Quizás lo de menos en toda esta breve
aventura de El Fascio sea a quien pertenece la paternidad (en nuestra
opinión, en exclusiva, a Delgado Barreto, tal como hemos intentado demostrar) y
lo más importante sea, situar la revista en su momento histórico y establecer
las consecuencias que tuvo la iniciativa. En la introducción hemos abordado lo
primero y ahora se trata de fijar lo segundo.
Sobre esto podemos establecer algunos
puntos que consideramos indiscutibles y suficientemente demostrados:
1) La revista sirvió para generar un estado de ánimo en todos los sectores que hasta ese momento habían mostrado interés en construir un “fascismo español” e imbuirles de la necesidad de una convergencia para poder adquirir un peso suficiente en la política española como opción diferenciada de las fuerzas conservadoras.
2) Más que la frustrada aparición de la revista, para Primo de Rivera, su polémica con Luca de Tena supuso el salto definitivo al liderazgo del “fascismo español”. Superior en capacidad dialéctica al director de ABC, sin embargo, el artículo que publicó en El Fascio era de calidad inferior al que en esos mismos días había publicado Ledesma en Acción Española: Ideas sobre el Estado (1).
3) La experiencia supuso el primer encuentro entre Ramiro Ledesma y Primo de Rivera y un punto de coincidencia con él pues, también el futuro fundador de Falange, opinaba que el nombre de El Fascio era inadecuado y que era preciso recurrir a una formulación nacional del mismo (2)
4) El Fascio fue el primer intento frustrado de lanzar un movimiento fascista unitario (un “haz hispano”) abierto a las distintas componentes: con una “derecha” que hubiera estado representada por los albiñanistas, un “centro” en el que figurarían, tanto el círculo que acompañaba a Rodríguez de Valcárcel como a Primo de Rivera, fundamentalmente compuesto por jóvenes universitarios e intelectuales en posiciones muy parecidas a L’Ordre Nouveau y a la Jeune Droite francesas, aunque albergando más afinidad que estos grupos galos con el fascismo italiano y una “izquierda” en la que figurarían “los nacionalsindicalistas” de las JONS.
5) En ese intento unitario se confirma la utilización del yugo y de las flechas que hasta entonces habían sido utilizadas solamente por los jonsistas como emblema común del “fascismo español”.
6) La iniciativa demostró que todas las facciones del “fascismo español” eran conscientes de que para triunfar un proyecto de este tipo en España se precisaba el concurso de las potencias en las que el fascismo ya se había instaurado (lo que demuestran los contenidos de la revista, tanto las caricaturas como los artículos dedicados a Mussolini y a Hitler).
7) Demostró también quienes eran “los fascistas” (los que habían participado con distintos grados de convencimiento y de precisión sobre lo que consideraban como “fascismo”), los “fascistizados” (los redactores de La Época y del círculo de prensa de Delgado Barreto) y los que albergaban interés por el fascismo sin considerarse como tales aspiraban a observar de cerca un fenómeno que podía ser importante en el futuro y con el que se podía contar para otros intentos (así se explica la presencia del “hombre de Juan March”, Juan Pujol).
La revista murió el mismo día de su
nacimiento. Es un caso único en la historia y lo que ha permitido decir a Alcázar
de Velasco que iba a ser el “periódico que menos iba a durar en la historia de
la prensa”. Al extinguirse los ecos de la polémica entre Luca de Tena y Primo
de Rivera, éste último optó por lanzarse definitivamente al ruego político. El
26 de mayo se distribuían las primeras hojas del Movimiento Español
Sindicalista – Fascismo Español y con tal sigla apareció en actos patrióticos
el 2 de mayo (inicio de la guerra de la independencia) y del 7 de octubre
(aniversario de la batalla de Lepanto) (3). Veintidós días después, la sigla
MES-FE se abandonaba definitivamente y un Primo de Rivera, aun juvenil, subía
al escenario del Teatro de la Comedia para su famoso discurso que constituyó el
pistoletazo de salida de Falange Española, siglas a las que habrían de confluir
finalmente todas las energías fascistas que bullían en España. El Fascio
había sido una especie de cristalizador de energías, un ensayo para la
construcción de un gran partido fascista. Todas las partes que participaron en
ella tomaron nota de lo que había supuesto esa experiencia.
© Ernesto Milá
NOTAS
(1) El artículo se publicó en el Tomo IV, nº 24, 1 de marzo de 1933, págs 581-587 y puede leerse on line en http://www.filosofia.org/hem/193/acc/e24581.htm
(2) Escribe Ledesma en ¿Fascismo en España?: “Por primera vez conocieron entonces a Primo de Rivera, del que justo es decir no se mostraba tampoco muy conforme con aquella virgolancia de El Fascio, pues aunque nada provisto de cualidades de caudillo, es hombre inteligente y de buen sentido. En aquella ocasión, como luego en muchas otras, se dejaba, sin embargo, llevar” (op. cit., pág. 36).
(3) Cfr. La prensa carlista y falangista…, op. cit., párrafo 28.