domingo, 15 de septiembre de 2019

Crónicas desde mi retrete (4): ¡EL “NACIONALISMO MODERADO” QUIERE LEVANTAR CABEZA!


Cuando CiU se descompuso bajo el peso de la corrupción, el llamado “nacionalismo moderado” desapareció del panorama político de Cataluña. Un buen día, eso que desde la transición se llamaba así, se ausentó sin dejar señas, reapareciendo como independentismo. Era normal: todo “nacionalismo” o tiende a la construcción de una Nación arropada por un Estado, o no es nada. Así pues, en buena lógica, todo “nacionalismo moderado” es apenas una etapa intermedia en el camino hacia la independencia. De lo contrario, en lugar de llamarse “nacionalismo” se llamaría “regionalismo”. Y eso último sí que ha desaparecido completamente del panorama político catalán. Nadie en esta región ha querido resucitar el mensaje de la Lliga de Cambó (como se intentó varias veces en la transición e incluso en tiempo más modernos, intentando fusionar a la rama catalana del PP con fragmentos del “nacionalismo moderado”, especialmente procedentes de UDC.

El regionalismo, el “provincialismo”, el foralismo, el cantonalismo, pertenecen a otra época que ha quedado atrás, muy atrás, en la historia. Ahora, solamente cuentan tres opciones:
- los que quieren construir un bloque geopolítico fuerte de carácter supranacional (llámese hispanismo o europeísmo, según miren hacia Iberoamérica o hacia Europa),

- los que quieren construir un microestado independentista (con el “procés” o con inventos que estiren el “nou estatut” hasta la independencia)
- y los que aspiran a mantener la unidad del Estado tal como la hemos conocido en los dos últimos siglos (exceptuando el breve sarpullido federalista de la Primera República).
No hay más.

Por eso cuando, desde hace unos días, La Vanguardia va insistiendo en que “se está preparando una opción nacionalista moderada” es lícito, en primer lugar, mostrar una sonrisa de conmiseración hacia el proyecto y luego, prepararse para combatir esta nueva falacia.


El 21 de septiembre se reunirán en Poblet, 200 personas de un “grupo de reflexión” que intentan recomponer el “nacionalismo moderado”. Lo que se conoce del documento es una mezcla de obviedades (que el “procés” embarrancó o que ha sido tomado como “deslealtad” por el resto del Estado) y de lugares comunes con los programas de CiU anteriores a que estallara a causa de sus corruptelas. No esperéis nada nuevo, sino la aparición de una nueva sigla que quiere traer los aromas equívocos del pujolismo de los primeros años de la transición.

¿De dónde sale el batiburrillo de gente que aspira a lanzar una nueva sigla política? De Convergencia Democrática de Cataluña, el partido de Pujol, pasado luego a llamarse PDCat y cuatro o cinco grupúsculos “de estudio” (Lliures, Avancem, Convergents o… La Lliga) que solamente existen en la mente de no más de un centenar de nostálgicos de CiU.

Vale la pena explicar por qué aparecen en este momento y justo después de que el último 11-S haya sido el más decepcionante para los independentistas. Solamente los obtusos muy obtusos creen que la independencia catalana es todavía una opción política. De hecho, si por los partidos políticos fuera, ese tema ya habría desaparecido de sus programas, pero ni ERC, ni el PDcat se atreven a confesar públicamente su fracaso. Temen que la “sociedad civil independentista” recupere la bandera, y les haga perder votos. Pero la ausencia de masas en las últimas movilizaciones ha desmovilizado a la CUP-CDR, supone un baño de realismo para ERC y es un elemento de confusionismo y ruptura interior entre las distintas fracciones del PDCat (al borde de la desintegración entre el paleto Waterloo, el obtuso que ocupa la presidencia y cientos de afiliados despistados que no saben hacia donde tirar). A cualquier observador imparcial no se le escapa que el independentismo catalán, ante el fracaso de su proyecta, ha emprendido la vía de la sectarización y del fanatismo… pero lo que es el “seny” desertó de sus filas si es que estuvo presente en alguna ocasión.

Y así tenemos que, tras adquirir visibilidad esta crisis del independentismo el pasado 11-S y perdida la esperanza de movilizar masas más allá de la tarde en la se conozcan las sentencias para los primeros procesados por el 1-O (hay que recordar que hay varios juicios más abiertos), los “nacionalistas moderados” han creído que esta es la ocasión de recuperar algunos mimbres del proyecto fracasado: especialmente de los más lúcidos y, también, de los más ambiciosos, que saben perfectamente que obstinarse en esa dirección es chocar contra un muro de hormigón y es preciso renovar el look, so pena de un inevitable desgaste.


Así pues, la reaparición del “nacionalismo moderado” es, solamente, un aspecto más de la crisis del independentismo y del fracaso del proceso. Sus impulsores quieren actuar como si aquí no hubiera pasado nada y como si el nacionalismo moderado pudiera rescatarse de la cuneta de la historia. No lo es: vale la pena que reconozcan que al “nacionalismo moderado” se le puede poner rostro, nombres y apellidos y que, el primero de todos, es el del jefe del clan de los Pujol al que se le pueden achacar todos los vicios y neurosis de un individuo sin escrúpulos, con la cabeza trastornada por la ambición y jefe de un clan mafioso que durante cuarenta años tuvo a Cataluña como su feudo medieval, haciendo y deshaciendo a su antojo.

Si los “nacionalistas moderados” quieren tener un mínimo de credibilidad, lo primero sería que condenaran en voz bien alta las exacciones y los latrocinios del clan Pujol y fueron primeros en pedir su procesamiento ante los tribunales. No lo harán, claro está, porque muchos de ellos formaban parte de la corte de aduladores y yes-men que acompañó al goodfather.

Y luego están las propuestas de las que La Vanguardia ha avanzado hoy unas cuentas: relación bilateral con el Estado, estatuto de participación de Cataluña en la UE, agencia tributaria catalana, veguerías en lugar de provincias, ¡más transferencias en educación, lengua, cultura a inmigración que deberían ser competencia exclusiva de la gencat! Y referéndum acordado… ¡¡Estas son las novedades que aporta el nuevo “nacionalismo moderado”!! En realidad, el problema -y por lo que esta nueva opción fracasará- es por carecer de espacio: el programa que proponen para reflexionar es el mismo de hace 15 años cuando el pobre Maragall tuvo la patética idea de lanzar su idea de un “nou Estatut”. El nuevo “nacionalismo moderado” fracasará, simplemente, porque ya no hay margen para ampliar el techo autonómico: después de la actual situación estatutaria o el Estado recupera competencias, o se produce la desconexión definitiva y estos “moderados” lo que plantean es otra vía para la desconexión, a la vista de que la anterior se ha cubierto, literalmente, de vergüenza, fracaso, victimismo y sumarios por vulneración de la legalidad vigente.

De esto no saldrá nada nuevo, salvo otra ruptura interior del independentismo (porque los “nacionalistas moderados”, en tanto que “nacionalistas”, son independentistas o no son nada, no vayamos a olvidarlo). Otra sigla más para romper el voto independentista. Sólo nos queda animar al Omnium y a la ANC que formen otro partido, a la vista de las vacilaciones de ERC y de la pérdida de influencia del PDCat… en las cunetas de la historia caben todavía muchos suicidas.
La Vanguardia jaleará este intento porque recupera la palabra “moderado”, pero no hay que engañarse, es otro ropaje del pujolismo y un remozado a la “vía hacia la independencia pactada”. Nada más.

Sería bueno que miraran en lo que se ha convertido Cataluña, sin duda la región del Estado, en donde la vida es más insegura, las administraciones ejercen menos su autoridad salvo para recaudar impuestos y multas y un 27% de inmigración ha desfigurado completamente la identidad catalana, atemorizada por cierto por manadas, delincuentes y navajeros... ¿Y estos quieren ser independientes?