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domingo, 10 de junio de 2018

365 QUEJÍOS (42) – FRITZ ESTÁ MUERTO


No me refiero a los empanaos que bastante tienen con lo que tienen (vivir sin darse cuenta de que viven) me refiero al protagonista de aquel chiste alemán de los buenos viejos tiempos en donde Otto le pregunta a Fritz: “Oye ¿los muertos huelen?" Fritz asiente y Otto le dice: “Pues tú estás muerto”. No hay que reírse necesariamente, pero el chiste pone el dedo en la llaga de uno de los grandes problemas de la modernidad: me quejo de que hay mucho guarro suelto por ahí. Más que nunca, sin duda. Me quejo de que hay gente que huele mal.

No hará mucho, un amigo que tiene una tienda de efectos militares y, de tanto en tanto, aparece gente para comprar pantalones, me contaba que lo primero que pregunta cuando alguien quiere probarse algún pantalón, es “¿llevas calzoncillos?”. Algo menos de la mitad –pero no muchos menos- responden que no. Si el chaval quiere probarse los pantalones, deberá venir con calzoncillos. Preferentemente limpios. Es todo un síntoma. En La Paz me acuerdo que las indias quechuas iban con unas amplias faldas (“polleras”) y sin bragas. ¿Qué como lo sé? Porque, de tanto en tanto, se ponían en cuclillas y debajo de las faldas aparecía un riachuelo que era evidente de donde salía. Blanco y en botella. No hace falta ser un Sherlock Holmes para intuir el resto. Pero aquello eran los quechuas de los años 80. Doy por sentado que Evo Morales va con calzoncillos e incluso aportaría que son Calvin Klein.

Los atentados a nuestra integridad olfativa están a la orden del día. Acabo de salir a la calle: primer un utilitario con el motor mal calibrado exhalaba un denso humo negro. Luego un tramo de la calle –a las 8:30- olía simplemente a porro. Una alcantarilla había sido rota por el oleaje y el frente de mal tenía el inconfundible aroma de los detritus. Al sol se pudrían unas bolsas de basura, seguramente con cabezas de pescado, que nadie se había preocupado de retirar en la noche. No está mal para ser un domingo.

Es una suerte que hoy no tenga que coger ningún ferrocarril. En la R1 el arquetipo más habitual es el colgado que lleva el olor a marihuana impregnado sus ropas. Todo él huele a marihuana. Aunque casi mejor, porque la desidia y la risa tonta, suelen hacer a ese arquetipo extremadamente descuidado en el aseo: el olor a marihuana mata al olor a sobaquillo. Claro está que hay tipos que, simplemente huelen mal. Hay que lavarse, colegas. Preferentemente, cada día. No todos parecen haberlo entendido: ni sus padres se lo han enseñado, ni ellos lo han querido aprender empíricamente, ni en ninguna escuela se imparten mínimas nociones de “urbanidad”, asignatura que periclitó en los años 50 y que los socialistas, dueños de las reformas educativas desde la transición hasta nuestros días, nunca han querido reimplantar porque educación, aseo personal y etiqueta parecen ser “facismo y derechona”. Luego pasa que las niñas de izquierdas ligan menos que las derechas y así surgen las “ideologías de género”.

Hay momentos en los que resulta inevitable exhalar olor corporal. Un día tuve que atravesar la calle de Aragón, justo cuando pasaba la “cursa del Corte Inglés”. Experiencia aterradora esa de pasar entre gente que lleva varios kilómetros corriendo y entre las manzanas del Ensanche. A nivel de suelo, cuando pasan los miles de corredores, se genera una especie de corriente de aire fétido que agrupa los olores corporales de todos los participantes: alucinógeno en el peor sentido de la palabra. Ya decía Aldous Huxley en Las puertas de la percepción que basta con modificar la composición química del aire que respiramos, introduciendo un poco más de CO2 para sufrir visiones y alucinaciones místicas. Yo el día que tuve que atravesar la cursa sentí aproximarme al Walhala y noté la presencia del mismísimo Odín que ordenaba a sus guerreros pasar por la ducha antes de la batalla final contra Fenrir y las huestes del mal.

Me quejo de que la educación, el estilo, el aseo y la higiene corporal que han constituido la piedra angular de la civilización, cada vez están más ignorados y arrojados fuera de lo cotidiano y por cada vez más gente. No es un criterio pequeño-burgués; lo pequeño-burgués es solucionar el problema con sobredosis de Axe o de desodorante de baratillo. Me quejo de que hay gente que huele mal y de que siquiera les importa. Me quejo de que la dejadez, la lasitud, la empanadura y el abandono personal conducen, no solamente el hundimiento de quien los practica, sino que, además, son una ofensa a las pituitarias que todavía discriminan entre el “olor a rosas” y el “pestazo a metano”. Porque en todo existe un MAS y un MENOS, por mucho que el igualitarismo afirme que todos somos iguales…


jueves, 10 de mayo de 2018

365 QUEJÍOS (11): LOS ALARIDOS DEL NIÑO DE LA VECINA



Establezcamos un axioma (proposición suficientemente evidente como para no necesitar demostración): LOS NIÑOS ESPAÑOLES SON MÁS CHILLONES QUE EN CUALQUIER OTRO PAÍS DEL MUNDO (incluidos los países más chillones del tercer mundo). Me quejo de eso: NO SABEMOS EDUCAR LA VOZ DE NUESTROS NIÑOS. CUANDO JUEGAN, LO HACEN A TRAVÉS DE ONOMATOPEYAS Y ALARIDOS. Cualquier viajero sabe que esto ocurre solamente en España. Harina de otro costal es explicarse el por qué.

En cierta ocasión, sentado en un restaurante, la niña de apenas tres años de la mesa de enfrente empezó a gritar, sus padres y familiares no la calmaban así que comenté en voz alta lo inútiles que eran y que ni siquiera se preocupaban de educar a su hija para que no molestara en los locales públicos. Por increíble que pueda parecer, los padres –que me habían oído perfectamente- prefirieron abandonar el local antes que enseñar a la niña que en lugares públicos no se chilla. En los últimos años, confirmando la anécdota, debo decir que no he visto a padres que se esforzaran en educar la voz de sus hijos (que es como educarlos a ellos mismos). Da la sensación de que la actual generación de padres considera que cualquier reconvención, regañina o simplemente intento de rectificar el carácter de su vástago, vaya a castrarlo y sea algo inhumano. El resultado es que, cuando alcanzan los 14 años, ya resulta imposible que aprendan a modular la voz.

Por lo demás, una de las muestras del fracaso educativo de la enseñanza primaria es que en España, los niños se comunican POR ONOMATOPEYAS, MUCHO MÁS QUE CON FRASES CONSTRUIDAS MEDIANTE VOCABLOS. Y esto,  también, es algo que solamente existe en España. He contado en varias ocasiones que, en cierta ocasión, en Praga, dentro de un par, en la mesa de al lado, estaban sentados merendando un grupo de cuatro niños de 12-13 años ¡y hablaban entre ellos! ¡ni gritaban, ni se comunicaban por onomatopeyas, ni mediante alguna red social! ¡ESTABAN HABLANDO! Era algo que hacía tiempo no veía en España. En otra ocasión, en Québec, en un fast-food en el que me encontraba, entraron como 90 jóvenes escolares. Me horroricé: algo así en España equivalía a tener que evacuar el local ante los gritos, los chillidos, las peleas, la música, etc… Al cabo de poco rato vi que los profesores tenían perfectamente controlada la situación: TODOS ELLOS SE COMPORTARON CÍVICAMENTE.

¿El balance? ESTAMOS FORMANDO ENERGÚMENOS A FUERZA DE RENUNCIAR A EDUCARLOS. Educar quiere decir RECTIFICAR las tendencias y transmitir hábitos sociales correctos. Implica, naturalmente, ejercer presión sobre el niño: pero es rigurosamente necesario. O de lo contrario, lo que va creciendo es una raza asilvestrada incapaz de vivir en sociedad y de comunicarse de manera racional. ESTO ES LO QUE TENEMOS HOY. Corresponde a los sociólogos y educares explicar cómo hemos llegado hasta ese punto. Pero es una situación que resulta imposible de soportar.

En mi pueblo, procuro no salir a la misma hora que sueltan a los niños de los colegios. Cada día que veo el espectáculo de los niños saliendo de la escuela, no sé por qué, recuerdo aquellas películas del Oeste en las que se producía una estampida de búfalos. Pues lo mismo.

LO ESENCIAL PARA MANTENER LA CONTINUIDAD DE UNA SOCIEDAD ES ESTABLECER CÓDIGOS DE COMUNICACIÓN ENTRE SUS MIEMBROS: CUANTO MÁS SOFISTICADOS SON ESOS CÓDIGOS Y MÁS ELABORADOS, MAYOR ES EL NIVEL CULTURAL Y EDUCATIVO DE ESA SOCIEDAD –implica que todos sus miembros se han esforzado en alcanzar unos mismos estándares aceptados por todos- CUANDO MÁS SIMPLES, PRIMITIVOS Y ONOMATOPÉYICOS SON ESOS CÓDIGOS, MÁS PRIMITIVA ES UNA SOCIEDAD. Si hemos de vivir los decibelios que emiten las jóvenes generaciones, hay que reconocer que la sociedad española se ha degradado al nivel de los neandertales recién bajados del árbol.

La generación en la que me eduque y la generación en la que he educado a mis hijos eran capaces de gritar más y mejor que la de ahora. PERO SABÍAMOS CONTROLAR EL SONIDO, MODULAR LA VOZ Y SUBORDINAR NUESTRO IMPULSO A LA NORMA SOCIAL ACEPTADA DE NO CAUSAR MOLESTIAS A LOS VECINOS. De eso me quejo. De que de esto ya no quede ni rastro.


viernes, 4 de mayo de 2018

365 QUEJÍOS (5): ¡SÓLO PARA TUS OÍDOS GILIPOLLAS!


Dele una pistola a un niño y seguro que hace un destrozo. Entregue tecnologías avanzadas a trogloditas y conseguirá alegrarlos tanto como si le da a un tonto un lápiz, pero el problema es que solamente les servirá para hacer el ganso. Fíjense en el uso del móvil, sin ir más lejos.

¡Qué bueno un “teléfono móvil” que, además, nos evite cargar con el compact, el iPod, las agendas electrónicas, las cámaras fotográficas, la cámara de vídeo, la linterna o la cinta métrica, e incluso el e-reader, el ladtop y la cónsola de videojuegos: ahora, todo eso lo tiene usted en un artefacto extraplano de apenas 7 x 15 cm, de menos de 150 grs. Y, además, mire usted, sirve incluso para hablar, chatear, enviar correo, reforzar tus redes sociales y como alternativa a la tarjeta de crédito en algunos casos. No solamente cuando se inició la era de la informática (allá por los primeros años 80) uno podía prever que viviría tales adelantos, sino que, incluso, después, cuando irrumpió la telefonía móvil primero, internet después, nunca pensábamos que estas tecnologías iban a avanzar a tal velocidad. Esto es algo que lo todos sabemos y no va por ahí mi quejío. ME QUEJO DE LOS QUE NO UTILIZAN ESTAS TECNOLOGÍAS DE MANERA RESPONSABLE.

Sin ir más lejos:

1) ¿A mí qué diablos me importan las conversaciones telefónicas de la gente que viaja a mi lado en cualquier transporte público o que camina a mi paso en la calle?
2) Y lo que es peor: a mí ¿qué diablos me puede interesar la música del primer cretino que me cruzo con el móvil a todo volumen exhibiendo su mal gusto musical?

En los años 70 se criticaba a los que iban a la playa con el radiocasete a todo volumen.  Era el sinónimo del cutrerío. A nadie con un mínimo de educación y estilo se le hubiera ocurrido hace unas décadas ir exhibiendo sus gustos musicales. Especialmente, porque suelen ser malos. El otro día, haciendo un alto en un semáforo se me puso un gilijibia con el móvil atronando un rap. Se me escapó decirle: “¿Cómo diablos tienes tan mal gusto musical?”. No me entendió, claro, iba completamente empanao. Pero es así: por algún motivo, falta de educación, falta de sensibilidad musical y estupidez siempre van de la mano.

HASTA LOS AÑOS 50 EXISTIÓ LA ASIGNATURA DE “URBANIDAD”. SE ENSEÑABA EN LOS COLEGIOS A LOS NIÑOS A SER “EDUCADOS”. A DONDE NO LLEGABAN LOS PADRES, LLEGABA LA ESCUELA. La asignatura desapareció pronto (en los 60) y en los 80, para los nuevos planes de estudio socialistas, esto era un síntoma de “fascismo y dictadura”. El resultado es que hoy, tenemos a una nueva generación que ni siquiera se ha enterado que tiene mal gusto musical, sino que estos gipsykings han llegado a adultos sin tener ni idea de lo que es la corrección social, la educación o el estilo. Y LO MÁS TRÁGICO ES QUE NUNCA SABRÁN QUÉ ES TODO ESTO. Alguien dijo que “el estilo es la vida”. Parafraseándolo se podría decir que “quien carece de estilo ignora lo que es la vida”. O dicho de otra manera: “un mal estilo conduce a una mala vida”.

Que quede claro:

- no me interesa ninguna de las conversaciones que me veo obligado a oír en las calles.
- no me interesa esa mala música que me obligan a oir y que solamente muestra el cutrerío de quien la exhibe.

ME QUEJO DE UN ESTADO QUE HA RENUNCIADO A EDUCAR A SUS CIUDADANOS (quizás los alumnos que han superado la primaria, sepan los que es la Constitución, pero no sepan que eso de comerse los mocos está mal visto) Y DE UN SISTEMA SOCIAL QUE HA PERDIDO CUALQUIER NORMA Y CUYO ESTILO ES EL CUTRERÍO MÁS ACRISOLADO.

¿MI LEMA? ¡SOLO PARA TUS OIDOS, GILIPOLLAS!



sábado, 31 de octubre de 2015

Diario de la Desesperanza (LII)


Querido Diario:
Ayer me llegaron noticias de que había tenido lugar en Valencia la segunda reunión entre España 2000, Plataforma per Catalunya y Partido por la Libertad, de cara a formar una alternativa política unitaria que esté en condiciones de hacerse un hueco en la política española en el espacio euroescéntico, identitario y de patriotismo social. La lejanía me impidió estar allí, pero no plantearme la cuestión de si una formación de este tipo es necesario o solamente es una fuga hacia adelante que no llegará a ningún sitio. Decepciones todos hemos tenido demasiadas, así que una mas no sería una novedad. Ahora bien, el planteamiento correcto no es ese, sino este otro:  ¿tiene espacio político y razón de ser una nueva formación que proponga un programa parecido al de los partidos euroescépticos europeos (además de una profunda reforma constitucional)? La respuesta es sí. Sin duda alguna. Puede decirse que los españoles llegamos tarde a una fiesta que en Europa lleva años, sino décadas, comenzada. Lo que en Europa está presente, también es necesario en España. Si ese espacio político existe en Europa ¿por qué diablos no va a existir en España?