Primera Parte: CIUDADANOS o como proponer A y no-A al mismo tiempo.
No es nuestra intención
preocuparnos del programa de Cs salvo en unos cuantos puntos. Inmigración,
refugiados, identidad, por ejemplo. Para ello, no utilizaremos más que los
documentos emitidos por el propio partido y las declaraciones de sus dirigentes
recogidas por medios de comunicación solventes.
Introducción.- Hubo un día en que el centrismo suponía la
equidistancia de posición entre la derecha y la izquierda. Aquel era el
centrismo de la transición que un dirigente de UCD me simplifico: “Ni derechas,
ni izquierdas, quedamos bien con todos”. Hay que decir que el fulano era de
procedencia falangista y le había quedado algo en el recuerdo del famoso “ni
derechas, ni izquierdas” que tantas veces repitió José Antonio desde su
posición situada más allá de la “derecha radical”. Aquel otro dirigente de la
UCD barcelonesa que había hecho carrera dentro del Movimiento en el
tardo-franquismo, se limitó a añadir la coletilla “quedamos bien con todos” que
era lo que Adolfo Suárez había sugerido a su grey. En realidad, era una
posición que no podía mantenerse eternamente. Gracias a Carl Schmidt sabemos
que la política es el arte de definirse en cada momento, de optar entre el
amigo y el enemigo, no de mariposear.
Cuando la pérdida de vigor de los
partidos tradicionales (la “banda de los cuatro”: PP, PSOE, CiU y PNV) se
manifestó como irreversible, La Caixa optó por crear un nuevo partido que
surgiría de la extrapolación a escala nacional de la iniciativa que en Cataluña
había tenido cierto éxito a partir de
las elecciones autonómicas de 2010: Albert Rivera había ocupado un terreno
abandonado por la timidez del PP en materia autonómica. Viendo en CiU a un
aliado ocasional, Rajoy nunca terminó de creer que la deriva hacia el
soberanismo era sincera; tendió a pensar que se trataba de la vieja artimaña de
presionar para negociar en condiciones ventajosas. El PP perdió votos en
Cataluña (y el PSC otro tanto) en beneficio de una opción que, sobre todo, era
antisoberanista: Cs.
Pero lo que hasta aquí no pasaba
de ser un neo-lerrouxismo postmoderno, cuando se extrapoló a escala nacional se
convirtió en una reedición del centrismo de la transición: el paraíso de la
ambigüedad. El típico partido que en una comunidad pactaba con unos y en la de
al lado con sus contrario, que decía A y no-A al mismo tiempo, que carecía de
expertos pero que tenía un “enterao” que
pontificaba ante cualquier problema (las ocurrencia de Garicano en el programa
económico de Ciudadanos son de traca). Que Rivera es un líder inmaduro se pudo
comprobar en la campaña electoral del 20-D: no es que fuera inferior a los
otros líderes, es que su ignorancia en algunos temas era palmaria. Y es que
Rivera, se mueve mal en cualquier otro tema que no sea la denuncia del
soberanismo.
Visión de conjunto: inmigración, identidad, refugiados, yihadismo
El programa de un partido político debe ser algo más que una serie de
propuestas de medidas coyunturales. Debe tener una lógica interior. El de Cs no
la tiene. Se propone, todo aquello que sus redactores consideran “políticamente
correcto” y de “sentido común”, pero ignoran que, frecuentemente, dos medidas
dictadas por el “sentido común” pueden ser contradictorias. No existe un solo
“sentido común”: el del gestor de una multinacional o de un consorcio
financiero –de La Caixa, por ejemplo– no es el mismo que el “sentido común” del
ciudadano de a pie. Por ejemplo: si se admite que el sistema capitalista, en su
actual fase de desarrollo, el capitalismo globalizado, es el mejor modelo
económico posible –lo que Cs opina– se estará de acuerdo en que su defensa debe
de ser el primer elemento a abordar.
Para poder estar presente dentro de una
economía globalizada, deben admitirse ciertas reglas del juego (por ejemplo,
bajar los salarios para “ganar competitividad” y, para hacerlo, aumentar los
flujos migratorios, no ponerles control, es la condición sine qua non). De no
respetar estas reglas no se será coherente con el modelo económico propuesto. Y
si no se es coherente, habrá que reconocer que en ese partido existen
contradicciones, agujeros negros, huecos en el programa, que implicarán
reconocer que, o el programa no ha sido bien elaborado o, simplemente, el
partido tiene muy poco interés en él (como si fuera un elemento que tiene que
estar presente en una contienda electoral, pero al cual no hay ni que darle
mucha importancia ni que hacerle mucho caso). Y eso es lo que le ocurre a Cs
con su programa en materia de inmigración.
Un partido oportunista y con
ambiciones electorales no solamente está obligado a decir a los electores lo
que sus electores potenciales quieren oír, o, simplemente, lo que están seguros
que “caerá bien” y no les comprometerá, sino lograr que sus propuestas en
distintos terrenos sean coherentes y vayan en la misma dirección.
Cs dedica poco espacio a la
inmigración. Todo lo que hemos podido encontrar en la web del partido y en el
programa que allí se incluye ocupa un folio a doble espacio. Lo que se dice
allí carece de coherencia con el programa económico. Otro tanto ocurre con la
defensa de la identidad nacional que, además de ser limitado resulta incluso
contradictorio: una cosa es estar contra el soberanismo y otra muy diferente
defender la defensa de la identidad nacional y, por tanto, condenar la
globalización y el multiculturalismo. Cs prefiere pasar de soslayo sobre todos
estos temas. Y sobre los “refugiados”, el alegre presiente del partido se ha
manifestado en varias ocasiones y de manera inequívoca a favor de que Europa
los acoja, cuantos más mejor.
La posición oficial de Ciudadanos en materia de inmigración
En el documento “Posicionamiento sobre la
inmigración”, Ciudadanos fija sus
posiciones. Cs define las políticas
del PP y el PSOE en la materia como “deficiente gestión de la inmigración irregular”
y como “importante problema”. Menciona como errores: las “regularizaciones
masivas que actuaron de efecto llamada, la falta de control en las fronteras
para evitar el tránsito ilegal de personas, así como también la prolongación
ilegal de las estancias de ciudadanos extracomunitarios” como principales
problemas. Y señala la “situación paradójica donde los extranjeros en situación
irregular y por tanto ilegal en España, se benefician de los mismos derechos en
sanidad, educación o ayudas sociales que quienes se encuentran legalmente o que
los propios ciudadanos del país”.
Si hasta aquí el análisis tiene
la virtud de ser justo, a pesar de que no llega ni a explicar el por qué de la
inmigración y sus efectos, a partir de aquí Cs
se sumerge en el terreno de lo políticamente correcto y en propuestas absurdas.
La primera de todas ellas es que
los inmigrantes ilegales tendrán “una asistencia sanitaria de urgencias, o un
servicio básico de atención social”. El absurdo deriva de que eso que proponen
siempre ha existido (y, por otra parte, es humano que exista). Pero se olvida
que el problema no es ese sino la REPATRIACIÓN DE LOS INMIGRANTES ILEGALES que
hayan pasado o no por un ambulatorio de la SS. Un inmigrante que se haya roto
una pierna, obviamente debe recibir atención hospitalaria… pero, sanada esa pierda,
seguirá estando en situación de ilegalidad y, en ese caso, la alternativa
solamente es o SE LE LEGALIZA, o SE LE EXPULSA.
Por otra parte, como sugiere Cs tarda poco en exponer cuál es el
verdadero problema: los “discursos
nacionalistas y xenófobos cuyos ejemplos ya salpican a una buena parte de
Europa (…) con algún partido filonazi en el parlamento”… Y aquí ya estamos
instalados en la corrección política. Nadie, absolutamente nadie, en Francia o
en los Países Nórdicos, nadie salvo pequeñas fracciones ultraizquierdistas,
considera a partidos como el Front National, el FPÖ, o el Partido del Progreso
noruego, como “filonazis”. Cs, en
cambio, sí, evidenciando su verdadera preocupación: que una marejada populista,
identitaria y euroescéptica les reste espacio político.
La confirmación de esa corrección
política prosigue con la propuesta siguiente: “Ciudadanos, en el tema de la inmigración irregular, hace suyo el Pacto
Europeo sobre Inmigración y Asilo de 2008 donde se conmina a los Estados
miembros de la UE a combatir la inmigración irregular bajo unos principios
fundamentales: La cooperación de los Estados con los países de origen así como
la obligación de abandonar el territorio de la UE de los extranjeros en
situación irregular”. Pero Cs olvida
que ese “pacto” data de 2008 y que, desde entonces han ocurrido muchas cosas:
desde entonces han seguido llegando millones de inmigrantes irregulares en toda
Europa. Ese pacto, simplemente, NO HA SERVIDO ABSOLUTAMENTE PARA NADA y, no
sólo eso, sino que en los dos últimos años, el flujo de inmigración ha
alcanzado cotas inéditas incluso en la década anterior.
Esto es todo lo que Cs propone en su “Posicionamiento sobre
la inmigración”. NADA NUEVO, NI NADA CONCRETO.
Lo que contiene el Programa Electoral de Ciudadanos en materia de inmigración
En el Programa Electoral para las
elecciones generales del 20-D de 2015, Cs
introduce algunas ampliaciones a sus propuestas en materia de inmigración. La
actitud de Cs en materia de inmigración responde,
según el programa, a “cuatro pilares”: control
de flujos migratorios, integración, dimensión europea e inversión en cooperación
y desarrollo.
Muchas de las propuestas que
realiza el partido son altamente idealistas, ya se han practicado (fracasando)
o, simplemente son inviables, pero la tendencia es a que Cs, como antes han hecho el PSOE y el PP, intente eludir responsabilidades trasladándolas a las instituciones
europeas. No debe ser el gobierno español, ni, por tanto, Cs, el que adopte una medida en materia
de inmigración, sino las instituciones europeas… a pesar de que una medida
tomada por la UE puede demorarse entre uno y dos lustros. Así por ejemplo, su
propuesta estrella para “Control de flujos” consiste en crear “un visado
europeo de trabajo y residencia” exigiendo a la UE una “política común y de
control de flujos”. Siendo razonable la propuesta se enfrenta con la triste
realidad: hasta ahora ha sido imposible porque las diferencias y necesidades de
cada país son distintas y cambiantes y, porque, las orientaciones de sus
gobiernos lo son igualmente. Por tanto, esta “propuesta estrella” choca con su
imposible aplicación práctica. Y, por otra parte, ¿qué ocurriría si las
negociaciones en la UE, dentro de 10 años, no hubieran llegado a ningún
acuerdo? ¿Qué se hace con los inmigrantes que siguen llegando ilegalmente a
nuestro país?
La segunda propuesta indica el
grado de indefinición y corrección política en el que se mueve Cs: “Integración.-
Los inmigrantes no pueden eludir el cumplimiento y respeto a las leyes y
los valores democráticos de la sociedad española y europea”. La palabra fetiche en estas últimas
décadas ha sido “integración”. Lamentablemente, esta “integración” no ha
funcionado en NINGÚN LUGAR DE EUROPA. En todos los países europeos, las decenas
de miles de millones invertidos en “integración” han dado el mismo resultado
que si se hubieran arrojado a las letrinas: dese Holanda a Italia, desde
Francia a Suecia, desde Alemania a Grecia.
¿Cuáles son esas “medidas de integración”? Cs nos lo dice: “Facilitar la
inserción social, laboral y empresarial al inmigrante”, “reagrupación familiar”,
“derecho de voto en elecciones municipales”… Los dos últimos elementos ya
existen, así que la propuesta es inútil, en cuanto al primero: ¿es posible
facilitar la “inserción laboral” en un país con 5.000.000 de parados y en donde
el empleo que se crea es precario, de mala calidad y submileurista? ¿Esa es la
gran propuesta de “integración”?
Cuando, en el punto siguiente, Cs
alude a considerar el problema desde una “dimensión europea”, tiene razón:
pero, una vez más, esto choca con la imposibilidad práctica. Por lo demás,
cuando propone “eliminar las fronteras interiores [de la UE] y reforzar las
fronteras exteriores” está proponiendo justo lo que desde los Acuerdos de Schengen
a finales de los 80 ya establecían que es, precisamente, lo que está en el
arranque de la actual crisis: un inmigrante ilegal (o un delincuente) pueden
desplazarse por toda Europa, precisamente porque no hay fronteras interiores y
porque las “fronteras exteriores” son vulnerables. La solución de “reforzar
fronteras exteriores de la UE” es, igualmente, idealista porque eso puede llevar
décadas o no realizarse nunca y, entre tanto, pueden ir llegando decenas de
millones de inmigrantes.
En cuanto a la siguiente medida de integración, nuevamente, aflora la
vacuidad de lo políticamente correcto: “Garantizar
el cumplimiento de la Carta Europea de Derechos Humanos”. En ningún lugar
del programa se alude a los derechos de los españoles ante la inmigración, a la
posibilidad del Estado de seleccionar o rechazar inmigrantes por preparación,
conocimientos, o a la posibilidad de cerrar las puertas a determinados grupos
conflictivos.
Finalmente, en “Inversión en
cooperación y desarrollo” se llega a la ya conocida desde hace décadas
teoría que igualmente se ha demostrado inútil y falsa: hay que ayudar a los
países en vías de desarrollo para evitar migraciones masivas… Estas políticas
llevan aplicándose hace más de cuarenta años. De hecho, cuando terminó la
descolonización, las antiguas metrópolis coloniales nunca cortaron
completamente el vínculo con sus antiguos territorios, siempre, desde el
principio de su andadura como naciones independientes, recibieron fondos y más
fondos y muchos más para organizar sus economías: inicialmente, estos fondos
fueron a parar a las élites, a menudo dictatoriales, que controlaban esos
países. No sirvieron en absoluto ni para crear infraestructuras, ni para
impulsar industria, ni comercio. En una segunda fase, entraron en juego las
ONGs (con lo que casi nada cambió) y en una tercera fase, la burocracia gubernamental
de los Estados europeos aprendió a negociar “ayudas al desarrollo” a cambio de
comisiones ilegales: hoy la “ayuda al desarrollo” es una de las formas
utilizadas para desviar dinero público del Estado, de ayuntamientos de comunidades autónomas, a bolsillos
privados.
Ciudadanos o el canto a lo "políticamente correcto"
El programa de Cs olvida
además que el objetivo de una ley de inmigración es que sea precisa y que se
cumpla. Lo que este partido propone, en síntesis, es lo que ya está establecido
en la actual ley de inmigración y que jamás se ha cumplido y cuyos vacíos
constituyen los verdaderos problemas. Lo “políticamente correcto” que proclama
Cs en su programa en materia de inmigración es, justamente, lo que ya ha
fracasado; y lo que propone para resolver problemas concretos es lo que ya está
recogido en la Ley de Inmigración… y no se aplica.
Alguna de las propuestas sorprenden por su ingenuidad: “favorecer la
importación de talento extranjero”… en un país que, precisamente, el problema
que tiene es la “fuga de cerebros”.
Y, finalmente, están los “gestos”.
Cs es un partido de “gestos”, en él el “look”
siempre ha tenido mucho más valor que las ideas o las propuestas. Total,
saben perfectamente que la mayoría de electores se dejan atraer por impresiones
subjetivas, así que se trata de dar al posible elector la sensación de que está
haciendo justo lo que espera y quiere que se haga: el “viaje” es una
posibilidad de exteriorizar estas posiciones sin demasiadas explicaciones, basta
con una foto: si se viaja a Venezuela y alguien saluda a Maduro ya está clara
su posición; si se fotografía junto a la esposa de un opositor encarcelado,
también. Rivera ha optado por esta “política” (viaje + gesto). Incluso en
materia de inmigración.
El pasado 16 de mayo, Albert Rivera viajó a El Pireo (Grecia) para visitar
el campo de refugiados que alberga a 2-000 ilegales y “conocer la labor que en este asentamiento están desarrollando la Agencia de
la ONU para los Refugiados (ACNUR)”. Aprovechó para denunciar la “baja cuota de refugiados” (17.600)
asumida por Rajoy… y la “responsabilidad” de España para “ejercer de garante del respeto de los derechos humanos en el trato
dispensado a las miles de personas que huyen de la guerra en Siria, Libia, Yemen”…
justo lo que hubiera dicho José Luis rodríguez Zapatero.
Por todo eso, en materia
de inmigración, el Cs no es la solución, sino un “más de lo mismo”. Faltan
ideas para solucionar un problema del que este partido ni siquiera es
consciente de cuáles son sus orígenes, ni alcance. Falta valor para romper con
la “corrección política”. En lugar de ello, lo que propone Rivera es
exactamente lo mismo que lo que proponen sus otros tres rivales: Podemos, PSOE
y PP.