El atentado en el aeropuerto de Bruselas y los ataques en
Francia, han demostrado que el yihadismo está desplazando uno de sus teatros de
operaciones a Europa. ¿Cómo reaccionar ante esta amenaza? El atentado en el
aeropuerto de Ankara ha reavivado la polémica: los estados de derecho tienen
que reaccionar con el único instrumento que tienen a su alcance, la justicia
penal. Problema: los expertos han advertido que la reforma penal es inútil para
luchar contra el yihadismo.
En efecto, quién cree que Alá dará siete palacios de jade,
con siete harenes, cada uno de ellos con 77 huríes y vivirá en un estado de
erección permanente manteniendo por toda la eternidad una edad de 33 años… a
ese no le preocupa mucho pasar 12 ó 15 años en cárcel. De hecho, el reclamo
para integrarse en la yihad es el contraste entre la miseria que vive y la
oferta irresistible de un paraíso sensualista.
Que las reformas del Código Penal son inútiles para luchar
contra el yihadismo lo han advertido varios ponentes del Centr para el Estudio
de la Delincuencia Criminal de la Universidad Miguel Hernández de Elche en el
curso de verano titulado “El mundo del terrorista. La perspectiva actual” organizado
en colaboración con el Cuerpo Nacional de Policía. Uno de los ponentes, el
profesor de Derecho Penal de la Universidad de Granada miguel Ángel Cano
aseguró que “el Derecho Penal no va a acabar con el terrorismo yihadista”.
Entonces ¿qué se puede hacer para atajarlo? Silencio.
Obviamente, la respuesta que nos dan los EEUU desde la
aprobación del “Acta Patriótica” en 2001 no es asumible: “¿quieren vencer al
yihadismo? Renuncien a sus libertades”.
Quien ha avanzado algo en la explicación y conocimiento del
fenómeno yihadista es el General Dávila que recientemente participó en el ciclo
“Córdoba ante el reto del multiculturalismo” con una conferencia titulada “Las Fuerzas
Armadas en la lucha contra el ISIS”. El General Dávia aseguró que los
yihadistas “han conseguido dividir a la sociedad española hasta el punto de
lograr que el enemigo esté entre nosotros”. Ha añadido con una lucidez y una
sinceridad difícilmente presente en la clase política que: “ya no son ellos los
que reivindican Al Ándalus, sino que también alguno de nosotros cuando les da
la razón en sus reivindicaciones, como sucede en la caso de la Mezquita de
Córdoba, lo cual es tremendamente peligroso”. Adirtió igualmente que
territorios como Córdoba, Ceuta, Melilla o Granada son una “referencia
constante para el yihadismo”, por lo que “estar en la mente de los terroristas
nunca es una buena noticia”.
Hay que recordar que el General Dávila, fue ayudante de
campo del Juan Carlos I. El resto de su intervención, el General Dávila la
consagró a explicar las características de la lucha contra el ISIS en Oriente
Medio, pero no dijo gran cosa sobre cómo combatir el yihadismo en Europa.
Y sin
embargo, el planteamiento es excepcionalmente simple: limitar la inmigración
procedente de países islámicos, dejar de crear incentivos, subsidios y
subvenciones para los residentes de esos países en Europa, proceder a las
expulsiones inmediatas de ciudadanos de esos países que hayan cometido delitos
en territorio europeo (los yihadistas en Europa, no son “retornados” de las
guerras de Oriente Medio, sino pequeños delincuentes inesperadamente
radicalizados), controlar la difusión del islam en Europa y la predicación en
las mezquitas, impedir la difusión del islam wahabita en tanto que foco de
todas las infecciones fundamentalistas, etc, etc, etc. Y, por supuesto,
considerar que los conflictos internos de los países islámicos son eso:
internos y abstenerse de participar en ellos.