#INMIGRACIÓN, #PACTOJUNSTSSANCHEZ, #CATALUÑAEMIGRACION,
La política de concesiones de Sánchez a la no-España, prosigue. Solo
en lo que llevamos de año se ha transferido a la gencat las redes de Cercanías
de RENFE (lo que ha redundado en un verdadero caos de estas líneas) y ahora
Sánchez “delega” las competencias en fronteras, puertos, aeropuertos e
inmigración… Lo más sorprendente es que, cuantas más concesiones exigen los independentistas,
Sánchez las cede sin apenas resistencias. ¿Motivo? El independentismo está en
caída libre y el PSC, en cambio, es quien lleva, efectivamente, las riendas del
poder autonómico y las llaves de la caja. Pero esta última cesión va tener
repercusiones profundas y no por lo que la prensa de derechas alega.
TODO LO QUE SANCHEZ CEDE POR PRESION DE ERC Y JUNTS,
SE LO CEDE AL PSC…
Desde hace dos años, la pérdida de intención de voto de ERC y de
Junts es notable. En cuanto a la CUP, prácticamente ha desaparecido de la vida
política regional. No solamente el proyecto independentista ha fracasado
estrepitosamente, sino que los dos políticos que lo impulsaron -Puigdemont y
Junqueras- siguen al frente de sus partidos…
Buena parte de la pérdida de votos de estos dos partidos
independentistas se debe a la inmigración masiva que registra Cataluña y cuyas
cifras son, hoy más que nunca, alarmantes, por mucho que todos los centros
estadísticos de la gencat y del Estado, se empeñen en maquillarlos.
En la actualidad, el independentismo está sometido a una triple
tenaza:
- por un lado, el PSC que se presenta como el partido “que ha estabilizado Cataluña”,
- por otra por Silvia Orriols y Aliança Catalana que ha logrado extenderse, desde la “montaña catalana” hasta los feudos de ERC y de Junts;
- y, finalmente, por los partidos estatalistas -especialmente por Vox- cada vez más presente en el cinturón industrial de Barcelona y en la propia Ciudad Condal.
El fracaso del “procés” no ha sido compensado por la “amnistía”
posterior, ni por las negociaciones continuas para mantener a Sánchez en el
poder. De hecho, cada vez son más los
catalanes -incluso indepes- que cuestionan el apoyo de ERC y Junts a Sánchez a
cambio de transferencias que ya no benefician a ambas formaciones, sino al PSC
y al gobierno de Illa. ERC (y no digamos En Comú-Podem) puede dar por
recibido el “abrazo del oso” con el que, en toda coalición, el socio mayor
tiende a anular al menor. Illa, por lo demás, va restando reivindicaciones a
los indepes y colocando a los “integrables” en las llamadas “embajadas
catalanas” en el extranjero. Y, en cuanto a la condonación de 17.104 millones a
la gencat, vale la pena no olvidar, que es solamente un aliciente para elevar
el gasto público del ente autonómico que ¡está en manos del PSC!
¿CUANTOS INMIGRANTES HAY EN CATALUÑA?
Pero el problema que tiene abierto Cataluña para los años
venideros es el crecimiento descontrolado (y oculto) de la inmigración,
especialmente de la procedente de África. Algunas cifras cantan: Guisona en
Lérida, 53’1% de inmigración, Castelló d’Empuries en Gerona, 45’1%, Portella en
Lérida, 40%, Salt, suburbio de Gerona capital, 37’1%... Y estas cifras son,
en realidad, ilusorias, porque no tienen en cuenta los inmigrantes naturalizados
desde que empezó el fenómeno migratorio en 1996 y que pueden hacer que estas
cifras se eleven un 20% más.
Oficialmente, en el año 2000 residían en Cataluña 198.000
inmigrantes, el 2’9% de la población. No era una cifra alarmante, pero estaban
concentrados en determinados municipios y barrios. En el año 2024,
oficialmente residían en la región catalana, 1.400.000 inmigrantes, y el
porcentaje se había elevado a un 17,2%... pero también en este caso, había que
sumar a los ilegales no empadronados y a los naturalizados. Así que, las cifras
“oficiales” no reflejan los “datos reales”.
Y, sin embargo, es fácil deducirlos en base a un dato objetivo: la
diferencial entre el crecimiento de la población catalana en 1994 (cuando la
natalidad catalana ya estaba bajo mínimos, y no alcanzaba la tasa de
reposición) y la población catalana actual: esta diferencia nos dará el
número de ciudadanos que residen en Cataluña y, aceptando que el de catalanes
autóctonos -es decir, de padres catalanes y españoles- permanece constante
(aunque en realidad, tiene una tendencia al declive demográfico innegable),
esto nos dará. COMO MÍNIMO, el número de inmigrantes radicados en Cataluña. Y
las cifras desdicen las estimaciones oficiales de la gencat y del Instituto Nacional
de Estadística.
En 1990 el número de habitantes de la región catalana era de
6.165.000. Como prueba del “invierno demográfico”, el año de las Olimpiadas de
Barcelona, en 1992, había descendido a 6.083.000 habitantes, para, a partir de
ese momento, dispararse. Cuando se inicia el fenómeno migratorio y Aznar
entreabre las puertas a la inmigración, Cataluña tiene 6.090.000 habitantes. En
el inicio de 2025, la región alberga a un poco más de 8.000.000 de habitantes.
En otras palabras: se ha producido un crecimiento de 2.000.000 que no pueden
haber surgido ni de la inmigración interior, ni de nacimiento generados por los
autóctonos.
Estos 2.000.000 suponen ¡un 25% de la población total de Cataluña! Se trata de población inmigrante. Y resulta imposible negarlo,
por mucho que las cifras oficiales hablen de 1.400.000 inmigrantes en 2024, que
supondrían un 17’2%... El desfase es, pues, de 8 puntos.
Estas diferencias de datos -fundamentalmente debidas a “trampas” deliberadas
a la hora de ofrecer cifras reales y a confusiones malintencionadas entre “nacionales”,
“inmigrantes”, “inmigrantes nacionalizados”, “inmigrantes legales e ilegales”, “hijos
nacidos en Cataluña de inmigrantes”, etc, etc- es aprovechada para tranquilizar
a la población minimizando el impacto de la inmigración y, acompañándola, de
tópicos del género “si ha recibido la nacionalidad española, ya es español”: en
efecto, lo es administrativamente, pero ¿por algo más? ¿por recibir subsidios
en Cataluña? ¿por cultura? ¿por identidad? Otra cifra que se oculta
cuidadosamente -acaso la más reveladora de todas-, pero que no ha pasado
desapercibida para Andreu Domingo, director del Centro d’Estudis Demogràfics de
la Universidad Autónoma de Barcelona, es el número de miembros de la “generación
milennial” nacidos entre 1986 y 1995 (cuando las tasas de inmigración en Cataluña
eran todavía “asumibles”): el 39’1% de los nacidos en ese período han nacido
en el extranjero ¡el doble de la tasa oficial de inmigración en el mismo período!
Andreu Domingo añadió a este datos: “Y las autoridades y políticos harían bien
en ser conscientes de esta realidad y atenderla”… Palabras expresas en febrero
de 2024 y que siguen siendo, lágrimas bajo la lluvia.
LA INMIGRACIÓN ISLAMICA EN CABEZA
Estas cifras podrían ser asumibles si la inmigración procediera de
países europeos o de cultura europea. Pero no es así: proceden de poblaciones,
en gran medida, con los que existe una BRECHA antropológica, religiosa,
cultural y étnica. Todos los grupos étnicos son fundamentalmente desiguales
porque todos tienen distintas tradiciones, distintos orígenes, distintas
creencias, distintas normas de vida y distintos comportamientos sociales.
Negarlo hoy, cuando el wokismo y el mundialismo están retrocediendo, supone
negarse a ver la realidad: hay bolsas de inmigrantes que se integran “mejor”,
más rápidamente, y sin ayudas sustanciales, mientras que otras se manifiestan
absolutamente inintegrables, por mucho apoyo económico y asistencial que se les
ofrezca. Hay grupos nacionales de inmigrantes que generan pocos o ningún
problema y otros grupos que son máquinas de generar conflictos en cualquier
país en el que residan.
Y entre los grupos que, en toda Europa, han generado “problemas”
de convivencia, de terrorismo, guetos y comportamientos “chocantes” con el
estilo de vida occidental, los originarios de países musulmanes figuran -se
quiera o no reconocer- en primera línea:
- En primer lugar, por sus creencias religiosas (el islam es la única religión en función de la cual se mata y se muere en el siglo XXI),
- en segundo lugar, por sus dificultades de integración y la persistencia en el mantenimiento de sus creencias y tradiciones (que son radicalmente opuestas a las creencias y tradiciones propias del Viejo Continente).
Hace 30 años, afirmar esto podía considerarse como una muestra de “xenofobia
y racismo”, pero en 2025, es, más bien, la constatación de una realidad que
explica, por sí misma, la crisis de algunas naciones europeas y el crecimiento
de los partidos euroescépticos y populistas. Hoy
no existe más terrorismo en Europa que el yihadismo y el yihadismo no es más
que una concepción extrema del islam que se apoya en la consideración de que el
“sexto pilar” de esa religión es… la “guerra santa” contra el infiel.
Pues bien, según el Instituto Catalán de Estadística en la
región existen 241.179 marroquíes. La cifra, por supuesto es torticera: ignora
los marroquíes nacionalizados españoles que siguen identificándose con su
patria y siguen sus tradiciones y costumbres. Pero las cifras son más
preocupantes, si sumamos la población inmigrante procedente de todos los países
musulmanes. Y según las cifras del mismo Instituto Catalán de Estadística,
esto nos da una cifra “ligeramente superior”: algo más de 400.000 musulmanes
residentes en Cataluña. Pero otras cifras manejadas por El
Debate, el número de musulmanes residentes en Cataluña es de 660.392,
siendo la comunidad del Estado con más aglomeración de inmigrantes, seguida por
Andalucía, con más población que Cataluña (en concreto 8.600.000, frente a
8.030.000) con 395.913 musulmanes. Lo que implica que el 8’2% de población
residente en Cataluña es musulmana frente al 4,5 % de Andalucía…
¿Y EL NOMBRE DE LOS RECIÉN NACIDOS EN CATALUÑA?
Una de las polémicas más risibles generadas por la “más prestigiosa
agencia de verificación” española, Newtral, es la que se produjo
tras la noticia de que el nombre más utilizado con el que se inscriben en el
registro civil, los nuevos inscritos es “Mohamed”. Newtral, salió en
tromba para denunciar la “falsedad” de la noticia. Newtral sostenía
que el nombre “Mohamed” ocupa el lugar 41 de los nombres de pila existentes en
la Ciudad Condal…
Pero las cifras aportadas por el Instituto Nacional de
Estadísticas desmentían a los “desmentidores”. En efecto, en noviembre
de 2023, el INE sostenía que figuraban en el registro civil de Barcelona inscritos
13.326 “Mohamed”, superando al número de “Arnau” (un nombre de moda en
Cataluña), 13.244.
¿Cómo era posible que existieran tales disparidades entre las cifras
aportadas por Newtral y las del INE? Es fácil explicarlo: Newtral
se refería a nombre de adultos, mientras que la noticia que se pretendía
desmentir, aludía a nombres de nuevos inscritos en el registro civil.
La realidad es que, desde el año 2000 hasta el 2010-2015, los
medios de comunicación anunciaban a bombo y platillo que los primeros recién nacidos
cada año, en las cuatro provincias catalanas, eran con una frecuencia inusual,
miembros de grupos étnicos no autóctonos. Inicialmente, estas noticias, se
recibía con cierto entusiasmo y con curiosidad… hasta que las cifras de
inmigrantes empezaron a crecer, el paisaje de las ciudades catalanas a cambiar
y la actitud de la población se hizo más reservada hacia la inmigración.
Si tenemos en cuenta que el 8’2% de la población residente en
Cataluña, tiene una tasa de natalidad en bruto equivalente a la totalidad del
resto de la población (y algo superior, según el número de “Arnaus” y de “Mohameds”
inscritos en el registro civil), está claro que hacia 2050, esto es, en apenas
25 años, la población mayoritaria de Cataluña procederá de etnias magrebíes y
religión musulmana. Este es el verdadero “problema catalán” que, por el momento,
solamente denuncian Vox y Aliança Catalana.
LAS REIVINDICACIONES PENDIENTES DE JUNTS Y ERC
Se conocen las estrategias de ambas partes: por un lado, Sánchez
-cada vez más horrorizado por lo que se le viene encima judicialmente- necesita
ganar tiempo; por otro, Junts y ERC precisan ofrecer algo a sus electores… Sánchez
está dispuesto a entregar cualquier cosa a la gencat… especialmente porque la
gencat está en manos de uno de sus peones más sumisos: Illa.
Y, por otra parte, aunque en el futuro, se declare la inconstitucionalidad
de algunas de las medidas dadas al independentismo para calmarlo, a Sánchez el
futuro es algo que no le preocupa: si las cosas vienen mal dadas, él no
aspira a nada más que a exiliarse a Marruecos, Venezuela o la República
Dominicana dejando atrás una nación sumida en el caos. Por tanto, cualquiera
que pretenda arrancarle una “transferencia”, a cambio de asegurarle unos días
más de vida política, verá sus reivindicaciones satisfechas.
Básicamente, la negociación entre ERC y Junts con el gobierno, en
esta fase, consiste en reivindicar las transferencias en control de
fronteras, puertos, aeropuertos e inmigración. Ahora bien, este acuerdo -en
principio- parece inconstitucional, pero, claro está, la ambigüedad de la
constitución de 1978, está para eso, para un “aquí cabe todo” y “donde dije
digo, diego Diego”…
En efecto, el artículo 150.2. dice al respecto: “El Estado podrá
transferir o delegar facultades que por su propia naturaleza sean
susceptibles de transferencia o delegación”… ¿cuáles son “susceptibles de
transferencia o delegación”? No se enumeran, por supuesto: si fuera por Sánchez
se hubiera añadido: “son susceptibles de transferencia o delegación toda si ayudan
a mantener a un gobierno corrupto en el poder”.
Pero el problema viene porque esa ambigüedad calculada -y seguramente
introducida en el debate constitucional del 78 con nacionalistas catalanes y
vascos, ante el desinterés de UCD y del PSOE- es negada por el artículo
anterior, el 149: “El Estado tiene competencias exclusivas en
inmigración y fronteras”. Lo tajante de este artículo, choca con lo
ambiguo del siguiente y, solamente por eso, sería una muestra de que la
Constitución del 78 era justo lo que no debe ser una “carta magna”: ambigua y
contradictoria.
El gobierno para defender su posición dice: “una delegación, no
es una transferencia”. Lo que implica decir, “me importa un higo; ande
yo caliente y ríase la gente…”. La ambigüedad procede de lo que se quiere
decir en el 150 con la expresión “su propia naturaleza”.
La impresión que da, de todas formas, es que la cuestión de la
inmigración y las fronteras es extraterritorial para una comunidad autónoma y,
en este caso, no afecta solo a Cataluña sino también a España.
Por que Junts entiende que, en materia de inmigración, la línea
de corte es el conocimiento de la lengua. ¿De qué lengua? de la catalana, por
supuesto, esa que es hablada habitualmente por un tercio de la población y que,
para los nacionalistas, es obligatoria. Junts reivindica para esa gencat en
cuyo gobierno no participa, emitir permisos de residencia, devolver
inmigrantes y control integral de los CIE.
Podemos imaginar lo que sucedería: un inmigrante residente en
Cataluña, con un diploma A1 de dominio básico de la lengua, se va a Galicia,
delinque allí, pero sigue viviendo en Cataluña. ¿Quién lo expulsa del país (si
es que alguien lo expulsa)? ¿De Galicia, de España? ¿podrá seguir viviendo en
Cataluña? Hasta ahora, la doctrina oficial era que se puede fracciona una
competencia mientras no afecte a otras comunidades. Pero con esta “delegación”
se abre la vía para que se fraccione también la defensa, la lucha contra el
narcotráfico, contra la inmigración ilegal, y así sucesivamente… Sánchez
alega: “se transfiere la gestión, no la titularidad”. Pobre excusa de
mal pagador.
Y esto es todavía más grave porque demuestra hasta qué punto
los ministerios están dirigidos por meras marionetas del sanchismo, individuos
sin criterio, personalidad propia y capacidad de decisión: en efecto, Marlaska
fue el primero en afirmar en abril de 2024 que “El Estado tiene competencias
exclusivas en fronteras e inmigración”.
Pero el acuerdo indepes-Sánchez implica control de fronteras,
puertos y aeropuertos. Lo más llamativo es que, esta reivindicación ya
estaba incluida en el “Nou Estatut”, promovido por Pascual Maragall (la “madre
de todos ‘procés’ posteriores”) y ya obligó a pronunciarse al Tribunal
Constitucional, declarándola incompatible con la constitución.
El independentismo no ha renunciado a esta reivindicación.
Recordemos que la situación del catalán es, por una parte, dramática (su uso
desciende entre los jóvenes un punto cada año y se encuentra en menos de un 25%,
mientras que en la sociedad catalana apenas lo utiliza un tercio de la
población como primera lengua ¡a pesar de que todos los medios de titularidad
pública utilizan SOLO el catalán en sus emisiones, e incluso TVE1 acoge cada
vez más programación en catalán y TV2 a lo largo de 2025 pasará a ser un canal
exclusivamente en catalán…! Cuando se permanece de espaldas a la realidad
lingüística de Cataluña se entiende perfectamente ese interés en que la
inmigración hable solo catalán para tratar de revertir la caída en picado en la
utilización de esta lengua.
La lógica y la realidad dicen: Cataluña es bilingüe y, por
tanto, ese bilingüismo debería reflejarse en todas las actividades públicas.
Pero, Junts proclama: “El catalán es el elemento indispensable que garantiza
la integración en la sociedad catalana”… lo cual podía ser cierto hace
algo más de 100 años e, incluso, hoy puede aceptarse en algunas comarcas de la
Cataluña interior, pero no en ciudades como Barcelona o en su cinturón
industrial. El Estatut, así mismo, proclama el “derecho y el deber de
conocer las dos lenguas”… lamentablemente no establece que en los
medios públicos de la gencat deberían también esta presentes las dos lenguas.
Pero, ya se sabe, que la lengua es el único “factor diferencial” al que puede agarrarse
hoy el nacionalismo para justificar la existencia de un “Nació catalana”. Todo
lo demás, está en su contra.
Tiene razón Sánchez cuando dice: “En el fondo, nada cambiará”…
En cuanto al PSC, lo único que le interesa es asumir la “gestión burocrática”
de la inmigración. Burocracia quiere decir, más puestos de trabajo para los
fieles a la sigla y mas dinero para repartir. Porque, no se olvide, la
inmigración es, hoy más que nunca, un “big business”. Pero, para
Cataluña, para sus habitantes, para España, esta transferencia y las políticas
de la gencat, constituyen un suicidio.
Lo que ni el PSC, ni Junts, ni ERC han advertido es que estas
reivindicaciones van a tener como efecto:
- Aumentar el número de islamista, magrebíes, asiáticos y africanos en Cataluña.
- Ligarlos a la región mediante el vínculo lingüístico (que ya hoy es la que posee más inmigración y más inmigración islámica de toda España).
- Desvirtuar “lo catalán” convirtiendo la Cataluña tradicional en un melting pot multicultural en una autonomía en la que hay exceso de inmigración.
- Un aumento del presupuesto de la gencat, en materia de ayudas sociales, servicios policiales y de seguridad que, en poco tiempo, van a superar la condonación de parte de la deuda de la gencat.
- Una agravación de los problemas generados por la inmigración, presentes en toda Europa y que se han manifestado completamente irresolubles.
- Y, finalmente, un desprestigio para la propia gencat y para sus servicios e instituciones, a medida que se vayan manifestando los efectos más negativos generados por la inmigración.
REIVINDICACIONES DE DIFÍCIL ENCAJE
Todo esto está rodeado de ambigüedades y zonas oscuras. Por
ejemplo: ¿cuál de los niveles de “competencia lingüística en catalán” se
aplicarán a los inmigrantes? Existen seis: inicial (A1), básico (A2),
elemental (B1), intermedio (B2), suficiencia (C1), suficiencia para el personal
docente e investigador (C1) i superior (C2)… Hasta que esto no quede
claro, no sabremos el modelo de inmigración que se elige para Cataluña: no es
lo mismo exigir el nivel C1 (que implica aceptar a técnicos e investigadores)
que el nivel A1 que, en el fondo, hablando claro, es aceptar a cualquiera que sepa
saludar, despedirse y preguntar en catalán
Pero, esta misma semana veremos qué se vota en el parlamento y
quien lo vota. Para Podemos y para un sector de Sumar, la propuesta de
transferencia en materia de inmigración “normaliza y legitima el racismo
constitucional”, a la vez que “esconde la xenofobia bajo legítimas demandas
de autogobierno”… Para García Page, el eterno y aburrido Pepito Grillo del
sanchismo que nunca se atreve a darle la estocada final, el acuerdo “es
racista”.
Pero, sea cual sea el resultado de la votación -cada cual votará,
no en conciencia, sino según lo que se le haya prometido, a fin de cuentas, Sánchez
es diestro en prometer… y no cumplir y, desde luego, es mucho más “avispado” que
sus socios- lo cierto es que el “traspaso” (o “delegación”) de competencias a
la gencat es problemática desde el punto de vista constitucional.
De hecho, a Sánchez le importa muy poco que el Constitucional
llegara a tirar atrás este paquete de acuerdos: le basta con sobrevivir unas
semanas más. Lo que ocurra después, le trae, simplemente, al fresco. Algo que
sus socios (incluso su propio partido), ni siquiera han advertido.
Lo cierto es que la derecha ha acusado a Junts de “xenofobia y
racismo”, en lugar de estupidez que es, a fin de cuenta, de lo único que son
responsables absolutos. Reivindicar control de la
inmigración sin tener claro la idea de que solo “inmigración cero” puede resolver
la situación actual y que la permisividad migratoria (hacia iberoamericanos o
hacia africano-musulmanes) es una política, no solo errónea, sino también
suicida, y para colmo, reivindicarlo para una gencat que no está en sus
manos, sino en las del PSC (y, por tanto, es el PSC el que se va a beneficiar directamente
del “big business” que supone la inmigración), es tan ridículo que indica
que los promotores del “procés” no han aprendido nada de sus aventurillas
políticas y de sus devaneos con la “alta política”.
LA POSICIÓN DEL TRIPODE INDEPENDENTISTA
Lo más grotesco de esta situación es la contradicción en la que
están sumido los partidos independentistas desde un principio: partidarios
de la “construcción nacional de Cataluña”, estiman que no es cosa de catalanes,
sino que también afecta la inmigración y que esa “construcción” solo puede ser “multicultural”.
Es de difícil encaje el nacionalismo y la multiculturalidad, pero los partidos
nacionalistas, erre que erre, siguen con sus políticas del pasado. No solamente
son “nacionalistas”, sino que, además, adoptan posiciones “progresistas” que,
en muchas ocasiones, llegan a negar el “nacionalismo” como producto de sus
déficits doctrinales.
Durante la preparación del reciente congreso de ERC, Joan
Tardá, antiguo diputado nacional de ERC, propuso el 8 de enero de 2025, que el
partido relegue a segundo plano el independentismo, para “convertirse en el
partido de los inmigrantes”. NacióDigital informó de que se estaba
creando una corriente de izquierdas en el interior de ERC para convertirlo en
este nuevo perfil que resultaba avalado por 100 firmas. Tardá lo justificaba
diciendo que los inmigrantes son “los más vulnerables” y que nunca votarían por
un “partido de derechas” (olvida, sin ir más lejos, que el partido
de Marine Le Pen es uno de los más votados por antiguos inmigrantes de “primera
generación”). En la óptica obtusa de Tardá un “partido de derechas” es,
necesariamente, un partido estatalista y antiinmigracionista. Cabe preguntarse
con qué inmigrantes “vulnerables” se relaciona Tardá, cuando, en realidad,
están sobreprotegidos.
En realidad, el problema de ERC es su ubicación en el “progresismo”,
cuya lógica interna lleva a posiciones que corren el riesgo de ser “antinacionalistas”.
A Tardá parece no preocuparle que el fracaso de las políticas de integración en
toda Europa, ni el que una sociedad para ser viable, debe ser, sobre todo,
homogénea en valores culturales y antropológicos.
Obviamente, la postura que se impuso en el congreso de ERC fue la de Oriol Junqueras que, básicamente coincide con la de Junts, aunque sin sus dudas. Debemos recordar que el pro-inmigracionismo es una constante en ERC desde la irrupción de Angel Colom i Colom como secretario general. Tras ser expulsado de ERC -su gestión y la de Pilar Rahola al frente del partido, llevó a este casi a su desaparición- fundó el “Partit per l’Independencia” que embarrancó desde sus primeros pasos. Pujol optó por enviarlo como “embajador” a Marruecos para “facilitar la llegada de magrebíes a Cataluña”. Y Colom cumplió el encargo. Antes, el histórico presidente de ERC, Heribert Barrera, cuando apenas había inmigrantes en Cataluña, cayó en la cuenta de que “resulta más complicado integrar a un sudamericano que a un andaluz” -en conversación con Pujol, a lo que éste respondió: “… y más que a un marroquí. A los latinos les cuesta entender la catalanidad”. Aquellas aguas, trajeron estos lodos. Entre la acción de Colom en Marruecos y la estrategia pro-marroquí de Pujol, Cataluña se ha convertido en la Meca europea de la inmigración magrebí.
EL FEO ASUNTO DE LA FUNDACIÓ NOUS CATALANS
La historia de esta “integración” es lo suficientemente chusca
para que no resistamos contarla: en 2012, Artur Mas creó la Fundació Nous
Catalans y puso al inefable Colom como presidente. Ocurrió, lo que
tenía que ocurrir: la fundación apenas prolongó su existencia durante cuatro
años, envuelta en escándalo tras escándalo, sombras de estafa y corrupción.
En los cuatro años que estuvo abierta, solo predicó el independentismo entre
la inmigración. ¿Problemas? Muchos:
- El sociólogo Edmundo Serpa, ecuatoguineano, fue colocado al frente del “Espai Africá”, terminó reclamando 68.000 euros a la fundación que no le pagó nada por sus trabajos.
- Más grave todavía fue el nombramiento de Nouredinne Ziani al frente del “Espai Marroquí”. Ziani era, al mismo tiempo, el presidente de la Unio de Centres Culturals Islamics de Cataluña. En 2013, el CNI elaboró un informe sobre él, solicitando su expulsión del país por ser “colaborador de la inteligencia marroquí desde el año 2000”, “haber favorecido a una nación extranjera” y “puesto en riesgo la seguridad del Estado”.
- Khalid Shabaz, puesto al frente del “Espai Asiatic”: El Mundo reveló en 2014 que, antes, había sido detenido por estafa y falsificación de documentos, lo que no fue obstáculo para que figurara en la lista de candidatos de CiU en 2012 para las elecciones autonómicas. Shabaz trajo a la Fundació a Rajda Shaib Satti que resultó detenido en 2013 con 64 kilos de heroína…
Este triste espectáculo -que se
prolongó durante cuatro años; no podía esperarse nada más de la trayectoria de
Colom- fue financiado por la Conselleria de Benestar Social de la
gencat, por CiU y por Catalunya Demá, otra asociación investigada por
financiación ilegal de CDC, el partido de Pujol, Mas y el antecedente de Junts…
Para Junts, la “delegación” del Estado en materia de inmigración
es un éxito clamoroso del independentismo. En
realidad, Junts puede ser definido hoy como “el partido que duda”. Dirigido
desde el exilio por Carles Puigdemont, su pérdida de influencia en la sociedad
catalana es cada día más palpable. No solamente Puigdemont aparece como
instigador, capitán Araña y gran fracasado del “procés”, sino que además, es el
heredero político de los grandes fracasos de Convergencia Democrática, el instrumento
de la corrupción pujolista. Pero, el electorado de Junts es particularmente
sensible al deterioro de la convivencia entre inmigrantes y catalanes. Puigdemont
no rectifica este aspecto que, para él, es completamente secundario. Su
relación con Sánchez reproduce la “dialéctica del amo y del esclavo” si bien no
está claro quién es el “amo” y quien el “esclavo”; son, en efecto, ambos
interdependientes. Cabría aquí mas bien hablar de la “dialéctica entre
el ‘listo’ y el ‘tonto’”: el listo permanece en el poder gracias a los votos de
Junts en el parlamento del Estado, mientras que el tonto reivindica más
competencias, que no van a parar a él, sino al PSC.
Esta “dialéctica” se viene reproduciendo desde el inicio de la legislatura
y continuará hasta el final. El resultado -esperado, por otra parte- es que
Silvia Orriols va royendo literalmente las bases de Junts en la “montaña catalana”
y en las próximas elecciones autonómicas dejará de ser un partido marginal para
estar en condiciones de intentar el “sorpasso” tanto a Junts como a ERC,
en base a un programa “regeneracionista” a la catalana: reintroducir la
moralidad en la política catalana, recobrar la buena gestión de los caudales
públicos y poner coto a la inmigración masiva.
El miedo de Junts a que se produzca esta situación se hizo
evidente cuando el pasado mes de febrero de 2025, una moción de censura
presentada por ERC y PSC pretendió descabalgar a Silvia Orriols de la alcaldía
de Ripoll… Junts midió los riesgos y decidió no apoyar la moción: el electorado
de Junts no resistiría ponerse del lado de los pro-inmigracionistas. La excusa de esta negativa a apoyar la moción fue peregrina: “para
no ayudar a la victimización de Aliança Catalana”… Y es que, para Junts,
su gran problema en este momento, ya no es el indulto, ni más o menos
transferencias, sino frenar el crecimiento de Silvia Orriols: Junts sabe que si
intenta aplicar el “cordón sanitario” contra un partido “de la terra”, corre
el riesgo de quedar desenmascarado y convertirse, como la ERC de Joan Tardá, en
el “segundo partido de los inmigrantes”. Y eso no es lo que quiere su
electorado para el que alguien con turbante, burka, velo y chilaba, provisto del
Nivel C2 de “máxima competencia lingüística en catalán”, sigue siendo un “halógeno”.
Si se quiere entender porque la CUP ha desaparecido de la política
catalana, después de ser el motor activista de los Comités de Defensa de la
República (CDR), no hay más que atender a sus propias propuestas y “opiniones”. Era la candidatura con más apellidos no catalanes y no españoles
en las últimas elecciones (compitiendo, eso sí, a corta distancia, con ERC). Una
de sus pilares en Barcelona, Basha Changue, autodefinida como “afrofeminista
y antirracista”, quinto puesto en la lista de la CUP al Parlament en
2021 y elegida por Barcelona que encabezó en 2022 la lista de la CUP a las municipales por Barcelona (y no
salió) opina que “no es que los inmigrantes delincan más es que se les
encarcela más”. La chica, al parecer, no se dio cuenta de que el razonamiento
podía volverse en su contra: “se les encarcela más por que delinquen más”.
Y, de hecho, las cifras avalan esta realidad y no la fantasía “antirracista y
afrofeminista” de Basha Changue: el 76,45% de los detenidos en BCN son
extranjeros. Sin entrar en cuantos encarcelados en Cataluña tienen
nacionalidad española, pero han nacido fuera de España, la triste realidad es
que el número de presos extranjeros en Cataluña es de 4.050, sobre un total de
8.041… La cifra se dispara si tenemos en cuenta los reclusos de entre 18 y 20
años: el 72’1% son extranjeros y el 27’9 nacidos en España (con la salvedad de
que un número indeterminado de estos son hijos de padres extranjeros. Con
argumentos como el de Basha Changue se entiende perfectamente que la CUP haya
desaparecido por completo de la política catalana
LAS REPERCUSIONES FUTURAS DE LA POLÍTICA MIGRATORIA
El problema de la inmigración no lo va a resolver ni el PSC, ni
los indepes, ni, por supuesto, la derecha liberal… Como no lo han resuelto en
Europa. Por eso, resulta suicida para los independentistas reivindicar el “control
de la inmigración”. Cuando se les ha preguntado “¿para
qué?”, la respuesta ha sido demoledora: “para integrarlos en la lengua
catalana”… así pues, todo el problema para ellos es lingüístico. Un
magrebí con chilaba, una negra con túnica multicolor y pañuelo idéntico en la
cabeza, permanentemente embarazada, están “integrados” con solo superar una
prueba de catalán… ¿Eso es todo? ¿Merecen por ello papeles, subsidios y
permisividad?
En Cataluña ocurrirá lo mismo que ha ocurrido en toda Europa
Occidental: a base de subvenciones se compra la paz étnica y social presente,
pero aumentan las dudas sobre la viabilidad futura de una sociedad
multicultural. En el momento en el que la deuda supere determinado límite y sea
imposible gravar a las clases medias y trabajadoras con más impuestos, los
subsidios deberán interrumpirse o disminuir: el estallido étnico-social se
producirá en ese momento, agravado por el hecho de que en la mentalidad
africana e islámica, el que da una limosna -un subsidio- humilla al que la
recibe y eso, a lo largo de décadas, ha generado un resentimiento acumulado
entre las bolsas de inmigración que facilita los estallidos de cólera.
Hablar una lengua no quiere decir integrarse en un pueblo, conocer
una cultura, o ser como el resto de ciudadanos autóctonos. De hecho, lo más
terrible para el nacionalismo catalán (incluido el del PSC) es que habla en
nombre de “Cataluña”, pero ¡la lengua catalana solamente es utilizada por apenas
un tercio de la población como primera lengua! Y si bien es cierto que
los castellano-parlantes NUNCA han generado problemas, esto se ha debido a que
su forma de ver la vida es contigua a la catalana; no hay oposición, ni
contradicciones. Pero esto cambia extraordinariamente con un magrebí o un
subsahariano, cuya visión del mundo, religión, costumbres y actitudes están
separadas por una brecha profunda de las de los autóctonos.
El problema que deberían plantearse los partidos catalanes es que,
siguiendo las mismas recetas que han fracasado en otros países próximos
(Francia, Bélgica, Italia, Alemania, Reino Unido, Holanda, Suecia, etc.), se
obtendrán idénticos resultados: esto es, nulos. Y, a corto plazo, la
ausencia de resultados o, más bien, el agravamiento de los problemas, tiende a
disminuir la influencia social de estos partidos que las han puesto en práctica
y a acrecentar la clientela de los partidos euroescépticos y populistas. En
Cataluña no va a ocurrir algo diferente. Eso es lo que ignoran por completo
la CUP y ERC y ante lo que duda Junts (que no quiere autoaislarse reconociendo
su responsabilidad en la llegada masiva de inmigración a Cataluña desde los
tiempos de Pujol y de CDC-CiU).
Para el PSC, la “delegación” en materia migratoria y de fronteras
no es más que una oportunidad para “colocar” a segundones de su propio partido
y a tránsfugas pedigüeños de los partidos indepes.
La inmigración siempre ha sido un “big business” para aquellos que han
sabido aprovecharse del fenómeno (y/o estimularlo).
El futuro de Cataluña es muy negro si la sociedad catalana no
reacciona radicalmente ante el problema de la inmigración masiva y de la
islamización de su territorio. Las actitudes políticas en Cataluña en marzo
de 2024 son de tres tipos:
1) Apoyo a la “catalanización” de la inmigración, defendida por PSC, ERC, CUP y por buena parte de Junts (sumido en una eterna duda). El inmigrante debe, pues, aprender catalán para poder ser considerado como “integrado”.
2) Apoyo a la “españolización” de la inmigración, defendida por el PP. El inmigrante debe aprender la lengua castellana y tener un comportamiento cívico; y, hasta ahora, se ha demostrado que la inmigración iberoamericana, genera menos problemas en Cataluña que la afromusulmana.
3) Rechazo a todo fenómeno de inmigración masiva, venga de donde venga, y rechazo a la sociedad multicultural. Que no lleguen más inmigrantes de los necesarios -en caso de que sean necesarios-, que se comporten cívicamente y que se seleccionen por su capacidad profesional, por lo que pueden aportar y por lo que necesita la sociedad catalana y no por el hecho consumado de que han llegado y basta. Es la actitud de Vox y de Aliança Catalana.
¿Y la población? La población catalana suele alternar cierta
inquietud -hoy, por ejemplo, se publica que las cifras de delincuencia en la
ciudad de Barcelona han bajado… pero no porque desciendan los delitos, sino
porque solamente se denuncian de cara al cobro de seguros-, con expresiones
cada vez más hostiles ante la inmigración, especialmente, a medida que van
cambiando los paisajes urbanos y se va disipando la sensación de seguridad. Y esto es algo que va a seguir aumentando (como está aumentando
en toda Europa, sin excepción). Luego vendrá la convicción de que, además de
inseguridad, la inmigración masiva genera aumento de la fiscalidad, se
recordarán problemas de convivencia crecientes y, poco a poco, los partidos que
sigan mostrando actitudes multiculturales, pro-inmigracionistas y “tolerantes”
con la inmigración, se verán empequeñecidos… Y, llegados a este punto, ya no
importará -ni en Cataluña, ni en el resto de España- que estos partidos
rectifiquen o empiecen a poner trabas a la llegada de nuevos inmigrantes: la población
querrá “recuperar su patria”. Y esto implicará votar a cualquier opción que
prometa hacer de ese objetivo, el eje central de su política.
La pregunta es: ¿será tarde para que Cataluña se convierta en un
país de la Liga Árabe? Ironizamos en la forma, por supuesto, pero no en el
fondo. Y la triste realidad, es que no quedan muchos años para reaccionar y
reiniciar la Reconquista territorial que, en otro tiempo empezó en Covadonga y
en los Pirineos, protagonizada en ambos casos por la nobleza visigoda.