sábado, 7 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (69) – CATALUÑA TIERRA QUEMADA


La política, como he dicho en varias ocasiones, dejó de interesarme hace dos años, pero no puedo evitar sentir cierta amargura al ver lo que está ocurriendo en Cataluña que no es sino el resultado de la acción de una banda de aventureros políticos cegados por la sífilis nacionalista. Soy de la opinión que en Cataluña no ha ocurrido nada grave y que, el independentismo está derrotado desde el mismo momento en que decidió iniciar su peripatética aventura. Claro está que, en sí misma, la aventura es para quejarse de la cualificación de la clase política catalana, pero esto no es lo que me preocupa en este momento, sino de los efectos que el “prucés” está teniendo en la sociedad catalana, especialmente en amigos y conocidos. Y de lo que me quejo es de que los promotores del “prucés”, en su irresponsabilidad todavía no se han dado cuenta de las repercusiones de lo que han hecho. Me quejo de que Cataluña –y los catalanes- se están empobreciendo y nadie parece querer reconocerlo en aquella región.

Tomo como referencia lo que me ocurrió ayer en tanto que significativo: recibo dos post de dos amigos, se han quedado en el paro. La primera después de una temporada de moving laboral, el segundo, simplemente, despedido. Se trata en ambos casos de dos empleados cualificados: la primera en un conocido bufete de abogados, y el segundo como técnico de IBM. El mismo día, el diario La Vanguardia digital publica que el restaurante de Carme Ruscalleda en Sant Pol de Mar, chef de fama mundial y, sin duda, la segunda firma prestigiosa detrás de Ferrán Adriá, va a cerrar sus puertas en el mes de octubre. El mismo día, en la presentación de una película para críticos, una delegación de la revista Fotogramas aparecía para transmitir su desasosiego por el cierre de la redacción en Cataluña: algunos despedidos y otros puestos ante la opción de irse a Madrid o al paro. Alguien podrá pensar que estos tres elementos son puro azar y que ninguno tiene que ver con los otros. Y sin embargo, los tres están relacionados con el “prucés”.

Lo que ha ocurrido en Cataluña era lo que cabría esperar en un momento histórico en el que las empresas pueden desplazarse de un lugar a otro de la geografía mundial con sólo apretar la tecla de Enter. No vale la pena que miréis cuántas empresas de han ido de Cataluña desde el otoño de 2017, hay cifras muy diferentes, pero ninguna es inferior a 4.000 ni superior a 6.000. Los [i]rresponsables del “prucés” dijeron que eso no importaba, que las empresas volverían (¿cómo iban a abandonar Cataluña tierra de laboriosidad y empeño?)… pero, no solamente no han vuelto, sino que es ahora cuando empiezan a notarse sus efectos, sobre los que han quedado.

Cataluña se está empobreciendo día a día: no se trata de que las inversiones hayan disminuido en esta región mientras que han aumentado en el conjunto del Estado, de lo que se trata es de que la fuga de grandes empresas, su instalación en otras regiones, especialmente en Madrid, ha implicado el descenso del volumen de negocio de las empresas que se han quedado: la delegación de IBM tiene hoy menos campo de aplicación para sus programas de gestión comercial, los bufetes de abogados especializados en grandes asuntos internacionales han perdido a sus mejores clientes y tienen que reducir personal, revistas como Fotogramas ven cómo las presentaciones de películas, las llegadas de actores para promoción, se realizan sólo en Madrid y, en esas circunstancias, ¿para qué seguir manteniendo una redacción en la capital catalaan? Y la salida de entre 4.000 y 6.000 empresas ha hecho que miles de directivos ya no busquen un restaurante de prestigio para llevar a sus visitas, cerrar negocios o recibir a directivos de su propia o de otras multinacionales.

Y esto sólo ha hecho que empezar. Ningún medio en Cataluña reconoce que esto es así: cuando se conozcan las nuevas cifras del paro y del empleo, la Generalitat volverá a mostrarse exultante: “se está creando empleo”… claro, de camareros, de reponedores de supers, de repartidores de publicidad… pero el “gran empleo” que absorbe a técnicos, profesionales cualificados y en establecimientos de prestigio, ese, colegas, ese está en fase de extinción, especialmente porque los independentistas no quieren creer que han sido derrotados y se niegan a rectificar. Les ocurre como al recién guillotinado que todavía no se ha dado cuenta de que su cabeza anda rodando… De eso me quejo, de que antes de reconocer el fracaso y emprender otra vía, estos chalados, no se dan cuenta de que están aplicando políticas de “tierra quemada”. Claro que me quejo y lo doy como irremediable: la estupidez está en el ADN de algunos.