin Illa, la sociedad catalana está
extremadamente debilitada y de seguir por la pendiente de la decadencia de su
natalidad (junto con Japón, la más baja del mundo), es -como hemos dicho en
otras muchas ocasiones- mucho más probable que la gencat termine en la Liga
Árabe más que en la UE. De momento ya se parece mucho más a Rabat que a
Budapest.
Illa y su socialismo federalista de rostro nacionalista no va a
lograr detener ese desplome. Los mismos que hace
veinte años estaban más preocupados por instalar cámaras en el interior de las
comisarías de los Mossos y por defender los “derechos humanos” de los detenidos,
hoy siguen sin haber extraído consecuencias de sucesivos fracasos. Una tonta
del bote como la Colgau que instaló durante años en el balcón del Ajuntament de
Barcelona la pancarta inolvidable de ”Welcome refugies” (y vinieron en masa…),
y una izquierda progre, todavía no ha querido entender que esto ya no puede
seguir así durante mucho más tiempo. Ante la situación de ineficiencia de
los Mossos para detener la delincuencia, están empezando a notarse “huidas”
de Cataluña: quien puede se va. Ahí queda eso. “¡Disfrutad de lo votado!”. Ese
goteo, mañana -como ocurrió en Marsella entre 1980 y 2000- se convertirá en
flujo constante después y, finalmente, en riada.
Y ante este panorama es preciso que fuerzas contrarias a la inmigración
masiva y a la islamización de Cataluña empiecen a pensar en que son solidarias
frente al bloque pro-inmigracionista o simplemente frente a timoratos de “estilo
Feijóo”. O se defiende el “estilo woke-pijoprogre-LBTBIQ+-inmigracionista, o se
defiende la estabilidad de la sociedad, el carácter europeo de las distintas
regiones de España y la necesidad de combatir la pérdida de identidad del
continente, en sus naciones históricas, en su conjunto y en sus autonomías, o
un día nos daremos cuenta de que se ha producido el “gran reemplazo”: ¿y qué es
el “gran reemplazo”? Resumo: “acostarnos en una sociedad y despertarnos en
otra”.