lunes, 24 de septiembre de 2018

365 QUEJIOS (147) – TITULITIS Y MASTERTITIS


Que yo recuerde fue Luis Roldán el que alegó en su currículo ser ingeniero superior y luego resultó que apenas había pisado una facultad. Se supo, como se sabe todo en España, tarde. Aquello llamo la atención, pero no fue alarmante, como máximo, un rasgo más, excéntrico, de un personaje, de por sí estrafalario. Hoy tengo la sospecha de que eso es la norma en la clase política. Vaya por delante que no tenemos a una clase política particularmente brillante. Los mejores entre los del PP, imitando a Fraga, suelen ser opositores natos. Ahí estaba Rajoy con su flamante oposición de registrador de la propiedad. Bien por él. Nadie puso en duda su título, ni la justeza de la oposición que le dio el título. Felipe era un abogadillo de pocos pleitos, Suárez un escalador criado al calor del franquismo. Aznar otro abogadillo, sino recuerdo mal y en cuanto a ZP parece que también obtuvo el título aunque no le sirvió más que para dar clases en la universidad durante un corto período de tiempo. Y en eso que tras el registrador de la propiedad llega un economista doctorado. Los más benévolos vienen a decir que 180 páginas de su tesis doctoral era un simple plagio. Me lo creo. Es Pedro Sánchez, un trepa de la democracia, como Suárez lo fue del franquismo. Me quejo de que entre ambos, el nivel de la clase política ha ido descendiendo hasta extremos de la indigencia moral y cultural.

Verán. Tengo un hijo que cursó estudios de ingeniería informática, Presentó el trabajo de fin de carrera ante una sala vacía en la que solamente nos encontrábamos sus padres, sus hermanos, una vecina que lo apreciaba mucho y su tutor. Eso fue todo. Luego se fue a Canadá, estudio un master en Montreal especializándose en videojuegos, cuando presentó el trabajo de fin de master, en la sala estaban presentes cazatalentos de las principales empresas informáticas del país. Ese mismo día tuvo trabajo fijo. ¿Ven cuál es la diferencia? En otros países existe un nexo entre universidad y empresa. Esa es la garantía de que los cerebros más brillantes encuentren pronto trabajo. En España ese nexo es inexistente: si vales, vales y búscate la vida, si no vales, dedícate a la política y falsea tu currículo. Tal es la diferencia.

http://eminves.blogspot.com/2016/10/cuadernos-blancos-tintin-con-camisa.html

En España, la clase política está aquejada de “titulitis”. Cuando empezó a sonar el nombre de Puigdemont (un ilustre desconocido llegado desde las profundidades de la provincia de Lérida), miré su currículo. Acababa de ser nombrado presidente de la Generalitat de Cataluña y, textualmente se decía en el Wikipedia que “había estudiado filología catalana y periodismo”. Era sospechoso, porque no se indicaba ni el curso, ni ningún otro dato, sino que se pasaba pronto a decir que había sido director del Catalunya Today… El currículo estaba redactado de manera engañosa y torticera: quien lo leyera se llevaba la impresión de que Puigdemont era un cerebrito capaz de estudiar dos carreras renunciando a ser el pastelero jefe en la empresa familiar creadora de los “Borratxos d’Amer” y de los “Capricis d’Amer”, especialidades del horno. Para todo aquel que mirara el currículo con detenimiento era evidente que Puigdemont si tenía algo era el bachillerato y para de contar. En los días previos a su elección como presidente de la generalitat, una empresa especializada maquilló su currículo y –dato igualmente importante- borró todo rastro de su esposa –una rumana de pasado nebuloso llegada a una provincia en la que abundaron durante un tiempo chicas con ese mismo pasado- de la red. Asunto resuelto: Puigdemont era un filólogo y periodista felizmente casado con una actriz rumana… Desde entonces se ha demostrado que todo esto era falso. Pero el independentismo cuida a los tontos propios y de esto apenas se ha hablado o ha constituido materia reservada.

Luego vino el Caso Cifuentes en el que lo peor, no fue el numantino interés de la subsodicha en “sostenella y no enmendalla”, sino el que se vieran implicados altos cargos de la universidad. Entre esto y los casos de corrupción, el PP se vino abajo y subió apoyado por una mayoría a lo Frankenstein, el que pasará a la historia como el “okupa de la Moncloa”. Es un tipo curioso el tal Sánchez. De esos que, hasta ahora, nunca han salido elegidos en una lista. Siempre ha ocupado puestos en las partes medias de las listas electorales, allí donde se empezaba a dudar si el candidato saldría elegido. Nunca salió elegido. Por los pelos. Pero bastó que alguno de los que si lo habían sido pasaran a otro cargo o simplemente dimitieran de su escaño para que lo ocupara Sánchez. Tampoco nadie lo ha elegido y ahí lo tienen en La Moncloa para demostrar las excelencias de la democracia española.

Me fui hará quince días de España, de vacaciones. Es la mejor forma de no sufrir el “síndrome postvacacional” de septiembre: irse de vacaciones ese mes. Me fui sin hacer mucho caso de las noticias: se falseaba el número de asistentes al 11-S indepe, fijándose para ulteriores años el tope mínimo en “un millón”, y me fui con la polémica cruzada de que todos habían falseado sus expedientes universitarios y sus tesis doctorales. Leo en la distancia que la polémica continúa y que, efectivamente, Sánchez es el mediocre que todos pensábamos que era, el mismo mediocre que a falta de una tesis propia, copia la primera que encuentra, se olvida de poner comillas en textos que no son suyos y obtiene un título “cum laude”, demostrando porqué la universidad española está desvalorizada y porqué las empresas ni siquiera se toman la molestia de asistir a las exposiciones de los doctorados. Creo, incluso, que a la mayoría de catedráticos, la tesis de doctorado les importa un pijo porque saben perfectamente lo que hay: “otro que no será el nuevo Keynes” u “otro al que le faltan condiciones para ser un jurisconsulto de campanillas”… parecen desear que acabe cuanto antes la tesis y pague la comida de rigor.

Esto es España, aquí no hay más cera que la que arde. La titulitis es un mal endémico nacional. La mayoría de masters pagados a precio de oro no sirven ni para que el diploma oculte una mancha de humedad de la pared. Impresionan a los paletos. Conocí un periodista de Onda Rambla que coleccionaba masters: los cambiaba por publicidad. Estaban firmados por la “Universidad Ortodoxa de Miami” y por otros centros improbables. Era el único miembro del Opus Dei que entró en la masonería pensando que eran trampolines para la promoción personal. El título de periodista lo falsificó simplemente fotocopiándolo y cambiando el nombre. Hoy, ese tipo, un perfecto cero a la izquierda, puede llegar a presidente del gobierno. Más que para quejarse, es para desesperarse.

http://eminves.blogspot.com/2018/07/iberia-alternativa-mision-y-destino-de.html