viernes, 4 de mayo de 2018

365 QUEJÍOS (5): ¡SÓLO PARA TUS OÍDOS GILIPOLLAS!


Dele una pistola a un niño y seguro que hace un destrozo. Entregue tecnologías avanzadas a trogloditas y conseguirá alegrarlos tanto como si le da a un tonto un lápiz, pero el problema es que solamente les servirá para hacer el ganso. Fíjense en el uso del móvil, sin ir más lejos.

¡Qué bueno un “teléfono móvil” que, además, nos evite cargar con el compact, el iPod, las agendas electrónicas, las cámaras fotográficas, la cámara de vídeo, la linterna o la cinta métrica, e incluso el e-reader, el ladtop y la cónsola de videojuegos: ahora, todo eso lo tiene usted en un artefacto extraplano de apenas 7 x 15 cm, de menos de 150 grs. Y, además, mire usted, sirve incluso para hablar, chatear, enviar correo, reforzar tus redes sociales y como alternativa a la tarjeta de crédito en algunos casos. No solamente cuando se inició la era de la informática (allá por los primeros años 80) uno podía prever que viviría tales adelantos, sino que, incluso, después, cuando irrumpió la telefonía móvil primero, internet después, nunca pensábamos que estas tecnologías iban a avanzar a tal velocidad. Esto es algo que lo todos sabemos y no va por ahí mi quejío. ME QUEJO DE LOS QUE NO UTILIZAN ESTAS TECNOLOGÍAS DE MANERA RESPONSABLE.

Sin ir más lejos:

1) ¿A mí qué diablos me importan las conversaciones telefónicas de la gente que viaja a mi lado en cualquier transporte público o que camina a mi paso en la calle?
2) Y lo que es peor: a mí ¿qué diablos me puede interesar la música del primer cretino que me cruzo con el móvil a todo volumen exhibiendo su mal gusto musical?

En los años 70 se criticaba a los que iban a la playa con el radiocasete a todo volumen.  Era el sinónimo del cutrerío. A nadie con un mínimo de educación y estilo se le hubiera ocurrido hace unas décadas ir exhibiendo sus gustos musicales. Especialmente, porque suelen ser malos. El otro día, haciendo un alto en un semáforo se me puso un gilijibia con el móvil atronando un rap. Se me escapó decirle: “¿Cómo diablos tienes tan mal gusto musical?”. No me entendió, claro, iba completamente empanao. Pero es así: por algún motivo, falta de educación, falta de sensibilidad musical y estupidez siempre van de la mano.

HASTA LOS AÑOS 50 EXISTIÓ LA ASIGNATURA DE “URBANIDAD”. SE ENSEÑABA EN LOS COLEGIOS A LOS NIÑOS A SER “EDUCADOS”. A DONDE NO LLEGABAN LOS PADRES, LLEGABA LA ESCUELA. La asignatura desapareció pronto (en los 60) y en los 80, para los nuevos planes de estudio socialistas, esto era un síntoma de “fascismo y dictadura”. El resultado es que hoy, tenemos a una nueva generación que ni siquiera se ha enterado que tiene mal gusto musical, sino que estos gipsykings han llegado a adultos sin tener ni idea de lo que es la corrección social, la educación o el estilo. Y LO MÁS TRÁGICO ES QUE NUNCA SABRÁN QUÉ ES TODO ESTO. Alguien dijo que “el estilo es la vida”. Parafraseándolo se podría decir que “quien carece de estilo ignora lo que es la vida”. O dicho de otra manera: “un mal estilo conduce a una mala vida”.

Que quede claro:

- no me interesa ninguna de las conversaciones que me veo obligado a oír en las calles.
- no me interesa esa mala música que me obligan a oir y que solamente muestra el cutrerío de quien la exhibe.

ME QUEJO DE UN ESTADO QUE HA RENUNCIADO A EDUCAR A SUS CIUDADANOS (quizás los alumnos que han superado la primaria, sepan los que es la Constitución, pero no sepan que eso de comerse los mocos está mal visto) Y DE UN SISTEMA SOCIAL QUE HA PERDIDO CUALQUIER NORMA Y CUYO ESTILO ES EL CUTRERÍO MÁS ACRISOLADO.

¿MI LEMA? ¡SOLO PARA TUS OIDOS, GILIPOLLAS!