jueves, 7 de agosto de 2014

¿Sólo pierden los Pujol?


Info|krisis.- En el momento de escribir estas líneas, distintos miembros del “gang Pujol” (incluidos tres hijos y sus padres) se encuentran reclamados por distintos juzgados… Ni siquiera ellos son conscientes de lo que ha ocurrido en apenas diez días. A partir de ahora pueden optar por utilizar sus caudales para impulsar el proceso independentistas o, simplemente, irse de España. Siempre les quedará el Rosellón y la Alta Cerdaña que en un tiempo fueron catalanes, pero lo que está claro es que a partir de ahora, si deciden andar sin escolta por las calles de Cataluña corren riesgo de que, sobre nacionalistas e independentistas, les escupan a la cara. El traumatisno que ha sufrido bruscamente el nacionalismo catalán hace imposible que las cosas sigan como hasta ahora en esa autonomía. Pero la cuestión es si este escándalo tendrá repercusiones fuera de Cataluña.


La estrategia Rajoy para desactivar el proceso soberanista

Lo que se les viene encima a los Pujol reviste caracteres apocalípticos. El odio soterrado y el miedo cerval que durante treinta y tantos años habían estado contenidos a la vista de la “intocabilidad” del clan, ha saltado por los aires. Cientos de empresarios extorsionados durante décadas se unen al coro de mujeres despechadas del clan (¿Cuándo “Patty”, la ex amante de Pujol, que ya debe ser una cincuentona retirada el oficio, tardará en decidir que Tele 5 puede aportarle más alegrías que su ex amante?), a los amigos traicionados y a los colaboradores de CDC que se sienten palanganeros pobremente recompensados… Parece difícil que, aun renunciando al proceso independentista, los Pujol logren salvar su prestigio e incluso lo esencial de su patrimonio. Nadie llorará por los Pujol en los meses que vendrán.

Sin duda, los más decepcionados no son sus adversarios políticos, sino los nacionalistas catalanes y los independentistas. Por fin se reconoce que ocupar el puesto de “president de la generalitat” no implica una santificación automática. Hasta ahora, Companys, mitificado por su fusilamiento, mucho más que por sus méritos, se había convertido en un “incuestionable”; tratar de encontrarle algún defecto equivalía a suscitar el odio, el encono y la histeria de los nacionalistas. A partir de ahora, no sólo ha caído el mito Pujol, sino que se ha abierto la veda al redimensionamiento de los Companys o de los Maciá…

Un proceso soberanista que pierde fuelle

Pero lo que, visiblemente, se ha visto deshinchado en estos días, ha sido el proceso independentista: del “Espanya ens roba”, al “Pujol ens roba” no hay tanta distancia y un escándalo en primera página de los medios digitales no puede capearse así como así. El independentismo ha perdido ya dos bazas…

En la “semana del fuego” de Sans, cuando los manifestantes musulmanes y okupas de Can Víes lograron vencer, no solamente a los Mossos d’Esquadra, sino al Ayuntamiento de Barcelona, se evidenció que una Cataluña independiente que solamente contara con sus propias fuerzas de seguridad, era incapaz de garantizar el orden público. Fue el primer toque de atención al proceso independentista: “si queréis andar solos, los musulmanes y los radicales de izquierda, se os comen”. Los incidentes de Can Vies y la derrota de las instituciones catalanas para resolver se hicieron patentes, constituyeron el primer gran obstáculo que encontró el proceso independentista en su tramo final.

Pero el segundo escándalo –el escándalo de los Pujol– se ha convertido en demoledor. Quienes predicaban “ética” eran no sólo tan corruptos como los altos cargos del gobierno andaluz y de la UGT implicados en el escándalo de los EREs y de los cursos para parados, sino que además sacaban todos sus caudales fuera de España (y, por tanto, de Cataluña) para invertirlos en cualquier paraíso fiscal. No es por casualidad que las investigaciones policiales se hayan centrado en Andorra y Suiza… cuando el grueso de los caudales “blanqueados” está ya en el Caribe. Nunca, como se sabe, hay que acorralar completamente a las ratas o estas se defenderán de manera excepcionalmente violentas… dejarles vías de salida para conservar parte de las exacciones realizadas estas décadas, es una táctica habitual en estos casos; es una forma de decir al implicado: “si sigues en tus posiciones soberanistas, perderás aún más”.

La cuestión es si Cataluña y, especialmente, el nacionalismo va a poder soportar por mucho tiempo la verdad que tiene ante la vista: ha estado gobernada durante más de treinta años por simples salteadores de caminos. Los argumentos históricos utilizados por nos regionalistas moderados (a lo Cambó, para el que Cataluña era “la parte seria del Estado” y, por tanto, podía reivindicar gobernar a España) o por los nacionalistas radicales (“Andalucía es una merienda de negros, tierra de vagos y corruptos, por tanto hay que separarse de todo esto”), han saltado por los aires. Sin duda, Cataluña y Andalucía son las zonas del Estado más parecidas en estos momentos: con idénticas tasas de paro juvenil, con idénticas tasas de inmigración masiva, con idénticas tasas de corrupción, con una administración autonómica excesivamente pesada, con tres décadas de gobiernos inmovibles, corruptos y corruptores.

Así pues, Rajoy puede darse por satisfecho. Controla los “tempos”: el escándalo saltó dos días antes de su encuentro con Artur Mas. Cuando llegó a Madrid, el presidente catalán, estaba completamente descolocado. Nunca pensó que el PP se decidiría a lanzar el argumento de las corruptelas. Pensaba en una simple negociación: “yo te doy tanto y tú me aparcas lo del referendo”, y se encontró con que Rajoy le había segado la hierba bajo los pies. Es incluso posible que el próximo en caer sea Artur Mas, porque desvelar el caso Pujol implica que también quedarán en evidencia los tres años de gestión de Mas, y los siete años de tripartito en los que ERC no saldrá precisamente bien librada. Esto, en realidad, sólo ha hecho que empezar. Y Mas lo sabe perfectamente. De ahora hasta el 9 de Noviembre, las noticias sobre la corrupción en Cataluña van a restar protagonismo a un referéndum que cada día que pasa pierde fuelle.

Desactivar el soberanismo a través de la corrupción ¿es la vía más adecuada?

¿Todos son ventajas para Rajoy? En absoluto. Es significativo que el presidente del gobierno haya tenido que recurrir a un espinoso tema como éste para cortar el proceso independentista. Porque, a fin de cuentas, Rajoy está echando piedras, no sobre su propio tejado sino sobre los techos de los cuatro “chalets” en los que viven los grandes beneficiarios del régimen de 1978. En efecto, destruir a CiU equivale a destruir los equilibrios de fuerzas que han estado vigentes en España durante 36 años.

Lo que Rajoy no recuerda es que el destino de las fueras políticas que crearon el régimen de 1978 es solidario: o sobreviven todos o se desintegran todos. Esto es, al menos, lo que ha ocurrido en las casi cuatro décadas que este régimen ha logrado sobrevivir: el centro–derecha ha sobrevivido mucho más por su oposición al centro–izquierda que por sus méritos propios, mientras, los nacionalistas catalanes y vascos han podido mantener una situación cómoda en sus autonomías simplemente porque ni PP ni PSOE se atrevían a poner coto a sus exigencias a sabiendas de que antes o después tendrían que recurrir a ellos para poder gobernar. Si cae uno, el sistema se desequilibra, el “bipartidismo imperfecto” se evapora y se produce una caída en cadena de todas las partes.

Los datos que han ido apareciendo estos últimos días son significativos: el PSOE no logra salir de su crisis, las encuestas le son cada vez más desfavorables, mientras que Podemos le está visiblemente arrebatando el protagonismo en la izquierda, superando ampliamente a los profesionales de la “memoria histórica” de IU y a otros grupos menores (Equo) completamente desbaratados. Los nacionalistas de CiU, por su parte, ya han perdido la hegemonía en Cataluña y están por detrás de ERC. En el País Vasco, el PNV se preparara para una situación similar ante los radicales abertzales. El ciudadano, bruscamente, parece haber entendido que hay más opciones que las que han formado parte durante tanto tiempo de la “banda de los cuatro”. El PP empezará a entender las dimensiones de la crisis de las fuerzas políticas que dieron lugar al régimen de 1978, en las próximas elecciones locales y autonómicas para las que apenas faltan diez meses. Perderá la mayoría absoluta en varias autonomías y a partir de ahí le será imposible encontrar socios para apuntalar gobiernos en minoría.

Un ciclo termina y otro pugna por comenzar. Pujol forma parte del “viejo orden” y su caída no será en solitario. El desplome de su prestigio y el fin de la impunidad para su gang son solamente una parte de la crisis del sistema político nacido en 1978. Pero a esta crisis se le avecina algo todavía peor: así como en 1976, tras la muerte de Franco, existían fuerzas políticas, económicas y mediáticas coherentes, que pugnaban por crear un marco político nuevo, nada de todo esto existe en la actualidad. Podemos sirve como –el Movimento Cinque Stelle en Italia– refugio del voto de protesta, pero no para construir un gobierno coherente y, por lo demás, durante un tiempo tendrá que gobernar en algunas autonomías junto a restos en putrefacción del PSOE, de IU y de grupos nacionalistas de izquierdas.

Por otra parte, la distribución de las fuerzas económicas y mediáticas es complemente diferente  a la de 1978: el carácter del capitalismo actual no se parece en nada al de hace treinta y seis años, vivimos en la época de la mundialización, el “capitalismo nacional” carece ya de fuerza. En cuanto a los grupos mediáticos, bastante tienen con preocuparse por sobrevivir en un sector en completa mutación. Por no haber, ni siquiera hay “poderes fácticos” (fuerzas armadas, magistratura, fuerzas de orden, funcionariado) que puedan aportar algo de sentido común en momentos extremos, ni se ve de qué grupos sociales podría partir una regeneración del sistema político español: desde los tiempos de Felipe González, la sociedad civil española está literalmente machada y en estado gaseoso. Las clases medias carecen de identidad y están a la defensiva ante el martillo de Hacienda que lleva décadas apuntando contra ellas.

Entonces ¿qué tenemos ante la vista? Inestabilidad, sólo inestabilidad y nada más que inestabilidad. Coaliciones que nunca terminarán la legislatura porque las tensiones entre sus miembros son, de partida, insuperables, opciones políticas en principio ilusionantes que pronto evidencian su impreparación para gobernar, incapacidad para resolver los grandes problemas del país (vertebración del Estado, abandonar el papel periférico al que la UE nos ha confinado, regeneración del Estado, poder fuerte, perjuicios generados por una economía globalizada, inmigración masiva y emigración no menos masiva de jóvenes al extranjero, quiebra del sistema educativo, ausencia completa de valores, agresividad creciente en las sociedades, etc, etc)...

El hundimiento del gang Pujol no ha sido para Rajoy más que una táctica para desmovilizar el proceso soberanista (bonita manera de defender la unidad de la Patria, denunciando como delincuente a alguien que debería haber estado en prisión desde el Caso Banca Catalana…). Pero, globalmente, él mismo Rajoy ha salido derrotado: con CiU podía negociar unos euracos de más o de menos y un lustro o dos más de impunidad, con ERC, en cambio, cualquier negociación es pérdida de tiempo. Una vez más, lejos de resolverse un problema, lo que se ha prolongado es su vigencia. 

© Ernesto Milà – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción sin indicar origen